Cuando habla el corazón 3 (ch...

By Saku_Mayu

245K 23.5K 20.8K

No siempre es fácil dejar que las heridas cicatricen y en muchas ocasiones éstas nunca lo hacen; al menos, no... More

Capitulo 1
Capitulo 2
Capitulo 3
Capitulo 4
Capitulo 5
Capitulo 7
Capitulo 8
Capitulo 9
Capitulo 10
Capitulo 11
Capitulo 12
Capitulo 13
Capitulo 14
Capitulo 15
Capitulo 16
Capitulo 17
Capitulo 18
Capitulo 19
Capitulo 20
Capitulo 21
Capitulo 22
Capitulo 23
Capitulo 24
Capitulo 25
Capitulo 26
Capitulo 27
Capitulo 28
Capitulo 29
Capitulo 30
Capitulo 31
Capitulo 32
Capitulo 33
Capitulo 34
Capitulo 35
Capitulo 36
Capitulo 37
Capitulo 38
Capitulo 39
Capitulo 40
Capitulo 41
Capitulo 42
Capitulo 43
Capitulo 44
Capitulo 45
Capitulo 46
Capitulo 47
Capitulo 48
Capitulo 49

Capitulo 6

5.4K 641 367
By Saku_Mayu

Kevin miró a Nathan con un sudor frío recorriendo su nuca pero agradecido de que nada de lo que sentía se mostrara ante la sardónica expresión del ruso. Sentía la boca seca y un ligero temblor de rabia en las manos fuertemente pegadas a los costados. Hacía tiempo que había dejado esa vida, había cambiado la venta de su cuerpo por la venta de la vida de personas y aunque no tenía muy claro qué había lacerado más su alma, Kevin no tenía ninguna intención de regresar a aquella vida. No planeaba volver a prostituirse.

—¿Qué es lo que pretendes? —preguntó fríamente, devolviéndole la mirada sin vacilar.

—¿Sexo? —Nathan se encogió de hombros, cerrando los ojos ese instante que tardó en levantar y bajar los hombros sin borrar la sonrisa burlona de los labios—. ¿qué podría querer de alguien que vende su cuerpo? Tan sólo pago por lo que vendes. ¿No es un trato justo? Vamos, dime, ¿cuánto cuestan tus servicios? Imagino que tendrás una tarifa...

Kevin lo miró controlando mal la rabia. Sabía que aquello era innecesario. Se lo había demostrado una vez más con el asunto de sus hermanos, sabía que no debía tomárselo en serio, que lo único que pretendía era burlarse de él pero cada vez le costaba más calmarse cuando lo tenía delante y posiblemente eso era lo único que aquel hombre pretendía: alterarlo, profanar el control y la serenidad que con tanto esfuerzo había conseguido templar. Respiró profundamente, separando los brazos de los costados para aliviar la tensión del cuerpo y se dio cuenta de que se había inclinado débilmente hacia delante cuando se enderezó completamente.

—Claro —dijo despacio sin que en ningún momento su voz se mostrara vacilante e insegura—, hagámoslo —aceptó estrechando los ojos mientras veía como la sonrisa de Nathan perdía parte de burla—, pero no te saldrá barato.

Ni fácil.

—Tengo dinero —respondió con naturalidad el ruso sin dejar de mirarlo, posiblemente expectante, posiblemente preguntándose hasta donde podía estirar aquello sin que llegara a romperse—. Pon una cifra.

Y posiblemente esperaba que fuera desorbitante. Daba igual. Podía pagarla. Kevin podía leer esa satisfacción en su mirada, en la línea sardónica que curvaban sus labios. Despacio, inclinó la espalda hacia el rostro del ruso que ni siquiera trató de apartarse y rozó sus labios en su oído, aspirando el fresco aroma del champú que Nathan había usado aquella mañana en el baño.

—No me preocupa el dinero —dijo Kevin suavemente, susurrando en su oído—, pero me preocupa que inviertas un dinero en unos servicios que no estoy seguro vayan a ser de tu agrado.

La risa divertida de Nathan llegó musical a sus oídos.

—¿Tan poca fe tienes en las habilidades que has adquirido?

—No, en absoluto —respondió Kevin con seguridad, aún hablando en su oído—. Puedo asegurar que soy bastante bueno.

—Entonces estoy ahora más ansioso por probar esas habilidades.

—Lo que me preocupa es no estar a la altura de tu experiencia... —siguió Kevin notando al fin como se tensaba el cuerpo de Nathan—, o más bien, de no estar a la altura de todos los que te han estado follando hasta ahora, especialmente tu tío Alexander.

Violentamente las manos de Nathan se crisparon alrededor de su cuello, con fuerza, apretando con vehemencia y con una única intención. Kevin sin resistirse, pudo ver el brillo peligroso en su clara mirada, el odio que lo cegaba. No había ni rastro de su sonrisa ni de su expresión burlona, no había ningún indicio de la máscara que tan bien sabía llevar ese hombre y mostraba al mundo. Los dedos de Nathan se apretaron con más fuerza alrededor de su cuello y Kevin empezó a notar no sólo dolor, sino que la presión le dificultaba para respirar. Sin pensarlo, imaginando que aquello podría pasar cuando decidió seguirle el juego y provocarle, hundió los dedos en el costado izquierdo del ruso, posiblemente destrozando una herida a medio cicatrizar, arrancándole un leve gemido de dolor y obligándolo a disminuir la presión de sus dedos.

—¡Nathan! —se escuchó la voz de Kei alta, firme y autoritaria—. Suéltalo ahora mismo.

Los ojos de Nathan sólo se desviaron un instante hacia la zona donde seguramente Kei se había levantado de su asiento y tardó unos segundos más en abrir las manos y soltarlo, haciendo que Kevin diera un paso hacia atrás, recuperando la respiración.

—¡Joder! —exclamó Nathan acomodándose en el asiento sin desviar de él su intensa mirada cargada de odio. Kevin vio como se llevaba una mano al costado y la retiraba ligeramente manchada de sangre.

—Tal vez deberías buscarte a otro para seguir con tus juegos —le aconsejó Kevin con la voz más ronca de lo normal, negándose a llevarse una mano al dolorido cuello.

Nathan no le respondió. Siguió mirándolo furioso, sin rastro de su expresión burlona y con una mueca de dolor, agitándose nervioso hacia el lado contrario a la herida que acababa de reabrirse.

—¿Qué demonios ha pasado? —se interesó Kei acercándose a los dos con la misma mirada contrariada dirigida primero a su primo y luego a él.

—Diferentes puntos de vistas —se excusó Kevin con naturalidad, como si lo que acabara de suceder hacía un instante hubiera sido sólo una trivialidad más.

Kei estudió su rostro un momento, inexpresivo, antes de girar la mirada hacia su primo.

—¿Seguro?

—Sí, sí —gruñó Nathan moviendo energético una mano—. Deberías enseñar modales a tus malditos chuchos. Demasiadas golosinas les atrofian el puto cerebro.

Kevin se dio la vuelta, deteniéndose de golpe al ver como todos estaban levantados a medio camino de donde él se encontraba, posiblemente con la intención de intervenir si a Nathan se le iba de las manos aquello que fuera lo que estuviera pretendiendo hacer y suspiró envarado, mirando directamente a la expresión horrorizada de Julian y volvió a suspirar, caminado directamente hacia el muchacho y lo rodeó por los hombros al llegar a su altura, animándolo a sentarse en dos asientos varios metros por delante de donde había dejado hablando a los dos primos.

—Ha sido un malentendido —intentó suavizar la situación, alejar aquellos fantasmas que seguramente vagaban en ese momento por su trastornada cabecita y ahorrarle la situación de que Kei lo encontrara en ese estado, sudando demasiado y con lo que parecía un incipiente ataque de ansiedad—. Será mejor que te tranquilices —le aconsejó con suavidad— antes de que Kei repare en tu estado.

Julian respiró hondo varias veces, asintiendo con la cabeza y apretó una mano con fuerza en el reposabrazo del asiento, tal vez desesperado por tranquilizarse sin que nadie más notara su estado de ansiedad.

—Estoy... bien —dijo después de un rato, girando un poco el cuello para asegurarse de que Kei seguía entretenido con Nathan.

Kevin lo miró de reojo. Tenía el rostro aún más pálido que de costumbre y el sudor perlaba su frente pero sus ojos habían adquirido una expresión más sosegada. De manera diplomática, Kevin hubiera aceptado más fácilmente que estaba mejor pero dudaba que en algún momento estuviera bien, dudaba que alguna vez llegara a estar realmente bien pero dado su estado anterior, podían estar agradecidos de cómo se encontraba ahora.

—Puede que no sea necesario decirlo —dijo Kevin negándose a girarse para comprobar que esa mirada abrasadora que sentía en su cabeza fuera la de Nathan. Acababan de finalizar una contienda y no estaba de humor de comenzar una nueva batalla—, pero no te quedes solo con Nathan —le aconsejó.

Sus palabras habían asegurado que no tenía ningún interés en hacer daño a sus hermanos pero eso había sido antes de que se dejara llevar por su inútil e insano juego y se dejara provocar infantilmente. Prefería no averiguar qué pasaría por su cabeza en ese momento y Julian podía ser un blanco fácil para tratar de hacerle daño... y aunque dudaba que la presencia de Kei le animara a intentarlo, prefería prevenir.

—No me gusta estar con Nathan —se sinceró Julian frotando una mano contra la otra como si aquella información hubiera pasado desapercibida para alguien—. Kevin —siguió Julian, sorprendiéndole que llamara su atención de manera deliberada—, ¿crees... crees que Kei... me perdonará alguna vez?

Kevin lo miró sorprendido de que realmente le hiciera esa pregunta a esas alturas, apartando finalmente la mirada de su desvalido perfil con un suspiro.

—¿Sobre qué quieres su perdón, Julian? —se interesó consiguiendo que Julian se hundiera un poco más en el asiento con los párpados entornados dando la impresión de que volvería a quedarse dormido en cualquier momento—. ¿Por dispararle? —Kevin percibió como el delgado cuerpo del muchacho temblaba al escuchar la pregunta—. ¿O por el día que delataste su ubicación?

Y no hacía falta añadir lo que había pasado después de aquello. Por la manera que los hombros de Julian cedieron hacia delante suponía que él también pensaba en ello.

Kevin suspiró sin esperar volver a escuchar su voz.

—Por las dos —dijo en cambio con voz débil y temblorosa.

Era una sorpresa que aceptara abiertamente hablar sobre ese tema, hablar de algo realmente y más que fuera él quien sacara el tema.

—¿Por qué no lo hablas con Kei?

Julian se encogió un poco más.

—No puedo.

Por supuesto que no.

Kevin volvió a suspirar.

—Por dispararle... —comenzó— Posiblemente te admire por eso.

–No... —dijo con voz estrangulada Julian.

—Y por lo otro —le interrumpió sin querer escuchar aquello que iba a decir—, aprenderá a olvidarlo.

Esta vez Julian no intentó decir nada pero Kevin tampoco quería mentirle. Sus acciones habían cercenado la vida de muchas personas, de personas importantes para Kei, habían significado la captura de Nathan y meses de torturas, unas de las que aún no estaba físicamente recuperado e, incluso, Kei había terminado herido pero ahora podía asegurar que su presencia era mucho más importante para él que seguir rumiando el recuerdo de aquel suceso. Kei podía vivir soportando esa pérdida mientras Julian siguiera a su lado.

—No lo hará —razonó en cambio Julian incapaz de ver algo diferente—. Por eso no quiere tocarme —por la voz tan baja en la que hablaba, Kevin dudó de si realmente se daba cuenta de que seguía hablando en voz alta—. Ya... no me... quiere.

Kevin suspiró, mirando de reojo hacia atrás.

—Tal vez eso es algo que deberías preguntárselo a Kei.

Hizo ademán de levantarse ganándose toda la atención de Julian que incorporó la cabeza y percibió quedándose completamente helado la imponente figura de Kei parada detrás de ellos.

—Vamos a aterrizar —le informó Kei sin desviar la mirada de la expresión desfallecida de Julian, espantado porque Kei hubiera escuchado sus palabras.

—Iré a sentarme atrás —se ofreció Kevin sin volver a girar el cuello hacia la suplicante mirada de Julian claramente con la intención de que no lo dejara a solas con Kei en ese momento.

Kevin se apartó, comprobando que el líder Kazahara se sentaba junto a Julian que trataba de fusionarse en el otro extremo del asiento y prestó atención a Nathan, un momento, girando inmediatamente el cuello cuando coincidió con su furiosa mirada azul clavada en él y se sentó lo más lejos posible. Al menos, pensó con fría satisfacción, entre todo ese odio no había ni un ápice de burla en sus delicadas facciones.

----------------------------

Un nuevo capítulo :p hay algunos comentarios que leo en los que intervendría peeeeero :p no quiero adelantar nada :p

Gracias por leer, votos y comentarios :)

Cualquier cosa en facebook

https://www.facebook.com/Mayura-294130544045735/

Continue Reading

You'll Also Like

1.4M 105K 81
Becky tiene 23 años y una hija de 4 años que fue diagnosticada con leucemia, para salvar la vida de su hija ella decide vender su cuerpo en un club...
225K 16.6K 27
Escucho pasos detrás de mí y corro como nunca. -¡Déjenme! -les grito desesperada mientras me siguen. -Tienes que quedarte aquí, Iris. ¡Perteneces a e...
146K 32.8K 61
Se paró frente a una máscara blanca sólo con el orificio de los ojos, llamó su atención bastante, la levantó con curiosidad pensando, no tenía un ori...
208K 10.2K 56
"𝙀𝙡 𝙖𝙢𝙤𝙧 𝙣𝙪𝙣𝙘𝙖 𝙢𝙪𝙚𝙧𝙚 𝙮 𝙡𝙖 𝙫𝙚𝙧𝙙𝙖𝙙 𝙩𝙞𝙚𝙣𝙚 𝙧𝙖𝙯ó𝙣 𝙥𝙤𝙧 𝙦𝙪𝙚 𝙙𝙚𝙟𝙖𝙣 𝙪𝙣𝙖 𝙝𝙪𝙚𝙡𝙡𝙖" "-𝙔 𝙖𝙡 𝙛𝙞𝙣𝙖𝙡 𝙚�...