—¿Crees poder hacer eso y... hacerlo bien? —dijo haciéndome los últimos retoques a mi cabello y a mi ropa.
Tragué saliva, un poco nervioso. Es decir, ¿cómo no lo estaría? Una entrevista no era algo que disfrutara hacer con toda mi alma que digamos.
—Sí, así lo haré —dije intentando escucharme seguro de mí mismo.
Sonrió.
—Ese es mi chico —y luego de aquellas últimas palabras de su parte, me dio un leve empujón, haciéndome entrar a la pasarela.
Desde que había llegado a Nueva York... mi vida iba perfectamente.
Nunca había imaginado que llegaría a estar en esa situación. Caminar en una pasarela para permitirle a personas que no conocía juzgarme, era algo que antes no era una posibilidad para mí.
¿Una explicación de cómo y por qué había llegado ahí? Fácil:
El trabajo que mi madre había conseguido en Nueva York, incluyó sorpresivamente buena paga, y por consiguiente una buena casa en una buena locación. La gran sorpresa de todo el asunto fue enterarme luego de unos días que mi madre estaba saliendo con alguien.
Era un hombre amigable, confiable y bastante adinerado. Se llamaba Lee Min Ho. A primera impresión parecía ser un buen tipo de persona para mi madre y luego de conocerlo más a fondo siguió igual o mejor en mi opinión.
Según lo que me había contado mi madre, Min Ho era Neoyorquino, aunque sus padres eran de Corea del Sur, él había nacido aquí en Nueva York, estaba de mas decir que él manejaba perfectamente ambos idiomas.
Era unos años mayor que mi madre, vivía no tan lejos de nuestra casa y trabajaba en una importante academia internacional de modelos.
Ahí fue cuando su trabajo se cruzó con mi persona.
Unas pocas palabras y unos cuantos halagos de su parte hacia mí, y mi madre ya le estaba rogando que me dejara entrar a la academia. Según ambos, mi cuerpo y mi rostro eran perfectos para ser un modelo famoso.
Y yo no di resistencia. Más bien, tenía curiosidad.
—¿Cuál es tu nombre? —preguntó un tanto sonriente una mujer que había sentada frente a mí, sacándome de los pensamientos que habían llegado a mi mente mientras caminaba sobre el largo escenario.
Y así, había acabado ahí, haciendo una audición para ser modelo de una de las academias internacionales más reconocidas y famosas del mundo.
—Kim, Kim SeokJin—respondí intentando no tartamudear.
—De acuerdo, SeokJin, ¿cuántos años tienes? —me preguntó luego de anotar algo en su libreta.
—Tengo dieciséis. Cumpliré diecisiete en Diciembre —respondí esbozando una pequeña sonrisa, entrando ya en más confianza.
Y por si se preguntan cómo es que entendía y hablaba inglés perfectamente, sencillo, cuando era pequeño mi madre me llevó a un instituto para que aprendiera en su totalidad el idioma inglés. Cuando ella era pequeña mi abuela la obligó a estudiar y así como lo hizo con ella, mí madre lo hizo conmigo. Ella decía que en un futuro me sería muy útil y creo que no se equivocaba. Ahora mismo se me hacia muy fácil poder entender lo que hablaban las personas en Nueva York.
—Perfecto —dijo, para después seguir anotando seguramente mis datos en la libreta.
Nunca antes había estado tan nervioso, al menos no de aquella manera. Sentía que en cualquier momento podría colapsar y caería al suelo sin poder sostenerme más en pie.
La señora me hizo unas preguntas más, las respondí sin tartamudear y al parecer todo salió perfecto. Al fin me retiré y todavía se me hacía difícil creer que ya todo había terminado.
—¿Cuándo avisarán si entró o no? —le preguntó mi madre a Min Ho cuando ya nos hallábamos fuera de la academia.
Él sonrió triunfante, mirándome.
—Créame, él ingresó —y luego de sus palabras, mi madre me abrazó fuertemente hasta dejarme sin respiración por la emoción.
¿Yo? Seguía en estado shock. Entrar a una academia de modelos no era algo que quería hacer exactamente, pero me gustaba pensar que no estaría mal hacer algo nuevo.
Suspiré. De verdad que esto no era para mí.
—Te avisarán por email esta tarde de todos modos —dijo él, pasando su brazo por encima de los hombros de mi madre.
—Muchas gracias, Min Ho —sonrió ella, para después ambos fusionar sus labios en un delicado beso.
Aparté la vista. Sinceramente prefería no ver esa asquerosidad, no soportaba el hecho de que mi madre besara a un hombre, no después de lo de mi padre y eso era algo que desgraciadamente nunca podría cambiar, ni siquiera con Min Ho.
—¿Nos vamos a casa, cariño? —me preguntó mi madre llamando mi atención.
Negué con la cabeza.
—No, quiero dar una vuelta... Voy a casa luego —respondí. Ellos asintieron sonrientes y se fueron abrazados por la calle, completamente felices.
Resguardé mis manos en los bolsillos de mi chaqueta y empecé a caminar en cualquier dirección, deseando estar solo y poder pensar claramente.
Desde que había llegado a Nueva York, había evadido de una forma u otra el hecho de que debía pensar sobre NamJoon y todo el tema de la supuesta apuesta. No quería pensar acerca de ello, pero si no lo hacía sería peor para mí.
Me senté en una banca de un parque cercano.
Y maldición, de verdad que no quería recordar a ese chico.
Me crucé de piernas mientras apoyaba mi espalda en la banca y me obligué a mí mismo a arreglar todo el enredo que inconscientemente se había formado poco a poco en mi cabeza.
NamJoon me trató como una apuesta, y esa era la base de todo el asunto. Sin embargo, me había dicho que me amaba y eso ya era un problema para la historia. Sumando a JiMin y todos los malos ratos que causó.
Suspiré, pasando mis manos frustradamente por mi cabello. Cuánto necesitaba de TaeHyung en ese mismísimo momento. Era mi amigo, el único chico al que le podía contar todo sin problemas y que él me diera una solución, un consejo.
Me hacía falta.
Me levanté de la banca, evitando por probablemente no última vez el tema de NamJoon, y empecé a caminar en dirección a casa, queriendo encerrarme en mi habitación y ahogarme en mi soledad.
Dios, mi vida se escuchaba tan terrible como lo era. Últimamente apestaba definitivamente.
Llegué a casa, abrí la puerta con mis llaves y entré rápidamente para dirigirme casi corriendo a mí habitación y no salir de ella por unas varias horas.
Kim NamJoon ya no estaba aquí, no estaba conmigo, estaba en Seúl, yo estaba en Nueva York, lejos, muy lejos, entre nosotros había demasiada distancia...
Pero su presencia parecía atormentarme de todas formas.
***
Me senté en uno de los sillones y suspiré, un tanto impaciente por el hecho de que todo esto comenzara de una vez por todas.
¿Mientras más pronto comenzaba... más pronto terminaba, no?
Sí, al parecer me habían aceptado en la muy famosa academia. No mentía, esperaba tan sólo hacer la audición, que me rechazaran y pudiera llevarme un buen recuerdo de que lo intenté o algo por el estilo.
Curiosamente, no estaba muy cómodo con esto de haber sido aceptado.
Habían varios chicos en la habitación, la mayoría venían con botas de cuero y zapatos de lujo.
Al parecer era el único chico de zapatillas. Y al inspeccionar la ropa de los demás chicos, también se podría decir que era el único que venía con una remera blanca y unos pantalones ajustados de Mickey Mouse.
Por Dios... estaba haciendo el ridículo.
Nervioso, sin ser capaz de resistir todas las miradas superiores de los demás chicos del salón, me levanté del sillón y me dirigí a un botellón de agua que había al otro extremo de la habitación.
Saqué un vaso de plástico y justo cuando estaba a punto de servirme agua, un chico rubio se paró delante mío y se sirvió agua primero, sin tomarme en cuenta y quedándose en su lugar mientras tomaba su agua tranquilamente.
¿Y a este chico qué rayos le pasaba? ¿No conocía los modales?
Dio media vuelta y me miró de pies a cabeza, con disgusto. Me extendió su vaso en señal de que lo cogiera, y eso fue justamente lo que hice, sin ser capaz de reaccionar correctamente.
Su risa burlona fue lo que me dejó desconcertado.
—¿Enserio, niño? —dijo con voz burlona.
Yo lo vi, perdido, sin saber qué decir, qué hacer.
—¿Q-qué ocu...?
—Lo que pasa es que estás mal —me interrumpió él cruzando los brazos.
Pestañeé, perplejo. ¿Pero qué mierda estaba pasando?
—¿Quieres ser modelo? —preguntó, yo sólo asentí con la cabeza—. ¡Actúa como tal!
Me arrebató su vaso de las manos.
—No dejes que te traten como un jodido asistente, niño —se acercó a mí, mirándome como un colega, no como un superior.
Tragué saliva, asustado. Claro, podía no verme superior pero eso no quitaba el hecho de que parecía saber más que yo.
—Esto no es sobre quién viste mejor, quién aparenta ser mejor o quién se pensó que era el mejor... Esto, es sobre actitud. La tienes o pierdes, así de simple —me dijo, mirándome tan fijamente a los ojos que poco a poco empezaba a intimidarme.
Esbozó una dulce sonrisa lentamente.
—Sólo un consejo. Si quieres ser modelo debes tener esa actitud.
Me quedé estático. Sinceramente se me hacía difícil procesar todo aquello, no pensé que hubiera un chico tan agresivamente agradable en esa academia.
Segundos después, las puertas se abrieron, dando a entender que entráramos.
—Ojalá hayas escuchado mi consejo —dijo el rubio, antes de entrar por la puerta pasando a llevar bruscamente al resto de los chicos, sólo para él poder entrar primero.
"Es sobre actitud. La tienes o pierdes".
Joder, ahora sí que esto no me daba buena espina. ¿Dónde mierda me habíametido?
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pobre Jinnie,mañana subo otro capitulo ^^ bye lindxs~