Epílogo.
La castaña caminaba por los pasillos de la escuela haciendo resonar sus tacones mientras miraba atenta hacia otro lado, siempre se encontraba de esa forma ya se le había hecho una costumbre desde hace muchos años.
Entró a un aula y sonrió al ver a su compañero ya sentado en aquel escritorio, lo saludó con un par de besos para luego acercarse y abrir la ventana alarmando a todos los alumnos de la clase.
—Podría ser peligroso, como presidente de la clase le recomiendo que por favor cierre las ventanas. Uno nunca sabe que podría entrar por ahí.
—Es un bonito día, no deberías estar así de tensa.
—¿Acaso no sabe informada de la situación en la que estamos? Por favor cierre las ventanas se lo pido en nombre de toda la clase.
La castaña sonrió viendo a la chica de cabello corto, no podía evitar recordar aquellos años pasados en donde conocía a una chica exactamente igual a ella.
—Conozco a alguien que tiene el mismo carácter que tú y creo que estaría muy orgullosa de ti.
Las mejillas de la chica de cabello corto se pusieron algo rojas mientras escuchaba una risa fuerte de otro lado. La castaña que abrió las ventanas giró su vista hacia aquel joven de cuerpo atlético.
—Dyanne, en serio relájate. Solo es una ventana.
—Que no le tengas miedo a la muerte no es mi problema, Dylan.
Ambos chicos eran extremadamente similares... pero como se parecían a sus amigos de hace años.
Suspiró con pesar y miró al rubio que estaba atrás de ella, lo miró a los ojos y vio como este asintió.
—Nos presentamos Somos Alexandra Orwell y Jacob Benning sus nuevos profesores—la chica hizo una pequeña pausa—. Estudiantes antiguos de la clase tres.
—Nosotros les ayudaremos a detener la calamidad.
E N D.