Capítulo veintitrés:
Maratón 2/3
Esperé fuera del hotel con los tacones en mi mano derecha y mi bolso y mi teléfono en la otra. Hacía frío pero no faltaba mucho para que Colton llegase, así que no reparé en ello.
Mi corazón no creía lo que estaba pasando. Nunca me había ido de una fiesta así, nunca había sentido esa sensación de adrenalina recorrer mis venas cuando haces algo nuevo. Estaba disfrutando esto.
—¿No tienes frío? —volteé hacia aquella voz varonil y desconocida.
Oliver se acercó con un cigarrillo en la mano.
¿Cómo es que había llegado aquí tan rápido? Hace diez minutos hablaba con mi mamá sobre trivialidades.
—No, ya vienen por mi.
Asintió indiferente, colocándose a mi lado.
—¿Quieres? —me tendió el cigarrillo. Sonreí.
—¿No eres muy perfecto para fumar? Tu padre seguramente te mataría por eso. —no es que el chico me cayera mal, pero por alguna razón estaba siendo odiosa con él.
Carraspeé.
—No todos somos perfectos, Olivia. —su voz era rasposa, casi como si tuviera un catarro. Su piel bronceada y su cabello color chocolate era una señal de que iba mucho a la playa.
O eso creía.
—¿Cómo sabes mi nombre?
Esta vez sonrió él.
—Tu familia aparece mucho en las noticias, espero que estés consciente de ello.
Asentí.
—Supongo que si.
—No disfrutas mucho estos eventos, ¿no? Yo tampoco, es una reunión de hipócritas. Como una competencia, quien tiene el vestido más caro, quien viste los mejores trajes.
Me sentí identificada.
—Yo diría que es más como una competencia para presumir a tus hijos y lujos. Créeme, todo lo que escucho es: "mi hijo esto, mi hija aquello". A nadie le importa que tu hijo monte a caballo más tiempo de lo que pasa en su celular.
Soltó una pequeña risa ronca, pisando la colilla de su cigarro.
—Al fin encuentro a alguien que lo admite. —me miró con empatía. —me caes bien, tienes carácter.
Mi estómago se revolvió.
Antes de que pudiera decir otra cosa, el Jeep de Colton estacionó justo frente a nosotros. La ventanilla del copiloto fue bajada lentamente, tan lento que dolía, y reveló su rostro neutral.
Llevaba puesta una camiseta azul y el cabello despeinado, se notaba que había estado en la fiesta.
Mi corazón se aceleró.
—Williams.
—Smith.
—¿Se conocen?
Los mire confundida.
—Su padre llevó a cabo el divorcio de mis padres. —Colton apretó su mandíbula y me abrió la puerta desde su puesto. —vamos Olivia.
No quise fijarme en sus miradas fulminantes así que sólo subí y me despedí de Grayson con un simple: "adiós." El cual me respondió de la misma manera.
Incómodo...
Arrancamos el vehículo en silencio total, no me atrevía a preguntar nada.
—¿Qué hacías con él?
Pero al parecer Colton si.
—Solo estaba esperando que llegaras, lo conocí hace cinco minutos.
Asintió pero no relajó sus nudillos. Paró en un semáforo y me miró de arriba-abajo, deteniéndose en mi escote. Lo cual me hizo sentir extrañamente excitada, cohibida y tímida.
—Luces preciosa. —me corazón dejó de latir y tomó impulso para saltar por todo mi pecho. Por la forma en que lo dijo... como si a pesar de estar enojado no pudiera evitarlo.
—Gracias, pero esto no es lo mío. —le resté importancia recostándome contra la ventanilla. —odio estas fiestas.
—Mi madre me dejó de obligar a ir hace rato, se rindió hace mucho.
—¿Tu mamá estaba ahí?
—¿Como pensaste que llegué sin que me dijeras la dirección?
Me quedé en silencio. Touché.
—No la vi.
—Si la vieses no la reconocerías.
Fue lo único que respondió.
Mi corazón tocó el piso en decepción, su tono cortante estaba clavándose en mi pecho como una estaca.
Cuando llegamos a casa, en el ascensor hubo una extraña tensión que no supe descifrar, en todo el camino no dejó de darme miradas de reojo, más sin embargo, nunca me dirigió la palabra.
Llegamos al apartamento y todo se encontraba totalmente a oscuras.
Cuando acerqué mi mano al interruptor, la voz de Colton me detuvo.
—No la prendas. —volteé desconcertada hacia él, pero mi pregunta fue callada por su boca.
Con un pie cerró la puerta y me acorraló contra esta, sus labios rozaron los míos con fuerza y deseo, como pude le correspondí. Sus manos fueron hasta mi cintura y un poco más abajo, pero no pasaron de ahí.
Sostuve su rostro entre mis manos a pesar del nerviosismo que me carcomía, puede que no sepa besar, pero sus labios se acoplaron a los míos de una manera en la que me fue sencillo corresponderle. Estaba flipando.
Mi corazón iba a mil por hora cuando se separó y me miró a los ojos. No podía creerlo, mis labios picaban, tenía taquicardia, sus manos me pegaron a él e intenté ignorar el pequeño cosquilleo que se instaló en mi vientre. Podía sentir lo que su pantalón escondía a través del vestido.
—Lo siento si fui brusco...
No supe quien pegó sus labios primero, pero sus palabras fueron calladas por otro beso fogoso. Sin embargo, este terminó más lento y sensual, acompañado de una mordida que seguramente me bajó las bragas.
—Llevaba mucho tiempo queriendo hacer esto...
¿Debía decirle que este era mi primer beso real?
No. Sólo reza para que no escuche tu corazón desde donde está.
—¿Qué ha sido eso?
Sus ojos buscaron mi mirada.
—Colton...
—Lo siento.
Se separó y se alejó de mi, pero volví a tomarlo de la camiseta y lo acerqué de un golpe.
—¿Por qué te disculpas?
Bajó su mirada.
—Por haberte tratado como lo hice en el auto, no te mereces eso.
—No entiendo porque te comportaste así.
Ya lo sabía, pero quería escucharlo de sus labios.
—¿No lo entiendes, Olivia?
—¿Entender qué?
—Me gustas, me gustas y no pude contenerme al ver como Oliver te miraba. Estaba celoso. —abrí mi boca con estupefacción. —estoy celoso. —corrigió.
—Colton... yo...
Mi corazón iba a mil kilómetros por hora, aquellas palabras me habían tomado desprevenida a pesar de que las había esperado de algún modo. Jamás pensé que todo fuera a pasar tan rápido, tan directo.
Me sentía abrumada.
—Cuando te vi en ese vestido yo... no se, sólo pensé en besarte, lo admito, verte con Grayson me dieron celos pero... Dios, no se que me estás haciendo Olivia. No he podido parar de pensar en ti, dime, ¿que me hiciste?
No pude responder, solamente con verlo a los ojos sabía y podía sentir todo lo que decía. Luché para que los míos no se cristalizaran, pero fue imposible, nunca me había sentido tan real. Sentía que estaba metida en una película romántica.
Y empezaba a gustarme.
Sus ojos conectaron con los míos por minutos, de seguro el maquillaje se me había corrido un poco, pero ya las lágrimas se habían secado y solo quedaban mis sentimientos empañando mi vista como un gran diluvio.
Su mano subió a mi mejilla y acarició mi cara, deteniéndose en mi labio inferior.
—Dime que sientes.
Susurró sobre mi rostro con su mirada sobre la mía.
Nunca pensé que una mirada pudiera causar tanto en una persona, pero ahora que lo veo de esta manera, me doy cuenta de que con la persona correcta, miradas fugaces sobran. Cuando me mira me siento desnuda y es como si no pudiera ocultar el universo que escondo dentro de mi, así como él me muestra la galaxia que esconden aquellas pestañas rizadas y ojos mieles. Como si el tiempo se detuviera y verlo es lo único que importa, que cuando me mira de cerca no se fije en mis puntos negros o en mis espinillas, que se fije en mis pecas, en mi nariz respingada. En mis ojos.
Así me siento, al descubierto.
—Dime que sientes, Olivia.
—Es que yo...
¿Cómo le explico? ¿Cómo explicar que desde que llegó a mi vida, ya ni recuerdo como era antes de él? Con sus comentarios coquetos, esa actitud gélida que al final siempre termina siendo dulce, sus miradas intensas, su olor impregnado en mi nariz, su cercanía y calor corporal que se calan en mis huesos, su alma que me atrapa, su corazón puro escondido detrás de una etiqueta de bad boy.
¿Cómo te explico, Williams?...
—Dime lo que sientes porque yo ya lo sé, cariño; pero necesito que me lo digas, dime si me quieres o estoy equivocado. —su frente chocó con la mía, su aliento se mezcló con el mío y sus manos me sostuvieron contra él.
Pero sólo pude susurrar.
—Te quiero, Colton.