Trez

By verdelimalimon

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Trez, un joven tímido, se deja llevar por primera vez en mucho tiempo por una noche de pasión, anónima y mara... More

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
capítulo 29
Capítulo 30

Capítulo 5

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By verdelimalimon

Trez estaba muy molesto, se había sentido completamente burlado por Baardsson. ¿A qué estaba jugando?

Había salido del Museo a grandes zancadas, metiendo de cualquier modo sus notas en la mochila. Y cuando había llegado a su casa no estaba ni un poco más calmado.

¿Le había coqueteado? ¿Por segunda vez?

Cuando se presentó ante el grupo Trez creyó que el gesto provocador de su lengua sobre sus labios había sido accidental, más o menos. Pero ahora se había dado cuenta de que no lo había sido para nada.

¿Por qué le decía una cosa y al minuto hacía algo para desestabilizarle?

Trez estaba empezando a cuestionarse la admiración que hasta entonces había sentido hacia él.

Obviamente llevaba tiempo admirándolo como profesional, sus hipótesis, sus estudios sobre la materia eran la base de la historia vikinga actual. Había cambiado incluso el paradigma que hasta entonces se había creído.

También le admiraba como amante, no era que Trez hubiera tenido muchos, era cierto, pero sabía reconocer cuando algo era bueno. Y Baardsson era muy bueno, una frase, una caricia, y su cuerpo ardía.

Sin duda, era un buen amante.

Pero como persona le estaba comenzando a defraudar.

¿Por qué tenía esa suerte tan pésima? ¿Qué había hecho para acabar con tipos que no querían ningún tipo de relación? Era lo que Trez se preguntaba una y otra vez.

Algo que había aprendido en el tiempo en el que estuvo deprimido por la ruptura con Josué fue que él sí quería tener una relación estable.

¿Qué había de malo en estar con alguien en exclusiva?

Izan siempre le respondía lo mismo.

—No hay nada de malo, pero las posibilidades fuera son tantas que siempre sientes que estás perdiéndote algo.

Sin embargo, Trez sentía que el que perdía algo de sí mismo pasando de cama en cama era él, de tío en tío, de relación sexual en relación sexual. ¿Dónde quedaba todo lo demás?

Pero no se engañaba, entendía el punto del sexo. Y él mismo había pensado en la noche con Baardsson como eso. Una experiencia.

¿Por qué demonios el estúpido vikingo tenía que jugar a marearle? Trez no le había pedido nada y él le había tirado a la cara su justificación.

—Capullo—dijo entre dientes.

—¿Disculpa?—Chris, su compañero de piso, le miraba sorprendido.

—Perdona, no era a ti—se disculpó avergonzado.

—¿Otra vez ese tal Josué?—preguntó.

Trez se había ido a vivir con Chris después de su ruptura, había roto con todo lo que le recordaba a Josué y sintió que le venía bien cambiar de aires y de caras.

—Qué va, es otro capullo, les atraigo como la miel a las abejas por lo que se ve.—Chris sonrió comprensivo, era un buen tío, tranquilo y nada invasivo. Ordenado y de los que no montaban fiestas en casa, por lo que su convivencia era muy buena.

—No te merecen.—Le dijo Chris palmeándole el hombro. Una cosa que le causaba mucha gracia de Chris era lo ortopédico que podía llegar a ser cuando se refería a cualquier contacto físico.

Trez nunca lo achacó a algún tipo de homofobia, habían sido muy claros cuando se conocieron, y él creía que tenía que ver más con su incapacidad para el contacto humano.

—Voy a hacer algo de cena, ¿quieres?—Chris no era muy bueno con el contacto físico, pero la cocina se le daba de muerte y siempre que Trez se veía decaído sacaba toda su imaginación elaborando algo extravagante pero delicioso.

—Por favor.—Suplicó muerto de hambre.

Trez dejó sus cosas en su habitación, más tarde revisaría y corregiría todas sus notas. No iba a dejar que el "capullo" arruinara su pasión, esta siempre había sido lo más importante.

Lo malo era que en aquellas cuatro paredes le recordaba perfectamente, en su cama, llenándolo todo, llenándole a él.

Trez tuvo que agarrarse de la silla, porque solo su recuerdo le hacía perder pie, antes lo hacía como un bonito recuerdo excitante. Ahora su recuerdo se había hecho de carne otra vez, y era demasiado fuerte. Su boca en aquel gesto en el Museo le recordaba tanto al que usó cuando le pidió que se acariciara para él.

Trez bufó, reprimiéndose a sí mismo.

"Basta, se acabaron los capullos". Se gritó mentalmente. Al día siguiente sería educado, era el director de su investigación pero no iba a caer en jueguecitos y estupideces.

o0o

Sten estaba preparando la cena de Sigrid, mientras ella coloreaba sobre la barra de la cocina.

La cotidianidad de la vida con su hija era algo que lee otorgaba mucha paz. Su trabajo siempre había sido pura pasión, una que podía llegar a absorberle por completo. Y la pequeña, a pesar del caos que podía llegar a generar le estabilizaba. Siendo padre y madre no podía permitirse fallarle.

—Mira, papi.—Sigrid alzó su dibujo y no pudo evitar suspirar.

Natalia se había largado evadiendo responsabilidades, pero tenía la decencia de pasarse de vez en cuando a ver a la niña. Siempre que pasara por la ciudad por algún otro motivos, claro, a Sten no podía engañarle.

Pero jamás le hablaba mal de ella, era su madre, su cabello negro y aquel modo de mover su naricilla se lo recordaban a diario.

El dibujo les mostraba a los tres juntos. Hacía tiempo que la pequeña no los había dibujado así.

—Es muy bonito, cielo.—No era que la niña tuviera una gran pericia dibujando pero él no quería hablar más del dibujo.

—¿Por qué mamá no vive con nosotros?—Sigrid había vuelto a sus ceras de colores, pero la pregunta no era algo pasajero.

—Ya te lo he dicho, mamá viaja mucho y tiene que trabajar por todo el mundo. No puede estar siempre en la ciudad. Pero ella te quiere mucho.

—Kristen dice que mamá es mala, que es una bruja sin corazón.—Sten ya sabía que detrás de ese dibujo había mucho más. Siempre lo había.

—Kristen no conoce a tu mamá, así que no sabe como es ella. No debes hacerle caso.

—Pero las mamás de los demás siempre van a por ellos, viven en sus casas y no viajan por el mundo. Ellos tienen una familia.

Sten dejó los trozos de pavo que estaba cortando.

—Nosotros somos una familia, no todas tienen que ser iguales, lo hemos hablado muchas veces, Sigrid.

Ella miraba cabizbaja su dibujo.

Siempre que Natalia se iba pasaba algo similar, un par de días con la niña no la hacían una madre. Pero él no podía negarle verla. No sería justo para ninguna de las dos.

La realidad era la que era y Sigrid, por mucho que a Sten le pesase iba a tener que lidiar con ella.

Abrazó a su hija, tan pequeña entre sus brazos, le rompía el corazón.

—Tú tienes una familia genial, me tienes a mí, tienes a mamá que siempre piensa en ti, tienes a los abuelos que te quieren mucho.—Ella asentía contra su hombro—Y tienes al tío Samuel, que está loco pero le queremos igual, ¿verdad?

La niña se reía un poquito, siempre venía bien sacar a Samuel porque le adoraba y podían burlarse juntos de él a placer.

—¿Te acuerdas cuando vino vestido de reno y el disfraz le quedaba tan pequeño?—le recordó Sten.

Una risita más llena vibraba contra su ancho hombro.

—Se sentó y se le rompió dejándole el culo al aire—continuó.

No pudieron evitar reírse los dos, la verdad era que su amigo era único para sacarlos de los momentos más tristes con sus ocurrencias. Él había sido la persona, junto a sus padres, que más le habían ayudado cuando Natalia se marchó.

—Le diré que has hablado de eso, no le gusta que lo recordemos—dijo la niña defendiendo a su tío preferido.

Sten aún sonriendo vuelve a la cena que había dejado a medias, sabía que no habían solucionado lo que provocaba Natalia cuando aparecía, pero al menos por ese día parecía que lo había dejado de lado y Sigrid siguió dibujando otras cosas.

Cuando la niña se había quedado dormida un par de horas después, Sten intentaba revisar la memoria de la última excavación. Pero no era solo por el tedio que ello le provocaba, era la imagen de Trez en su cama, ¿estaría ahora en ella? Recordaba cómo se retorcía bajo su cuerpo mientras se metía profundamente dentro él.

La imagen de ese chico de mantequilla y la del joven del museo se solapaban en su mente, y debía reconocer que ambas le gustaban demasiado.

Para prueba de ello la erección que estaba formándose dentro de su pantalón y que acariciaba sin disimulo ya.

No es que antes Sten no hubiera deseado a alguien más de una vez, claro que había pasado, pero ninguno estaba a diario en su proyecto.

Eso iba a convertirse en todo un reto.

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