A Gustavo.
Martes, 22 de enero de 2019.
No me gusta ser así, necesito que lo sepas. Anoche hablamos y te contesté más de tres mensajes, pero tal y como hice la última vez, fueron sólo mensajes cargados de odio y molestia.
Te amo, Gustavo, te amo mucho y las lágrimas me llenan los ojos al reconocer eso y no sé por qué tengo tanto rencor con vos. Siento que te amo pero que no puedo demostrártelo, y siento que te quiero conmigo pero lo único que hago es empujarte lo más lejos posible.
Dijiste que ahora me amás, que me extrañás, que necesitás verme y que no hay día en que no pienses en mí. Por eso me escribías todos los días. Querías demostrarlo. Y que digas eso me llenó el alma, pero mi rencor lo convierte en algo que seguramente dijiste porque sabías que me iba a tocar el corazón. Porque mi rencor piensa que todo lo que haces es falso, y mi rencor apaga a mi corazón todo el tiempo y me siento horriblemente mal.
Y dijiste que ojalá pudieras olvidarme, y me mandaste a la mierda porque lo único que yo hacía era darte respuestas odiosas y sarcásticas; según vos, te lastimaba.
Te amo, Gustavo, te amo mucho. Perdón por ser así.
Si es que realmente sentís amor por mi, y lo único que hago ahora es lastimarte, te pido perdón porque nunca pensé que sería una persona que gozaría con el dolor ajeno.
En serio, perdón.
Elizabeth.