La hija de Goku| Son Gia. Seg...

By IreneEscobar2

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Después de haber salvado el mundo de un futuro terrible, Gia regresa junto a Trunks solo para guiar a sus dos... More

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By IreneEscobar2

6| Bebés saiyajin.

Año 780
Lugar: La montaña Paoz, Casa de los Son, recamara de Gia.

Mi teléfono resonaba en un punto en especifico de la habitación, exactamente en el buró a un lado de mi cama. Mi mano se despegó de la calidez bajo la almohada buscando a ciegas y tanteando la madera hasta que mis dedos encontraron aquel artefacto ruidoso.

Con un lado de mi cara pegada a ese objeto suave de plumas, abrí uno de mis ojos solo para ver la pantalla encendida con la foto de una peliazul de nombre Bulma en letras mayúsculas. Rápidamente, se me quitó el sueño. Me levanté de un tirón del colchón y apreté el botón de contestación.

—¡Hasta que contestas! —logré escuchar el reclamo de la ojiazul a pesar de que no había puesto aun el artefacto en mi oído.

—Buenos días, Bulma —sonreí.

—Dime que podrás venir a cuidar a Bra hoy —comenzó a decir cambiando radicalmente el tono agresivo de su voz.

Mordí mi labio, la ultima vez que había visitado la Corporación Capsula fue hace un año en el nacimiento de la pequeña hija de ella.

—Por supuesto, —aseguré—pero antes pasaré a Ciudad Satán para llevarle algo a Pan.

Sí, a mis catorce años ya era tía de una bellísima niña de cabellos azabaches de casi dos años. Hija de mi hermano Gohan y Videl, la hija de Mr. Satán, el campeón mundial de artes marciales.

Suena un poco exagerado, pero su boda fue de las mas magnificas, con decir que la prensa peleaba por solo entrar al enorme jardín donde se situaba la fiesta. La manera en cómo Videl hizo correr a todos esos reporteros me hizo entender que fue la mejor elección que había hecho Gohan.

Con la velocidad de un rayo, entre a ducharme y vestirme al baño. Un overol corto con una blusa negra fue mi atuendo, bajé por las escaleras de un salto.

—Mamá, iré a la Corporación Cápsula —avisé a mi madre quien andaba de un lado a otro preparando lo que supuse era el almuerzo de papá.

Ella se giró hacia mí con un cucharon en mano.

—Ya lo sé, Bulma estuvo hablando durante toda la mañana —afirmó.

El alma se me cayó a los pies, después de todo, el tono furioso de aquella ojiazul no era para menos. Sonreí con inocencia tomando una manzana del frutero en medio de la mesa y comencé mi camino hacia la puerta.

—Llévale esto a tu padre y asegúrate de llegar antes que tu profesor— ordenó, extendiéndome una enorme cantidad de comida envuelta en un pañuelo.

Sabía que no lo haría, eso de llegar a tiempo, no esta vez.

—¡También pasaré a ver a Pan! —dije cerrando la puerta a mis espaldas sin esperar respuesta de mi madre.

Mi vista viajó hacia la construcción de una casa a un lado de mi hogar. Extrañamente, Videl y Gohan habían decidido venirse a vivir aquí en la montaña Paoz. Entendía los motivos de mi hermano, él siempre ha sido un chico de campo, pero de ella no lo entendía, quizá fuera porque también se sentía cómoda; en fin, ¡tendremos vecinos cerca!

Los hombres estaban tan centrados en su trabajo que ni siquiera notaron cuando comencé a elevarme y a alejarme de ahí.

—¡Papa! —llamé a aquel hombre que estaba sobre un tractor a unos metros de mí. Mi hermano Goten se acercó de inmediato con un solo salto. —Mamá les ha enviado el almuerzo —sonreí dirigiéndome al menor.

—¡Vaya! —exclamó mi padre haciendo que me sobresaltara, él soltó una risa.

—Debo irme, papá. Goten, ten mucho cuidado.

—¿A dónde irás? —cuestionó el mayor mientras masticaba.

—Sí, hermana, ¿a dónde irás?

Sonreí con nerviosismo.

—A la Capital.

Goten se levantó de un salto con una gran sonrisa.

—¡Ah, irás con Trunks! ¿Puedo ir yo también, papá?

Mi padre alzó la ceja y yo fruncí el ceño.

—No voy con Trunks, Goten, voy a cuidar de Bra —El niño bajó la mirada, él no había cambiado desde que tenía 7 años. Les sonreí abiertamente a los dos—. Deséenme suerte —alcé mi palma derecha dándome la media vuelta y emprendiendo nuevamente el vuelo.

A lo lejos, pude divisar la enorme y colorida casa de Videl, aquella ubicada en Ciudad Satán. El gran jardín vestido de verde con algunos pintorescos colores me permitió aterrizar sin que nadie supiese de mis poderes sobrenaturales.

El timbre sonó en cuanto mi dedo índice tocó la pequeña tableta a un lado de la puerta principal. Al instante, esta se abrió dejando ver a una muy arreglada azabache de ojos azules con la cabeza ligeramente inclinada hacia la izquierda y el teléfono bajo su oído.

La sonrisa que ella desprendió, reflejó el reconocimiento de algo, para después, atender de lleno la llamada.

—No te preocupes, papá, acaba de llegar Gia. No, no tienes que mandar a Majin Boo.

Esa afirmación me hizo entender que quizá no estuviera sola junto a Bra en la Corporación Cápsula.

(...)

Nuevamente, toqué una tableta de metal que hizo sonar un timbre de algún lado, pero al contrario de Videl, ahora la dueña de la casa era Bulma quien salió después de que ambas puertas de cristal azulado (que no me permitían ver el interior) se abrieran por sí solas.

—¡Al fin llegas! —exclamó con cierto reclamo y ceño fruncido que después se transformó en un rostro maravillado—. Hola, pequeña Pan.

La bebé en mis brazos alzó los suyos en señal de saludo con una risa cantarina y tierna.

—Le traje compañía a Bra —dije alegre levantando y mostrando a mi sobrina.

Bulma nos hizo pasar, ella estaba vestida con un elegante saco gris y falda a juego, unas zapatillas negras y demasiado arreglada. Su perfume caro se inundó gentilmente en mis fosas nasales.

—Bra se encuentra durmiendo, no durará mucho tiempo así. Mis papás están tomando unas vacaciones, así que, decidí que una chica especial sería lo mejor para cuidar a una bebé especial—ella sonrió.

Di por hecho de que eso que llamaba especial se trataba de la fuerza de un saiyajin, su hija daba muy buenas patadas, pueden preguntárselo a Trunks si no me creen.

¡Ah, es cierto! ¿Por qué Trunks no está cuidando de su hermana? Digo, no es que me moleste cuidarla ni nada menos, pero si extraño un poco a ese niño. Hacia mucho tiempo que no nos vemos, podré burlarme de él por ser más pequeño que yo de estatura. Siempre lo he hecho, e incluso soy más alta que Goten ahora.

—Vegeta esta más concentrado en su entrenamiento que en otra cosa —la pelizazul se quejó con un bufido que salió de sus labios.

La miré directamente alzando una ceja.

—Y, ¿dónde está Trunks? —cuestioné ruborizándome un poco —No está aquí...,supongo.

—¡Oh, no! No te lo hubiera pedido si...— se detuvo de golpe mientras parloteaba y me miró con sorpresa, para después sonreír con picardía mientras cruzaba sus brazos.

—¿Qué pasa? —interrogué sintiéndome incomoda bajando la mirada.

—No, nada, absolutamente nada. Trunks tiene mucho que aprender— señaló mirando su reloj de mano—. Es tardísimo, tengo que irme, regresaré cuando entre la tarde.

Ella pasó a mi lado despidiéndose de mí y de Pan quien aún seguía en mis brazos, mucho más dormida que despierta.

Subí cuidadosamente por las escaleras, para no despertar a mi sobrina. Entré al cuarto de la otra bebé y, me dispuse a acomodar a Pan dentro de la muy espaciosa cuna rosada de Bra.

Pasaron un par de horas demasiado largas para mi gusto, me había acomodado en la alfombra de la habitación de la pequeña niña mientras comía un poco de frituras con un libro de ciencia y tecnología que se adueñaba de mis ojos.

La puerta se abrió un poco, alcé la vista dejándome ver al señor Vegeta. Al parecer, no sabía que yo me encontraba ahí.

—¿Qué haces aquí, mocosa? —gruñó y yo sonreí cerrando el libro.

—Buenas tardes, señor Vegeta —dije con algo de gracia ante su ceño fruncido y sonrojo que se había formado en sus mejillas—. He estado cuidando de Bra mientras Bulma esta fuera.

—Muy bien, entonces, estaré en la cápsula de gravedad.

Y sin más, volvió a cerrar la puerta.

Parece ser que Vegeta, en cierto modo, es un padre responsable.

Volví a mi libro, pero esta vez con una sonrisa.

[...]

El llanto de una niña me hizo despertar. Al instante, dos llantos se sincronizaron haciendo que me levantara del suelo de un salto.

—Vamos, vamos, pequeñas, no lloren —supliqué arrullando la cuna suavemente—. No me hagan esto, por favor —sonreí comenzando a tararear una nana, para tranquilizarlas.

Ambas me miraron suspendiendo sus lágrimas al instante. Al parecer, eso las calmó un poco, pero ya no se dormían, al contrario, parecía que habían aumentado su carga de energía al máximo.

Unos momentos después, ya estaba en la sala intentando mantenerlas a las dos en un solo lugar. Me había comenzado a desesperar. Pan era muy inquieta y Bra demasiado curiosa, una iba hacia un lado y la otra se giraba al contrario.

—¡Pan, vuelve aquí! ¡Bra, no toques eso!

Mis quejas y carreras tras cada una de ellas no cesaban, mis cabellos parecían estar al borde del colapso debido al estrés. Cargué a Pan, ella se subió sobre mí hasta el punto de tirar de mi cabello, me incliné tomando a Bra entre mis brazos. Ya con ambas sobre mí, me senté en el gran sofá de la sala soltando un suspiro. Por arte de magia, ambas se quedaron quietas y fue cuando entró Bulma con unas cuantas carpetas en mano.

Achiqué los ojos hacia un punto en específico, gritando internamente.

—¡Oh, que alivio! Gracias por cuidar de Bra, Gia —dijo la peliazul mientras se acercaba, tomó a la pequeña ojiazul quien estiraba sus bracitos hacia ella.

Bajé mi vista hacia Pan quien estaba comenzando a cabecear.

—Bueno, creo que debo irme o mi madre no me dejara entrar a casa por dejar esperando al profesor otra vez —sonreí con nerviosismo.

Ella giró su rostro hacia mí a una velocidad que hasta me dio miedo.

—¿Todavía les pone maestros particulares a ti y a Goten? —cuestionó más que sorprendida.

—Pues, lo ha hecho toda la vida, recuerda que Gohan tiene una mala experiencia con las escuelas —señalé desilusionada. —Además, no me molesta en lo absoluto, pero mi madre dice que debo dejar de humillar a cada profesor nuevo que contrata

Bulma comenzó a reír.

—Vaya que sí —colocó su mano libre sobre sus labios para apaciguar una carcajada. —Mira, te he traído algo como agradecimiento —ella caminó hacia donde había situado su bolsa hace unos momentos tomando una pequeña bolsa de alguna tienda de la cual no conocía.

—Muchas gracias, pero no era necesario —alegué ruborizada.

Después de eso, justo cuando iba a salir de su casa. Ambas puertas de cristal se deslizaron, casi chocaba de frente con algo, o más bien, con alguien.

—¡Dios! —exclamé, mis excelentes reflejos hicieron lo suyo para impedir que Pan se golpeara, me deslicé con mi pie dando un cuarto de vuelta chocando mi hombro y parte de mi espalda con algo blando, pero a la vez duro.

—¡Eh, discúlpeme! —dijo una voz que no supe reconocer mientras unas manos rodearon mis brazos para sostenerme.

Giré mi rostro. Hubiera deseado no haberlo hecho. Trunks era el que me sostenía, pero no era el mismo Trunks de antes. Estaba mucho más alto, incluso podría decir que de mí misma estatura o hasta más alto, sí, más alto. No parecía un niño como Goten. Mi corazón comenzó a agitarse por la cercanía.

—¿Está usted bien? —cuestionó con leve preocupación.

—¿T-Trunks? —mi voz tembló.

Los ojos celestes de él se encendieron y revelaron reconocimiento.

—¡¿Gia?! —parecía impresionado—. Debo admitir que no te reconocí, en un año pasan muchas cosas.

—Sí, pasan muchas cosas —asentí alejándome de él, irguiendo mi espalda—. Tengo que irme, lo siento, ya es tarde.

Él seguía con los brazos extendidos justo donde me había sostenido

—Eh... sí... —murmuró un tanto desconcertado.

—Un placer saludarte, hasta luego. —dije para después comenzar a volar en dirección a Ciudad Satán con Pan en brazos quien me miraba con el entrecejo fruncido—. ¿Qué? No me juzgues, sólo eres una bebé.

Ahora tenía una nueva experiencia con bebés saiyajin, y no era para nada agradable tener dos con poderes sobrenaturales, pero no sólo eso, también me di cuenta de que lo que sentía por aquel ojiazul todavía existía.

¡Hola! Bueno, he aquí otro capítulo más. Voten y comenten, de esa manera, aparecerá un nuevo capítulo más rápido xd espero les siga gustando esta historia.

¡Hasta la próxima!

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