Regina observaba por la ventana de su oficina, aquella era una tarde magnifica, sus pequeños traviesos al fin se habían quedado dormidos, le encantaba tenerlos con ella, por eso había acomodado un pequeño espacio para que ellos estuvieran cómodos cuando los llevaba al trabajo, estaba tomando un pequeño descansó, bebía una muy merecida tasa de café, pero debía seguir trabajando en el papeleo, a veces le parecía mentira la vida que ahora tenía, pero no debía pellizcarse para saber que era real
Cuando Henry se quedaba con ella salía más temprano para recogerlo en la escuela y luego todos dirigirse a la casa, esa semana se estaba quedando con Emma, así que saldría a la hora normal de su trabajo, había intercambiado algunos mensajes con su esposo, a veces extrañaba su vida en California, pero estaba contenta de estar en Storybrooke, unos toques en la puerta la hicieron salir de su concentración, pronunció un adelante
Su esposo estaba ahí
Al verlo una sonrisa se formó automáticamente en su rostro
Él se acerco hasta su escritorio, amaba verla en su trabajo, lucia tan sexy, portaba ese aire de alcaldesa que imponía respetó y admiración
La beso con pasión
—No me dijiste que vendrías—dijo ella
—Quería darte una sorpresa— respondió con inocencia
Se acerco a sus pequeños, ellos al verlo se emocionaron mucho y extendían sus manitas para que su padre los cargará
—Solo firmó esto y nos vamos— dijo la morena
Thomas solo asintió y comenzó a recoger las cosas de sus hijos
Regina guardo sus archivos y tomó a Aledis mientras su esposo tomaba el bolso y cargaba a Milos, la familia abandonó el ayuntamiento y se dirigieron a su auto, luego de asegurar a sus hijos en sus sillas de bebé, la pareja subió al auto y partieron rumbo a su casa
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Casa Campbell – Mills
—¿Puedes cuidar a los niños mientras yo preparo la cena?— sugirió Regina
—Claro— aseguró— Nosotros debemos de seguir viendo a Bob el constructor, anoche no terminamos de ver el capítulo
—Yo si lo vi— respondió mientras reía— ¿Te gustaría que te cuente lo que ocurre?— comentó con malicia
—¡No te atrevas!— hablo rápidamente Thomas
Regina abandonó el living y fue a la cocina, seguía riéndose, así era su vida ahora, su programación de televisión había cambiado a programas infantiles y lo más gracioso de todo, era que comenzaban a gustarle aquellas caricaturas, a veces miraba algunos capítulos más solo para poder molestar a Thomas contándole lo que ocurría
Extrañaba a Henry, pero entendía que el debía pasar tiempo con Emma y su familia, quería preparar algo ligero ya que la cena solo seria para ellos dos, sus bebes comerían papilla de manzana y ella ya la tenía lista.
—¿Necesitas ayuda?—preguntó Thomas al ingresar en la cocina
—No te preocupes, tengo todo bajo control — admitió pero de repente se le resbalo un plato que enjuagaba y aunque no se rompió cayó al agua y logró empaparla
Thomas soltó una risita, pero ella le dio una mirada asesina y eso logró que él dejará de reír
Se acercó a ella
—Había olvidado cuanto habían crecido— susurró mientras miraba sus pechos
La camisa de Regina había resultado mojada gracias al incidente del plato y ahora se transparentaba dejando una muy buena vista de sus pechos, estos ciertamente habían crecido gracias a que amamantaba a sus hijos
Thomas beso su cuello, sus manos inquietas recorrían su cuerpo y ella estaba estática, a merced de lo que él quisiera hacerle, sentía como la temperatura se iba elevando
—Debemos parar— pronunció con dificultad
—Mmm— fue todo lo que él logró decir
—Los niños— explicó Regina
—Cuando ellos estén dormidos, retomaremos esto preciosa—aseguró guiñándole un ojo antes de regresar con sus hijos
Ella se tomó un momento para respirar y calmarse y luego terminó de preparar la cena
Los cuatro estaban en la mesa, los bebés en sus sillitas especiales disfrutando de su papilla, cuando terminaron limpiaron todo y vieron un poco más de televisión, cuando la hora del baño llegó los pequeños estaban emocionados, les agradaba mucho el agua y jugar con las burbujas, ambos padres disfrutaban este tiempo con sus hijos, ya estaban sincronizados respecto a lo que debían hacer y luego de bañarlos cada quien tomaba a uno y les ponía el pijama, luego les daban su biberón y les contaban alguna historia o cantaban alguna canción, los niños poco a poco se dejaban vencer por el sueño y sus padres los recostaban en su respectiva cuna.
Salieron de la habitación
—Ahora ¿Dónde nos quedamos?— comentó él coqueto
Ella los teletrasporto a su bodega
—¿Qué hacemos aquí?— preguntó curioso
Ella no dijo nada, solo caminaba por ahí, Thomas comenzó a observar el lugar, nunca había estado tanto tiempo ahí así que aprovechó para poder explorar un poco
—El otro día estabas viendo el libro de Henry— comentó ella
Thomas se sonrojo
—Así que pensé que podíamos hacer las cosas un poco más interesantes— murmuró picaramente
Con magia cambio su atuendo, ahora lucia uno de sus trajes de Reina Malvada, un traje negro entallado con un escote amplio que se acentuaba a cada parte de su perfecto cuerpo
Thomas la miraba embelesado, parecía que había olvidado cómo hablar y la baba estaba por caerse de su boca
—Impresionante— fue todo lo que pudo decir
Ella dio una vuelta y luego se acerco a él de manera sigilosa, como un cazador tras su presa, con magia cambio las ropas de su esposo
Ahora Thomas lucía un traje azul marino, con bordados y detalles elaborados en color dorado, el estilo era muy de época
—Vamos enserio— dijo al verse en el espejo
Regina uso su magia una vez más para poner algo de música
La melodía comenzó a inundar todo el lugar, ambos bailaban al compás de la música, Thomas sabía cómo dirigirla, estaban bastante pegados, podían sentir los latidos del corazón del otro, comenzaron a besarse, no había prisa, ese momento era para ellos, querían amarse profundamente, sus lenguas exploraban sus bocas y las manos no se quedaban quietas, sus respiraciones comenzaban a estar más agitadas, Regina los llevó hasta su habitación, él comenzó a buscar el broche de su vestido, se veía perfecta en esa vestimenta pero necesitaba estar dentro de ella, sentir su piel, el vestido comenzó a caer poco a poco y él besaba cada parte de la piel expuesta de su amada, ella no se quedó atrás y también le quitó la ropa a él, pasaba sus manos por su pecho, Thomas la depósito con suavidad en la cama, no dejaba de besarla, era un hombre demasiado afortunado, besaba su cuello y clavícula, sus manos estaban estimulando su entrada, ambos deseaban más, lo necesitaban con urgencia, Thomas comenzó a penetrar a Regina, ambos estaban sudados y sintiendo que estaban a punto de explotar de deseó, estaban a punto de llegar al tan anhelado clímax, cuando sucedió, ninguno de los dos se reprimió y soltaron un gritó ahogado, afortunadamente la habitación estaba insonorizada
Agotados, pero bastante satisfechos habían terminado, Regina se acomodó entre su pecho y ambos se quedaron dormidos.
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