En ese momento Hurs recordó las carcajadas de su ex novia y fue tanta la humillación y la molestia que se fue de ahí furioso.
Ella no tuvo la educación de rechazarlo con cortesía y por si fuera poco tras varias semanas la ofendida fue ella y tuvo que ser él quien le pidió disculpas por no buscarla.
Hurs sonrió para sí mismo preguntándose cuándo se había vuelto tan idiota, por qué no había visto las señales antes, por qué antes no se dió cuenta de que su hermano lo incitó a pedir matrimonio solo porque quería reírse de él.
Se sintió estúpido y mejor aún un completo imbécil que no vio a una oportunista. Ella se había quedado el anillo aún cuando rechazó su propuesta.
Sonrió con tristeza y levantó la vista para ver a Scarlett bailar con Maddox.
Cuando la música terminó Brooke se acercó a su hermano no sin antes pedirle que le tomara una foto con su hermana.
Hurs lo hizo y lo que vino después fueron fotos de todos contra todos en una convivencia armónica.
La noche se fue en un abrir y cerrar de ojos, tanto que nadie notó que el alba empezaba a despuntar.
Comúnmente ese era el horario en el que el casino cerraba, así que para todos resultaba normal estar despierto a esa hora excepto para las chicas.
Escucharon el sonido de la puerta por lo que fue Melina quien se acercó frunciendo el ceño.
Miró a sus amigos que miraron hacia la puerta pero se encogieron de hombros por lo que ella terminó por abrir la puerta.
Una mujer joven aparecía apenada cargando una carpeta.
Todos los presentes esperaron a que Melina dijera algo; sin embargo, esta al ver a la joven mujer abrió la puerta por completo dejándola pasar.
Max miraba su copa como si fuera lo más interesante del mundo.
—¿En qué podemos ayudarte? —dijo Melina.
—En realidad he recorrido la zona antes de que cierren buscando si necesitan alguna persona en la cocina o limpieza —dijo la joven.
Max levantó la cabeza de inmediato al escuchar la voz de la mujer y la miró.
La chica al ver Max retrocedió por instinto.
Melina se giró a ver a su amigo que caminaba hacia la entrada al tiempo que la mujer se daba la vuelta para huir, sin embargo optó por detenerse y girarse hacia él.
—Maximilian —dijo cuando esté estuvo a solo unos pasos—. Estás bien y vivo.
La reacción de Max sorprendió a todos al verlo tensarse y lanzar a un lado a Melina para tomar a la mujer del cuello y apretar con fuerza levantándola incluso del suelo.
La sujetó tan fuerte que Hurs se puso de pie y Maddox se acercó a tratar de detenerlo.
La estrelló contra la pared con una rabia imposible de frenar.
—¡Maximilian suéltala! —pidió Melina pero este no hacía caso.
—Al fin nos volvemos a encontrar, perra —escupió con desprecio al ver a la mujer mirarlo con temor—. ¿Qué se siente ser la presa y no el cazador?
Maddox intentó jalarlo para que la liberarse mientras Melina suplicaba que hiciera caso pero parecía imposible.
No quitaba la vista de la chica que apenas podía respirar.
—Esperé tanto este momento —dijo infligiendo un poco más de fuerza—. He esperado años para acabarte con mis propias manos.
—¡Maximilian suéltala ya! —gritó Maddox intentando alejarlo.
Hurs se acercó hasta él y lo derribó de un golpe sacándole el aire pero logró que la soltará.
La mujer cayó al suelo mientras buscaba desesperadamente llevar aire a sus pulmones y tosía sin poder hablar.
Brooke miró el cuello de la mujer que apenas vio a Max intentando levantarse se puso de pie y echó a correr huyendo de él.
Max se puso de pie para ir tras ella pero traspasar a Hurs era casi imposible.
—¡Déjame salir! —dijo furioso.
Hurs lo tomó de la chaqueta y lo arrastró hasta una de las sillas tratando de calmarlo.
Parecía fuera de sí y a Brooke la asustó sobremanera.
—Creo que mejor nos vamos —le dijo a Maddox—. Lo mejor será que se queden con él, parece que le va a dar algo del coraje.
Maddox no quería dejarla ir sola por lo que Melina se acercó.
—Yo las llevo —dijo tomando a una Brooke alterada y una Scarlett sumamente asustada y sin comprender.
A él no le dió tiempo de despedirse de Scarlett pero en ese momento no le importaba, debía controlar a Max que parecía a punto de tener un colapso.
Vio a las mellizas salir y se dijo que le llamaría después porque justo en ese momento le preocupaba su amigo.
Una vez que Melina y las chicas salieron Maddox miró a sus amigos sin saber cómo ayudar por lo que al final tomó el vaso con un poco de licor de la mesa y la lanzó sobre el rostro de Max.
—¡Ya cálmate! —gritó.
Vio que al menos surgió efecto y se quedó calmado mirando al frente.
—Se va a arrepentir —dijo mientras sus amigos se miraban entre sí.
Ambos comprendieron que era ella la mujer por quien Max había perdido la cabeza y quien finalmente significó su ruina.
—No lo dudo —dijo Maddox—, pero matándola no ganas nada.
—Voy a librar al mundo de una escoria —dijo sonriendo con cinismo—. Si nunca has sentido el odio que yo siento entonces no has visto nada.
—No has querido contar nunca lo que hizo exactamente —dijo Hurs—. Lo que haya sido no vale tu libertad.
—Iré a prisión feliz —replicó.
—Será mejor que vayas a descansar —dijo Maddox—. No estás bien y evidentemente necesitas descansar.
—Estoy perfectamente bien —dijo levantándose y caminando a la entrada.
Miró la carpeta tirada con los papeles esparcidos y los tomó.
Maddox intentó quitárselos pero no sé lo permitió y salió del lugar sin decir más.
Los dos amigos se quedaron mirando unos segundos en los que sintieron pena por él, al final Max estaba sacando a flote esa personalidad que le había valido el apodo.
Ambos estaban convencidos de que no descansaría hasta hacerla pedazos ahora que la había encontrado y no lo culpaba por odiar sino más bien temían por él y estaban preocupados.
Era evidente que si no hablaba del asunto entre la mujer y él era porque aún seguía doliendo y porque seguramente aún la quería.
—Solo espero que no haga una locura —dijo Maddox.
—Estoy seguro de que lo hará —dijo Hurs—. El problema es que no solo va a destrozarla a ella sino a sí mismo también.
—Estoy seguro de que Parker sabrá ayudarlo —replicó—. Siempre ha sabido unirnos y ayudarnos.
—Espero que sí —dijo sin agregar más—. A pesar de todo, Max es un buen tipo y no merece que esa mujer vuelva a su vida para hacerle daño.
—Espero que se vaya y no vuelva nunca más —respondió Maddox—. No sé qué ganan las ex volviendo del pasado para jodernos.
—Lo bueno es que a mí no me pasa —respondió.
—Lo que no te pasa es el cinismo de decir que no te pasa —dijo Maddox—. Esa mujer volvió y con crías.
—Pero se ha ido —dijo sin más—. No pienso volver a verla y creo que lo ha entendido, en todo este tiempo no me ha buscado, creo que ya se dio cuenta de que no obtendrá nada.
Los pasos de Parker resonaron mientras veía alrededor.
—Espero vayan a casa a dormir un par de horas y vuelvan en un rato señoritas y dejen mi casino como estaba —dijo mirando el lugar—. Ni cuando están borrachos hacen este desastre.
Empezaron a contarle con lujo de detalles la llegada de la mujer y la reacción de Max. Al terminar Parker guardó silencio.
—¿Dónde estabas? —inquirió Maddox—. No apareciste.
—Estaba hablando por teléfono con mi hija —dijo sin más—. No se dormía y bueno la estaba reprendiendo pero me terminó por envolver y terminé escuchando el relato del último episodio de su serie favorita. Mujeres, ya saben cómo se las gastan.
Hurs sonrió y le dió una palmada.
—¿Dónde está Max? —preguntó—. ¿Lo han dejado irse con la carpeta donde seguramente viene la dirección de la chica? ¿Es que se volvieron locos?
Los dos hombres se dieron cuenta de que habían hecho mal por lo que salieron seguidos de Parker cada quien abordando su auto y dispuesto a buscarlo para evitar que hiciera una locura.
Le llamaron varias veces hasta que Maddox logró comunicarse.
Según sus palabras dijo que estaba en su casa pero que no quería ver a nadie.
Les prohibió llegar y aseguró que los echaría si llegaban y aunque todos estaban dispuestos a ir sin importar nada Parker los detuvo.
—Está en casa, quiere llorar solo y destrozar su mobiliario —dijo apretando los labios—. Es mejor dejarlo solo, Max guarda demasiado. Si en unas horas no hay noticias de él vamos a su casa.
Los tres estuvieron de acuerdo y cada uno abordó su auto.
Hurs pensaba que hacer así que tomó su teléfono y llamó a Scarlett.
La llamada fue atendida y de inmediato se disculpó por no llevarla pero en respuesta ella le pidió que fuera a su casa.
No lo dudó ni un segundo y en cuanto colgó se apresuró a conducir hasta la casa de su chica.
Una presión extraña le atravesó el pecho sin saber por qué, como si tuviera miedo de algo. Se dijo entonces que quizás era por lo que acaba de pasar con su amigo, después de todo ellos parecían hermanos, se amaban y cuidaban; sufrían juntos, reían y lloraban juntos.
Recordó las veces que se habían emborrachado juntos.
Las veces que todos habían hablado de sus ex mujeres se dijo que en esas borracheras decían estupideces Maddox había descrito a su viejita como la más bella de todas, por supuesto nadie le creyó, él había dicho que Polette era preciosa, la mas bonita del mundo. Max juró que su chica era casi irreal en belleza y Parker con desidia había dicho que era un mocoso y que se preguntaba aún por qué diablos la había preferido a ella.
Comenzó a reír divertido tras las estupideces que hacían, después de todo ellos eran así. Escondían su sufrimiento tras chistes malos y diversión. Estaba seguro de que incluso Parker escondía sus temores tras el sarcasmo y el humor negro.
La vida le dolía a los cuatro pero habían decidido hacer del destierro su mejor forma de vida.
Pensó que tal vez ahora que Maddox se casará tendría menos tiempo para ellos y luego vendrían sus diablillos y así serían solo tres, le aterraba un día quedarse solo y ser el tío alcahuete pero en el fondo por mucho que le aterrara deseaba los mejor para sus amigos.
Aparcó frente a la casa de Scarlett y sonrió al recordar la vez que había escapado de ahí.
Se bajó de su auto y le llamó para avisarle que estaba afuera.
Le alegraba que al menos ahí Scarlett pudiera moverse con facilidad dado que conocía el lugar perfectamente.
Se acercó a la puerta donde segundos después ella abrió y le sonrió.
—Hola —dijo en cuanto sintió su olor—. Mi madre ya está despierta.
Entró y saludó a su madre que estaba bebiendo un café.
—Buen día —dijo la mujer—. Quieres un café.
—Mil gracias pero no —dijo dándole un guiño—. Tengo el estómago de un perro fiestero justo ahora y no me cabe más.
La mujer rió fuerte antes de que Scarlett le tomara la mano.
—Ven, quiero mostrarte lo que te dije —aseguró y él sonrió.
—Permiso suegris —dijo viendo a la madre de Scarlett que comenzó a reír...