DOMAR A LA BESTIA (EL CLUB DE...

By lucylanda

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Hurs Waldorf, la bestia, como muchos lo llaman no es mas que un peleador salvaje y regenteador de un casino p... More

Prólogo.
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Aviso.
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 52
Capítulo 53
Capítulo 54
Capítulo 55
Capítulo 56
Capítulo 57
Epílogo

Capítulo 14

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By lucylanda

Cuatro semanas habían pasado desde su cumpleaños, en los que había ido junto a Maddox a la casa de Brooke.

   Solía platicar con Scarlett y con su madre durante algún tiempo hasta que la señora se iba a dormir o desaparecía y él no podía estar más agradecido ya que de esa forma pasaba tiempo con ella e incluso podía robarle uno que otro beso.

   Hurs se sentía un poco confuso. La chica era diferente, no le exigía ni demandaba tiempo y tal vez era eso precisamente lo que hacía que él quisiera pasar tiempo con ella, le escuchaba y solía reírse con él de cualquier tontería.

   No podía negar que le gustaba colarse entre sus piernas pero no era solo eso, sino que también le divertía sobremanera y más que eso, Scarlett solía soportarlo tal cual era, con ella no era necesario recurrir a máscaras, era como si estuviera con sus amigos que hasta hacía unas semanas eran los únicos que conocían al verdadero Hurs.

   El resto de la gente solía asociarlo con un maleante, con ser cruel y malvado cuando la realidad era que él era incluso más bueno que sus amigos pero eso solo lo sabían ellos y ahora Scarlett podía conocerlo a la perfección.

   Detuvo su auto por el semáforo cuando iba directo a la clínica donde se había hecho la prueba.

   Llevaba dos semanas postergándolo y ella insistiendo en que fueran por el resultado.

   Esa mañana habían quedado de verse después de que él había pasado dos días borracho pensando en el resultado y mentalizándose para lo que viniera.

   Si el niño era su hijo se vería irremediablemente amarrado a esa mujer y completamente sometido por un hijo por el que lastimosamente no sentía nada y dudaba algún día pudiera quererlo.

   Tal vez era eso a lo que Max se refería. Era consciente que su amigo jamás abandonaría a una mujer si tuviera un hijo suyo, claro siempre que esa mujer no fuera ella.

   Max odiaba con la misma intensidad con la que amaba y a ella la amaba y odiaba a partes iguales. Entendía que solo abandonaría un hijo sí ese hijo lo hubiera tenido con la mujer que le arruinó la vida y casi lo llevó a la muerte.

   Hurs se sentía de la misma manera, quizás si tuviera un hijo con cualquier otra mujer estaría muy poco preocupado pero de solo saber que existía la casi seguridad de que tuviera uno con ella lo ponía enfermo.

  No quería tener un hijo con ella y a la vez deseaba que lo fuera para no decepcionarse más.

   Miró a su derecha donde una tienda de celulares resplandecía mostrando todos los modelos habidos y por haber. Él deseaba poder hablar con ella a cualquier hora pero era difícil cuando el único número que tenía era el del Brooke y no podía estar molestándola a cada instante.

   Maddox había dado a su novia un celular, por qué él no haría lo mismo con ella.

   Avanzó cuando vio el semáforo cambiar para darle paso y se desvió un momento para hacer la comprar, incluso guardó su número para decirle una vez la viera.

   Volvió a abordar su auto y se encaminó hacia la clínica de nuevo con la serie de retortijones que aquejaban por los nervios.

   Condujo sin pensar en nada más que el asunto y lo que pasaría después.

  La noche anterior no había dormido de solo pensar en lo que pasaría pero estaba seguro de que, de ser su hijo se haría cargo dándole lo que le correspondía aunque no se sentía capaz de convivir con él y no por otra razón sino más bien por ella.

  Apenas podía convivir con su presencia mientras que se decía a sí mismo que no podría hacerlo si él resultaba ser su hijo, así que después de mucho meditarlo pensó que solo quedaría en proveer para él.

   Se sintió de nuevo estúpido por haberse involucrado con ella, no haberse protegido y estar ahora en esta situación.

   Hurs pensó que no había en el mundo un hombre más idiota que él.

   Se detuvo frente a la clínica y la vio.

  Estaba parada afuera de la clínica, sola y él agradeció que el niño no haya estado ahí.

  Guardó el celular que había comprado en la guantera para no dejarlo a la vista y bajo del auto para acercarse a la entrada donde ella le esperaba.

   No sé detuvo a saludarla, solo siguió de largo con ella detrás hasta acercarse a la recepción donde pidió los resultados.

   La espera de hizo larga mientras la enfermera buscaba el registro en la computadora y una vez lo obtuvo sonrió y se ausentó unos minutos para ir por el sobre.

   Hurs sentía el estómago a punto de estallarle por los nervios así que apenas la vio volver y entregar el sobre se alejó de ahí apretándolo en sus manos.

   Salió seguido de ella que trataba de seguirle el ritmo así que cuando se subió a su auto ella lo hizo en el asiento del copiloto.

   Hacía dos semanas que le habían llamado para ir por los resultados pero él seguía negándose a hacerlo dado que el miedo al desastre se lo impedía.

—¿Por qué no lo compruebas por ti mismo? —dijo ella sacándolo de sus pensamientos—. Estoy segura de que verás las cosas de otra manera. Si lo ves desde un punto de vista diferente te darás cuenta de que tal vez esta sea la oportunidad de empezar de nuevo juntos. Yo aún te quiero y a pesar de todo pienso que en el fondo sigues queriéndome o puedes volver a hacerlo. Una vez fuimos uno solo Hurs, por qué no serlo de nuevo.

—Cuando se ama no se traiciona —dijo como única respuesta—. Se puede omitir, mentir en algo que sabes que dolerá y tal vez lo hubiera entendido, pero traicionar es demasiado y el corazón revienta de tristeza y desolación en esos casos. No puede haber amor cuando la traición llega.

—Tuve miedo —dijo en su defensa—. ¿Has pensado que si hubiera dicho la verdad probablemente mi hijo habría nacido en prisión?

—Si hubieras dicho la verdad yo me habría puesto de tu lado y si habría que huir yo lo hubiera hecho contigo —dijo con la vista sobre ella—. No había afecto por nadie más que por mi hermano y te habría defendido con mi vida.

   Polette agachó la vista sabiendo que Hurs siempre había sido un chico tierno pero bueno. Era ella quien no merecía un hombre como él, pero era egoísta, al menos lo suficiente para desear estar de nuevo a su lado.

   Atrás había quedado el chico tierno, ahora era rudo y hasta un tanto salvaje, tal vez aquello que ella antaño había deseado solo quedaba en el recuerdo.

  Ella seguía enamorada de él, de hecho debía admitir que nunca dejó de estarlo, lo quería tanto como cuando lo conoció, solo que se dejó arrastrar por las estupideces de una joven idiota y manipulable.

   Pensó en que él no debía enterarse de nada y que cuando supiera que el niño si era su hijo haría cualquier cosa por él y le daría la entrada a ella para acercarse de nuevo a él.

  Tal vez si hacía cosas buenas por él la reconociera de nuevo, tal vez si lo acercaba a sus padres y lo ayudaba a reconciliarse.

  No sabía lo que había pasado con ellos, llevaba años sin saber de los Waldorf, lo poco que se mantuvo cerca solo escuchaba las maldiciones de la señora hacia su hijo y el dolor del padre por la pérdida del otro.

   Con los años dejó de llegar, tal vez solo se acercó los dos primeros años posteriores a la muerte de Geoffrey pero el remordimiento y el dolor de no saber de Hurs la hizo alejarse. Más cuando los propios Waldorf no quisieron saber nada de su nieto, del hijo de un asesino.

  Nunca más volvió a verlos pero tal vez había llegado la hora de acercarlos de nuevo y tal vez así Hurs bajara sus reticencias contra ella.

  Hurs miraba el sobre en sus manos aún dentro de su auto y por un momento se había olvidado por completo de ella, solo estaba él sosteniendo el sobre por lo que en un arrebato de valentía para acabar todo rompió la esquina y sacó la hoja donde estaba seguro constataría que el pequeño era su hijo.

   Leyó anexa donde recomendaba la lectura e interpretación a través de un profesional para mejor comprensión.

—Baja de auto y vamos con el doctor que es quien va a explicarnos esto —dijo sin más y se bajó del auto.

—Es tan simple como que leas el resultado —dijo ella.

—Quiero estar completamente seguro y no tú ni nadie hará que desista —dijo ofendido.

   Se metió de nuevo a la clínica donde dijo a la enfermera que necesitaba alguien que le explicará el resultado que por supuesto aún no había visto.

   La enfermera hizo una llamada y tras unos minutos fueron llamados a un consultorio donde una doctora los esperaba.

  Entregó el sobre y ella desestimó la primera hoja de advertencia y explicaciones para leer el resultado.

   Se tomó unos segundo que a Hurs se le hicieron eternos antes de que ella levantara la vista.

—Según la prueba usted es el presunto padre —dijo ella y Polette sonrió mientras Hurs guardaba silencio.

—Te lo dije —aseguró ella.

   Hurs de puso de pie dispuesto a salir de ahí cuando sentía que se estaba ahogando pero la voz de la doctora lo detuvo.

—Sin embargo —dijo deteniendo los pasos de Hurs—. Existe la posibilidad de que mantengan una relación de parentesco biológico y no de paternidad.

—No entiendo una mierda eso —dijo volviendo a su lugar—. Hablé claro y sin rodeos.

—La presencia del ADN del linaje paterno prevalece y es único; no obstante no hay una certeza de que usted sea el padre en esta prueba, más bien, sugiere genéticamente que usted es el tío del niño —dijo deteniendo el mundo de Hurs—. Le recomiendo un test de análisis genealógico o linaje mucho más amplio para descartar cualquier anomalía.

—¿Está diciendo que ese niño es mi sobrino? —preguntó asqueado de que eso pudiera ser verdad.

—No lo digo yo señor Waldorf —dijo la doctora—. Lo dice el análisis de ADN.

—¡Eso es mentira! —dijo Polette—. ¿Cómo se atreve a sugerir algo así?

—Yo no realicé la prueba señora —dijo la doctora—. Solo estoy interpretando el resultado y en él las probabilidades de que este hombre sea el padre son pocas más bien se sugiere algo más. Solo he recomendado como profesional la realización de un test de análisis genealógico para descartar fallas en este. Mi teoría se confirmará o desechará con la nueva prueba.

   Hurs tomó la hoja que la doctora tenía en sus manos y la estrujó antes de salir de ahí furioso mientras Polette le seguía.

   Le llamó varias veces pero él no se detuvo, al contrario se subió a su auto y esperó a que ella estuviera dentro.

   Un silencio se hizo sobre los dos mientras él trataba de procesar lo que acababa de pasar.

  Polette no sabía que decir, jamás esperó que sucediera algo como eso, ni siquiera imaginó la posibilidad de tal cosa y no sabía cómo excusarse o salir del atolladero.

   Hurs miraba al frente de su auto en completo mutismo, sin pestañear, con la mente en blanco, sin saber cómo preguntar lo que pugnaba por salir de sus labios pero sabía terminaría por destruir su vida. Él estaba seguro de que el golpe que le darían a continuación lo cambiaría todo para él...

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