Los Besos Robados de Bridget...

Από darlis_steff

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Durante mucho tiempo Bridget y Keith han andado uno alrededor del otro, dando vueltas alrededor de un círculo... Περισσότερα

Los Besos Robados de Bridget
Prólogo
Capítulo Uno
Capítulo Dos
Capítulo Tres
Capítulo cuatro
Capítulo Cinco
Capítulo Seis
Capítulo siete
Capítulo Ocho
Capítulo Nueve
Capitulo Diez
Capítulo once
Capítulo Doce
Capítulo Trece
Capítulo Catorce (Penúltimo capítulo)
Epílogo
Agradecimientos
Publicación, disponible en librerías

Capítulo Quince (Final)

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Από darlis_steff

CAPÍTULO QUINCE

Bridget

25 de Octubre, 2011

—Keith detente —pido riendo mientras salgo del ascensor y camino por el pasillo con el celular en mi oreja, en donde Keith está en toda su fase protectora.

—¿Te estás riendo de mí?

—Sí, lo estoy —respondo riendo—. Es que sólo estoy visitando a mi mejor amiga, tu hermana. ¡Cálmate! De hecho estoy a punto de tocar la puerta.

Cumpliendo con lo que digo, toco la puerta y creo escuchar la risa de Dan, sé que Kaethennis está trabajando y que acá solo estan Dan y Harry.

—Mira, acabas de dejarme tú mismo aquí, deja la paranoia.

—Vale, bien, me relajaré...

La puerta se abre y, bueno, no puedo evitar dar un buen vistazo a Harry Jefferson en camiseta, porque el hombre es increíble de ver, es de la liga de Keith, esa clase de hombres que cuentan con una genética envidiable que los hace endemoniadamente atractivos.

—De hecho Harry Jefferson acaba de abrir la puerta... desnudo —me parece que Keith gruñe mientras Harry me enarca una de sus cejas, yo río —. Solo estoy bromeando, tonto. ¿Pasarás luego por mí?

—Te dije que lo haría preciosa, ahora debo colgar, ya estoy llegando a la empresa.

—Bien, hablamos luego.

—Te amo.

—Yo igual.

El que Keith me diga una y otra vez que me ama me tiene volando muy alto en una esponjosa nube. Finalmente lo tengo.

Mío.

Una vez doy por finalizada la llamada, acaricio distraídamente mi estómago crecido mientras nuevamente le doy un buen vistazo a Harry. ¡Bien hecho Kaethennis!

—Hola señor Jefferson.

—Señorita Williams, veo que está usted ya bastante embarazada.

No puedo evitar reír mientras él besa mi mejilla a modo de saludo, al ver hacia abajo me doy cuenta de que Harry Daniel me ve con sorpresa, aun le sorprende ver mi estómago crecido.

—Hola niñito hermoso, mi príncipe.

—¡Tía Brid! —dice, saltando para poder tocar mi estómago, haciéndome reír mientras entro al apartamento.

Una vez estoy dentro, lo primero que hago es ir hacia la nevera de Kaethennis y sacar unos cuantos chocolates que sé que ella siempre mantiene ahí. Una vez los tengo en mi poder vuelvo hacia la sala en donde Harry y Dan parecen estar jugando con unos legos, sonrío ante lo hermosa que es la imagen. Kae consiguió a un buen hombre.

Me siento en el sofá a verlos jugar mientras acaricio mi vientre crecido, sintiendo a Adam moverse. Cielos, él a veces no descansa, cuando se mueve con mucha fuerza entonces el dolor de vientre debido a mi ovario izquierdo puede resultar insoportable, pero lo amo y se lo perdono por ser mi bebé.

—¿Juegas? —me pregunta Dan, tendiéndome un lego color rojo.

—No príncipe, estoy algo fatigada, yo los veo jugar.

Mi príncipe en respuesta se encoge de hombros y sigue jugando con Harry, quien ríe cuando Dan lo reprende por unir el lego amarillo y verde con el azul y rojo.

—¿Por qué sólo quiere jugar con los rojos y azules? —pregunto, llena de una genuina curiosidad.

—Porque yo soy azul y mi hermano es rojo.

—Claro, el ardiente ex pelirrojo —digo, asintiendo con mi cabeza.

Harry ríe mientras sus ojos se hacen más pequeños y sus pestañas bajan.

—Sí, el ardiente ex pelirrojo, le acabas de atinar a la manera en la que llamo a mi hermano.

—¿Estás jodiéndome verdad?

—Estoy jodiéndote —dice, riendo por lo bajo, y río porque realmente me agrada este chico y Dan parece amarlo.

Converso durante bastante rato con Harry, quien juega con Dan al mismo tiempo. Cuando él se distrae hablando conmigo y olvida poner algún lego a su súper castillo, Dan hace pucheros y entonces lo abraza para llamar su atención. Ese niño sabe cómo usar sus armas, una mujer embarazada es tierna, pero una mujer embarazada junto a Dan y sus tácticas de conquista no tiene nada que hacer, él niño gana.

Siento mi estómago revolverse y gimo dolorosamente, porque sé lo que se viene. Antes de terminar vomitando sobre los juguetes de Dan los chocolates que acabo de devorar, camino hacia el baño de visitas, apenas me da tiempo de inclinarme antes de que las arcadas, y posteriormente la fiesta de vómito, comiencen.

Santo cielo, el tener siete meses comenzando debería parar toda la mierda del vómito, pero no corro con esa suerte.

—¿Estás bien? —pregunta Harry desde la puerta, lo último que quiero es que me vea vomitar, así que respiro hondo para responderle.

—Lo estoy, solo déjame cumplir lo que Adam quiere: vomitar.

—¿Adam?

—El bebé —respondo antes de continuar vomitando.

***

Cuando Kae y Harry van por comida china, me quedo con Dan, quien se acurruca a mi lado mientras juega con mi ombligo, haciéndome reír, el hecho de que yo ría solo hace que él no libere mi ombligo.

—¿Te gusta Harry, príncipe?

Dan me ve con confusión, entonces intento recordar el apodo que tiene para Harry, Kae lo mencionó un par de veces.

Un color.

—¿Te gusta azul?

Shi, azul me compia... y...nani...

—¿Amas a azul?

Shi...

Le sonrío, entonces escucho a alguien tocar la puerta y sonrío más porque debe tratarse de Keith. Poniéndome en pie abro la puerta.

Keith me da una pequeña sonrisa antes de presionar sus labios de manera breve sobre los míos, parece dolorido de uno de sus costados, mientras sus ojos lucen preocupados.

Dan saluda a Keith con entusiasmo mientras este lo carga y besa sonoramente en su frente, me hace ilusión que de ese modo Keith se verá con nuestro Adam.

—¿Sucede algo? —cuestiono, ubicando mis manos en mis caderas.

—Acabo de separar a Harry y a Jake, bueno, corrijo acabo de evitar que Harry destroce a golpes a la escoria de Jake, solo lo hice por Kae, no sabes lo feliz que me hace que Harry le haya dado hasta en la madre a esa basura.

Jadeo con sorpresa mientras le ordeno a Dan recoger sus juguetes para distraerlo, estoy sorprendida. Y más sorprendida estoy en el momento que Keith comienza a relatar el modo en el que sucedieron los acontecimientos.

Santo cielo, Jake realmente no tiene sentido de la vergüenza.

—Esto va a volver loca a Kae —murmuro, preocupada mientras siento ese ovario joderme la vida. Keith lo nota y me hace sentar.

—Tranquila, estoy poniendo mi fe en que ella sabrá cómo manejar la situación.

Yo río secamente y niego con la cabeza.

Kae lo va alejar, ha de estar asustada.

***

06 de Noviembre, 2011

Algo no se ha sentido bien durante el día.

Escalofríos, sudor frío y malestares como vómitos y dolores musculares me han pinchado en el cuerpo.

Respiro hondo mientras desde mi cocina, de pie, observo a Keith en el sofá trabajando en su laptop, seguramente está haciendo unos balances puesto que tiene un documento Excel abierto.

Prácticamente Keith y yo vivimos juntos desde que comenzamos a tener sexo en el cumpleaños de Harry Daniel, suelo pasar todo los días en su apartamento, de lo contrario él lo hace en el mío justo como lo está haciendo ahora.

Mi vientre ha estado doliendo más de lo normal, por ello aprieto mis labios con fuerza cuando una punzada de dolor en el lado izquierdo comienza, por alguna razón del destino me asignaron un ovario jodido, lo cual no es nada justo, considerando que las prostitutas tienen muy buenos ovarios.

Pero entonces algo cambia, el dolor es más agudo y repentinamente siento mi ropa interior húmeda, mientras el sudor frío comienza a perlar mi frente. Sin querer alarmar a Keith camino a paso lento hacia el baño.

Respiro hondo, sosteniendo ambas manos sobre mi vientre mientras me observo en el espejo, mi piel luce increíblemente pálida, haciendo ver mis grandes ojos verdes perdidos en mi rostro.

—Toda está bien, todo está... ¡Ahhh! —grito de manera aguda, siento los pasos de Keith acercarse.

Con algo de incertidumbre tomo el elástico de mi pantalón holgado para encontrarme con mi ropa interior comenzando a humedecerse de sangre.

—Oh mierda —digo con voz temblorosa, Keith toca la puerta.

—¿Cariño todo está bien?

Las lágrimas comienzan a descender por mi rostro, estoy asustada, paralizada por el miedo. Keith pregunta una vez más antes de interpretar mi silencio como algo malo y abrir la puerta. En cuanto me ve parece alarmado, mientras yo solo tiemblo y gimo dolorosamente.

—Keith debes llevarme a la clínica —murmuro con voz entrecortada por el dolor y miedo.

—¿Qué sucede?

—Me duele mucho —ahora comienzo a llorar realmente en medio de sollozos—. Y... y... estoy sangrando. Oh Dios, debemos hacer algo...

A Keith le toma solo dos segundos comenzar a movilizarse mientras lloro de dolor y miedo.

Para el momento en el que estamos en su auto, estoy cubierta de sudor, pálida, mi vientre se siente como si estuviera siendo dividido.

—Tranquila Brid, todo estará bien.

—Lo sé —digo con una sonrisa tensa, soportando el dolor.

***

Estoy de costado en la camilla de una muy costosa clínica, han inyectado algo en mí, pero puedo sentir aun el dolor mientras el doctor que va a atenderme habla con Keith y conmigo, dándonos el diagnostico. No conozco la jerga médica, por lo que concluyo que lo más importante a saber de todas sus palabras técnicas es que deben extraer mi ovario izquierdo porque este está a instantes de explotar y joderme más, otra conclusión que logro captar es el hecho de que quieren hacerme traer al mundo a un niño que aún no llega a los ocho meses, lo cual hace que Keith se transforme en un hombre alarmado y molesto.

—Él aun no debe nacer.

—Bueno señor, es necesario inducir el parto, debemos extraer el ovario de la joven. Es necesario realizar una cesárea.

No opino nada porque honestamente ¿Qué podría decir?

Si dicen que lo idóneo es traer al mundo al bebé ahora por su bien entonces yo voy a creer, yo haré cualquier cosa por Adam aun cuando ni siquiera sé cómo luce mi bebé.

No es sorpresa encontrarme sentada inclinada hacia adelante mientras una gran jeringa perfora la piel de mi espalda: anestesia. Estoy asustada, pero Keith esta mucho peor que yo, por lo que decido ser la cuerda de los dos, aun cuando estoy a instantes de volverme un charco de inconciencia y balbuceos.

—¿Crees que tenemos ropa suficiente para él? Quizás todas ellas sean muy grandes y no le queden —le digo a Keith, quien sostiene mi mano, siento un dolor, pero el dolor de la anestesia es mucho mejor que el de mi vientre.

Keith ríe mientras recoge mi cabello en una coleta, le agradezco porque quizás así me veré menos desastrosa la primera vez que mi hijo me vea.

—Uhm, bueno, veamos cuando nazca de qué tamaño es y luego veremos si debemos comprarle ropa o no.

El doctor ríe de nuestra absurda conversación mientras comienza a ponerse sus guantes de látex. Trago en seco, Kaethennis me contó algunas veces, debido a mi curiosidad, cómo se sintió traer al mundo a un bebé, pero yo soy diferente, tengo una cesárea y además extraerán mi ovario, estoy asustada.

—Sí, aunque estaba pesando que ese conjunto que Ligia nos regaló es lo suficiente pequeño para quedarle.

—Tienes razón amor, ese conjunto es tan diminuto que podría quedarle a un costal de granos.

No puedo evitar reír mientras siento mi cuerpo destensarse un poco y mi cabeza volverse más ligera.

—Quizás no pueda amamantarlo.

—¿Eso por qué? —pregunta Keith con una mirada curiosa.

—Ya sabes Keith, mis pezones son pequeños aun cuando tú has estado practicando con tu boca y...

—Calla —me dice mientras los presentes ríen—. Veo que la anestesia está haciendo efecto.

—Veamos —dice una bonita enfermera que se come con la mirada a mi Keith—. ¿Sientes esto?

—¿Qué debería sentir?

Ella asiente hacia el doctor, entonces me ayudan a acostarme, una manta o lo que sea es una línea divisoria de lo que sea que vaya a suceder en mi parte inferior.

Keith está a mi lado, acariciando con su pulgar mi mano, ahora él es el cuerdo de los dos. Mis ojos solo se concentran en los suyos, en esos ojos que me han tenido enamorada por largos años.

—Siempre he amado tus ojos.

—¿Sí? —pregunta sonriendo, hago una mueca cuando siento un tirón en mi vientre, no es dolor, es como un pinchazo, supongo que están abriendo mi piel en este momento—. A mí me encanta los tuyos, son grandes y verdes como los de una muñeca.

Parpadeo continuamente, haciéndome la coqueta aun cuando mis ojos están lagrimosos y seguramente irritados, aun así Keith dice que luzco hermosa.



—¿Cómo va eso por allá abajo? —murmuro adormilada luego de quizás cuarenta minutos.

El doctor ríe mientras Keith rueda sus ojos, llevo un buen tiempo diciendo cosas sin sentido tras la anestesia, quizás eso me ayuda a desentenderme del hecho de que seguramente mi vientre se encuentra abierto en este momento.

—Quizás Adam no crea que su madre es bonita cuando me vea.

—Pensará que eres hermosa —me asegura Keith sonriendo, aprieta mi mano con fuerza mientras palidece, siento un tirón y gimo de la sorpresa.

Unos jalones más, sangre y sensaciones sumamente incómodas me hacen saber que oficialmente soy una mujer con un solo ovario, creo que es el hecho de ver sangre mía lo que tiene a Keith con esa expresión de preocupación en su rostro.

—Muy bien Bridget, ahora vamos a sacar a ese niño que nos has dicho constantemente se llama Adam —bromea el doctor, me alegra que sea un doctor alegre y no uno gruñón.

No sé cuánto tiempo pasan hurgando dentro de mí, ni qué exactamente están haciendo para sacar a mi bebé, yo solo observo a Keith, quien aún acaricia mi mano. ¿No le resultará aburrido todo esto? ¿Pasar horas acariciando mi mano?

—Keith —lo llamo, él voltea a verme, seguramente esperando que de mis labios salga alguna otra estupidez por la anestesia—. Te amo.

Su sonrisa es genuina mientras se inclina y besa mi frente.

—También te amo, niña linda.

Me guiña un ojo y sé que está llamándome del modo en el que lo conocí tras haberme golpeado con un balón.

En algún momento, cuando siento que ya estoy muy fatigada y solo quiero dormir, hay movimiento en la parte inferior, todos están en movimiento y Keith está pálido mientras un pequeño bulto cubierto de sangre y algún asqueroso liquido blanco es tomado por una enfermera.

Por un momento miro asqueada el pequeño y sucio bulto que todos parecen querer tocar, pero entonces viendo a Keith, viéndolo con esa expresión de sorpresa, me doy cuenta de que ese bulto es mi hijo.

Mi Adam.

—Oh Dios, por un momento estuve asqueada de mi bebé.

Keith ríe y noto que sus ojos están húmedos. Nos habían avisado apenas entré al quirófano que posiblemente el bebé no nacería llorando, puesto que sus pulmones no estaban del todo desarrollados, pero aquí, viendo como hacen todo un procedimiento para que mi bebé respire y reaccione por sí solo, se siente como el mayor suspenso y la más larga espera de mi vida.

"Estará bien" murmura Keith mientras ambos vemos fijamente hacia donde está el pequeño bulto ahora más limpio, ni siquiera estoy notando que están suturando y cosiendo mi piel. Solo puedo ver a mi hijo a la distancia.

Cuando mis labios comienzan a temblar, la enfermera que devoraba a Keith con la mirada nos acerca el pequeño bulto, pero solo alcanzo a verlo un poco, puesto que en cuestión de segundos está siendo trasladado a una incubadora, y mi pecho se estruja cuando me indican que irá a cuidados intensivos.

Mientras comienzo a derramar lágrimas y dejarme arrastrar por el cansancio, me doy cuenta que los pocos segundos en los que lo vi, fue lo más hermoso que he visto en mi vida, aun cuando lo que percibí fue una piel sonrosada y un poco de rastro de cabellera oscura. Simplemente hermoso.

—Él será un luchador —murmura Keith, viéndome cerrar los ojos ante el cansancio y anestesia.

***

08 de Noviembre, 2011

Es hermoso, Adam es hermoso.

Estoy viendo cómo con mucho cuidado la enfermera toma a un bebé que tiene algunos cables conectados a él, quiero que Keith se apresure con los tramites que está haciendo para que viva esta experiencia conmigo, la primera vez que cargaré a mi bebé.

Tiene dos días de nacido, pero han extraído la leche de mi pecho para suministrársela, de modo que no he tenido oportunidad de conocerlo realmente hasta hoy, que se me permitió movilizarme en una silla de ruedas.

Miro con anhelo como la enfermera, una mujer en sus cuarentas que se ha encargado de mí, con mucho cuidado comienza a extender al pequeño, ubicándolo correctamente en mis brazos, porque él es tan pequeño.

Respiro hondo en el momento en que lo sostengo, él se remueve un poco, es muy pequeño, tan delicado.

Sonrío mientras noto el pequeño rastro de cabello oscuro en su cabeza, sus ojos están cerrados con fuerza, de manera que parece que está molesto. Sus labios son chiquitos y muy rosas, casi juraría que sus labios podrían parecer los de Kae, carnosos y llamativos. Y Dios, él no tiene muchas cejas pero tiene un montón de pestañas.

Es hermoso y es mío.

Teniendo cuidado con los cables y con ayuda de la enfermera, comienzo a desabotonar mi bata, dejando al descubierto uno de mis senos, quienes están tan tensos y llenos de leche.

Con cuidado guío mi pezón a sus sonrojada boca, debo trazarlo en sus labios continuamente hasta que él decide atraparlo.

—Lamento que mami tenga unos pezones de mierda, cariño —le digo, atrapando con mi mano libre su diminuta mano.

Mi pezón es pequeño y él está buscando la manera de tomarlo por lo que resulta doloroso la manera en la que succiona, y me frustra el que esto le dificulte comer, su boquita lo suelta con cada tirón. Perfecto, me dieron un ovario jodido y unos pezones no dignos de amamantar, fui estafada como mujer.

Él parece molestarse ante el fastidio de liberar mi pecho por cada tirón y entonces comienza a llorar de una manera aguda, sorprendiéndome con el hecho de que es pequeño pero llora como si no hubiese un mañana.

Y entonces estoy sonriendo. Estoy sonriendo ante el hecho de que está en mis brazos, luchando para salir de esa incubadora y no depender de esos cables.

Sintiendo una mirada alzo mis ojos humedecidos, encontrándome con la mirada asombrada y maravillada de Keith sobre nosotros. A paso lento, como si no creyera lo que sus ojos ven, Keith se acerca a nosotros.

Keith tuvo la oportunidad de verlo desde que nació, a través del cristal y en dos ocasiones se le permitió pasar, pero él lo ve de igual forma como si fuera la primera vez que lo viera.

—Mira Adam, papi acaba de llegar.

Keith sonríe mientras besa mi frente y luego la de Adam, quien parece no querer parar de llorar mientras intento una vez más que el pezón permanezca en su boca.

—Te dije que mis pezones eran un asco para amamantar.

—Bueno, yo hice mi trabajo al practicar para hacerlos más grandes.

—¡Keith! —exclamo avergonzada y escucho a la enfermera reír.

Una vez más Adam pierde el pezón y gimo de frustración. ¡Quiero darle de comer a mi bebé!

Esta vez él no se molesta y llora, de hecho sus pestañas tiemblan antes de que lentamente abra sus ojos, solo son quizás tres segundos, pero son suficientes para ver que están de gris, del color del metal, aún es muy pronto para saber de qué color serán.

—Te ves hermosa con Adam en tus brazos —murmura Keith.

Asiento, porque me gusta su declaración mientras veo el pecho de Adam subir y bajar lentamente, él se acaba de quedar dormido aun cuando no ha podido comer.

Sus pulmones están mejorando, el problema está en la alimentación, no soy capaz de amamantarlo y no está tolerando la leche que extraen de mí, quizás él la quiere directa de mis senos, pero de nuevo su boquita no atrapa el pezón con suficiente fuerza.

Pero mi hijo es un luchador, lo ha demostrado, en poco tiempo estará como una pulga pegada a mi pecho.

***

15 De Noviembre, 2011

Finalmente mi bebé está listo para ir a casa y Keith y yo estamos extasiados ante la idea.

Tres días atrás fui dada de alta, pero estuve algo triste durante esos días, no salir de la clínica con mi bebé fue algo que casi me derrumbó, pero entonces Keith estuvo ahí abrazándome, recordándome que tenemos a un bebé fuerte y que todo irá bien.

Él tenía razón, ahora estoy por primera vez vistiendo a mi bebé para su gran salida mientras Keith graba todo, quiere grabar cada instante de este día tan especial.

Termino de abrochar el pañal con una sonrisa, aun sé cómo poner uno. Adam se queja mientras busca abrir sus ojos, pero la luz hace que los cierre nuevamente mientras comienzo a abrochar su mono cerrado de bebé color verde.

Agradezco el que todos entendieran que este día únicamente queremos ser Keith y yo movilizándonos como padres, ya después todos pueden involucrarse, pero este día es tan especial para los tres.

Coloco sus medias y quiero reír de felicidad ante lo pequeños que son sus pies y cómo estos se mueven con inquietud. Cubro su cabeza con un gorrito blanco y listo, Adam está listo para ir a casa.

—Oh, mira que hermosura, Keith.

—Desde hace muchos años te dije que los Stuart sabemos cómo hacer bebés perfectos.

—Oh, cállate.

Keith ríe mientras, parando de grabar y guardando su celular, procede a colocar al bebé en su portabebés. Se ve pequeño para ir ahí, pero es por su seguridad.

Keith toma el portabebés y, con la pañalera en su brazo y su otra mano tomando la mía, salimos de la clínica a iniciar nuestra nueva vida como familia.

Adam parece más entusiasmado y competitivo a la hora de comer de mis senos, poco a poco lo hace cada vez mejor.

Estoy maravillada con él, solo lleva unas horas en casa y yo no puedo dejar de observarlo. No soy la única, Keith lo observa con adoración y justo ahora que él acaba de quedarse dormido y liberar mi pecho se lo paso a Keith para que saque sus gases.

Keith es todo un experto, él nunca dudó en ayudar a Kae con Dan cuando era apenas un bebé y ahora sabe cómo moverse con Adam, es agradable verlo mecerse mientras palpa su espalda en busca de los gases que él debe liberar.

Bostezo y veo el reloj, son las nueve de la noche. Ahora que Keith está sacando sus gases es mi momento de aprovechar para comer la ensalada de frutas que él hizo para mí.

Tal como lo esperaba la comida está deliciosa, y ver a Keith acunar y murmurar palabras para Adam es algo que amenaza con hacerme derretir hasta volverme un líquido inútil manchando el suelo de su apartamento.

En estos momentos estoy quedándome en su apartamento, en donde ambientamos una habitación para Adam. El lugar de igual forma nos servirá para cuando viajemos de Londres a Liverpool, lo cual considero será muy frecuente, parte de nuestras vidas siempre estará en este hermoso lugar.

Quizás en tres o dos meses ya estemos listos para ir a Londres, mientras me pareció idóneo quedarnos acá, después de todo, mi apartamento es diminuto y Keith no quiere perderse nada del bebé.

Para el momento en el que termino de comer no puedo evitar bostezar, no sé si Keith volverá a la sala, pero de igual forma apago las luces mientras, con cuidado, pues aún estoy dolorida de mi cirugía y tengo los puntos, camino hasta la habitación.

Efectivamente Adam tiene una habitación ambientada, pero ahora que él está tan pequeño y, siendo su primer día, un moisés descansa al lado de la cama en donde Keith lo observa dormir mientras sacude nuestra cama. Sí, ahora es nuestra.

Me gusta que ahora todo sea nuestro. Como mío y suyo.

Me estiro, hago pis en el baño y luego vuelvo a la habitación en donde Keith me envuelve con sus brazos y besa mis labios con dulzura.

—Gracias por darme algo tan hermoso, Brid.

—En todo caso es un regalo mutuo, tú contribuiste a que él fuera creado. Lo amo.

Keith ríe y procede a ayudarme a acostarme, aun cuando puedo hacerlo perfectamente sola.

Una vez estoy en mi lado, lo observo desvestirse hasta solo quedar en un ajustado bóxer color gris. Por un momento quiero llorar por el hecho de estar en cuarentena y no poder degustar de su cuerpo.

Los brazos de Keith me envuelven, de manera que su pecho se pega a mi espalda mientras la sábana nos cubre.

Acaricio distraídamente su brazo mientras me pierdo en mis pensamientos.

La felicidad puede ser efímera, pero para mí no lo es.

Mi felicidad está justo en esta habitación, y parte de ella está afuera, por Liverpool, junto a los Stuart, mi padre y Ligia.

Por alguna razón perdí a mi madre a temprana edad, pero nunca estuve sola, siempre tuve personas que me amaron y cuidaron hasta hacerme crecer en lo que soy hoy.

¿Ser madre? Eso nunca pasó por mi cabeza, pero ahora que mi pequeño duerme a mi lado entonces me pregunto: ¿Cómo nunca lo deseé?

Tener a Keith siempre fue algo platónico, algo tan lejano que ahora está tan cerca que se siente irreal, pero su respiración contra mi cuello, el calor de su cuerpo junto al mío, no hace más que gritarme cuan real es esto.

Me acurruco más contra Keith, el hombre que lleva años alterando mi vida, volviéndome loca, robando tantos besos como le fue posible, volviéndome una chica débil ante su mera presencia, pero esa debilidad contribuía a mi felicidad, ahora puedo verlo.

Cierto, él me lastimo. ¿Pero acaso yo no lo hacía?

En este punto de mi vida soy muy consciente de que las lágrimas contribuyeron a traerme hasta aquí, a mi lugar, a donde pertenezco, a donde siempre he querido estar.

Soy feliz, él lo es, y lo seremos.

—¿Brid?

—¿Uhm?

Estoy algo adormilada trazando líneas de pensamientos.

—Solo quiero decirte que te amo.

—También te amo.

Y con una sonrisa en mi rostro me abandono al sueño, segura y tranquila, y, por sobre todo, feliz. Feliz de comenzar a vivir mi vida con mi propia familia.

En algún punto escucho un quejido infantil, pero la voz de Keith diciendo "déjamelo a mí" me permite continuar mi sueño mientras me repito una y otra vez cuanto amo mi vida y cuan feliz seré.




Pues si, ese fue el capítulo final.

LLORO.

Quiero dar mi mega discurso en el epílogo sin embargo no perderé la oportunidad de dar las gracias por el apoyo que le han dado a la historia, no pensé que tantas personas se interesarían por saber acerca de la historia de Bridget y Keith.

Le tome bastante cariño ha escribir los capítulos de esta historia, y aunque desde un principio dije que solo constaría de quince capítulos me parece increíble que este sea realmente el capítulo final.

Espero y les guste, nos veremos en el epílogo.

Un mega beso.


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