-¿Cómo que no?-grité histéricamente.- ¿No hablaste con el?-pregunté a mi hermano. Negó con la cabeza.- Chris, dime que tu hablaste con el.-negó con la cabeza.- ¿Caitlin?
-Tampoco.-respondió la rubia.
-Okey, Ryan, tu eres el único que me falta. ¿Hablaste con Justin?-pregunté.
-Ayer.-respondió por lo bajo.
-¡Bien! Entonces no hay festejo de nada, no quiero festejar mi cumple años si mi novio no viene a saludarme.
-_______, ya va a llamarte, no tienes por qué ponerte así de loca.-agregó mi hermano. Lo mié asesinamente.- Esta bien, solo decía.
-Si llega a venir, si es que se le ocurre.-dije de mala gana.- Díganle que estoy en mi habitación.-comencé a subir las escaleras. Un brazo jaló de mí.
-Te quedas aquí.-dijo mi padre.- No quisiste fiesta, pues te compré una torta e invitamos a tus amigos, no hagas que me arrepienta de haberte sacado el castigo.
Bien, se que me estaba comportando como una nena histérica, pero de verdad no iba a celebrar nada si mi novio no estaba ahí. Si, gente, piensen lo que quieran, pero yo solo celebro mi cumple años porque quiero ver a Justin ya que hace dos semanas que no lo veo.
¿Se preguntan por qué? Simple. ¿Recuerdan la cena en el barco? Bueno, luego cuando volví a casa mis padres me regañaron tanto que me castigaron por dos semanas. Sin amigos, sin computadora y sin salir de casa. Lo único que no me sacaron fue, la televisión y el celular, y gracias a Dios que tenía saldo porque era la única manera de poder hablar con Justin y Caitlin.
Prosigo, Justin me insistió en que festejara mi cumple años o por lo menos algo pequeño, solo porque tenía algo que darme. Accedí pero hace dos días que no hablamos porque “se le rompió el celular” y hoy no vino a mi cumple años por “X” razón.
-Papá, haz lo que mas te guste porque yo no quiero quedarme aquí abajo esperando a que venga Justin, que por cierto, no vendrá.-jalé de mi brazo zafándome de su agarre.- Así que cómanse la torta porque yo no quiero, canten el feliz cumple años como si yo estuviera aquí, tómense las gaseosas y lo único, no abran mis regalos.
-Vas a quedarte.-dijo autoritariamente. Lo desafié con la mirada, pero no funcionó.- Vamos, baja esos seis escalones que haz subido y te sientas en esa silla.
Hice caso, ya no valía la pena seguir con este berrinche, bajé y me senté al lado de Caitlin, ella me sonrió calidamente, volteé la mirada.
-Nosotros no tenemos la culpa.-dijo Ryan.- El te dijo que venía y no creo que no venga.
-Pues parece que se le olvido venir porque no esta aquí.
-______, recién son las 12 del mediodía, puede venir hasta las 12 de la noche, porque seguirá siendo tu cumple años, no seas fastidiosa.-agrego Chris. Volteé a verlo y le saqué la lengua. Me sonrió.- Por lo menos nos tienes a nosotros.
-Si, que bien.-dije. Lo tomaron a mal porque los cuatro me miraron con mala cara.- No lo mal interpreten.
-Okey, como digas.
Decidí dejar de lado el hecho de que Justin, mi novio, se olvidara de mi cumple años, pero esta no iba a perdonársela, o por lo menos no tan fácil como las demás.
Comimos hamburguesas asadas con papas fritas, no se dan una idea de lo rico que fue ese almuerzo. Luego vimos una película y jugamos a varios juegos.
Cerca de las 10 de la noche llegaron mis abuelos con un regalo, el cual abrí con mucha intriga, un cachorro, un hermoso y pequeño perro labrador.
-Aww abuelos, me encanta.-sonreí mientras tomaba el perro con un moño rosado en la cabeza.- Gracias.
-No hay de que pequeña.-dijo mi abuela mientras se sentaba al lado de mi abuelo.
-¿Cómo lo llamaras?-preguntó mi abuelo.
-Mmm… no lo se.-dije pensativa.- Creo que necesitare ayuda para llamarlo.-agregué. Mis padres y mis abuelos me sonrieron.- ¿Mami?-pregunté.
-¿Si hija?
-Estaba pensando en que estaría muy lindo que se quedaran todos a dormir, o sea, me refiero a Cait, Chris y Ryan.- ella asintió.
-Que avisen a sus padres.
-Claro, gracias.
Subí de nuevo a la sala de juegos, esta vez con mi pequeño perro en brazos.
-Aww , que amor.-dijo Caitlin al verlo.- ¿De donde lo sacaste?-preguntó con emoción en sus palabras.
-Me lo obsequiaron mis abuelos.-sonreí y se lo entregué tal como ella pedía con sus brazos.
Once de la noche y Justin no daba señales de vida, ya estaba preocupada y no solo por el hecho de que no se acordara de mi cumple años, si no porque también puede haberle ocurrido algo.
Estaba depresiva mientras jugaba con mi perrito. Tira la pelota, búscala, tráela, pero siendo tan pequeño no iba a aprenderlo tan rápido.
-Vamos, ven aquí.-le dije mientras mordisqueaba la pelota de tenis de mi hermano.- Ven aquí.
-Es un perro, no comprende tus palabras.-dijo Chaz risueño.
-Cállate y concéntrate en los video juegos.-le dije. Me sonrió y siguió con lo que hacía.
Los chicos con los video juegos y Caitlin con mi computadora, yo jugando con mi perro y pensando en un nombre para el.
Sentimos la puerta abrirse, volteé con la esperanza de ver a Justin ahí parado, pero no, eran mis abuelos.
-Ya nos íbamos y veníamos a despedirnos.-dijo mi abuelo. Le sonreí y me levanté del suelo.
-Chau abuelo.-besé su mejilla.- Gracias por venir.-le sonreí. Besé la mejilla de mi abuela.- Chau abuela. Los quiero.-dije antes de que desaparecieran por el pasillo.
-¿Vamos a seguir esperando a Justin?-preguntó mi hermano.
-Ni me lo nombres.-dije con desgano.
-A que no sabes quien me mando una solicitud de amistad en facebook.-dijo Caitlin ignorando el hilo de la conversación anterior. Solo la observé.- Vamos, ponle onda amiga.-me sonrió.- ¿Sabes quien?
-¿Quién Cait?-dije de mala gana.
-Mark.
-¿Qué Mark?-Ryan volteó a verla.
-Mark, el chico que conocimos en Miami.-le dijo con una sonrisa. Ryan la miró mal.- No te pongas celoso, tu eres mi novio.-le dijo tiernamente. Chaz y Chris hicieron ruidos tontos.
-¡Puras cursilerias!-carcajeó Chris. Chaz rió.
-Caitlin, no lo aceptes.-dijo Ryan. Ella lo miró de mala gana.
-No seas tonto Ryan, encima ni siquiera vive en el mismo país que nosotros.-dijo ella como en un “daa”
-Pero pueden hablar por skype.-dijo enojado.
-Pero esto es facebook.-gritó.
-No lo aceptes.
-Ryan, yo hago lo que quiero.
Okey, no tenía ganas de escuchar esa pelea, pero tampoco tenía a donde ir. Puse mis dedos sobre mis oídos, evitando así escuchar los gritos, no me perdí de la conversación porque Caitlin gritaba como una loca y Ryan también.
Mi perro comenzó a morderme el dedo, tal vez tenía hambre. Lo tomé en brazos y bajé a la planta baja.
Mi madre junto a mi padre estaban viendo televisión.
-Mamá.-dije llamando su atención. Me observó.- Tendríamos que comprar alimento para el perro.- ella asintió y se levantó del sillón.
-Iré yo.-me dijo mientras buscaba su cartera.- Creo que el mercado aun esta abierto. ¿Me acompañas?-le preguntó a mi padre.
-Claro.-dijo el levantándose del sillón.- Hija avísale a tu hermano que nos vamos.-dijo agarrando las llaves del auto. Asentí y caminé hasta la cocina. Sentí la puerta principal cerrarse.
-No se que nombre ponerte.-le dije al perrito que me miraba.- Eres tierno, así que debo buscar un nombre tierno, pero no se cual.-me senté en la mesada. El se echó en el suelo mientras me miraba.- Lucy.-dije. Lo miré bien.- No. Michi.-lo miré de nuevo.- Tampoco.
Sentí a alguien entrar a la cocina. Chaz.
-¿Hablas sola?-me preguntó.
-No. Con el perro.-sonreí. Rió.- Justin ya no vendrá.-dije.
-No es por bajarte la autoestima, pero no creo que llegue antes de las 12.-me dijo. Hice una mueca.
-Iré arriba, pero no con los chicos, quiero estar sola. ¿Sabes?-le dije. Asintió.- Cuídame al perrito.-dije antes de salir de la cocina.
Llegué a mi habitación y miré el reloj. Las once treinta, mis esperanzas ya estaban por el suelo.
Dime Justin: ¿Por qué me haces sufrir?- pensé frustrada.
Dos semanas sin verlo y ni siquiera se aparece por mi casa. Este no ha sido uno de mis mejores cumple años, ni siquiera pareció un cumple años.
Vi las bolsas de los regalos sobre mi cama y los tomé. Abrí el de Caitlin, una remera. Abrí el de Chaz, una mini de jean. Abrí el de mis padres, una nota y dinero. Abrí el de Ryan, maquillaje nuevo. Abrí el que había mandado mi tía de España, unas sandalias. Y por último el de Chris, cosas para el pelo.
Guardé todo eso en mi armario y me tiré en la cama. La puerta se abrió.
-Te buscan abajo.-me dijo mi hermano.
-Okey, ya voy.-dije levantándome.
Mi hermano se fue con los chicos y yo comencé a bajar las escaleras. Cuando llegué a la mitad, lo vi a él observando el suelo. Me aclaré la garganta esperando que notara mi presencia.
-Espero que tengas una buena explicación.-dije poniendo mis manos sobre mi cintura.