MIA, ERES MÍA

By AnnParks1996

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-Puedes tener una vida normal o no, un trabajo normal o no, haber cometido errores normales o no tan normales... More

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NOTA DE LA AUTORA (2ª PARTE)
IMPORTANTE!! EDICIÓN ESPECIAL

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By AnnParks1996

—No Kate, solo es un amigo.

—¿Y guardas su identidad? pues vaya amigo.

—Kate, ya te he dicho que en cuanto pueda... un momento. Oliver —le regaño—, no le des comida a Max.

—Pero es que me lo está pidiendo —se defiende.

—No quiero que enferme, así que no le des más.

—Es verdad, que tú hermano ahora vive contigo ¿Ves como no me cuentas nada?

Me gusta estar de nuevo bien con Kate. Es mi mejor amiga, la echaba tanto de menos... Liam y Kate me dan ese espacio que tanto necesito, con ellos puedo poner a parir a mis jefes. Sí, a todos y cada uno de ellos, aunque ahora solo tengo quejas con el impotente ser Dagger que en la oficina es un capullo estirado y esa lagarta de Elizabeth.

El fin de semana pasado fue atento, fue sumamente increíble, pero el lunes ya estaba de un humor de perros por que había pasado algo con Jane que no salió bien y a pesar de que el miércoles Jane lo había arreglado, hoy jueves ha estado peor que mal. Pasa a buscarme a las diez por que se ha quedado en la oficina arreglando unos asuntos en los que ha preferido que yo no me meta. Creo que tiene que ver de nuevo con la empresa de su padre.

—¿Puedes decirle a ese novio tuyo que suba? quiero hablar con él —dice Oliver mientras acabo de cenar con él.

—No —suelto una carcajada—. Ni de coña. Y no es mi novio —le recuerdo.

—Bueno, pues quiero hablar con el tío que se folla a mi hermana.

—¡Oliver! —le regaño y le tiro un trozo de pan que Max se ocupa en recoger del suelo.

—Además de que ese tío es mucho mayor que tu —lo ignoro—. Era una pregunta.

—Mal hecha —le sonrío cínicamente.

Mi teléfono suena sobre la mesa y veo el nombre de Erik. Pero antes de que pueda cogerlo Oliver lo hace por mi.

—Sube, quiero hablar contigo.

—¡Oliver! por el amor de Dios, devuélveme mi teléfono.

—Sí —sigue—. Bien.

Me lo entrega y Erik ya no está a la otra línea. Veo como Oliver abre la puerta y espera impaciente.

¡Pero que estrés!

Veo a mi medio alemán de hielo entrar y ponerse delante de Oliver. Pero ninguno de los dos teme al otro. En este caso, Erik tiene que temer a mi hermano.

—Erik, vámonos —suspiro.

—Tu hermano quería hablar conmigo —le mira—. Adelante.

Le hace pasar y yo exasperada voy a por algo de beber. Ambos son mas tercos que toda la humanidad junta, así que no servirá de nada negarme.

—¿Que intenciones tienes con mi hermana? —lo dice tan serio que siento vergüenza.

—Hay dios... —murmuro.

—Ninguna mala —dice serio Erik. Como si Oliver fuera mi padre o... ¡O yo que sé!

—Hace tiempo que os veis.

—Sí.

—Pero no sois novios.

—Eso es solo una etiqueta —dice Erik.

No, yo tampoco quiero ponernos etiquetas, no sé si quiero ser su novia, no sé si quiero ser algo serio con Erik...

—Pero no has respondido.

—No, no somos novios —creo que se está desesperando.

—Y te la follas cuando te da la gana.

—Oliver, por favor —le regaño de nuevo.

—¿Qué quieres que te diga? —le dice tajante Erik— ¿Qué si me follo a tu hermana? sabes la respuesta, no eres un crío.

—No, no lo soy. Y tampoco soy un hombre adulto. Pero como le hagas algo a mi hermana. Como le hagas daño y le hagas llorar, te juro que te haré daño, mucho daño.

—Me parece justo —dice de inmediato—, ahora si me disculpas. Tenemos que ir a un sitio.

—¿Cuántos años tienes?

Erik vuelve a acomodarse en el asiento y suspira. No ha acabado todavía.

—Treinta y dos.

—Eres muy viejo.

—Bueno, y tu muy joven para darme charlas —Erik está teniendo paciencia. Sé perfectamente que lleva una semana horrible y su paciencia se ha agotado.

—Ella es MI hermana. Y no puedes tener un suegro cabrón, pero si tendrás un cuñado cabrón.

—Vale. Se acabó —digo finalmente. Le doy una pequeña palmada en la cabeza—. Erik, levántate y vámonos.

Ladea la cabeza por haberle dado una orden, pero finalmente me hace caso. Me despido de Oliver y no dejo que le diga nada mas. Al entrar en su coche Erik se mantiene en silencio.

—¿Es así con todos los hombres?

—Sí.

—Pues creo que me lo ganaré como aliado.

Ruedo los ojos.

—Le has dicho que te follas a su hermana.

—Eso ya lo sabía. Me ha soltado su mensaje amenazador, ya se siente mejor.

—¿Es que acaso esto es normal?

—¿Qué si es normal? —suelta una risa—. Deberías ver los novios de mi hermana, dejan de salir con ella a la semana.

—¡Erik! no puedes ser así.

—¿No?

—No.

—¿Y eso por que?

—Por que es ridículo.

—No lo es. Entiendo a tu hermano, saber que un hombre se folla a tu hermana no es nada fácil. Es mas, es repugnante. Cada vez que Nika viene con algún chico nuevo a casa...

—Pobrecilla.

—Es lo que hay —se encoge de hombros—. Ninguno es bueno para ella. Lo mismo piensa tu hermano ¿Cómo lleva lo de Mark?

Mal. Muy mal. Verdaderamente mal, cada vez que piensa en ello se pone histérico y como loco. Se enfada con él, conmigo e incluso con él mismo por no haberse dado cuenta. Sí, por no haberse dado cuenta él.

—Lo lleva.

—¿Y tú?

—El juicio es la semana que viene.

—Lo sé.

No se lo había dicho pero sé que es su abogado y que seguramente lo tiene al corriente de todo.

—Creo que nerviosa. Llevo sin verlo... bueno, me mandó esas flores y al día siguiente volvieron a encerrarlo. Todo es extraño a mas no poder.

—No te preocupes. Ganarás y lo encerrarán.

—Eso espero...

—¿Quién irá contigo?

—Liam, Kate... Oliver si me promete comportarse...

—¿Quieres que vaya?

—No —niego y frunce el ceño un poco—. Erik, no creo que sea buena idea que vean a mi jefe por allí.

—Pero es importante.

—Te llamaré en cuanto acabe el juicio, pero no puedes venir.

—¿Estás segura?

—Sí ¿Dónde vamos? —digo deseosa de cambiar de tema. Suelto un bostezo involuntario.

—Bueno, tu parece que quieres ir a dormir.

—No. Perdón —sonrío—. Es solo que estoy algo cansada de toda la semana, mi jefe me tiene sobreexplotada. Ahora en serio ¿Dónde vamos?

—A tomar algo. Has cenado ¿Verdad?

—Sí.

—¿De que te ríes? —dice divertido.

—Me voy de copas con mi jefe ¡Planazo!

Nos echamos a reír de la manera mas sana que puede existir.

—No, pequeña. Vamos a un sitio algo especial.

—¿Me puedes dar una pista?

—Bueno, en casa de Bruno y Samara me demostraste que no eres ella. Así que quiero probarlo poco a poco.

—Me parece bien.

Sonrío intentando no parecer que me muero de la alegría de que esté consiguiendo hacer que su verdadero yo salga a la luz. Quiero hacerlo disfrutar tanto como él hace conmigo. Aunque sé, por otra parte, que cualquier movimiento en falso lo arruinaría todo.

Llegamos a un local lujoso y con un hilo musical sensual y relajado. Erik me coge de la cintura nada mas entrar. Hasta yo he visto como otros hombres me miraban de arriba a abajo. Pero también he visto como muchas mujeres le han mirado a él.

Nos sentamos en una silla alta apartada, justo en un extremo de la barra. Él se pone pegado a la pared, controlando todo, y yo me veo obligada a mirarlo y dar la espalda a todo el mundo y el resto del bar.

Me pido lo mas fuerte de la carta y me sonríe mientras niega.

—Solo una, pequeña —me avisa—. Quiero que estés bien despierta.

—Vale —le doy un trago largo a mi bebida.

—¿Qué tienes que decir?

—¿Qué...?

—Conozco esa cara. Tienes preguntas.

—Bueno —miro a mi alrededor—, este sitio no parece normal.

—Bien visto —asiente—, es un bar de intercambio, un bar donde muchos juegan con otras parejas. Puedes venir solo o acompañado.

—¿Has venido solo alguna vez?

—Sí —mira el local detrás de mi—, hace un tiempo que no vengo.

—Estoy nerviosa —confieso. Hay mucha gente y si con Samara y Bruno que son un cielo y encima amigos se me mezcla la vergüenza con el morbo... ahora solo hay vergüenza.

—Ya sabes que haremos lo que quieras. Solo es una prueba... te gustó con Samara y Bruno —asiento— confía en mi.

—Confío en ti.

—Y yo en ti —le da un trago a su bebida. Me gusta que confíe en mi.

Los tonos del local son intensos; rojos, granates... sugerentes. Hay butacas individuales, para dos o incluso sofás para grupos grandes y delante unas mesas pequeñas. Hay un pasillo donde en el marco de la puerta puede leerse habitaciones.

¿Y ahora que?

—Voy a girarte y voy a dejar que todos esos hombres y mujeres que te han comido con la mirada al entrar y que esperan que les mires, te miren. Eres deseada, Mia. Muy deseada.

—Pero tú estarás aquí...

—Siempre, pequeña...

Hace girar mi taburete y él se pone de pie detrás de mi. Un montón de miradas se ponen sobre nosotros. Erik pone sus labios en mi cuello y yo lo ladeo de inmediato y me centro en él. Noto una de sus manos estirarse por mi lado izquierdo y llegar a mi falda. Me acaricia el muslo.

—Vale pequeña... —dice como si le costara—. Quiero que abras los ojos y admires el público que tienes... —no hago nada y su mano me levanta mas la falda— obedece.

Abro los ojos y veo tanto hombres como mujeres mirándome, devorándome con la mirada, quieren hacer lo que hace Erik y mucho mas. Erik hace girar mi silla y me besa de esa forma tan suya y posesiva. Llevo mi mano a su entrepierna y me sorprende al notar una erección bien marcada y dispuesta. Le pone esto. Le encanta.

—Erik...

—Eres mía —dice firme contra mis labios.

—Siempre.

—Quiero jugar contigo. Quiero que sigas siendo mía y que otros hombres obedezcan y te hagan disfrutar.

—Y yo quiero que sigas siendo mío y que otras mujeres obedezcan y te hagan disfrutar como lo hago yo —sigo con la respiración entrecortada.

—Pero no significa que quiera dejar de hacerte mía. Me gustas en el cuarto de juegos y me muero por que me gustes con hombres y mujeres...

—Soy tuya, Erik. Confío en ti. Tu mandas...

Pone una mano en mi nuca y la otra en la parte baja de mi espalda. Me besa aún más y me atrae a él. Gimo contra sus labios por esa intensidad tan caliente. Estoy acalorada, ardiendo y deseándolo. Se separa de mi y veo a nuestro lado a Ivor con una joven pelirroja bastante mona, con la tez pálida y pecosa.

—Hola Ivor —Erik y él se estrechan las manos.

Ivor me coge la mano y me besa los nudillos.

—Encantado de volver a verte. Ella es Murel —Erik la saluda con galantería y luego yo hago lo mismo sin tanto teatro. La mujer me saluda y noto un acento irlandés marcado en su inglés—, veo que lleváis mucho aquí —mira a todo el local—, los tenéis locos.

—Hemos llegado hace diez minutos —informa Erik con una sonrisa orgullosa.

—Pues vosotros dos juntos despertáis pasiones y fantasías...

Erik me guiña un ojo y me derrito.

Se piden unas copas y se unen a nosotros... después de diez minutos de charla relajada y algunos comentarios calientes, estoy inquieta, con ganas de Erik y de más, estoy nerviosa.

Envalentonada pongo una mano sobre la pierna de Erik mientras habla con Ivor. Ambos se dan cuenta, pero no dicen nada, así que sigo con mi plan hasta la erección de Erik en su traje. Murel hace lo mismo con Ivor y somos todo un espectáculo.

—Vamos a una habitación —sugiere Erik—, o me follaré a Mia aquí mismo.

Mi interior se contrae con la miradita que me echa.

—Eso será digno de ver —dice Ivor.

Nos adentramos por el pasillo y veo que todavía muchos hombres y mujeres nos miran. Yo agarro posesiva a Erik y Erik a mi. Tal para cual. Un hombre trajeado nos da una llave y apunta algo en un libro. Vamos hacia una habitación, la siete. El número de la suerte.

La habitación es amplia, hay una cama enorme de dos metros contra una pared, un cabezal precioso con diversas decoraciones y barras de metal. Hay unas mesillas y una puerta anexa que creo que será un baño. Este local tiene de todo...

—Pequeña —Erik me hace girar— ¿Todo bien?

—Todo perfecto —asiento.

—Erik —lo llama Ivor—, hablemos de los límites.

—Los labios de Mia son solo míos y en cuanto te diga que pares...

—Pararé —asegura Ivor—. Sé como se juega.

Erik asiente.

—Y en cuanto al dolor físico, me preguntarás antes o yo te guiaré. Todavía estamos en el inicio.

—Vale.

—¿Murel? —pregunta Erik. La mujer está a mi lado sin mostrar ni un ápice de nerviosismo. Como se nota que soy la novata.

—Lo que quieras —dice Ivor.

—¿Alguna pregunta, pequeña? —me susurra.

—¿Vamos a jugar como en el cuarto de juegos?

—Sí.

—¿Tengo que comportarme como si estuviéramos allí?

—Sí.

—¿Puedo pedir algo?

—Por supuesto —alzo mi mirada y lo miro directa a los ojos—, quiero que tus labios sean solo míos.

—Murel no puede besarme —dice Erik en alto, como si no hubieran escuchado la breve conversación.

—Hecho —dice Ivor y dibuja una sonrisa de lobo hambriento—. Murel, ponte al lado de Mia.

La mujer se pone a mi lado con la espalda recta y mirando al suelo. Miro al suelo también. Tenía la cabeza pensando en miles de cosas... esto me pone muchísimo.

—Erik, desnuda a Murel —Erik va directo a Murel y veo como mi amo desnuda a Murel tan solo bajando la cremallera de su vestido. Cuando cae le baja las braguitas y el sujetador. Erik la deja desnuda y vuelve hacia atrás.

—Ivor, desnuda a mi chica.

La respiración se me corta por esas dos ultimas palabras.

Ivor me desnuda con destreza y ansia bien disimulada. Apenas toca mi piel, Erik no le ha dado permiso. Así que cuando estoy completamente desnuda, tan solo con los tacones se separa.

—Bonito tatuaje —me premia.

Vuelve junto los pies de Erik.

—Mia —dice Erik—, ve a la cama y túmbate sobre ella con las piernas bien abiertas.

Sé que quiere exactamente. El corazón me va a mil. Me giro y me subo a la cama, me tumbo y pego mis talones en mi trasero y abro las piernas. Erik se quita la corbata y viene a mi, me besa y me tapa los ojos. Jadeo ardiente y me muero por seguir.

—Tu sumisa es tan apetecible Erik...

Noto el colchón hundirse y poco después unos labios sobre mis pechos. Me remuevo y noto los labios de Erik sobre los míos. Ambas bocas me vuelven locas. Los besos de Erik paran un segundo y noto en mi entrepierna una tercera boca. Erik me da una mano y se la aprieto con fuerza, la otra opción hubiera sido arrancar el colchón.

—Eso es pequeña... disfruta... es todo para ti.

Sé que una de esas bocas es Murel y me excita aún mas. No saber cual es hace que me importe menos que sea una mujer.

—¿Puedo? —pregunta Ivor.

—Sí —contesta Erik.

Noto una cachetada y gimo.

—¿De las que gritan? —dice Ivor divertido.

—No me puedo privar de ello —dice Erik. Erik me quita la venda y me sonríe—. Quiero que me desnudes a mi y que luego desnudes a Ivor. Pero lenta, o ya sabes que pasa.

Me sorprende la capacidad de espera de Murel. Mis movimientos son lentos y me estoy desesperando. Cuando acabo con Erik me muero por metérmelo en la boca. Pero tengo que ir hacia Ivor.

Me sonríe y empiezo a desnudarlo poco a poco. Le quito la camisa y miro su cuerpo mientras me deshago de su cinturón, no tiene el mismo cuerpo que Erik, aunque eso es complicado... me pongo de rodillas y desnudo a Ivor al completo. Su erección se yergue por encima de mi y me levanto para esperar la siguiente indicación de Erik.

—Vuelve aquí, Mia —exige Erik. Me acerco a él temerosa de que lo haya hecho demasiado rápido. Pero lo único que hace es besarme, aunque no es lo único. Me recorre entera y noto su erección contra mi estómago.

—Murel —Ivor rompe el silencio—. Haz disfrutar a Erik. Mia, tú también.

Erik se tumba en la cama y no me quita el ojo de encima. Tanto Murel como yo, desnudas nos ponemos inclinadas dejando nuestros traseros bien expuestos y veo como Murel se lleva la erección de Erik a la boca. Erik la mira y tras unos segundos se vuelve a mi.

—Bésame, pequeña. Bésame como tú sabes.

Se lo entrego todo y me encanta verlo disfrutar a este nivel. Ivor se mueve y se pone detrás de mi. Noto su mano en mi trastero y como me da una cachetada fuerte y sonora. Gimo contra los labios de Erik y él gime a la vez. Me gusta. Me encanta. Le gusta. Le encanta.

—Murel, para —Murel para cuando Erik lo dice—. Ivor, fóllatela.

—Sí.

Dicho y hecho. La entregada y perfecta sumisa Murel va hasta Ivor y veo como él la penetra con fuerza. Ella hace una mueca, pero no grita, no habla, no gime. Nada.

—Y tú ven aquí... —me pone encima de él y se hunde en mi interior.

Murel e Ivor se tumban a nuestro lado y los cuatro follamos. Ellos marcan el ritmo. Ella no hace ni un solo ruido, todo es él.

—Mia, quiero oírte —dice Erik. Pero sigue sin haber nada más que Ivor jadeando—. No me hagas repetirlo, Mia.

Como no obtiene respuesta sale de mi interior y me pone a cuatro patas. Me golpea el trasero y grito.

—Erik... —exploto.

—Murel, sus pechos. Ivor, mastúrbala.

¡Que pasada!

Murel estimula mis pechos con sus manos e Ivor me masturba con esos dedos tan ágiles. Disfruto como una loca y veo que Erik va a por algo de un cajón de la única mesilla que hay. Saca un lubricante, le quita el plástico y mi interior se muere.

Veo como lubrica su erección mientras los otros dos me estimulan hasta que visualizo un poco lejos el clímax.

Noto la erección de Erik entrar poco a poco en mi trasero y como gime loco de placer. Erik se ocupa de mi trasero y yo creo morir. Llego al clímax dejándome ir libre cuando Erik me advierte que si me callo, me castigará.

—Ivor... haz que acabe.

—Un placer, amigo —Ivor me tumba y me abre las piernas— ¿Me permite?

Me abro más y noto como acerca su boca a mi entrepierna. Escucho un preservativo rasgarse y noto a Ivor entrar en mi. Gimo gustosa a pesar de que no es como Erik. Ni mucho menos. Dios. Erik me llena por completo. Erik me hace gemir de verdad... pero Ivor sabe como usarla bien. Me folla y veo como Erik hace disfrutar con su boca a Murel que se retuerce. Gimo cuando Ivor se acerca a mi punto G.

—Oh dios... —jadeo.

Escucho a Murel soltar pequeños gemidos y veo como Erik la folla con más fuerza y rudeza que a mi. Le da cachetadas mucho más fuertes que las que me da a mi y ella no dice nada, no se queja a pesar de que son verdaderamente fuertes.

Ivor me hace llegar al orgasmo y él también se deja ir cuando mi interior lo aferra con fuerza. Erik se corre y Murel se deja ir.

Nos tiramos en la cama agotados y Erik busca mi mano, se la lleva a los labios y la besa.

—¿Todo bien?

—Sí.




—Dime que pasa —dice al llegar a su casa.

—No pasa nada.

—No has abierto la boca des de que hemos salido del local... —no digo nada y él continua— ¿Te has sentido incómoda?

—No.

—¿Entonces que es?

—He visto como estabas con Murel... he visto como se lo hacías. Era diferente a como lo hacías conmigo. Bueno, ella era tan diferente a mi...

—¿Diferente en que?

—En lo rápido que obedece, en no abrir la boca, en mantenerse al margen tranquila, en... aguantar sin decir nada. En como ella te hacia disfrutar...

—Pequeña. Murel no puede compararse contigo, solo tu consigues que disfrute plenamente.

—Pero ella se comporta tal y como tú quieres. He visto como la azotabas, disfrutabas con ello.

—Mia, disfruto mucho mas contigo. Ella aguanta mas el dolor físico por que lleva años en esto. No pienso forzarte a aguantar un dolor que no podrás soportar.

—¿Pero te gustaría llegar a ese dolor conmigo?

—Todo lo que me gustaría contigo se está cumpliendo... —se acerca a mi y empieza a distraerme, pero me obligo a mantener la cabeza despejada de sus encantos—, no necesito azotarte de esa manera, a ti no.

—¿Por qué?

—Por que me das todo el placer que necesito sin necesidad de ese grado de dolor. Azotar a Murel me excita. Pero tu me das esa excitación des del principio... el dolor que te infrinjo es suficiente.

—Pero...

—¿Es que no lo entiendes? Mia, te aseguro que en cuanto dejes de volverme loco serás la primera en saberlo, cuando dejes de hacerme sentir que contigo llego al puto cielo te lo diré, cuando dejes de impresionarme lo sabrás. Me basta esto, me bastas tú. Si te he compartido con otro hombre y otra mujer es por que confío en ti, por que me gustas tanto que necesito ver como disfrutas tanto como es posible. Te he compartido con otro hombre y has conseguido que esa desconfianza desapareciera, me has devuelto lo que era, o al menos la parte mas buena y que mas echaba de menos. Así que no quiero que vuelvas a compararte con ninguna otra mujer. Eres increíble y suficiente para mi.

Me abalanzo sobre él y lo beso acelerada por sus palabras. Me gusta que Erik me diga esto, y no suele hacer cumplidos, así que esto es mucho mas.

Me levanta y envuelvo mis piernas en su cadera, me sujeta con fuerza y me lleva hacia su habitación. El corazón se me acelera aún mas. No paramos de besarnos, antes de llegar a su habitación pone mi espalda contra la pared y me sujeto en su cadera y a la pared, yo le desabrocho la camisa de manera fogosa e impaciente. Me quito mi blusa y me quita el sujetador de inmediato.

Vuelve a poner sus manos en mi cadera y acaba de llevarme a la habitación. Me tumba en la cama y me quita la falda. Me rompe el tanga.

—Oye —me quejo—, me dejas sin ropa interior.

—Que lastima —ironiza.

Me incorporo y a pesar de un leve dolor en mi trasero le desnudo y su erección me pone a mil.

—Quiero tocarte, señor.

—Adelante.

Lo hago y echa su cabeza hacia atrás. Tensa sus abdominales y de forma natural paso mi lengua por ellos y sigo bajando, bajando y bajando hasta que llego a su erección. Me lo meto en la boca y gruñe de placer.

Joder como me gusta.

Disfruto de su sabor y su plenitud. De su dureza y suavidad. De sus gemidos y gruñidos.

No nos hacemos esperar más, lo necesito dentro de mi. Ivor no ha conseguido saciarme, no ha conseguido todo eso que me hace sentir Erik con tan solo una estocada. Entra en mi y jadeo perdiendo la cabeza, él me hace llegar al cielo, me hace volverme loca...

—Solo tu consigues... —jadeo y paro de hablar...

—Qué...

—Hacerme sentir así —gimo.

—¿Así cómo, pequeña? —dice mientras mueve sus caderas para adentrarse cada vez mas.

—Extasiada...

Erik se sigue moviendo y culmina mi placer con el suyo. Ambos nos dejamos ir diciendo el nombre del otro.

—Tu también eres la única que lo consigue.

—El que...

—Extasiarme, pequeña. 

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