Un amor nació, creció;
surgió en dos corazones.
Sobrevivió tempestades,
incertidumbre y dolor.
Sobre todo lo dicho
salió a flote entre el mar;
sobre todo lo ocurrido
navegando para amar.
El tiempo ha transcurrido,
llegó como un huracán.
El sol no vuelve ya a brillar.
¿Habrás elegido mal?
Neblina. Obscuridad. Frío.
Tristeza y decepción.
Se partió en dos el amor
solo late un corazón.
Un amor que fue tuyo
lo abandonaste a su suerte.
En el desierto del olvido
yace sólo, triste e inerte.
De sangre llora lágrimas,
llora lágrimas de sal.
El adiós con sus espinas
lo hirió con soledad.
Se ha secado por dentro,
ya no puede llorar más,
no ha bebido de tus besos,
ya nada le puede salvar.
Sangra de dolor. Muere.
Se marchita de soledad.
¿Será que un amor tan grande
ha llegado a su final?
Lo sé, está muriendo;
temo nada puedo hacer,
porque al quedarse solo
sabe que no has de volver.
Duele el pecho. Falta el aire.
Asfixiandose de dolor.
Lo sostengo, más se muere
en mi corazón el amor.
Vivo quiero conservarlo,
guardarlo y no perderlo.
¿Un respiro duele tanto?
Si no vuelves, no hay caso.
Ya no tengo más fuerzas.
Mejor será olvidarlo.
Si no sé qué regresas
ya no podré cuidarlo.
Siento como va muriendo.
Nada puedo hacer por él.
Duele más su sufrimiento
que dejarlo ir esta vez.
Beber tus besos presisa
y el oxígeno de tu amor,
que cures sus heridas
con ternura y devoción.
¡Ya no puedo sostenerlo!
Sin tu amor se secará.
Sé que pronto estará muerto,
aunque no te olvidará.
Amanece, es diferente.
El dolor se ha diluido.
El alivio con su muerte
deja mí pecho vacío.
Está muerto. Hace frío.
El amor se ha perdido.
Está vacío. Se ha ido.
El amor ha sucumbido.
Triunfó encima de otros.
Ganó en la adversidad.
Perdió ante sí mismo.
Lo mató la soledad.
Al final fue tu abandono,
tu inusual despedida.
Nada hay que lo reviva.
O quizá sea... tu sonrisa.