LARA
Lara paseaba como un alma en pena por los pasillos del hospital. Esperando a que permitieran que la chica pelirroja volviera a casa después de siete días ingresada en el hospital sin motivo aparente.
Habían pasado dos meses desde que ocurrió, iba por la calle después de una fiesta cuando alguien le tapó la boca para que no gritara y así poder agredirla. Después de aquello, Lara ya no vivía con gusto, más bien sobrevivía. Ella pensaba que ya no volvería a enamorarse de nadie, al menos no después de haber perdido lo único que ella pensaba que quedaba en su persona. Ya no volvería a vivir el amor como Lara pensaba que lo viviría. Había perdido las ganas de absolutamente todo. No había solución para lo que le había pasado. En el momento del atentado, se alegró de que probablemente todo fuera a acabar, pero al final eso no ocurrió. No obstante, los pensamientos suicidas seguían en su cabeza. Carcomiendo a su persona, sin dejar que un poco de luz le diera esperanza.
Mientras Lara seguía pensando en lo que ella creía que se merecía, chocó contra alguien.
- Vaya lo siento mucho, no estaba mirando por donde voy - A Lara esa sonrisa le parecía familiar, mientras que el chico con el que se chocó la observaba esperando alguna palabra por su parte. Él sabía quien era ella, sin embargo, Lara no tenía ni idea de quien era él, pero una cosa estaba clara, Robbie sería su salvavidas.