DOMAR A LA BESTIA (EL CLUB DE...

By lucylanda

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Hurs Waldorf, la bestia, como muchos lo llaman no es mas que un peleador salvaje y regenteador de un casino p... More

Prólogo.
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Aviso.
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 52
Capítulo 53
Capítulo 54
Capítulo 55
Capítulo 56
Capítulo 57
Epílogo

Capítulo 35

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By lucylanda

Ella mes siguiente Hurs no supo nada de Polette y para él fue mejor así, no tenía ganas de saber nada de ella ni de verla.

   Su relación con Scarlett seguía bastante bien aunque secreta.

   Era cierto que todos sabían que estaban juntos en algo pero nadie a ciencia cierta sabía que ya eran novios.

   Maddox estaba por casarse y aunque no lo admitiría jamás frente a ninguno, estaba feliz de hacerlo y completamente enamorado de Brooke.

   Se le veía emocionado y feliz de pasar tiempo con ella. Ya no se la vivía en el casino puesto que prefería pasar tiempo con ella en lugar de pasar tiempo con ellos, lo que al principio les costó asimilar dado que llevaban años siendo solo ellos cuatro y ni siquiera Melina los había apartado, al contrario se había vuelto una más pero ahora con la llegada de Brooke era diferente, dado que ambos estaban ahí para complementarse.

   La despedida de soltero de Maddox estaba a la vuelta de la esquina y aunque nadie le había dicho nada al respecto ya cada uno tenía sus tareas asignada.

   Su amigo Max seguía estando nostálgico pero trataba de sobreponerse e integrarse con todos e incluso soportando las molestias de Parker que a pesar de incitarlo con ahínco a perder el control y explotar no lo lograba y por un momento Hurs creía que no dudaría en usar a la ex de Max para atacarlo y sacarlo de sus casillas.

   Parker seguía siendo como siempre pero había iniciado a buscar a la chica de la pulsera y esperaba encontrarla pronto.

  Y él seguía a gusto con su relación y esperaba que su ex no volviera a acercarse a su vida nunca más.

   Miró la entrada del casino como cada noche y suspiró pensando que ya no se le hacía tan atractivo como antes, ahora ya no deseaba pasar todo el día ahí, al contrario deseaba pasar más tiempo con ella, pero le resultaba imposible dado que tampoco podía dejar a un lado a sus amigos.

—Hola preciosa —dijo Max—. ¿Dime que no piensas en tu bestia?

—Pensaba en ti amorcito —dijo con seguridad—. Solo pienso en ti, no te pongas celosa.

—Espero me quieras toda la vida —dijo lanzándolo un beso—. Por cierto he estado haciendo más ejercicio que antes.

—¿En serio? —preguntó Hurs girándose a verlo de arriba a abajo—. ¿Con qué objeto?

—Con pesas —dijo un risueño Max.

—Me refiero a que para qué —dijo dándole una mirada de compasión por ser tan imbécil—. Tu mamá debió tomar las vitaminas prenatales.

—Imbécil —respondió—. He hecho más ejercicio porque quería gustarte, guapo.

—Gracias —contestó enarcando una ceja—, pero no me gustan los hombres llenos de bolas, con que tenga dos me basta.

   Max estalló en carcajadas mientras lo seguía escaleras arriba y entraban a la primer sala de juegos donde encontraron a Parker abrazando a Melina mientras le susurraba algo.

   Ella estalló en carcajadas y recargó su cabeza sobre el hombro de Parker que los sorprendió a los dos.

—Hola —dijo Max.

  Ambos se giraron y sonrieron, Melina se acercó a ellos, les dió un beso y se despidió saliendo de la sala.

   Parker los miró antes de recoger su cabello rubio, sujetarlo, colocar su cabello castaño ahora y mirarlos como si estuviera listo para sus preguntas.

   Tenía los ojos miel esta vez y el rostro diferente, como cada noche al trabajar.

—No sé si es porque yo estoy medio enamorado o de verdad pasa pero he visto a Parker más amoroso en estos meses —dijo entrecerrando los ojos.

—Será contigo —añadió Max—. A mí me sigue tupiendo y maltratando psicológicamente e incluso ha redoblado esfuerzos.

   Parker comenzó a reír y solo se giró ignorándolos.

—¿Habrá boda? —dijo Hurs—. Cuando menos para darle una familia a tu hija.

—Claro que habrá boda, la de Maddox —respondió—. Tal vez en unos meses la tuya pero yo soy caso perdido.

—Espero ya estés ahorrando —dijo Max—. Deberás 300 libras en unos años.

   Le miró como si fuera una cucaracha antes de responder.

—Cual sea el resultado no voy a perder —dijo divertido—. Eres demasiado lento para entender. Hagan algo para divertirme en lugar de solo estar ahí.

—¿Y por qué habríamos de divertirte? —inquirió Hurs.

—Porque es su naturaleza —dijo aburrido mientras se reclinaba sobre una de las columnas—. Solo estoy esperando que llegue la trilliza menor y se arma la fiesta.

  Max y Hurs se sentaron ignorando a Parker.

—Cada día te soporto menos, princesa —dijo Max.

—Las mariposas no hablan —respondió—. Deberías estar aleteando a mi alrededor.

—Max no es mariposa monarca —dijo Hurs siguiendo la burla—. Es la mariposa del monarca.

—Ojalá te encuentres un día con un monarca igual de soberbio y malnacido como tú —dijo Max—. Me voy a divertir mucho.

—Estaré listo incluso para los embistes de mí igual cuando llegue el momento —dijo encogiéndose de hombros—. Si es que eso pasa.

—Te imaginas —dijo Hurs—. Sería como un juego de ajedrez. Duelo de reyes.

—Esa cosa no es un rey —dijo Max.

—Pero lo seré —respondió con una media sonrisa—. Así que deja de responderme así vasallo cualquiera.

  Hurs comenzó a reír sin más y Max lo reprendió con la mirada.

—Pues yo voy a apoyar al otro rey. He dicho. —Sentenció con convicción—. Vamos a ver quien es más listo.

—Deja de atacarlo —dijo Hurs—. Hoy está tranquilo.

—Ya deja de defenderlo —aseguró—. Por eso abusa de nosotros.

—Es que es una pelea inútil —dijo Hurs—. Vas a perder. Pelear con él es como pelear con una mujer.

—A una mujer nunca se le gana. —La ceja de Hurs se alzó.

—Que listo eres —acotó—. ¿Por qué crees que dije que es como pelear con una mujer?

—Verlos pelear a ustedes es una lucha de inválidos —dijo Parker.

—¿Así es cómo me pagas por defenderte? —inquirió Hurs—. Ahora yo también apoyaré al otro rey.

   Comenzaron a reír mientras Parker los veía hablar sobre estupideces y Max retaba a Hurs a vencidas para probar su fuerza según él obtenida en sus nueva rutina de ejercicios.

   Hurs aceptó y él se volvió un espectador.

—30 libras a Hurs —dijo un Parker desde su lugar.

—Te voy a pagar 50 si gana —dijo un seguro Max.

—Adelante —respondió señalando la mesa y tomando asiento en otra mesa—. Desde aquí veré sin esfuerzo como 50 libras llegan a mi bolsillo.

   Ambos empezaron a jugar hasta que la puerta se abrió para dar paso a Maddox que se detuvo al verlos.

   Maddox llegó al casino como cada noche y apenas cruzó encontró a sus amigos sentados en una de las mesas.

Max intentaba vencer a Hurs en fuerza mientras Parker los miraba con aburrimiento.

  Se miraron mientras Maddox sonreía al ver su rostro.

  Parker le devolvió la sonrisa y se puso de pie para saludarlo.

—¿Qué puedo decirte? —dijo encogiéndose de hombros—. Estos dos son la muestra palpable de que el cerebro solo se le dio a unos cuantos, el resto el vanidad.

  Hurs aprovechó la distracción de Max que frunció el ceño y lo venció lanzando un grito que Parker usó para demostrar su punto.

—Pedro Picapiedra y Pablo Mármol mostrando su valía en época actual —dijo con fastidio subiendo las escaleras mientras sus amigos le seguían.

Max seguía pidiendo la revancha mientras Hurs aseguraba que volvería a vencerlo.

 Los cuatro entraron a la oficina de Maddox que empezaba a acostumbrarse a ser invadido por sus amigos.

 Max se sentó y subió los pies sobre el escritorio que Maddox bajó de inmediato de un manotazo.

—¿Qué hacen aquí? —dijo Maddox—. Es mi oficina.

—Hago uso de mi pedazo —dijo Parker.

—Yo también —dijo Max.

—Igual —dijo Hurs.

 Maddox suspiró y comenzó a relatar lo que había pasado en su departamento con Pepper. Habló a detalle de todo y finalmente tras desahogarse sus amigos le miraron.

—Creo que no te has dado cuenta de que la ruca quiere dinero —dijo Max.

—O quiere un jovencito a quien robarle años —agregó Hurs—. Aunque debo admitir que me alegra que la hayas mandado por un tubo. La señora debería estar cuidando a sus nietos y a malcriarlos.

—Parker —dijo Maddox—. Me siento acorralado.

—¿Por qué diablos engrandeces a Parker? —dijo Hurs—. Por eso se sigue creyendo la manita que le falta al manco.

  Parker comenzó a reír al escucharlo.

—El ojo faltante del tuerto —dijo Max.

—El cerebro del idiota —dijo Parker—. Aunque no sé cómo dividirme en dos.

 Sus amigos lanzaron un jadeo indignado pero se guardaron su comentario al ver que Maddox necesitaba ayuda urgente.

—Sabes la respuesta y te haces el bruto —dijo Hurs—. Dile a tu Lilith que la abuela y tú hicieron cositas que a ojos de Dios son malas.

—Sí —dijo Max—. Asaltar cunas es pecado.

—Profanar tumbas también —añadió Hurs—. Cuéntale la verdad y dile que la quieres y antes de que digas que no la quieres ve a darte un baño en algún tónico de la verdad para que se te quite lo imbécil.

  Él sabía que esa era la solución pero era tan difícil.

 Abrió su cajón sin decir nada y les enseñó la documentación.

—Es un acuerdo prenupcial —dijo y Parker enarcó una ceja.

  No lo leyeron pero todos tenían una mirada inquisitiva y de reproche.

—No sé lo que dice pero dudo que sea buena idea —dijo Max—. ¿En ese contrato le cuenta en las letras chiquitas que te casas con ella para tener una herencia?

—¿Ahí está escrito que vas a casarte porque quieres hacerle la vida imposible a la vieja? —continuó Parker—. Creo que nadie se ha dado cuenta de que Brooke importa y está enamorada.

  Maddox escuchó atento los reclamos de sus amigos donde quedó claro que ellos deseaban que desistiera de su venganza y que querían de forma ferviente que él no dejara que Brooke sufriera.

 Lo cierto es que tampoco quería que lo hiciera.

 Miró al frente sin decir nada durante algunos segundos en los que su mente estaba profundamente abstraída hasta que se dió cuenta de algo.

—¿Quién movió mis cosas? —dijo olvidando el tema y poniéndose de pie.

 Se acercó hasta el estante donde ponía sus cosas, entre ellos sus libros favoritos para darse cuenta de que el libro que era por encima de todos su predilecto estaba acostado en lugar de estar en el lugar correcto.

  Sus amigos se excusaron mientras él veía su oficina de una forma diferente.

 Algo no estaba bien y él lo sabía pero no podía identificar el qué faltaba.

 Sus amigos miraron alrededor pero Parker fue quien prestó atención a la expresión de desconcierto de Maddox.

—¿Algo anda mal? —dijo observando.

—Alguien revisó —dijo con seguridad.

 Los hombres guardaron silencio y miraron a su amigo que seguía sin moverse de su lugar.

 Los cuatro miraron alrededor tratando de encontrar algo que les diera una pista; sin embargo, no había nada pero Maddox seguía callado.

—Creo que será mejor que vayamos a otra oficina —dijo acercándose a su escritorio de nuevo y abriendo cajones para ver qué hacía falta.

 Se dio cuenta de que no parecía haberse perdido nada pero se dijo que debería prestar más atención y sobre todo revisar con calma.

 Los cuatro salieron de la oficina al darse cuenta de que Maddox no se sentía cómodo ahí y siguieron a Parker hasta su oficina donde una vez entraron los cuatro se sorprendieron al ver a Megan husmeando en el escritorio.

 Megan no se había dado cuenta de la entradas de los hombres y cuando lo hizo sonrió nerviosa sin saber cómo excusarse frente a las cuatro personas frente a sí, solo que no entendía qué hacía ese hombre ahí, el castaño de ojos miel no tenía nada que hacer entre los otros tres socios.

—Puedo preguntar qué hace en este lugar cuando sabe perfectamente que está prohibido —dijo Hurs mientras ella se removía.

—Lo siento mucho —respondió al borde del llanto—. Solo quería ayudar con la limpieza.

—¿La encargada te dio las llaves? —preguntó Maddox dudando—. Esa mujer sabe perfectamente que nadie más que ella puede hacer el aseo en esta oficina.

  Parker observaba su propia oficina y a Megan con evidente molestia pero sobre todo con sospecha de que algo no andaba bien...

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Fanfiction

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