Sumisa de cinco dragones

By Saraygildiaz

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Cuando eres una supermodelo engreída, prepotente y te crees superior a todo lo que te rodea. Pero decides sub... More

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By Saraygildiaz

Hoy me he dado cuenta de algo terrible, los capítulos anteriores son del borrador de la historia, por eso está tan revuelto todo. Lo siento, espero poder modificar un día todo. Pero por el momento sigamos, espero disfrutes, en el mundo los cambiantes, vampiros, seres mitológicos, alienígenas....ansían tenerte y criar hermosos cachorros, no los dejes escapar, sí es que ellos te lo permiten:

La dejamos unos instantes, ¿Por qué no lo supimos?, los humanos ya estaban en la maldita casa cuando bajamos a la cocina, no escuchamos el repiqueteo del bastón en el suelo de arriba.

- Quietos.

Varios hombres preparados con ropa ignífuga nos apuntan con armas pesadas, ¿Alguna vez tuviste ese miedo por que ibas a tener un accidente, te iban a pegar los niños que te hacían bullying en el colegio o simplemente habías cometido una fechoría y te habían descubierto?, pues imagínate eso multiplicado por diez. El ruido de un arma disparándose arriba nos alerta, pero la de los humanos ante nosotros cargándose nos detiene, no tardamos en escuchar pasos bajando las escaleras, vemos a Víctor Capat llegar caminando lentamente, seguido por un enorme cambiante de piel morena con una máscara delante de su boca, cubre su nariz también, nos mira unos instantes, sus ojos blanquecinos resplandecen, pero rápidamente aparta su mirada, l…..ll…..lle…..lleva a Enma en sus brazos, su cabeza cae hacia atrás, sus brazos, su pecho sube y baja muy lentamente, está desnuda, tal y como la dejamos.

- No te la lleves.

Dai mueve sus pies hacia ella, su cuerpo, pero lo detienen, un maldito dardo se clava en su pecho, cae de rodillas al suelo, rompiendo a llorar.

- ¡Cambiante!, no dejes que te engañe, estás haciendo daño a varios de los nuestros.

El cambiante que lleva a Enma en sus brazos apenas le presta atención.

- Espero no tener que hacerle daño.

El cambiante la apretó contra su cuerpo, haciendo que los labios de Enma se movieran y soltara un quejido por la garganta.

- Cortarle algún miembro de su cuerpo, saldré por la maldita puerta de éste lugar sin ningún impedimento o ella lo pagará.

Hablan por un walkie que acercan a mi puta cara y tras yo no hacer nada me golpea el humano que lo porta con todo el frontal de éste en la cara, lo pega a mi oído.

- ¿Qué hacemos Eiji?

Las voces de varios guardias de la seguridad de las puertas me hacen gruñir.

- ¿Cómo has entrado aquí Capat?

Él se encoge de hombros, siguiendo su ritmo lento, el bastón golpea el maldito mármol de mis suelos como si el ruido fuera el del mismísimo demonio con el que me tomo copas junto a sus hermanos.

- Sé demasiado de vosotros, no se me escapa nada, os tengo a todos los cambiantes controlados.

Apretó sus labios, pero rompió a reír, el ruido del golpe seco de Dai contra el suelo hizo que Capat riera con más fuerza.

- Tuve dragones un tiempo, el ADN en el cuerpo de algunos humanos enfermos los curaba incluso del cáncer, ¿Sabéis lo que consigo con eso?

Los ojos le resplandecieron mientras le abría la puerta otro cambiante, ambos, tanto el que llevaba a Enma como el otro llevaban collares gruesos en el cuello, en las escaleras del porche había un grupo de cambiantes más, unos quince con la mirada fija en Capat.

- ¿Qué les has hecho Capat?, ¡Sois cambiantes!, somos de los vuestros.

Capat bajó las escaleras, ellos los seguían, el cambiante que llevaba a Enma iba a su lado, siguiendo su ritmo. Capat entró primero y ellos vieron por última vez el movimiento del cuerpo de Enma, su melena suelta deslizándose con los movimientos del cambiante. Me deslizo hasta el suelo, pongo mis manos en la superficie fría y niego cuando nos quedamos solos.

- Les estamos siguiendo Eiji, no les perderemos de vista.

¿Vista?, la mía se nubla ante las palabras del cambiante, hemos perdido a lo único por lo que un cambiante vive, su familia, no se movió de su posición mientras escuchaba a los cambiantes que seguían el vehículo por la ciudad, los minutos parecían horas, llegaron al aeropuerto.

- El vehículo se ha detenido delante de un jet privado.

Pasó tiempo, el coche permanecía arrancado, el jet tenía la compuerta abierta y la escalera bajada, los cambiantes se preparaban para proceder a detenerlos.

- Intentar no matar a los cambiantes que van con Víctor, recuperar a la humana.

El olor del vehículo era fuerte.

- Está saliendo humo, procedemos a la fase de recuperación.

Ruido, solamente el de las puertas del gran vehículo abriéndose.

- Aquí nada más que ahí ropa, maldita sea, ¡Correr!

El ruido de una explosión se escuchó por el altavoz del teléfono con el que mantenían contacto con el grupo de cambiantes , aquel vehículo iba conducido por un maldito robot con una cámara en la gorra.

- Que nadie se mueva de Japón sin que nosotros lo sepamos, quiero saber cómo ha podido llegar a mi casa.

¿Creéis que me encerré a llorar?, me levanté, caminé dentro de la casa hasta mi dormitorio y me puse un maldito vaquero, una camiseta y unas tenis, mi teléfono móvil no paraba de sonar, mis hermanos y yo seguimos el camino que hizo el vehículo, ya no había ningún ápice de olor en el ambiente, un tono un poco ligero en un túnel que nos hizo detenernos, lo habían pasado, nosotros entramos, lo recorrimos y nos dimos cuenta de que habían tomado una salida a pie. Recorrí cada tramo, ¿Quieres que te diga que no la busqué? Maldito humano, te haría feliz saber que soy un maldito insensible animal de más de cinco metros.

- Eiji, deberíais tomaros una ducha.

Tengo mis ojos fijos en la pantalla detrás de mi mesa del despacho desde hace tres días, apenas me muevo para orinar, ni siquiera bebo para no tener que hacerlo y no hablemos de alimentarme, las insistencias del cambiante me hacen gruñir.

- ¡Que te marches!

Han pasado casi cuatro meses desde que me la arrebataron de mi casa, el ruido del trabajo que están haciendo en la casa me hace resoplar. Estoy convirtiendo mi mansión en un maldito bunker, ¿Cómo puede un ser malditamente humano ser así? Ese humano lleva años jodiéndonos a los cambiantes, se oculta en su maldito país donde parece que es intocable, ¿Nosotros? La gran mayoría tenemos prohibida la entrada en varios países como España, Marruecos, Colombia, Brasil, México, Argentina. Pero no todos nosotros, mis hermanos y yo, los Damikovich, varios de los hermanos Asad y un largo etcétera, existen cientos de cambiantes que interesan demasiado económicamente a éste frío mundo. Me muevo fuera de las cámaras, mi corazón me dice que Enma no está en Japón desde el mismo día que se la llevaron. Me ducho, apesto, mis malditas barbas de dos meses son tan espesas y largas que tengo que utilizar unas tijeras para poder afeitarme, me observo en el espejo y niego, tengo unas ojeras horrorosas, mi piel está ligeramente pálida. Mi teléfono privado suena cuando salgo de la ducha, el dormitorio principal tiene una cama que se cierra de manera hermética, me ha costado un millón de dólares, mi corazón se retuerce mientras pienso en que Enma no está allí tumbada, mirándome con una sonrisa cómplice de felicidad. No puedo hablarte del amor que le tengo, de cómo es o no, ahora no puedo tenerla cada día, cada noche, pero ella siempre parece estar conmigo, jamás la amaré menos, parece un maldito secreto que no puedo contar, porque tengo miedo de que los humanos le hagan daño. Las palabras de los cambiantes que me enseñaron a ser quien soy me recorren la mente, ellos me prepararon para esto, para llenar de felicidad a mi compañera, es por lo único por lo que vivimos los cambiantes, muchos de mis maestros decían que se nos daba un tiempo antes de encontrarlas para aprender a complacerlas, algo en nosotros provoca adicción, sabes lo que es, yo también lo sé, no solamente segregamos afrodisíacos por nuestro semen, el contacto de la saliva y de nuestros mordiscos son como el maldito caballo para un drogadicto. Lo malo es que antes de que ellas aparezcan debemos aprender a controlar a nuestros dragones en nuestro caso, no fue divertido la primera vez que la señora C una experimentada cambiante a varias razas tuviera encima a un cambiante que mutaba mientras la montaba, era una cambiante experimentada que nos transformaba a los cambiantes ineptos en cambiantes seguros, decididos, poderosos, dominantes y controladores. Algunos cambiantes se habían negado a participar en las preparaciones sexuales, otros aceptaban a regañadientes y los que más habían sufrido por los humanos, subo mis ojos hacia el trabajo que están haciendo los cambiantes ante mis ojos, ¿Un momento? No son cambiantes, son licántropos, tuerzo mis ojos  hacia el hermano mayor de todos quien cojones llamarías beta, humano.

-Eiji, siento mucho vuestra pérdida.

Sus hermanos se tuercen desde donde están trabajando, simplemente me dan un vistazo y continúan su trabajo.

- Velkan, siempre es un placer tener a los nuestros haciendo poco a poco el trabajo que los humanos tenían que hacer antes.

Él tiene canas a los lados de su cabello marrón oscuro, son pocas, pero están ahí, los licántropos nunca han sido aceptados en el mundo de los cambiantes al igual que varias razas más, pero Velkan y sus hermanos se han ganado a pulso un sitio en nuestro jodido mundo. Lleva un maldito pantalón de trabajo y zapatos especiales, pero no lleva camiseta alguna, por lo que puedo ver sus tatuajes intrincados por su piel, los licántropos han sufrido mucho, apenas quedarán un grupo de doscientos por el continente europeo y al mezclarse con humanos sus hijos no parecen ser licántropos, más bien cambiantes.

- ¿Cómo está vuestro cachorro?

Uno de sus hermanos tuvo un romance con una humana, que resultó ser una mujer que solamente quería asegurarse de tener una pensión de por vida por el hijo que consiguió engendrar.

- Vendrá a casa un tiempo, hasta que consiga ahorrar para comprarse algo con su chica.

Los seis hermanos no habían vuelto a tener a nadie, ni siquiera mostraban interés por ello.

- Esperamos que empiece en las construcciones de viviendas del norte de Suiza con nosotros.

Su hijo se había vuelto un maldito yonki, borracho y fumeta que prefería vivir tumbado, pero desde que tenía pareja parecía haberse reformado. Por lo menos no es un puto licántropo, fuera puedo escuchar al grupo de orcos que vigila a los hermanos, cada veinticuatro días se vuelven unas malditas bestias peludas, mierda, pero trabajan de puta madre, paso junto a él y finalmente cojo la llamada que no para de zumbar en mi pantalón.

- Hola Eiji.

Un ruido desgarrador sale de mi pecho mientras me dejo caer en un asiento cercano, el ruido en la habitación cesa. Lágrimas espesas se filtran por mis ojos, Capat disfruta de esto, disfruta llamándome cada vez que quiere, ¿Cómo se hace de mi número?, todos los malditos cambiantes estamos en el punto de mira.

- Enma.

Apenas consigo decir su nombre en un quejido atronador, me tumbo de lado en el asiento, parece que esté a mi lado, si cierro los ojos ella parece real a mi lado, como si nada hubiera pasado, pero es mentira, el ruido tras la línea, el agua goteando, está en un maldito agujero a saber dónde, hemos ido a varios países pensando que estaba allí, pero solamente hemos conseguido unos cientos de olvidados, ella intenta susurrarme algo, pero apenas siento un susurro la golpean.

- Felicidades mis bestias.

Mis hermanos están delante de mí y lo escuchan, contienen sus gruñidos furiosos.

- Vamos a tener bebés muy pronto, si siguen con vida, ya empezamos hoy a sacarles muestras.

Crueldad, ¿Habéis escuchado alguna vez la voz de un psicópata?, imaginaros la de Capat como la del peor villano del mundo, hemos intentado localizar la llamada. Nos están escuchando más cambiantes, tengo el teléfono pinchado, escucho a Enma tratando de decir algo, debieron golpearla en la cara, porque apenas puede formar un murmullo entre algo que será su sangre cayendo por sus labios.

- Debéis calmarla, ella sufre las consecuencias de ser tan lanzada.

El ruido de cadenas es atroz, Enma comienza a soltar quejidos y no tardan en ser chillidos, Víctor gruñe algo en la línea y ella se queda en silencio.

- Si se mueve podríamos pinchar a los bebés mal y quedarían paralíticos o muertos.

No la anestesian, sufre, chilla que le duele y la llamada es cortada, llevo ambas manos delante de mi cara y rompo a llorar en agonía, las llamadas siguen sucediendo. Cuento otros cuatro meses antes de derrumbarme definitivamente y embarcarme en un avión rumbo a Dubai, una tierra solamente de cambiantes, en la que solamente unas humanas viven entre ellos, llegamos hasta la casa de los hermanos Asad, ven la televisión cuatro de ellos con cinco cachorros entre sus brazos, están en el suelo, sobre unas alfombras con cojines, paso de largo con mis hermanos limpiándome el sudor de la frente, la enorme mansión se mantiene fresca por los conductos de aire acondicionado, es una mansión impresionante moderna, en los cuadros de los conductos de aire cabría un colchón de matrimonio, es normal que las construcciones aquí se basen en lo más importante, mantener una temperatura agradable, fuera de la casa hacen como cincuenta grados, todas las paredes cercanas al despacho y al salón principal son de un cristal grueso del tamaño de una de mis piernas, dentro hay peces, miles de ellos, una luz azul oscura lo ilumina y prácticamente toda la casa, entro en el despacho, viendo a una humana de frente a nosotros, mantiene su rostro torcido a un lado, mirando con los ojos entre cerrados a los peces nadando. Abdel Asad tiene una de sus enormes manos marcadas por las venas enterrada en la camiseta que lleva ella, acaricia su vientre sin parar mientras habla por un teléfono que sujeta con su otra mano. Habla tan bajo que apenas parece que lo esté haciendo, la mujer tuerce sus ojos y nos mira unos instantes antes de volver su vista al acuario, en su cuello resplandece un collar de diamantes con los nombres de los hermanos, él se tuerce unos instantes mirándola y es entonces cuando se percata de nosotros, dice algo más y corta la línea mientras se incorpora sacando su mano del vientre de ella, la señala unos instantes con un dedo, ella devuelve su mirada hacia donde estaba y asiente. Abdel no muestra ni un ápice de algún estar en su rostro, se mantiene serio, sus ojos dorados menos todavía y yo sollozo, de rodillas me precipito contra el suelo, dejando caer también mis manos, apoyando la frente en el suelo.

- Abdel Asad, ayúdame.

El nombrado llevaba una chilaba negra, su hermosa mujer de cabello rojizo se incorpora preocupada de su asiento, pero Abdel levanta su brazo, haciéndole una señal con la mano de que todo está bien, él se deja caer de rodillas junto a mí, intentando reconfortarme, pero yo no puedo detener mis lágrimas.

- Hacemos todo lo que podemos Eiji, tengo a todo el que pueda ayudarnos recorriendo cada maldito lugar en el que creemos que pudiera estar.

Asiento, pero no quiero, mis ojos arden.

- ¿Crees que todavía recuerdas su esencia? En Francia creen que hay un maldito laboratorio en las catacumbas, igual está allí, deberías ir, podrías recoger su esencia si ella estuvo allí.

Abdel me ayuda a levantarme, me siento demasiado cansado. No dormiré allí, por más que él me insiste en el largo viaje que hemos tomado y en el que nos espera hasta Paris, tengo que encogerme de hombros y romper a llorar de nuevo en el avión, poniéndome de lado en el maldito asiento de primera clase, cierro los ojos e inhalo con fuerza, todavía puedo sentir su aroma y si me concentro puedo mantener mis ojos apretados ella está aquí mismo, junto a mí, acurrucada, puedo sentirla con mis brazos, los arrastro alrededor de ella y la atraigo más hacia mí.

- Estoy aquí.

Muevo mí maldita cabeza cómo un loco.

- S…..S.S.S……sí.

Me siento lleno en mi imaginación, es lo único que necesito, a ella conmigo, muevo mis dedos por su vientre y la escucho interrumpiendo el silencio que me rodea.

- Me embarazasteis.

Asiento, lo sé pequeña.

- Sé que tendrán vuestros ojos.

Mis labios pasan por su piel, justo detrás de su cuello.

- Ellos saldrán idénticos a vosotros, los genes cambiantes son más fuertes cuando el bebé nace en un vientre humano.

Sus labios besan mi mandíbula ahora peluda y se aprieta contra mi cuerpo, reconfortándose.

- Jamás dejaré de amaros, me habéis cambiado, me habéis ayudado a cambiar.

Intento clavar mis dedos en sus caderas para pegarla contra mi maldita polla, pero me sobresalto y me siento en el habitáculo privado, las luces de alrededor me dejan ver las sombras de mis hermanos, llevo mis manos hasta mi cara y niego secando mis lágrimas. Todavía estoy duro, me duele demasiado, daría todo lo que tengo por volver hacia atrás en el tiempo y poder tenerla.
Aterrizamos en París, ¿Te cuento cada escalón que pisé de las putas escaleras del avión, cada piedra que vi, cada grieta en el suelo y cómo estaba la moqueta del puto coche en el que me subí? ¿O vamos a lo hecho y llegamos al puto estadio? Los humanos se agolpan en el estadio, chillan al ver la puta limusina pensando que algún maldito famoso va en ella, ¿Famoso?, los humanos se mearían o cagarían encima si supieran que casi todos los deportistas de élite son cambiantes, que sin nosotros sus equipos favoritos no ganarían la copa que tanto ansían, la carrera por la que su país ganó esa medalla y los actores de cine, modelos, famosos bailarines o cantantes. Los humanos nos necesitan, los pasillos del estadio están cubiertos de seguridad y personal, queda una hora para que empiece el partido, delante de nosotros cinco futbolistas salen por un pasillo, llegando delante de las cámaras, sonriendo, licántropos, en su mayoría están por Suiza, pero se les permite el paso a ciertos países a los que son deportistas, se mueven ágilmente antes de ser fotografiados, sonríen, las puntas de sus colmillos afilados.

- Me alegra que estéis aquí.

Tuerzo mi cuerpo, detrás de mí un ser oscuro me sonríe, pero no es una sonrisa sincera, es una sonrisa diabólica, vestido de negro y junto a sus hermanos.

- Dimitri.

Aprieta mi mano haciendo fuerza, estoy tan mal que incluso me duele su apretón.

- Venir con nosotros.

Vamos a un palco Vip, no necesito permiso para coger de la nevera una maldita botella de whisky, me vuelvo, Dimitri me observa ceñudo.

-Scarlet nos fue arrebatada en Rumanía.

Suspira amargosamente.

- Les suplicó a los hombres de Capat que la dejaran en libertad, no entiendo como podéis llegar a sentir nada por simples humanos, ellos no tienen corazón.

Sus ojos se tiñen de rojo sangre antes de mirarme, cómo sí él tuviera uno que jodidamente pudiera latir.

- Nos mandó una humana fotografías de la hembra humana de los minotauros, pero días después en la celda habían entrado a vuestra hembra, Scarlet está con ellas, le escribió a la doctora mi teléfono en una nota, ella me mandó el mansaje con una línea de prepago, el teléfono que utilizó apareció en una papelera cercana al parque de Versalles.

Mierda.

- Scarlet está siendo alimentada con bolsas, pero dudo que una vez las hembras humanas den a luz la dejen alimentarse.

Mis manos tiemblan cuando asiento, lo observo llevarse las manos a las caderas, mira hacia el campo, viendo a los futbolistas salir a calentar.

- Los cambiantes sois estúpidos.

Sus putos ojos se vuelven completamente negros en dos pestañeos y puntitos blancos resplandecen en ellos, joder, si no fuera por la maldita membrana nictitante que se desliza por sus putos ojos antes de hacer eso sería una puta pasada.

- Te enamorarás hijo de puta y yo estaré allí para reírme de ti en tu puta cara.

Hiro soltó un resoplido levantando la cabeza de la barra del bar.

- Éstos seres carecen de sentimientos, sólo viven por el sexo y la sangre Eiji, se follarían a una maldita serpiente si le sujetaran la cabeza.

Uno de sus hermanos se incorporó junto a otros dos de ellos, con Dimitri eran nueve.

- La mezcla de los Dkann con los vampiros creó a éstos híbridos, juntando lo peor de las dos razas.

Dimitri apretó sus manos, haciendo crujir sus dedos, sus ojos brillaban más y más en las sombras de aquel lugar, torció sus ojos al ver a un lacayo llegando con unas bandejas, poniéndolas en la mesa.

- ¿Por qué no nos dejan en paz?, nunca matamos, no bebemos más de lo que debemos, no, no siento amor, no tengo miedo, ni tan siquiera siento placer, el dolor jamás me ha golpeado.

Sangre se deslizaba desde sus manos al suelo.

- Estoy vacío, no tengo ni siquiera pulso.

Dimitri desapareció de la nada y apareció tras el hombre, haciéndolo gemir su nombre.

- Todo el mundo me tiene miedo.

Arrastró una de sus manos por el cuello del hombre y tiró de su pelo, mostrando una marca, un símbolo.

- Todo el mundo quiere tener mi vida y me entregan las suyas sin esperar nada a cambio, solamente complacerme.

Hikaru se apoya de costado en la cristalera, ignorándonos y sonríe unos instantes antes de que los gritos llenen el estadio.

- ¿Qué sería de éste mundo sin nosotros?

Las pantallas reflejaban el gol que había marcado un cambiante mediante una falta, había destrozado la red de la portería. Esperamos a que el partido terminase, los cinco futbolistas se unieron a nosotros y nos movimos por el estadio desierto, llegamos a una profunda escalinata y nos adentramos en las catacumbas de París, allí hay más cambiantes, ante nuestros ojos aparecen minotauros, más seres como Dimitri.

-Yurk.

Éste me da las gracias por acudir, más de veinte cambiantes armados delante de nosotros están derribando un muro.
La construcción del estadio nos llevó a tener que tapiar algunas zonas de las catacumbas, llevan todo el partido trabajando, ¿Por qué?, ¿De verdad necesito explicártelo?, ruido, no queremos que nadie se entere de lo que estamos haciendo, ni detrás ni delante., cuando por fin cae la pared vemos algo que nos deja estupefactos, no hay nada allí, catacumbas y más catacumbas.

- Dijeron que estaba aquí.

Tuerzo mis ojos hacia un hermano de Dimitri, viéndolo coger un pedazo de papel de uno de los bolsillos de su maldito traje, se inclina en el suelo y comienza a desplegarlo, el dibujo de las catacumbas del estadio y una marca sobre éste.

- Ese mapa no es de éste estadio.

Digo las palabras inclinándome lentamente.

- Las medidas no son las mismas.

Señalo de un lado a otro la distancia que tenemos.

- Aquí hay más espacio que lo que marca el mapa.

Dimitri abre sus ojos sorprendido.

- Es el Jean Bourin, está justo aquí al lado. 

La mierda nos golpea como un maldito tren de alta velocidad.

- Tengo que mover hilos, ese estadio llevo demasiado tiempo intentando comprarlo, cuando me hice dueño de éste equipo con mis hermanos le prometí al viejo dueño que lo conseguiría.

Dimitri nos niega bajando su mirada.

- Incluso Scarlet trató de joder con el dueño, es un maldito viejo de ochenta años que está casado con una mujer de treinta y cinco.

Enreda en su bolsillo y saca un teléfono móvil plateado, busca algo y finalmente nos mira antes de acercarse a mí, rodearme con sus putos brazos y hacerme flotar. Siento que me levanto en el aire a toda velocidad, con tanta fuerza que me quedo prácticamente sin aliento y de la nada parece que bajamos más deprisa aún, rujo con todas mis fuerzas apretando los ojos y cuando todo se calma parpadeo sintiendo que pierdo el equilibrio. Observo a mi alrededor, estamos bajo unos árboles que nos dan oscuridad, la luz de las farolas no llega bien aquí. Me hace seguirlo, rodeamos la casa desde fuera. Cuando llegamos a la entrada principal de la casa nos percatamos de algo, las puertas de hierro están abiertas de par en par, más de quince vehículos están aparcados delante de la enorme casa. Dimitri me observa unos instantes y se encoge de hombros al ver un coche fúnebre, vemos a un hombre en un riguroso traje negro acercarse a nosotros, permanece serio mientras mueve unos papeles en sus manos.

- Tengan buena noche señores, ¿Vienen al funeral del señor Depardieu?

Junto a mí Dimitri asiente.

- Soy Dimitri SÄgerbrecht.

Le comenta que es el dueño del equipo de la capital, pero el hombre por más que mueve los papeles buscando niega, su bigote se agita cuando frunce los labios.

- Claude, permítales pasar, son amigos de la casa.

Ambos observamos a Malik, un cambiante albino a león que se acerca sigilosamente al hombre haciéndolo saltar asustada. El humano saca un walkie de uno de sus bolsillos de la chaqueta y tuerce sus ojos al ver los vehículos que se detienen en la acera cercana, mis hermanos se bajan lentamente de ellos junto a los de Dimitri, más cambiante lo hacen.

- ¿Todos vienen con ustedes?

Dimitri hace un movimiento con los labios, pero Malik detiene sus palabras.

- Sí, Claude son amigos, todos sabemos que Depardieu conocía a muchas personas.

Torció su cuerpo, poniéndose de espaldas a nosotros, acercándose al oído del hombre.

- ¿No quiere perder su trabajo verdad?, porque si éstos hombres reciben una prohibición de entrada al funeral podrían mandar a la mierda las futuras negociaciones con la señora Alexa.

Las manos del hombre tiemblan arrugando los papeles, asiente y tuerce sus pasos, alejándose hacia un grupo de jóvenes que aparcan varios vehículos de más de un millón de euros.

- ¿Qué haces aquí Malik?, creía que no salías de Dubai.

Malik tuerce sus ojos hacia el resto de cambiantes que llegan y enseña sus malditos colmillos en una sonrisa al percatarse de algo.

- He venido con mi hembra, era amiga íntima de la dueña del club, ayudó a su esposo a perder más de cincuenta kilos. También podría divertirme y joder a Yurk, Niels y Balder, hace tiempo que no tenemos un jodido buen combate en éste maldito mundo.

Balder resopla cabreado.

- Ya te dijimos que no nos van vuestras diminutas pollas.

Ambos gruñen, se abalanzan cuerpo contra cuerpo, pero una mano grande se pone sobre la frente de Malik, los tatuajes brillan en sus dedos, veo NEREA en sus nudillos, su otra mano golpea la frente de Balder y sin esfuerzo alguno se pone delante de ambos Sergey Damikovich, suelta un gruñido. Pero ninguno de ellos detiene sus esfuerzos por llegar al otro, estamos sobre un suelo de piedras, ambos están cavando un agujero en éste con sus pies.

- Estamos en un maldito funeral, si queréis daros bien buscar un sitio blando, lleno de cuerdas y rodeados de gente con ganas de gastar dinero.

Mueve sus manos hacia sus nucas, tira de sus cabellos con fuerza y se separa para lanzar a ambos uno contra el otro, sus malditas cabezas golpean con un puto ruido seco y trago al verlos caer con las frentes tornándose a un profundo morado.

- ¡Malik!

Éste se levanta con rapidez al escuchar una voz suave humana y dulce llamándole, se tambalea ligeramente mirando a la mujer ante él, es regordeta, tiene mucho pecho y unos impresionantes ojos violetas con los que mira con preocupación a éste.

- Estoy bien nena.

Se tambalea ligeramente cogiéndola por los hombros, haciéndola perder el equilibrio, pero Leo envuelve los brazos sobre los pechos de ella y tira su cuerpo hacia el de él.

- Enserio, estoy bien.

Roar el tercero de ellos niega acercándose a nosotros, coge a la hembra por la barbilla y le hace mirarlo.

- Carla, ¿Te encuentras bien?

Ella asiente, las yemas de los dedos de la mano que no la sujeta pasa sobre su vientre, ahora me doy cuenta, está embarazada. Roar suelta la barbilla de ella al asentirle y golpea con su mano hecha un puño sobre la cabeza de Malik, haciéndolo gruñir de dolor.

- Vamos dentro, aquí hace frío. Hemos volado demasiadas horas y los bebés  y tú tienen que alimentarse.

Malik se incorpora con las manos en la cabeza y frunce su ceño hacia Yurk, Niels y Balder.

- Siento la pérdida de vuestra humana.

Mueve sus ojos alrededor de los barrotes de hierro que rodean la enorme casa, haciéndonos ver en la oscuridad los reflejos de los ojos de los cambiantes preparados para atacar en cualquier momento.

- Ninguna protección es lo suficiente buena para proteger a tu familia, mis hijos en Dubai viven rodeados por más de veinte cambiantes cada día, mi humana por más de cuarenta y aun así nos han atacado, aun así me la han intentado arrebatar.

Su rabia aumenta con cada palabra que dice, se acerca a Balder, pero éste no hace nada cuando pone sus manos a cada lado de su cabeza.

- Sé por lo que estáis pasando.

Malik se incorpora y tuerce sus ojos hacia mí, envuelve sus manos llenas de tatuajes en la corbata y se la coloca con una sonrisa triste.

- Sé lo que es vivir con las malditas yemas de tus dedos envueltas alrededor del vientre de tu humana, intentando dormir, alertarte por un simple golpe de viento contra una ventana. Espero recuperéis a vuestra única, contar con nuestro equipo para lo que necesitéis.

Tenemos un maldito grupo de ataque, ¿Por qué necesitaríamos incrementarlo? Yo mismo mataré a todo el humano que mi hembra identifique, me bañaré en su sangre.

- Necesitamos acceder al estadio del humano, hay una pared que comunica con un maldito laboratorio de Capat.

Malik frunce el ceño torciendo sus ojos hacia su hembra humana.

- Ese estadio fue reconstruido hace ocho años, no se permitió el trabajo de ningún cambiante en su interior. Velkan me lo comentó en la construcción de mi casa en Suiza. Romaldo les hizo un presupuesto bajo, siempre hemos intentado meternos en grandes construcciones por éstos motivos.

Se vuelve hacia las verjas que dan a la salida y se acerca a un cambiante armado con un maldito rifle de asalto.

- Nos vamos, cancelar la reserva del hotel, preparar la salida inminente de mi humana, quiero un coche en la puerta en cinco.

El cambiante armado tiene tatuado en su cabeza los planetas rodeando el sol, el resto de su cabeza tiene estrellas y constelaciones que se pueden ver a través de su pálido pelo en la parte superior de melena larga atada en un nudo, el cambiante intenta calmarlo, pero Malik gruñe.

- No permaneceré más tiempo sobre un laboratorio de Capat con mi hembra embarazada.

Seguimos sus pasos por el suelo de piedras, varios vehículos pasan cerca de nosotros, se van de la mansión, subiendo las escaleras veo a la hembra humana cerca de una mesa de comida, habla con Leo y Roar, mientras ellos comprueban sin parar a su alrededor, nos miran varias veces, puedo ver sus orejas moviéndose algunas veces, están tensos alrededor de tantas personas en ropas negras, Malik hace que lo siga, Dimitri nos mira detenidamente.

- Supongo que ahora la dueña del estadio será Alexa.

Se acerca detenidamente a una chimenea de luz, viendo unas fotografías de la joven mujer junto al hombre mayor, Malik, Leo y Roar se alejan hacia las puertas dobles que están al final de un pasillo, junto a unas escaleras. Llaman, pero nadie contesta, la hembra humana se tuerce hacia las escaleras al escuchar que la nombran y alza sus ojos, creo que todos aquí lo hacemos una mujer de unos treinta y cinco años con un vestido negro baja las escaleras, serie, su olor a tristeza es fuerte, escucho una serie de gruñidos distintos y tuerzo mis ojos, viendo a Jan, Fredik, Jari, Markus, Henrik y Kvist frunciendo sus ceños hacia la mujer que acompaña a Carla.

- ¿Cree que podría darnos un momento Alexa?

Malik trata de hacerla llegar al despacho de su marido fallecido, pero ella niega bajando su mirada, las lágrimas se agolpan en sus ojos.

- Ahora mismo no, en otro momento. Gracias a todos por haber venido.

No podemos hacer nada para detenerla, se marcha, tenemos a más de treinta humanos presentes.
Te diría que la arrastré dentro de su despacho, el que estaba seguramente detrás de las puertas que había al lado de las escaleras y obligué a abrirme su estadio, pero no, el equipo de cambiantes se metió por alcantarillas, hicieron agujeros en ellas tratando de llegar a las catacumbas, dos días estuvimos intentándolo, pero lo único que conseguimos fue entrar en el estadio de madrugada, varios del equipo cortaron la luz, incluso pusieron videos en las cámaras de vigilancia que se iban repitiendo y vimos como varios cambiantes colocaban una carga explosiva en el lugar exacto donde debía estar el maldito laboratorio, hicimos más agujeros en otras partes del maldito estadio y salimos cómo habíamos entrado, pero llenos de mierda. Cómo el estadio de Dimitri estaba justo al lado nos metimos en las duchas, el ruido de unos nudillos golpeando en la puerta principal del estadio nos sacudió a todos, era Alexa, golpeó a Dimitri con todas sus fuerzas en una de sus mejillas, haciéndolo torcer su rostro, sus ojos estaban vidriosos.

- Yo no soy Depardieu, querías el estadio, querías la mitad de las acciones que tiene del tuyo.

Nos quedamos atónitos cuando Dimitri estiró su brazo y tiró de Alexa, golpeándola contra la pared más cercana, haciéndola mirarlo de espaldas a su cuerpo.

- ¿Sabes lo que hacía tu marido?, ¿Lo sabes?

Acercó su boca cerca de su cuello, sus dientes afilados brillaron en la oscuridad, pero Alexa no se asustó.

- Le hicimos nuestro socio y vendimos la mitad de las acciones del Paris porque nos facilitaba esclavos sexuales. Él era un maldito entrenador de sumisos, lo sabes Alexa.

Ella negó, estaba pálida.

- No te permito que hables así de Depardieu.

Se volvió intentando golpear a Dimitri de nuevo, pero se llevó las manos a la boca al ver que la marca de su mano no estaba ya en su rostro.

- Ya veo, seguramente no te tocaba, demasiado tiempo gastado en los entrenamientos de esclavos sexuales, la gran mayoría obligados, arrancados de la calle para obedecer por placer a unos monstruos.

Jan, el futbolista tiró de uno de los brazos de Dimitri y lo apartó de Alexa.

- Estamos buscando a mi esposa, la secuestraron.

Soy yo hablando, mis manos tiemblan mientras cojo de uno de los hermanos de Dimitri el plano de su estadio, ella se seca las lágrimas, restriega sus ojos antes de cogerlo en sus manos, encienden varios teléfonos móviles a su alrededor, para que vea el plano, pasa las puntas de sus uñas pintadas de rosa por todo el cuadro de los pasillos y niega señalando unos muros de carga.

- He visto los planos del estadio con Depardieu varias veces, quería cerrarlo y hacer obras, pero iban a durar demasiado tiempo, se estaban hundiendo varios muros de carga porque no se habían hecho de la medida que deberían ser y estaban huecos, pero éstos planos, aquí no estaban esos muros. Bajo los asientos del fondo sur hay unos parecidos, con éstas medidas.

Alexa se incorpora y nos hace seguirla, cruzamos de un estadio hasta el otro, no podemos poner TNT en el maldito sitio, por lo que deben picar a mano, vemos luz y comenzamos a escuchar a personas tras la pared hablándonos.

- Jan, podríais llevar a Alexa hasta su casa.

El ruido de la metralla de disparos golpea la parte abierta y lentamente nos apartamos.

- ¿Crees de verdad que esa mujer no conocía a Depardieu? Estuvieron casados más de cinco años, he visto en persona cómo entrenaba a las personas que nos entregaban, le dábamos gotas de nuestra sangre para hacerlos adictos como a una puta droga.

Ahora no les hacía mucha falta a éstos seres doblegar a un humano, muchos de los nuestros piensan que se alimentan que se alimentan de los orgasmos, del placer humano, Hiro me entrega un chaleco y un casco.

- No podrás ayudar a Enma con cuatro malditos balazos en el cuerpo.

Tengo que asentir, me aparto a un lado, una maldita bala pasa cerca de mi maldito cráneo. Los gritos y lamentos humanos comienzan a suceder cuando el primer grupo de los nuestros comienza a deslizarse por el agujero que hemos abierto.

- Blanco, blanco, no podemos abrir fuego todavía.

Escucho las voces desde el interior del agujero, una serie de gruñidos, mis lágrimas descienden por mis ojos lentamente. Enma entrará en su noveno mes de embarazo pronto, no he visto a mis hijos crecer en su vientre, no he disfrutado de su cuerpo, no he comido bien, no me he ejercitado, estoy hecho una puta mierda y sólo quiero coger a mi hembra humana entre mis brazos y permanecer así, enterrado alrededor de su cuerpo en una puta cama durante días, cuando por fin puedo deslizarme en el maldito lugar el olor a muerte y heces me sacude. No recojo un maldito ápice de olor a Enma en el maldito ambiente, Hideo me pasa un maldito rifle, no tenemos espacio suficiente en éste lugar para cambiar, estamos malditamente debajo del puto césped del campo, aquí no hay barrotes, no tienen separados a los cambiantes con barrotes como a los animales de un puto zoo, aquí los humanos han construido habitáculos, con puertas de seguridad, tienen un pequeño cajón en el que ponen las bandejas de comida. Una serie de disparos suenan detrás de mi puta espalda y yo me vuelvo con el puto arma en mis manos, me da una bala en un hombro, pero gruño abriendo fuego sin mediar palabra. Aprieto mis malditos dientes, mi mandíbula duele joder, el arma se me bloquea y salto sobre los malditos humanos, me arrojo sobre el maldito tumulto, comienzo a repartir golpes sobre todos los humanos que me rodean, comienzo a mutar, mis brazos se alargan, mis uñas crecen malditamente, hundiéndose en la garganta de un humano, parecían deslizarse como un cuchillo en mantequilla, los ojos del humano abiertos se fijaron en los míos, tenía los ojos inundados de sangre, lo vi malditamente ahogarse en su propia sangre, mientras mis malditas garras atravesaban la carne contraria y salían, derramando color carmesí por  su maldita piel, el humano se removió inquieto, haciendo movimientos despavoridos, tratando de tomar aliento, tratando de conseguir algo que llenara sus pulmones, pero lo único que consiguió fue destrozarse la garganta al hacerlo, sus ojos se congelaros y su cuerpo se quedó tieso, muerto, le di una patada en el puto pecho y con un rugido atronador que salió de mi maldito pecho me lancé sobre otro cuerpo, destrozándolo, utilicé mis garras para apuñalar al siguiente tipo. Mientras éste me daba golpes en los costados cada vez más lentos, su sangre empapó mi ropa, mi maldito casco de seguridad, el siguiente humano que comprobé cuando me puse sobre mis pies temblaba, el arma que había utilizado estaba sin munición, humo salía por su punta.

- No, por favor, tenga piedad.

Piedad, esa palabra ha salido por la boca de miles de cambiantes, ahora quedamos menos de cientos, por más que nos hemos reproducido ellos nos han destruido. Nuestras hembras no pueden criar siempre que quieren, no pueden ser fecundadas una vez al mes, cuando ovula, nuestras hembras necesitan despertar el lívido en manos expertas, en manos que ellas deseen, en manos de sus compañeros. Ellas se han visto cazadas, reducidas, violadas hasta la saciedad, intentando que críen. Las pocas que han vivido, sobrevivido a éste mundo de humanos en su gran mayoría no han soportado la libertad, otras han clamado venganza, pero muy pocas han sido libres desde su nacimiento, de cada cien o doscientos cambiantes nace una hembra humana. Yo no tendré una hembra humana, yo no criaré niñas, ningún cambiante que críe con humanas ha tenido hembras. Muchos cambiantes mayores nos dicen que somos humanos, que nos asustamos demasiado al criar con humanas, ellas son resistentes, pero delicadas. Respiro sobre el cadáver del humano bajo mi cuerpo, estoy sobre sus vísceras, tripas, pulmones, hígado, le he desgarrado el vientre, tengo alrededor de mi cuerpo un maldito charco de sangre, gotea de mí al ponerme sobre mis pies. Tuerzo mis ojos y contemplo a Jan, frunzo mi ceño mirando alrededor de la habitación.

- ¿Llevaste a la humana hasta su casa?

Insisto al ver que no dice nada, se muestra serio, triste, cabizbajo, pero no estoy para meterme en su mierda ahora mismo.

- Y……. yo ….. n…. nnnnn… no, ell….. a ….ella s.s.s.sssss…. se fu…. fu.. fu fu…f…fue sola.

Jan y sus hermanos son tartamudos, sus padres les prohibieron hablar delante del resto de nosotros, sus padres perteneces a la banda de MC más importante del jodido mundo y no hay nada peor que ser hijos de los presidentes de The Shifters, muchos cambiantes abandonaban antes a sus cachorros cuando nacían con algún defecto. Jan sabía que sus padres ahora deseaban que volvieran a casa, que tomaran asiento junto a ellos como sus VP, pero Jan insistía en que él amaba el fútbol al igual que sus hermanos y que nunca lo dejaría, sus padres estaban metidos en demasiados asuntos turbios de armas, drogas y asesinatos, pero están tras ellos, aquí, han venido desde Irlanda a ayudarnos y un cambiante siempre agradece todo.
No puedo verme renegando de mis cachorros, pero maldita sea, estos putos hermanos licántropos poseen lo que el resto de ellos, los licántropos que existen ansían más que nada, el poder de dominar sus cuerpos ante las fases de la luna. Son malditamente rigurosos y tratan de vencer a la maldita bestia que les aprieta las putas cuerdas de la garganta, estamos andando por el maldito lugar, viendo cada puta habitación, ¿Te cuento lo que vemos en varías?, los humanos que no nos esperan son dejados ante los cambiantes que torturaban, los que consideramos aptos son apartados, las subastas de humanos a manos de los olvidados nos hacen ricos, mis pies se quedan pegados en el suelo cuando siento el maldito mejor e inconfundible aroma del mundo, malditamente mis piernas tiemblan, mis hermanos pasan delante de mí...

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