— ¡Iseul! — Gritó Donghyuck, corriendo detrás de ella.
Sin embargo, Iseul no se detenía. Ella solo corría por los pasillos, y al llegar a las escaleras, también las bajó corriendo.
Luego de haber salido al campus, Donghyuck comenzó a acelerar el paso y logró alcanzarla. La detuvo tomando su brazo y jalándola hacia él.
— ¡Déjame! — Grito Iseul, y comenzó a golpearlo en el pecho. — ¡Déjame, déjame, déjame, déjame! — Los golpes habían comenzado con un poco de fuerza, pero a medida que seguía golpeándolo, los mismos iban bajando su fuerza hasta que casi no los sentía.
La voz de la niña también bajó de intensidad, siendo que había comenzado como un grito y ahora era un susurro.
— Tranquila, Iseul. Todo estará bien... — Donghyuck abrazó a Iseul, pero ella lo empujó.
— ¡No! — Gritó nuevamente. — ¡No, Dongsook, nada estará bien! — Iseul no había dejado de llorar.
— Sí, lo estará. Yo misma me encargaré de ello. — Donghyuck intentó volver a abrazarla, pero Iseul volvió a alejarlo
— ¡No Dongsook! ¡No entiendes! Ella nunca me dejará en paz. — Comenzó a retroceder. — Ella me había prometido que pararía, pero no lo hizo. No me dejará nunca.
— ¿Cómo pudiste creerle una promesa a esa idiota, Iseul? Cariño, ella nunca parará a menos que la obliguemos a que lo haga. — Donghyuck avanzaba a medida que ella se alejaba.
— No... Ella realmente se iba a detener. Estoy segura... — Iseul miro hacia el suelo, pero luego volvió su vista hacia Donghyuck con rabia. — ¡Es culpa tuya! ¡Ella me ha vuelto a molestar por culpa tuya! — Iseul empujó a Donghyuck y luego volvió a retroceder.
— ¿Culpa mía? — Donghyuck se quedó estático en el lugar, frunciendo el ceño y sin comprender. — ¿De qué estás hablado?
— Si tú tan solo... Si tan solo hubieses aceptado las burlas... Si no te hubieses defendido... — Iseul parecía hablar más para ella misma que para Donghyuck. — ¡Si te hubieses dejado pisotear, no me hubiese vuelto a molestar! ¡Ese era el trato!
— ¡¿De qué mierda estás hablando, Iseul?! — Donghyuck comenzaba a perder la paciencia.
— ¡Ella había prometido dejar de molestarme si le daba algo con qué divertirse! — Iseul volvió a retroceder. — ¡Entonces se lo di! ¡Pero tú te defendiste!
Entonces, Donghyuck comprendió todo.
— Iseul... — Incrédulo, y rogando estar equivocado, continuó: — ¿Tú le has dicho a Danbi que me gustaba Jaemin?
Iseul tardó en responder, pero finalmente lo hizo.
— Sí, he sido yo. — Murmuró.
— ¿Qué? — Preguntó, pese a haber escuchado perfectamente sus palabras.
Donghyuck se sentía traicionado, más que nada porque él también había comenzado a confiar en Iseul en un punto.
— ¡Qué he sido yo! ¡Yo se lo dije, así dejaba de molestarme! — Donghyuck rió irónico. — Me estaban molestando. Eran las tres, Danbi, Yoora y Sunhi.
— Oh, cállate. — Ordenó Donghyuck, con una sonrisa sarcástica.
— Estaban empujándome y obligándome a comer. Yo quería que se detengan, pero ellas seguían molestándome diciéndome que una gorda debía comer siempre. — Iseul temblaba mientras contaba su relato.
— He dicho que te calles. — El semblante de Donghyuck se volvió serio.
— Les dije que se detuvieran y... Y Danbi me dijo que se detendría sólo si le daba algo más con qué divertirse. Entonces yo...
— ¡Cállate! — Gritó Donghyuck, logrando que Iseul finalmente haga silencio. — No quiero escuchar tus excusas baratas.
— ¡No, Dongsook! Eres mi amiga, debes entenderme... — Iseul comenzó a acercarse a él, y tomó su mano entre las suyas. — Debes entenderme, y ayudarme. Es lo que hacen las amigas, ¿Verdad?
— ¿Qué? — Preguntó Donghyuck incrédulo ante las palabras de Iseul. ¿Había vendido a Dongsook por su propio bien, y tenía el descaro de decirle que son amigas?
— Debes entenderme, y debes ayudarme. Los amigos hacen eso. — Iseul comenzó a acariciar la mano de Donghyuck. — Por eso debes volver a como estabas antes, y debes aceptar todas las burlas. Así ellas dejarán de molestarme a mí, y estarás ayudándome. — Iseul miró a los ojos de Donghyuck. — ¿Sí?
Y Donghyuck la empujó.
— No quiero que vuelvas a mostrar tu rostro frente a mis ojos. — Escupió, con rabia. — No quiero que te acerques nunca más a mí.
— Pero... Dongsook... — Iseul comenzó a llorar nuevamente. — Somos amigas, las amigas se ayudan entre sí.
— Si es cierto que alguna vez lo fuimos, ya no lo somos más. — Tajó Donghyuck y, justo cuando se proponía largarse, la voz de un hombre adulto las interrumpió.
— ¡Niñas! ¿Qué hacen aquí afuera? — Un guardia los alumbraba con una linterna. — ¡Joder! Mark me ha dicho que deje las puertas abiertas, pues había chicas que iban a salir de su habitación, ¡Pero no pensé que se podrían a gritar en el medio del campus a esta hora de la madrugada! — El hombre las alumbró directo al rostro. — ¡Váyanse a sus habitaciones! Las puertas del edificio de habitaciones femeninas también están abiertas. Lo estarán hasta las cinco, que es cuando la profesora encargada de ese edificio se despierta.
Y, sin una palabra más, Donghyuck se volteó para caminar hacia las habitaciones sin dirigirle otra mirada a Iseul.
Lo que más rabia le daba, era que si en ese momento hubiera sido Dongsook en vez de Donghyuck, la idiota hubiera aceptado. Su hermana le hubiese dicho que sí a Iseul, y seguiría aguantándose las burlas. Porque así era ella: pensaba en los demás antes que en ella misma. Era tan buena, que rozaba el límite de ser idiota. Y claramente, Iseul lo sabía, y había intentado manipularla.
Mala suerte para ella, porque Donghyuck no se dejaría pisotear así. Donghyuck había ido a ese internado sólo por una aventura. Pero, luego de pasar un solo día en ese lugar, su objetivo había cambiado. Ahora debía lograr que respeten a su hermana a como dé lugar, y lo iba a lograr. Si Donghyuck se proponía algo, lo lograba. Quieran o no los de su alrededor.
...
— ¿Recuerdas algo de anoche? — Jaemin nuevamente se encontraba en su habitación. Las clases ya habían acabado, y ahora el sol estaba cayendo.
— Lo único que recuerdo es que casi asesino a Danbi de un golpe, y que Iseul es una hija de puta. — Donghyuck le dio un gran trago a la lata de Coca-Cola que había llevado Jaemin, y luego eructó.
— ¿No recuerdas haber besado a alguien? — Preguntó Jaemin inquieto mientras Donghyuck le daba otro trago a la bebida, con miedo de que recuerde el pico que se habían dado ellos dos.
Donghyuck se atragantó con la gaseosa y, tras toser un poco, lo miró con seriedad.
— Ahora que lo mencionas... — Rayos, sí se acordaba. — Mark... — Donghyuck suspiró y se lanzó a la cama haciendo berrinche. — ¡Él me besó! — Cuando se detuvo, miró a Jaemin. — ¡Me besé con un hombre, qué puto asco!
Por algún motivo que Donghyuck desconocía, su estómago comenzó a hacerle cosquillas al recordar cómo Mark lo empujó hacia el suelo y trepó sobre él.
Jaemin suspiró aliviado: No recordaba que, en realidad, se besó con dos hombres.
— La cosa es que funcionó. Sí, no salió como pensábamos, pero Mark no dejó de hablarme de qué tan bien besas, y de cuánto quiere llevarte a la cama. — Jaemin se encogió de hombros. — La próxima vez, podrás lograrlo.
— ¡¿De qué tan bien beso?! ¡Mierda, ¿Le he devuelto el beso?! — Se puso de pie y corrió hacia el baño. Una vez allí, comenzó a fregarse los dientes con tanta fuerza e insistencia, que sus encías comenzaron a sangrar.
Mientras tanto, Jaemin se partía de risa.
— Mira el lado bueno de todo, estás un paso más cerca de lograr que deje de molestar a Dongsook. — Entonces, Donghyuck se detuvo.
Todo era por su hermana. Debía resistir, por su hermanita.
— Juro que una vez que mi hermana vuelva aquí, le romperé el culo a patadas a Mark. — Gruñó desde el baño, para luego hacer gárgaras y escupir el agua.
— Por cierto, te había dicho que no lleves a Iseul. Sabía que arruinaría todo. — Se empinó la lata y comenzó a beber con los ojos cerrados.
Al abrirlos, un Donghyuck con el ceño fruncido lo observaba enojado y demasiado cerca.
Del susto, se atragantó con la gaseosa y escupió todo en el rostro del mellizo.
— ¡Qué puto asco, Jaemin! — Exclamó, limpiándose con la camiseta.
— ¡¿Pero por qué me asustas así?! — Jaemin se secó la barbilla con la manga de su remera.
El semblante serio de Donghyuck volvió a aparecer, asustando otra vez a Jaemin.
— ¿Cómo sabías que lo arruinaría? — Jaemin tragó saliva, pero luego suspiró.
— Como has dicho que es una hija de puta, supongo que ya lo sabes. — Dejó la lata vacía sobre la mesa de noche.
— ¿Qué ha sido ella quien le ha dicho a Danbi que le gustabas a Dongsook? — Preguntó. Jaemin asintió.
— Me he enterado unos días después de que Danbi me dijera a mí que le gustaba a Dongsook. Las encontré hablando sobre que si en realidad había sido mentira, ya que Dongsook no se veía muy afectada con todo. Iseul juró que era verdad, y le mostró una conversación en el móvil. Luego de ver eso, me fui antes de que se dieran cuenta de que yo estaba allí.
— ¿Y por qué no me lo has dicho antes? — Cuestionó Donghyuck, sospechando de toda la amabilidad que había tenido Jaemin con él hasta entonces.
— Temía que reaccionaras mal y la agredas. ¿Sabes algo? Tiendes a ser muy agresivo. Siempre. — Jaemin se encogió de brazos y Donghyuck se recostó sobre la cama un tanto molesto.
Pero no replicó. Sabía muy bien que era más que muy agresivo.
Como la conversación había acabado, Jaemin se puso de pie dispuesto a irse saliendo por la ventana, pero una piedra que chocó contra el cristal lo hizo detener en seco. Luego de que una segunda piedra llamara la atención de Donghyuck, Jaemin retrocedió.
— ¿Qué demonios...? — Donghyuck dejó la pregunta en el aire y se apeó para asomarse a la ventana, sintiendo que su corazón se detenía con el miedo de ser descubierto al ver quién era que arrojaba esas piedras. — Es Mark.