Secretos y Mentiras (Como te...

By AnyAngie1

2.2K 229 30

COMO TE ODIO, PERCY #2 Fue un proceso muy duro, pero finalmente Annabeth Chase y Percy Jackson lograron tener... More

Prólogo.
Felices vacaciones.
¡Vamos a la playa!
Capítulo 4: Fogata en la playa.
Capítulo 05: El futuro y una flamante pelirroja.
Capítulo 06: El mensaje de la discordia.
Capítulo 07: Arena de mal sabor.
Capítulo 08: Consejos de Rapunzel.
Capítulo 09: Entre pescados y disculpas.
Capítulo 10: Reuniones inesperadas.
Capítulo 11: La historia de Annabeth.
Capítulo 12: Remordimiento.
Capítulo 13: Quiero respuestas.
Capítulo 14: La verdad.
Capítulo 15: Una sombrilla y una nota.
Capítulo 16: Resolución.
Capítulo 17: Charla en el pórtico.
Capítulo 18: Centro Comercial.
Capítulo 19: Ultimátum.
Capítulo 20: Hagamos un trato.

Capítulo 3: ¡Ahí viene Julio César!

195 20 3
By AnyAngie1


Capítulo 3: ¡Ahí viene Julio César!

Una semana después...

MIERCOLES, 1 DE JULIO. 6.30 AM.

Ya ha llegado el ansiado día de viajar a la Costa Aguamarina, la isla paradisíaca de Ziloe donde pasarían todas las vacaciones. Percy y Annabeth han acordado irse juntos en el vuelo a las siete de la mañana.

Annabeth llega al aeropuerto junto a su familia. Su padre y madrastra van charlando sobre los planes familiares mientras sus dos revoltosos hermanitos están jugando a una lucha de mochilas, pero Annabeth no está pendiente de su familia, sino de encontrar a su pelinegro favorito entre el gentío.

No lo ve por ningún lado.

Aún después de registrar el equipaje y que hagan el anuncio final para el vuelo a la Costa Aguamarina, sigue sin haber señales de Percy y el pelinegro tampoco contesta al teléfono. Annabeth suspira, rindiéndose. Apaga el celular y se dirige acomoda en el asiento del avión, mirando el puesto vacío a su lado que estaba destinado a ser de Percy. Se abrocha el cinturón y mira por la ventana, preguntándose dónde se habrá metido Percy Jackson.

Mientras tanto, en el restaurante del aeropuerto...

—¿Creen que los maníes del avión sean mejores que los del aeropuerto? —pregunta Leo mascando uno de la bolsa recién comprada.

—¿En serio, cariño? —dice Calipso—, ¿vinimos a un restaurante y compras maníes?

Leo se encoge de hombros.

—Son las seis de la mañana, no tengo cerebro para escoger algo elegante del menú.

—Chicos, chicos, basta —los calma Piper—. El vuelo saldrá pronto y ya hemos perdido mucho tiempo gracias a que no desayunaron en casa. Coman deprisa, que debemos irnos.

—¿Cuánto queda para que salga el vuelo? —pregunta Hazel.

—Mi teléfono está muerto. ¿Alguien tiene hora? —dice Percy.

—Eh... Ese reloj de la pared dice que falta media hora para que salga el vuelo —dice Leo mirando el reloj del restaurante.

—¡No dice media hora! —lo regaña Jason—. ¡Dice cinco minutos!

—¡¿QUÉ?! —exclaman todos antes de tomar sus equipajes y salir corriendo lo más deprisa que dan sus piernas. Por los altoparlantes escuchan la advertencia de que su vuelo ya va a despegar: no habrá tiempo de registrar el equipaje. Para cuando llegan a su destino, las puertas ya han sido cerradas: han perdido el vuelo.

—¡No puede ser! —exclama Piper, desolada.

—¿Qué haremos ahora? —cuestiona Hazel, viendo por los ventanales cómo el avión despega y alza su vuelo, lejos del aeropuerto y de ellos.

—Les diré lo que haré yo: voy a tomar un respiro —dice un jadeante Leo antes de caer sentado en el suelo.

A pesar de que todos están mal por haber perdido el vuelo, nadie se siente peor que Percy. Quiso darle a Annabeth una linda sorpresa al llevar a sus amigos al viaje y terminó dándole una desagradable sorpresa: perdió su avión, y ahora Annabeth creerá que la dejó plantada, y para empeorar todo, su teléfono ha perdido toda la carga y no podrá avisarle que perdió su vuelo.

—Ok, chicos, lo primero que debemos hacer es no desalentarnos —indica Jason, tomando las riendas del asunto—. Tenemos que hacer lo que cualquier persona sensata haría en un momento como este.

—¿Llorar? —sugiere Leo.

—No, debemos reservar el vuelo más próximo para alcanzar a Annabeth en Costa Aguamarina antes de que se enfade y rompa con Percy.

—¡Oye! ¡No me animes tanto! —exclama el aludido.

—Vamos, chicos. Pongámonos en marcha —los anima Jason, tomando la mano de su novia Piper dirigiendo a los demás. Hazel y Frank los siguen; el asiático le dirige una tímida sonrisa a Hazel que ella corresponde y continúan sin decirse nada. Calipso obliga a Leo a ponerse de pie y caminar.

Percy se queda un momento más mirando la puerta cerrada, deseando haber estado más pendiente del reloj.

—Ya vámonos, Percy —le insta Nico. Él es el único que no vino acompañado de su novia. Nico no quiso hablar mucho al respecto, pero Percy tiene entendido que su amigo tuvo una fuerte pelea con Thalía. Thalía dijo que se encontraría con ellos en Costa Aguamarina, pero que no se sentía a gusto viajando con ellos por la pelea misteriosa que tuvo con Nico.

Percy suspira y da un asentimiento, yendo a comprar otro boleto lo más pronto posible.

En la tarde...

Al llegar a Costa Aguamarina, Annabeth continuó llamando a Percy hasta que ella y su familia se instalaron en la cabaña que alquilaron por todas las vacaciones.

Y aún ahora, a media tarde, ella aún lo estaría llamando de no ser porque su padre le decomisó el teléfono y juró no devolvérselo hasta que empezara a divertirse, por lo que Annabeth decidió ir a la playa con las asombrosas aguas turquesa a la que debe el norme Costa Aguamarina y se recostó en una tumbona a recibir algo de sol y cerró los ojos, y se ha permanecido allí desde entonces.

Al cabo de un rato, una sombra obstaculiza los rayos de sol y Annabeth abre los ojos y ve... ¿un caballo?

La rubia se quita los lentes de sol, mirando perpleja al hombre con armadura romana montando un níveo caballo. ¿Será parte de alguna obra de la isla?

—¡Soy el gran Julio César y he venido en busca de la diosa Atenea para usar su sabiduría como arma y dominar el ancho mundo! —exclama el hombre desenvainando su afilada y pulida espada.

—¿De qué estás hablando? Eres romano y Atenea es griega, ¿no deberías buscar a Minerva? —pregunta ella con extrañeza. Si se trata de una obra, parece estar muy mal informada.

—¡No me contradigas, diosa! —El tal Julio César apunta a Annabeth con la espada—. ¡Eres esa diosa que busco y vendrás conmigo!

—¡Yo no soy ninguna diosa! —dice ella, empezando a temblar al notar que la espada es muy, muy real.

—¡Vendrás conmigo, ahora!

—¡No iré a ningún lado!

—¡Entonces morirás!

Annabeth chilla cuando Julio César intenta rebanarle la cabeza y se lanza al suelo, cayendo en la arena. El caballo lanza un relincho y Annabeth se pone de pie a toda prisa, echando a correr por la playa.

—¡Vuelve aquí, diosa! ¡No huyas como una cobarde!

—¡No! —Annabeth corre hacia la cabaña, pero esta parece alejarse mientras más corre y solo será cuestión de segundos antes de que el demente de la espada le de alcance.

—¡Annabeth! —vocifera Julio César, con una voz repentinamente familiar—. ¡Annabeth! ¡ANNABETH!

La rubia abre los ojos con un grito, despertando de ese extraño sueño. Ante ella hay una persona, pero es un Julio César mal informado.

¡Es Percy!

—¡Sesos de alga! —exclama con alegría antes de abrazar a su novio... hasta que recuerda que él la plantó en el aeropuerto y entonces le da un empujón, enojada—. ¡Me plantaste! ¡Te esperé y nunca apareciste! —Está tan furiosa que se siente arder e incluso le duele la piel.

—¡Annabeth! ¡Te has vuelto un tomate! —exclama Percy por su parte. Ella abre la boca para reprocharle su respuesta sinsentido, pero Percy continúa hablando—. ¡Estás toda quemada! ¿No te pusiste protector solar?

Annabeth se muerde la lengua antes de responder alguna cosa grosera y entonces se mira a sí misma. Ahora comprende por qué le ardía la piel.

¡Se ha rostizado con el sol! ¿Cuánto tiempo habrá dormido? Su piel está roja, hinchaza y le duele de solo mirarla.

Sin poder evitarlo, lanza un grito de dolor.

—¡Me he vuelto un tomate! —grita, repitiendo las palabras de su novio.

—Sí, pero eres el tomate más hermoso que he visto —dice Percy con una sonrisa tan dulce que por un momento Annabeth olvida su enojo—. Y realmente te pido perdón por no haber estado presente en el aeropuerto, fue un terrible error. Pero es que... se presentó un evento imprevisto y nos retrasamos.

—¿Nos? —pregunta ella con extrañeza. Percy sonríe y señala detrás de su novia.

—Mira la sorpresa que te traje.

A pesar de que le duele moverse, ella se gira y con sorpresa ve a todos sus amigos. Thalía —quien los encontró en el aeropuerto de Costa Aguamarina—, Piper, Hazel y Calipso están viendo a los amigos de Percy correr por la playa detrás de un cangrejo que parece haberse robado unas gafas de sol. Annabeth sonríe y luego hace una mueca de dolor, pero no puede evitar la alegría que siente al ver a sus amigos.

—¡Vinieron todos! ¡Oh, Percy, es maravilloso! —Ella lo abraza, ignorando el ardor de su piel.

—¡Soy maravilloso! —corrige él—. Me alegra que te haya gustado mi sorpresa, pero ahora debemos buscar algo para tu piel.

—Sí, esto es realmente doloroso —se queja ella al ponerse de pie. Al menos no fue a la playa con traje de baño, sino con ropa playera casual. Sino, los daños habrían sido peores.

—Por otro lado, piensa en el fantástico bronceado que obtendrás cuando tu piel sane —la anima él. Annabeth bufa, imaginándose a ella misma con la piel color chocolate y con el área de los ojos de un color más claro debido a las gafas. Sin duda, va a parecer que lleva puesto un raro y único antifaz.

Continue Reading

You'll Also Like

511K 81.7K 34
Park Jimin, un padre soltero. Por culpa de una estafa termina viviendo con un completo extraño. Min Yoongi, un hombre solitario que guarda un triste...
309K 21K 93
Todas las personas se cansan. Junior lo sabía y aun así continuó lastimando a quien estaba seguro que era el amor de su vida.
460K 47K 118
La verdad esta idea es pervertida al comienzo, pero si le ves más a fondo en vastante tierno más que perverso. nop, no hay Lemon, ecchi obviamente, p...
521K 71K 44
Una sola noche. Dos mujeres lesbianas. ¿Un embarazo? ¡Imposible!