DOMAR A LA BESTIA (EL CLUB DE...

By lucylanda

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Hurs Waldorf, la bestia, como muchos lo llaman no es mas que un peleador salvaje y regenteador de un casino p... More

Prólogo.
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Aviso.
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 52
Capítulo 53
Capítulo 54
Capítulo 55
Capítulo 56
Capítulo 57
Epílogo

Capítulo 12

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By lucylanda

Se separó de ella unos segundos para verla.

Tenía los ojos cerrados y los labios entreabiertos.

—Necesito hacértelo aquí y ahora —musitó dejando que sus labios rozaran los suyos.

Ella no dijo nada, como única respuesta colocó sus manos en el pecho de Hurs y lo recorrió arriba y abajo palpando los botones de su camisa que comenzó a deshacer de inmediato.

Hurs la tomó en brazos y la guió hasta una de las habitaciones. Desconocía si era la de ella o la de alguien más y en ese momento no le importaba a decir verdad.

Colocó el pestillo y después la dejó caer sobre la cama y sabiendo que no tenía muchos tiempo se desvistió a sí mismo mientras la veía a ella hacer exactamente lo mismo.

Ella seguía con la ropa interior que él de inmediato arrancó de un solo tirón, no sin antes y siguiendo el mismo ritual de la primera vez dejó su cartera a un lado de ella.

La escuchó reír.

—Te compraré otra —dijo dejando un beso en su frente.

—Me comprarás mucha, estoy segura de que romperlas muchas más —susurró.

—Toda la que quieras —dijo besando su cuello.

Quería tenerla de nuevo pero recordó que apenas la noche anterior había tenido sexo por primera vez y que tal vez estaba un poco incómoda aún.

Dio un suspiro antes de hablar.

—¿Estás segura? —dijo dejando un beso en su hombro—. Apenas ayer, bueno, ya sabes.

—Cállate y sigue que no tenemos mucho tiempo —respondió tocando su cuello.

Hurs comenzó a reír y de nuevo la besó metiéndose entre sus piernas.

—Voy a ir al infierno —dijo en medio de los besos.

—¿Y no vale la pena? —preguntó divertida.

—Cada maldito segundo —respondió volviendo a besarla.

El beso era largo y profundo, tan profundo que pudo sentir el sabor fresco de su aliento y la manera tan rápida en que lo envolvía en lo que fuera que los rodeará en ese momento.

Para Hurs, la chica era novata pero desinhibida y eso le gustaba. Tal vez porque no veía y porque no era capaz de ver la forma en que él devoraba su desnudez pero estaba claro para él que Scarlett no tenía problema alguno en ser de mente abierta en una cama y eso a él le gustaba y mucho.

Ella no era como las demás chicas, era como si no hubiera perdido la virginidad una noche antes y como si no le interesara una relación y en eso ambos estaban claros.

—Eres preciosa —dijo dejando besos por todo su cuello, su clavícula y sujetando sus manos con las suyas al lado de su cabeza.

Le gustaba besarla y tenía que admitir que le gustaba tocarla y de alguna manera le hacía sentir bien que él era el único que la tocaba.

La sintió liberar una de sus manos antes de meterla en medio de sus cuerpos y sujetar su miembro ejerciendo un poco de presión, al menos la suficiente para hacer que Hurs luchará por controlar sus instintos.

—¿Me enseñarías a hacerlo? —preguntó deteniendo los besos de Hurs.

—¿A hacer qué? —preguntó un tanto confundido.

—Lo que a los hombres le gusta —dijo sin inmutarse.

—¿Para qué quieres saber eso? —preguntó incorporándose en la cama.

—Para qué ha de ser —dijo un tanto contrariada.

—No tienes que complacer a ningún hombre —dijo enojado—. No sé para qué quieres saber eso.

—Se supone que tú quieres disfrutar también, ¿debería quedarme acostada nada más? —dijo usando el mismo tono.

Hurs se dió cuenta de que se veía estúpido reclamándole cuando apenas llevaban dos días enrolados.

Se quedó callado unos segundos y después la abrazó para volver a besarla aunque seguía sin agradarle que otro disfrutara lo que se suponía a él iba a costarle.

—¿Vas a enseñarme? —preguntó.

—Siempre he tenido espíritu de docente —dijo escondiendo la cabeza en su cuello.

La escuchó reír y no pudo negar que su risa le gustó.

—No puedo enseñarte lo que le gusta a los hombres —dijo dejando un beso en sus labios—, pero puedo enseñarte lo que me gusta a mí.

—Eso es más que suficiente —dijo Scarlett mientras movía su mano por el cuerpo de Hurs hasta volver a su entrepierna.

Él siguió con la mirada la mano de la chica y observó la manera en que ella la movía por toda su erección.

—Cariño, aunque debo decir que me gustaría mucho darte la primera lección, lo cierto es que tenemos poco tiempo —dijo tomando su mano y dejando un beso—. Tal vez pueda venir por ti un día de estos y llevarte a mi departamento.

—No creo que me dejen salir sola —dijo y agachó la vista.

—Yo me encargo —aseguró dejando un beso en sus labios y haciendo que se recostara de nuevo en la cama.

Scarlett se puso a lo largo de la cama y a Hurs le pareció que se veía sumamente sensual mostrando su desnudez, le pareció encantador verla tan segura al mismo tiempo que la veía como la mujer más dulce y más tierna que conocía.

Se echó a un costado de ella y la besó en la frente, en la punta de la nariz, en cada uno de sus ojos, en las mejillas, en el mentón; besó su cuello lento y pausado y mordisqueó los lóbulos de sus orejas mientras la veía cerrar los ojos y disfrutar las sensaciones.

Examinó con atención sus redondos senos, eran grandes y duros. Tuvo que admitir que se veía preciosa con los pezones erectos y las aureolas color rosa tierno abultadas.

Recorrió con sus dedos la suave piel de la joven mientras repartía pequeños besos.

Su mano se detuvo en medio de sus piernas, justo en su sexo. Hurs la tocó despacio y la vio abrir los ojos.

—Me gusta que me toques —dijo en apenas un murmullo—. Me gusta creer que te parezco linda.

—Eres bella —susurró mientras uno de sus dedos hurgaba dentro de ella—. Eres mi Bella.

Besó y mordisqueó sus pezones mientras sus dedos acariciaban sin delicadeza su clítoris.

Escuchó su respiración acelerarse y poco a poco comenzó dejando besos por su cuerpo hasta su vientre donde se detuvo un momento en el ombligo de Scarlett, lo besó y rodeó con la lengua mientras la veía arquear la espalda.

Continuó su recorrido hasta hasta llegar a su sexo, por lo que no tardó en terminar con la cabeza metida entre sus piernas.

Volvió a besar la cara interna de sus muslos y alrededor de su sexo mientras escuchaba su respiración y los pequeños gemidos que la chica emitía.

Ella misma levantaba la pelvis buscando un contacto mucho más profundo por lo que él no se detuvo sino que al contrario, comenzó a besarla cada vez más y finalmente se apoderó de su sexo lamiendo arriba y abajo escuchando sus gemidos incrementar. Eran excitantes, embriagadores y su miembro estaba totalmente listo, latiendo desesperado por estar dentro de ella.

Le dio la vuelta sin que ella pudiera resistencia y continuó besando sus muslos y mordisqueando su trasero.

Pasó la lengua por todo cada rincón de Scarlett y lo disfruto tanto o más que ella, sobre todo el escucharla susurrar alguna maldición para que no se detuviera.

Ella era una chica diferente a lo que se veía. La habían encasillado en la chica tierna y dulce pero era fuerte y salvaje.

Volvió a darle la vuelta y abrió sus piernas para volver a tomar posesión de su sexo con la boca.

Ella apretó su cabeza a su sexo en una muestra clara de que quería que continuara, levantó la pelvis e instintivamente comenzó a moverla en círculos enloqueciendo a Hurs.

Cada vez gemía más fuerte y sobre todo buscaba que la lengua de Hurs fuera más y más profundo hasta que sus gemidos se hicieron erráticos e incontrolables.

Se retorcía sin dejar de buscar el contacto y más cuando su pelvis cobró vida propia y la hizo explotar en un orgasmo ruidoso y largo al contacto con la lengua de su amante.
Hurs la dejó acostada unos segundos mientras la veía recuperar la respiración y al mismo tiempo él abría el preservativo para colocárselo.

Se colocó entre sus piernas y frotó su sexo con el de ella durante unos segundos, entre los labios y rozando el clítoris.

Se posicionó en la entrada y poco a poco se fue abriendo espacio dentro de ella, lento pero certero, buscando estar tan profundo que apenas pudiera distinguir dónde empezaba uno y terminaba el otro.

Cuando lo logró la tomó de la cintura y se dio la vuelta dejando que ella estuviera encima de él.

Acarició sus senos y la invitó a moverse despacio, enseñándole cómo.

Ella así lo hizo, balanceó la pelvis de atrás hacia adelante y se movió de arriba a abajo mientras Hurs tomaba sus senos y los besaba.

Escuchaba sus gemidos roncos y su agitada respiración, lo que la incentivó a moverse con más confianza.

Cabalgó el cuerpo del Hurs como si fuera una experta, al principio de forma torpe pero poco a poco encontró su ritmo hasta acompasarse con los movimientos de él, que cada vez se hacían más rápidos y violentos.

El movimiento de la perilla de la puerta los alarmó pero envueltos en el placer ninguno se detuvo sino que siguieron e incluso aceleraron.

Las uñas de la chica nuevamente se clavaban en la espalda de Hurs que estaba prácticamente sentado embistiendo a Scarlett mientras ella botaba sobre él.

—¿Scarlett estás ahí? —Escuchó la voz de su hermana—. ¿Por qué estás encerrada? ¿Estás bien? ¿Cariño me escuchas?

—Sí —respondió en apenas un hilillo de voz—. Solo estoy ocupada, ahora salgo.

Hurs aceleró los movimientos mientras ella escondía el rostro en el cuello de él y se liberaba de nuevo mordiendo la piel de su amante callando sus gritos y tensando su cuerpo mientras le sacudía el orgasmo.

—Estaré en mi habitación —dijo mientras se escuchaban los pasos alejarse.

Hurs siguió moviéndose dentro de ella con violencia mientras emitía alguno que otro gemidos y finalmente explotó aferrándose a ella y apretando su cadera con tanta fuerza que creyó que la lastimaría.

Se dejó caer sobre la cama con ella encima y aún dentro de su cuerpo.

Apenas podía respirar y ella no estaba mejor pero sabía que estaba arriesgándose mucho.

—Es lo más loco y atrevido que he hecho en mi vida —dijo ella con la voz jadeante—, pero debes irte o van a descubrirnos.

Hurs ni siquiera podía hablar así que solo asintió olvidando que no podía verlo.

Se puso de pie y desechó el preservativo en la primera papelera que vio antes de vestirla y después hacer lo mismo.

La besó en los labios y se despidió dándole una palmada en el trasero.

—Es precioso —dijo y ella sonrió—. Te veré estos días.

Volvió a besarla y la vio salir yendo hacia el cuarto de Brooke.

Acomodó la cama lo mejor que pudo y salió casi corriendo atravesando la sala de estar y huyendo como ladrón.

Una vez fuera se rió de sí mismo y sus estupideces antes de ir a su auto.

Tenía la camisa mal abrochada y por fuera, además de bastante arrugada, el cinturón lo llevaba en la mano y su cabello estaba terriblemente despeinado.

Se iba a subir cuando una voz lo sorprendió.

—Supongo que tuviste sexo con mi futura cuñada —dijo la voz de Maddox—. Quiero pensar que fue con ella y no con mi futura suegra.

El tono divertido en su voz le dejó claro que le esperaban más burlas.

Se giró para ver a Maddox que apenas podía contenerse.

—Eres un hijo de perra —dijo riendo—. En fin, no voy a meterme en tus asuntos, pero al menos pudiste decirme.

—Es que no hay nada, solo esto —dijo obviando que solo era sexo.

—¿Y tú Bella lo sabe?

—Claro que lo sabe, ¿por quién me tomas? —preguntó—. Fue ella quien lo quiso así.

—Vaya —dijo sorprendido—. En mis tiempos las chicas eran modosas, recatadas y sumisas, además por supuesto de todas unas damitas.

Hurs hizo un gesto de aburrimiento.

—A los chicos como nosotros no nos gustan las chicas así —respondió—. Deja de hacerte el aleluyo.

—Tienes razón —dijo Maddox—. Fingir me hace daño. Aunque creo que has envejecido del susto al verte descubierto.

—Patrañas —dijo Hurs con diversión—. Con solo un pellizco en tu tetilla te aniquilo.

Maddox comenzó a reír mientras se daba la vuelta y caminaba hacia su auto.

—Eres un cerdo —dijo riendo.

—A las chicas les gustan los cerdos —dijo orgulloso—. Es más solo a Brooke le gustan los corderitos.

Maddox se giró y le mostró el dedo medio mientras Hurs fingió que lo atrapaba en el aire y lo llevaba a su trasero.

Escuchó la risa de Maddox que le pidió que lo siguiera, según sus palabras les esperaba una tarde de chicos...

Hola, aquí están los capítulos de hoy. Mañana nos leemos con la pasión de Bárbara. 😘😘😘

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