—En fin dejemos de hablar de penes y hablemos de vaginas —dijo Max.
—El experto —dijo Maddox—. Ilústranos.
—Quiero saber por qué Hurs no se busca otra chica.
—Porque la quiero —dijo mirándolo como si fuera idiota—. Ojalá Dios te llame pronto a su presencia.
—Amén —dijo Parker.
—Amen dos —secundó Maddox.
Un bufido salió de la boca de Max para mostrar su desagrado.
—Pero ahora está enojada contigo por algo que no debería —agregó.
——En realidad es su mamá —dijo apenas audible—. Scarlett está bien, es solo que su madre no deja de verme feo, no importa cuánto me esfuerce por agradar, solo no me ve con buenos ojos.
—Yo te habría lanzado agua caliente si te acercaras a una hija mía —dijo Parker.
—Lo que dijo la rubia por dos —dijo Maddox.
—Yo no pienso tener crías —dijo Max—. Así que puedes ir tras las hijas de esos.
Hurs dió un suspiro pero no dijo nada.
—No le quedará de otra —dijo Parker—. Por favor señores si van a buscar novia, tomen una que sea huérfana. Se evitarán muchos problemas.
—Ojalá te toque una suegra de lo peor —dijo Maddox—. O un suegro.
—El ruso —dijo Hurs—. Me imagino a Parker en un rincón bajo la mirada silenciosa pero letal de su suegro.
Parker hizo un gesto de desagrado.
—No sé qué sería peor, si la suegra, el suegro o la novia —dijo con repulsión—. La suegra es bastante ruidosa, el padre es como un león y la Lydia la combinación de ambos. Gracias pero no, soltero estoy bien.
—Aun así, la chica te gustaba —dijo Max.
—Me gusta —corrigió—, pero le gusta controlarme y a mí me gusta controlar así que lo dejamos por la paz o vamos a matarnos un día.
—La dulce Lydia no puede ser tan mala —dijo Maddox.
—La dulce Lydia te arrancaría las pelotas sin remordimientos y su padre le haría un monumento —dijo risueño—. Además justo ahora sale con alguien.
—¿Cómo lo sabes? —inquirió Hurs.
—Lo sé todo —dijo divertido—, aunque creo que por primera vez su padre es ajeno a eso.
—¿Y vas a ir de vecina chismosa? —inquirió Hurs.
—Sí, en cuanto pueda.
—Deja de espantarle novios —dijo Max.
—En cualquier caso no lo haría pero ese hombre no es bueno para ella —respondió—. Hay una amistad con Lydia y no me gustaría verla mal.
—¿Y en qué te basas para decir quién es o no digno de ella? —preguntó.
—Instinto —respondió.
Un silencio se formó en el que todos lo observaron tratando de encontrar si era cierto o no que solo era por amistad pero como siempre Parker no mostraba ninguna emoción que lo delatara.
Siguieron hablando de los diferentes temas que les ocupaban y después de un rato felicitaron a Maddox entre bromas por su bebé.
—He firmado la anulación —dijo Maddox haciendo un silencio sepulcral—. Supongo que se quedarán con las ganas de comer algo más.
—¿Estás diciendo que gaste 590 libras esterlinas para usar mi traje en tu boda por nada? —dijo a gritos un energúmeno Max.
—¡Patrañas! —dijo Parker—. Me quito el nombre si no terminan volviendo.
—¡Ja! Pues si vuelven y se casan de nuevo usaré el mismo traje —dijo Max—. Ya perdí la confianza y esa no se recupera así porque sí.
—Concuerdo en eso —dijo Hurs—. Yo por eso no gasté en un traje. Usé el mismo de mi graduación.
—Ni siquiera te graduaste —dijo Max.
—Pues el que compre para usar en mi graduación —dijo ofendido—. Lo estrené en la boda del diablo.
De nuevo Maddox comenzó a reír y agradeció que sus amigos siempre estuvieran ahí para hacerlo reír en cualquier momento.
—¿Te gustaría volver con ella? —preguntó Max.
Maddox asintió con tristeza.
—Entonces vamos a hacerle montón —dijo Max—. Vamos a enamorar a esa chica de nuevo.
Maddox lo miró desafiante.
—De ti —corrigió—. Yo no quiero una mujer con hijos. Que Dios me libre de lidiar con críos.
Palmeó la espalda de su amigo mientras los demás le daban ideas.
Finalmente cada uno salió de ahí para hacer sus tareas diarias.
***
Cuando Hurs creyó que ya no tendría más problemas surgió uno nuevo y más grave para su amigo Maddox con el ataque de Walter Deskop a Brooke y del que se habían encargado como siempre, juntos, los cinco.
El oxígeno de ese hombre se había acabado la noche anterior tras el disparo de Melina, que aunque desconocía cuáles eran las cuentas que tenía pendientes con ella, lo cierto es que había mostrado porque era la reina de hielo.
Experta en ajedrez y siempre dispuesta a poner en jaque a todos había logrado derrotar a Parker en más de una ocasión aunque él también la había derrotado a ella; sin embargo, ni Max, Maddox o Hurs lograron jamás vencer a ninguno de los dos en ajedrez.
Parker se tomaba todo el tiempo que quería en una jugada y por supuesto era el vencedor, Melina por su parte era rápida pensando y las batallas entre ambos habían durado días sin un vencedor.
La noche anterior habían de nuevo dejado claro que eran una familia irrompible y que el hundimiento de uno era el del otro.
Melina llevaba solo unos cuantos años en la vida de todos pero desde entonces había sido fiel aprendiz de Parker, tan cínica como él, tan hábil para todo y tan preparada para lograr objetivos.
Era claro que Parker la utilizarían en sus propios cometidos pero también que ella lo haría de buena gana y que sin duda él estaría ahí cuando el momento de Melina llegará.
Era tan joven aún pero con tanto maquillaje que parecía mayor de la edad que tenía y que seguramente sería su principal arma cuando diera con él.
La belleza de Melina rivalizaba con cualquier otra y sus constantes cambios de look hacían que fuera imposible no apreciarla. Ahí donde ella estaba las miradas y atención de los hombres caía.
Esa era su arma principal, atacaba aquello que los hombres no podían contener.
Disfrutaba sacar el lado cazador de estos y antes de que se dieran cuenta, ya eran la presa.
Todo aquello que ella había conseguido lo había logrado con su belleza y con Parker detrás de ella para cuidarla.
El día anterior había disparado un arma sin remordimientos y en una lucha que no era la suya pero que a ojos de ellos no la hacía una mercenaria, sino una mujer dispuesta a pelear con el mundo por ella misma.
Hurs se miró al espejo, había visto pocas veces a Scarlett desde que habían vuelto a su casa, pero al menos estaba feliz de que pudieran verse un poco más.
Su madre mostraba un poco más aceptación aunque no del todo, ya le sonreía y dejaba que hablara con ella y con eso era más que suficiente para él.
Su vida parecía mejorar y verse bien a ratos pero también parecía que su vida estaba a punto de colapsar cuando temía el momento en que todo se supiera.
Polette parecía ya no ser una molestia, dado que no le seguía insistiendo al teléfono ni le buscaba.
De sus padres no obtuvo más y tampoco lo deseaba. Durante días había pensado en que hacer al respecto y llegó a la conclusión de que no quería verlos más ni los necesitaba.
Por supuesto parecía que lo habían entendido, tanto que no lo habían buscado de nuevo.
Se puso la camisa dispuesto a ir al hospital no solo para ver a Brooke sino también para estar con ella.
Scarlett había estado preocupada y mortificada por su hermana pero afortunadamente había despertado y al parecer estaba mejor.
Una vez lo hizo subió a su auto para conducir hacia la clínica pensando en que tal vez debería ser él quien le dijera todo a Scarlett, tal vez si lo hacía las cosas no saldrían tan mal y probablemente ella le perdonara.
Sonrió de su propia estupidez, evidentemente no iba a perdonarlo jamás pero se animaba pensando que sí, después de todo no podía ser tan malo.
Se detuvo cuando el semáforo le obligó a hacerlo y miró a su costado con una sonrisa amarga tras aquello que venía pensando pero la sonrisa se borró al mirar en la cafetería a su paso que Polette estaba sentada hablando con el ex de Scarlett.
El sonido de las bocinas lo hizo avanzar pero solo se desvió para ir hacia la cafetería donde se estacionó y se bajó de inmediato.
—¿Qué se supone que hacen juntos? —preguntó mirando de uno a otro.
Polette se puso de pie visiblemente nerviosa antes de mirar a Joshua y después a Hurs.
—¿Qué haces aquí? —inquirió.
—Yo pregunté primero —respondió—. Quiero saber qué hacen juntos.
—No tenemos por qué darte explicaciones de nada —dijo Joshua—. Lo que hagamos o dejemos de hacer es solo algo que nos concierne a nosotros dos. Deberías dejar de ser tan estúpido y fijarte en tus propios problemas.
—Mi importa una mierda lo que les pase y no es preocupación por ustedes, por mí se pueden morir juntos —declaró acercándose a él—, pero si te veo de nuevo cerca de Scarlett te aseguro que no va a gustarte la peor versión de mí.
—¿Vas a golpearme como el salvaje que eres? —inquirió burlándose.
Hurs sonrió con malicia.
—Voy a matarte a golpes —dijo viendo como el rostro del tipo se tensaba—. No estoy invitándote ni advirtiéndote, te estoy amenazando en toda la regla, si te acercas te meteras en problemas. Lo mismo para ti.
Miró a Polette y se dio la vuelta para abordar su auto pensando en que eso no era bueno, que ellos estuvieran juntos no auguraba algo limpio y bueno.
Condujo hasta el hospital hasta que llegó y decidió hacer a un lado sus pensamientos y centrarse en la alegría de su amigo.
Se acercó sentándose en medio de Maddox y Parker bamboleando el trasero para hacer espacio, tanto que el último le miró como si fuera su hijo y lo estuviera reprendiendo.
—Hola bebé —dijo cuando Parker le miró.
Este le dio un guiño que Hurs devolvió lanzando un beso.
—No sé ustedes pero no he comido —dijo y ambos lo miraron—. Ya saben hice ejercicio extra ayer, me fui a la cama sin cenar y necesito recuperar todo lo perdido, las calorías. Tengo hambre y empiezo a ver el trasero de Max apetecible. No es normal.
—La pregunta es, ¿por qué diablos no fuiste a desayunar? —preguntó Parker—. Pareciera que necesitas la boca de tus amigos para hacerlo.
—No necesito tu boca —dijo divertido—. No para eso, chiquito. Necesito que paguen el desayuno. Además iba a comer cuando el diablo dijo que Lilith y su diablito habían despertado y tuve que venir.
Max se acercó mientras los tres reían ante las ocurrencias de su amigo.
—Ya quiero que tu diablillo nazca —continuó Hurs y Maddox sonrió como estúpido—. Seguro que Brooke hará una deliciosa comida que yo estaré dispuesto a probar.
—¿Por qué habrían de bautizar al hijo del señor del averno? —preguntó Max como si fuera obvio—. ¿Tu madre no sabía que las vitaminas eran vitales en el embarazo?
Melina comenzó a reír y se acercó para intervenir.
—Dejen en paz a Hurs —dijo colándose entre los cuatro para abrazarlo—. Solo lo molestan porque envidian lo guapo que es.
Dejó un beso en su mejilla y sonrió mientras Hurs se removía un algo incómodo ante el coqueteo de Melina.
Sabía que Scarlett no lo veía pero su madre sí y seguramente estaría metido en problemas después...