Almas perdidas

By Suicidal_voice

22K 2.8K 1K

No importa que tan perfecto seas, la sociedad te hará sentir lo contrario. Desde su nacimiento Erin Garrelson... More

02. Terminar así
03. Ratero
04. Odioso
05. Convivir
06. Perdido
07: Confesiones
08: Almas libres
09. Calma
10. Alfa y Omega
11. Lo que siempre soñaste
12. Un mal sueño
13. Pez gordo
14. Tiempo
15. Mi veneno
Epílogo: Afrontar
Nota del Tío
Extra: Dos líneas

01. El no ser capaz

3K 222 57
By Suicidal_voice

Desde que nací me educaron para ser el mejor Omega que un Alfa pudiera tener; Gentil, tranquilo, sumiso, listo para ser el ama de casa y, por sobre todo, un buen padre.

En esta época lo más importante no era si eras el más inteligente, talentoso o si tuvieras el poder para hacer lo que tú quieras. Aquí lo esencial era si eras capaz de tener descendientes. Pues claro, ¿Qué importaba todo el esfuerzo que hiciste para ser el mejor si al final vas a morir y no tener a quién heredarlo?

Esos eran los pensamientos en esos tiempos.

Desgraciadamente, yo nací en esos días y mi mente había sido entrenada para cumplir con mi segundo género:

Omega.

Hecho para parir, para dar hijos a mi futuro Alfa y cuidar de él y nuestros cachorros para continúen con nuestro legado.

Suena horrible, ¿no? Ahora si alguien me hubiera dicho que iba a nacer para ese final preferiría estar muerto, pero cuando yo tenía seis años era algo que deseaba con todo mi ser.

Más cuando conocí a mi futuro esposo.

—Erin, él es Lenya Harris, tu futuro Alfa y esposo —dijo mi madre al presentarme a un chico de ocho años, vestía un traje azul oscuro y su mirada era queda, como si no pensara en absolutamente nada —. Trátalo bien.

Asentí sin más. Lenya pegó su mirada en mí y frunció débilmente sus labios. En esos momentos no entendía el porqué de mis sentimientos, pero si ahora me preguntaran qué sentí cuando conocí a ese chico fue nada más que miedo y emoción.

Mi futuro Alfa.

Me seguí esforzando para ser el mejor Omega, para ser el esposo perfecto para Lenya cuando creciéramos. Al cumplir mis quince años mi madre me felicitó por lo que había llegado a ser y que estaba muy emocionada para que llegara el día de mi unión con mi Alfa.

La verdad, es que estaba más emocionada por lo que causaría mi unión con ese chico.

Mi familia desde hace bastantes años se había convertido en la típica prestigiada, con poder y renombre. Los Garrelson. Y nada los emocionaba con tantas ganas como una unión. La posibilidad de unir familias con poder para hacerlos cada vez más imparables es algo que disfrutaban sin dudas.

Unirme con los Harris los hacían ver como unas serpientes.

Hasta que ese día llegó. Lenya había cumplido sus dieciocho años y se había convertido en un Alfa honorable. Cuando lo volví a ver volví a sentir miedo y esa emoción revolviéndose en mis entrañas. Su mirada volvía a inspeccionarme y yo no podía evitar sentirme intimidado, ¿Y cómo no iba a hacerlo? Su altura doblegaba sin dudas la mía. El ancho de su espalda, sus ojos serios y ese traje lo hacía ver tan...

¿De verdad él iba a ser mi Alfa?

Nos casamos y durante toda la fiesta él no me dirigió la palabra.

Eso solo me hacía desear que todo acabara, pero tenía que ser fuerte. Por mí, por los Garrelson.

Al concluir la fiesta Lenya y yo fuimos desplazados a lo que sería nuestro hogar; Una gran mansión como regalo de nuestros padres, aunque, la verdad, era un poco más pequeña que las de mis progenitores y la de Lenya.

—Ah, ¿Necesitas algo? ¿O solo quieres descansar? —Le pregunté a Lenya cuando llegamos a nuestro cuarto.

Él simplemente se quitó el saco y procedió a desatar el nudo de su corbata.

—¿Cuándo será tu próximo celo? —preguntó él de vuelta sin dirigirme su mirada.

Me sentí incómodo ante su pregunta y bajé mi vista al suelo.

—Será la próxima semana —respondí.

Lo ideal era tenerlo en la misma noche de nuestro matrimonio para proceder a nuestra unión por medio del lazo, pero por temas de tiempo no fue así.

Lenya murmuró algo inaudible para mí.

—¿Perdón?

—Ven aquí.

Dudoso, me acerqué a Lenya y él me señaló que me sentara en la cama, al hacerlo él se quitó su camisa.

—Debería esperar que llegase tu celo para hacer esto, pero la verdad es que no tengo ganas de seguir haciéndolo. Desnúdate y recuéstate.

Sin otra opción más que obedecer, lleno de vergüenza me desnudé ante él y su mirada. Una vez ya desnudo y recostado sobre la gran cama matrimonial, dándole la espalda, sentí su mano deslizarse por mi piel. Su tanto se sentía como un suave pasar, cálido, determinado, calculador.

—Al menos tienes un buen cuerpo.

Escuché otra prenda de ropa caer al suelo y luego sentí su pesar sobre la cama, cerca de mi cuerpo inmóvil. Su boca se posó sobre mi espalda y recorrió mi espina dorsal hasta llegar a mi trasero.

—E-espera...—murmuré algo inquieto. Me sentía muy extraño, muy avergonzado por lo que estaba ocurriendo.

¿En serio estaba por perder mi virginidad con ese chico?

Sí, lo había hecho.

Lenya no fue cuidadoso en realidad. No respetó mi cuerpo, en cambio, lo reclamó, dejó su olor impregnado en mí y me llenó hasta no más poder. Cuando acabó mi vientre se encontraba hinchado. Dolía, pero tenía que soportarlo.

Debía.

Cuando llegó mi celo Lenya no perdió el tiempo y me marcó.

Formamos un lazo.

El paso de los días se volvió presente y como si fuera un simple parpadeo ya había trascurrido un año como Omega de Lenya.

Y, durante todo ese tiempo, no había quedado en cinta.

Nunca usamos protección y nunca me negué a hacerlo cuando Lenya quería. Siempre terminábamos anudándonos y él me llenaba, en especial cuando entraba en periodo de calor o viceversa.

Pero nunca quedé y eso fue extraño.

—¿No sientes nauseas, al menos? —me preguntó un día y yo negué, me sentía muy bien de salud—. Qué extraño.

—¿Eso está muy mal? —me aventuré por preguntar.

—Un poco. Normalmente un Omega le cuesta quedar en cinta, pero lo hemos hecho tantas veces en tus celos que es extraño que no hayas quedado—empezó a decir y acarició su barbilla—. Te pediré una hora con el médico.

Escuchar eso fue muy inquietante, pues, por alguna extraña razón, sabía que eso significaba algo muy malo.

Y lo fue.

—¿Qué tiene, doctor? —Le preguntó mi madre al anciano.

El hombre se quitó sus gafas y apretó el puente de su nariz. Parecía extrañado, como si no estuviera convencido de lo que estaba a punto de decirnos.

O puede que lo esté, pero tenga miedo de soltarlo.

—Esto aún no es cien por ciento confiable, ¿bien? Aún faltan pruebas para el verdadero diagnóstico de Erin, así que les pido que no se alteren con lo que estoy por decirles—soltó.

Observé a mi madre la cual se había sentado con rigidez en su asiento.

—¿Qué es? —volvió a preguntar.

El doctor fijó su vista hacia mí y suspiró.

—Puede que Erin sea estéril.

Silencio.

—Ah... ¿Está usted seguro? —cuestionó mi madre sin saber cómo reaccionar. Me miró y luego volvió hacia el anciano—¿Es en serio?

—Como dije, aún faltan unas pequeñas pruebas para confirmarlo, pero puede que esté al 80% de seguridad que Erin no pueda-

—¡Entonces háganlo! ¡Quiero que le hagan todos los exámenes que sean posibles! Esto es... ¡ES IMPOSIBLE! Erin no puede ser estéril, él... —ella me miró y su ceño se frunció. Se levantó de golpe de su asiento y se encaminó hacia la puerta—¡Me niego a aceptar algo como eso!

Se largó azotando la puerta tras de sí.

Me encogí en mi asiento, sin saber qué decir.

—¿Estás bien, Erin? —me preguntó el anciano.

Me limité a asentir.

—Esto va a ser fuerte, muchacho. No es muy normal que aparezcan Omegas sin ser capaces de quedar embarazados, pero no es imposible. Sé fuerte Erin.

Sé fuerte.

Puede que me hayan preparado para ser el mejor en mis clases, el más capacitado, el mejor amo de casa, el mejor cocinero, pero nada me preparó para lo que se venía a causa de mi condición.

Porque, a pesar de todo, yo era estéril.

—¡Me parece inaudito! Hemos sido más que estafados, ¿Cómo se atreven a darnos un Omega que no es capaz de reproducirse? ¿¡Acaso nos están viendo la cara de idiotas!?—exclamaba el señor Harris, el padre de Lenya.

—Señor, nosotros no sabíamos de la condición de Erin hasta ahora. Le juramos que nunca quisimos aprovecharnos de su posible unión con el joven Lenya—decía mi padre.

—¡Falacias! Ustedes debían estar más que conscientes de su estado—seguía diciendo la madre de Lenya—¡Mi hijo se gastó todo un año en su hijo! ¡Un año! ¿Para qué? ¡Para que me vengan a decir que Erin es estéril! Ah, me siento más que estafada.

—Por favor, Lucía. De verdad nosotros no sabíamos...

—¡Eso ya no importa! ¿Y qué haremos ahora? El contrato pedía un futuro heredero en menos de dos años.

—Le podemos ofrecer a nuestra hija menor—soltó mi padre y yo lo observé confundido—. Diane es una Omega. Tiene solo dieseis años, pero...

—Padre...—murmuré y él me observó por encima de su hombro.

—Hmmm... ¿Están seguros? ¿Cómo estamos seguros de que no nos están engañando nuevamente? —preguntó el señor Harris.

—Si Diane es capaz de embarazarse de Lenya, arreglaremos los compromisos del contrato. Ustedes obtendrán un 5% más de lo que acordamos—propuso mi madre.

Los señores Harris se observaron entre ellos y luego a mis desesperados padres.

—Está bien, ¿Y si no es capaz?

—Este contrato se anulará y le daremos un 10% de nuestros ingresos como signo de perdón.

El señor Harris sonrió con satisfacción.

—Trato hecho.

Esa misma noche, en mi hogar con Lenya, él rompió nuestro enlace.

—Ya no me sirves, Erin.

Fue como un desgarre en mi pecho. Me dolía como nunca pensé que iba a sentir, como miles de golpes en el estómago y agujas enterrándose por todo mi cuerpo. Me faltaba el aire.

—Lenya—solté entre un jadeo—. No, por favor... Yo...

—¿De qué sirve, Erin? Eres un Omega estéril. No tienes propósito en esto.

—¡Lenya, por favor!

—Ya no me sirves.

Basura.

Omega inservible.

Cuando volví a casa de mis padres el desprecio y rechazo fueron evidentes.

—Me gasté muchos años de mi vida, ¿para qué? Para que nos humilles con una de las familias más importantes.

—Mamá...

—¿De qué nos sirves ahora? Aunque te demos un puesto en la corporación solo serás un objeto que durará unos pocos años y ya. Solo irás a calentar el asiento.

—Yo sé que puedo hacer algo más, solo...

—Ya no sirves.

—Piérdete. Ya no eres parte de esta familia, largo.

—Papá...

—Y no vuelvas, Omega inservible.

Y fue así como mi vida empezó con tener todo, con ser un hijo digno, a pertenecer a la calle y no tener nada.

Absolutamente nada. 

Continue Reading

You'll Also Like

148K 17.7K 104
¿Sabes realmente quién soy? ¿Qué es lo que saben de mí? Que me gustan las fiestas, que soy mujeriego, pero tuve un enamoramiento cuando era un adoles...
5.2M 453K 83
Nunca debí caer por él. Sin embargo, tampoco detuve mi descenso. Nada logró apaciguar las maliciosas llamas de deseo que se prendieron dentro de mí. ...
14.3K 2K 24
En enero de un año con solo cuatro dígitos, distinto a la actualidad, se levantó la ley de "una nueva oportunidad" un experimento que se encargaría d...
148K 13.8K 98
Sinopsis. Los 41 han regresado para decirle Adiós al mejor juego que han jugado sus vidas y que mejor que trayendo a aquellos que más querían con sus...