-¿Qué haces aquí? -Me preguntó y yo seguía estática en la puerta, sin poder creerme todavía lo que estaba pasando.
-Es mi empresa. ¿Y tú qué haces aquí?
-¿Tu recepcionista no te dijo que era el fotógrafo que llamó? -Preguntó elevando las cejas y yo negué varias veces rápidamente intentando salir del trance en el que me encontraba.
-Si, perdón. Estoy un poco sorprendida de verte aquí, solo eso. -Me encogí de hombros sin saber que más decir y me dirigí a mi silla.
-¿No vas a decir nada más? -Preguntó un poco sorprendido.
-Es que no sé que decir. Te lo he dicho todo hace cuatro años y tú decidiste no creerme.
Flashblack
Estaba en mi casa mirando una película con Elena mientras esperábamos a que Paula nos haga de cenar, como todos los días en los que nuestros padres no estaban, a diferencia que esta vez se habían llevado a Santi con ellos.
El timbre de la casa sonó y unos segundos después Paula me llamó diciendo que era para mi. Me levanté del sofá y me sorprendí al verme a Paul en la puerta, y me sorprendí más todavía cuando al intentar saludarlo, corrió su cara. Lo miré dudosa y su rostro no me decía absolutamente nada. Salimos fuera y antes de que pudiese decirle algo habló.
-Natalia, ¿por qué me hiciste esto? -Ahora su rostro estaba lleno de furia, y yo lo miré confusa.
-¿A qué te refieres?
-Todavía te da la cara para hacerte la desentendida. -Soltó una carcajada sin gracia. -Ya sé todo lo que hablas de mi y de Maia a nuestras espaldas. Lo sabemos todo.
-¿Qu-Qué? ¡Pero si jamás he dicho absolutamente nada malo de ustedes! -Dije exaltada, sin poder creeme la situación. -¿Quién te ha dicho aquella gilipollez?
-Alfonso.
-¿Y tú le crees a él? -Dije dolida.
-¿Por qué me mentiría, Natalia?
-¡Para alejarme de vosotros, piensa, joder! que me ha intentado pegar un montón de veces y lo sabes, Paul.
-No sé que pensar.
-Créeme, joder. -Estaba al borde del llanto y él finalmente negó.
-Lo siento, Natalia. No puedo hacerlo.
-¿Estás de coña? -Di unos cuantos pasos hacia él furiosa, amenazante. Me sentía con ganas de gritarle mil cosas y al mismo tiempo estaba al borde de largarme a llorar porque no me podía creer lo que estaba escuchando por parte de Paul. -Tú y Maia son las personas más importantes que tengo en mi vida después de mis dos hermanos, ¿tú eres consciente de lo que me estás diciendo?
-Mírame a los ojos y dime que es mentira. -Inmediatamente clavé mi mirada en él y hablé.
-Todo es mentira, Paul. Te estoy siendo completamente sincera, ya no sé que más decirte. -Me encogí de hombros porque era la verdad.
-¡Eres una maldita mentirosa! Mira esto, gilipollas. -Sacó su móvil del bolsillo y lo desbloqueó para buscar algo, eran unos audios. -Escucha atentamente.
Le dió play y efectivamente eran audios en los que alguien decía barbaridades sobre Paul y Maia, sorprendentemente, esa voz era casi igual a la mía. Casi, pero creía que cualquiera podría darse cuenta que aquella no era yo.
Me puse a pensar en quién podría haber sido y por qué. Después de tanto tiempo aún habían personas que seguían acosándome, no como antes, pero las había. No se me ocurría de quién podía ser esa voz.
La primera persona que se me pasó por la cabeza fue Alicia, la cual descarté al instante porque hubiese conocido su voz enseguida aunque intente cambiarla. Era todo muy raro, pero lo único que sabía era que yo nunca había podido ser capaz de algo como aquello.
-¿De verdad piensas que soy yo? -Las lágrimas en mis ojos caían rápidas, llenas de dolor. Me acerqué a él con la intención de tocarle el hombro pero se apartó automáticamente.
-No me toques. -Dijo dolido. -No vuelvas a buscarme. Ni a mi ni a Maia. -Se dió la vuelta e intenté retenerlo, pero volvió a safarse de mi agarre.
Se había ido. Se habían ido, él y Maia.
Prometieron no dejarme, pensé que ellos eran diferentes.
Siempre que alguien entraba en mi vida se iba.
Supongo que tendría que acostumbrarme a ello.
-Sé que no fuiste tú. -Dijo Paul y abrí los ojos sorprendida.
-¿Cómo?
-Alicia nos lo contó. -Susurró con su mirada clavada en el piso. Cuando iba a hablar me cortó. -Después de que te fuiste nos amigamos con Alicia. Los meses pasaban y un día la vimos llorar y con Maia nos asustamos muchísimo, Alicia nunca lloraba. -Tenía razón, pocas veces había visto llorar a la pelirroja. -Le preguntamos que le pasaba y después de varios minutos dijo que se había peleado con Alfonso. Pensamos que era una simple pelea de pareja, e intentamos consolarla diciéndole lo típico que le dices a alguien cuando se pelea con su pareja. -Se encogió de hombros restándole importancia y siguió hablando, sin quitar su mirada del piso.
-Recuerdo después de nuestro intento de consolarla nos dijo entre llantos que la razón por la que se habían peleado era por tí. Como es de esperar nuestra cara en ese momento era un puto cuadro porque realmente no teníamos idea de qué coño estaba pasando. Al vernos tan confundidos nos comenzó a explicar todo. -Se creó un silencio y levantó su vista para verme, sus ojos estaban aguados y yo no entendía nada.
-¿Me lo vas a decir o qué? -Pregunté a secas.
-Natalia, Alfonso planeó todo. Por su maldita culpa te perdimos, pero la realidad es que los imbéciles fuimos nosotros. A día de hoy me arrepiento muchísimo de no haberte creído.
-Si de verdad te arrepentiste mínimo me hubieras buscado, ¿no?
-Era obvio que no nos ibas a perdonar. -Soltó un leve suspiro y yo me reí sin gracia.
-¿De verdad crees eso? -Pregunté un poco alterada. -Tú y Maia eran mis únicos amigos y se alejaron de mi por algo que ni siquiera era cierto. ¿De verdad piensas que nunca tuve ganas de que volvieran a mi? estaba enojada, sí. Pero ustedes dos eran las únicas personas con las que me había abierto y a las que les había contado todas mis mierdas. Claro que esperé a que volvieran y me dijeran "oye, Natalia, lo siento." pero no ha pasado, he esperado mucho tiempo. Y un día me cansé de esperar y me vine a Madrid. -Cada palabra que soltaba estaba llena de rabia. Toda la rabia que tenía acumulada la estaba soltando, y Paul me miraba atentamente.
-Lo siento. -Me miró a los ojos con tristeza pero yo me mentalicé para no caer en ello. No podía rebajarme, no ahora. Él me había dañado.
-Un lo siento no va a arreglar todo el daño que me han hecho. -Dije en un susurro, mi voz ni siquiera salía con fuerza.
-Lo sé. Si quieres me voy.
-No, te voy a contratar.
-¿Por qué? -Preguntó elevando las cejas, sorprendido ante lo que le había dicho.
-Puedo perfectamente separar mi pasado con el trabajo. Sólo serás mi fotógrafo, no tenemos por qué tener ninguna relación que no sea laboral. -Expliqué lo más calmada que podía estar en estos momentos y él me seguía mirando confundido. -Necesito a un fotógrafo y sé que eres bueno.
-Gracias.
* * * * *
La semana había pasado muy lenta. María ya se había sacado la venda de la mano porque según ella ya estaba bien y lista para salir de fiesta. También había vuelto a su casa y ahora estaba sola otra vez.
Me había acostumbrado tanto a estar con ella que me sentía rara. Era un sentimiento raro y un poco irónico bajo mi punto de vista, ya que siempre he estado sola.
Mi relación con Paul era solo laboral, aunque a veces me costaba un poco ser borde y muchas otras me lamentaba por hablarle tan mal. Pero una parte de mí decía que estaba haciendo lo correcto en no acercarme a él más que laboralmente.
Verlo todos los días me recordaba a mi pasado, a Maia. A veces me preguntaba en donde estaría, y cómo. Me era inevitable pensar en las tantas cosas que habíamos pasado los tres juntos, y me generaba tristeza de que el hecho de que las personas que fueron mis mejores amigos ahora eran simplemente como desconocidos para mí.
Era triste, pero era la realidad.
Por otro lado, había quedado con Alba un par de veces para hablar en la cafetería que quedaba a media cuadra de mi empresa. No sé que cojones estaba haciendo con mi vida, pero lo cierto era que aquella rubia me sorprendía cada vez más con su personalidad.
En estos pocos días se había convertido en una amiga, y aunque siempre desconfiaba con dejar entrar a personas en mi vida, con ella era todo distinto.
Me transmitía bastante confianza, aunque claramente no le había contado nada de mi pasado. Nunca habíamos tocado el tema, solo hablamos de mis hermanos y le conté que en tres días iba a Pamplona para verlos.
Me dijo le habían sacado la suspensión y que había vuelto a jugar. También nos invitó a mí y a los demás a su próximo partido, que era en seis días. Obviamente todos aceptaron contentos.
Vale, y yo también.
La última sesión con Alba había sido hace un par de días por lo que para mi mala suerte no volvería a verla por la empresa. Al menos por ahora.
Ahora nos encontrábamos en la misma cafetería de siempre, su entrenamiento había acabado y yo tenía tiempo libre.
-¿Cómo estás? -Le dije nada más verla llegar a la mesa. Me levanté y la saludé con dos besos.
-Bien, ¿y tú?
-Normal. -Me encogí de hombros y ella soltó una carcajada por lo distante que podía llegar a ser, aunque lo hacía totalmente sin querer.
-Tú siempre tan expresiva. -Dijo burlona y yo rodé los ojos.
-¿Cómo ha ido el entrenamiento? -Le pregunté cambiando de tema, interesada.
-¡Me han cambiado de entrenador! -Exclamó exaltada y comenzó a dar pequeños saltitos para luego sentarse frente a mí, sin quitar la sonrisa de su boca.
-¡Eso es genial! -Me alegré por ella.
-Ya. Oye, ¿vas a volver de Pamplona a tiempo para verme jugar?
-¿Tan emocionada estás para que te vea? -Dije en broma y ella soltó una risita contagiándome al instante. -Sólo iré a pasar el día, no puedo quedarme más.
-¿Y eso por qué? -Preguntó confundida.
-Porque después vuelven mis padres. -Me encogí de hombros restándole interés a aquello y ella me miró confundida, pero al parecer había entendido que no quería hablar sobre ello.
-Hay un tio que te está mirando desde que entramos allí atrás, pero mira disimuladamente. -Sin prestarle atención a lo último que dijo, me giré al instante y ví a Paul mirándome de reojo. Volví mi mirada hacia Alba que tenía la boca entreabierta.
-Te dije que disimules, tonta. -Rodó los ojos. -¿Le conoces? -Preguntó y asentí.
-Es el nuevo fotógrafo que contraté, y también mi ex mejor amigo. -Solté un leve suspiro.
-¿Están peleados? -Asentí. -No le quieres hablar, ¿cierto?
-¿Cómo lo sabes?
-No lo sé, es como si estuviese esperando a que vayas a decirle algo. Ni siquiera está tomando algo, solo nos mira y ya me está incomodando un poco.
-¿Te molesta si hablo con él? será un minuto.
-Ve. Estaré aquí.
Me levanté al instante y me dirigí hacia Paul, el cual se levantó se inmediato al verme.
-¿Podemos ir fuera? -Le pregunté impaciente y el asintió. Sin decir nada más, salí del lugar con él detrás. -¿Qué quieres? -Pregunté agobiada.
-Hablar contigo. -Dijo mirando el suelo y eso me enojó aún más.
-Mírame por lo menos, ¿no te parece de mala educación hablar con alguien y no mirarle a los ojos? -Le pregunté con rabia.
-Natalia....
-Deja de hacerla tan larga y habla de una maldita vez, que no tengo todo el puto día. -Lo corté y el me miró sorprendido.
-Quiero que me perdones.
-¿Quieres? -Solté una risa sarcástica. -¿Sabes lo que he querido yo? -Pregunté y el negó avergonzado. -Claro que no lo sabes, porque nunca te ha pasado que tu mejor amigo se aleje de tí por una gilipollez. Tú no sabes todo lo que he tenido que pasar sola, no sabes una puta mierda. -Solté con rabia.
-Yo..
-Tú nada, joder. -Me acerqué a él amenazante, ni siquiera sabía de lo que era capaz en estos momentos. Tenía muchísima rabia dentro de mí. -Literalmente me estoy arrepintiendo de haberte contratado. Yo sabía que algo de esto iba a pasar. Es que vamos, lo tenía super claro, y aún así, te he contratado. Porque soy gilipollas.
-¿Alguna vez me darás la posibilidad de volver a tu vida? -Preguntó dolido.
-No tengo idea de que voy a hacer. Pero por favor deja de buscarme. Vete, Paul.
-Te quiero.
-Ya no creo en esas palabras.
-Deberías. -Dijo esto último y sin esperar una respuesta de mi parte, se marchó.
Me senté en el cordón de la vereda y me hundí entre mis brazos comenzando a sollozar. Me sentía una persona horrible por haber tratado de aquella forma a Paul, pero mi orgullo era mucho más fuerte de lo que pensaba.
No fui consciente de cuanto tiempo estuve allí, sumida en mis pensamientos. Hasta que noté como una mano se posaba por mi espalda haciéndome sobresaltar al instante.
Al subir mi mirada me encontré con Alba que me miraba con tristeza, mi cara en este momento debería ser un puto cuadro pero me daba absolutamente igual.
Mis lágrimas seguían cayendo rápidas, y causaban que mi vista se nuble y no me dejaba ver todo con claridad.
-Todo estará bien. -Me dijo en un leve susurro y yo solté una risa amarga.
-Nunca lo estará. No para mí.
-No tengo la mínima idea de lo que estás pasando, pero créeme que algún día se acomodará todo. -Me susurraba mientras sentía sus leves caricias en mi espalda, supuse que intentaba calmarme con aquello, y, sorpresivamente estaba funcionando.
-Estoy esperando que todo se acomode en mi vida desde los dieciséis años, y tengo veintitrés.
-No vas a contarme por qué se han peleado con aquél chico, ¿verdad?
-Mi vida no ha sido fácil y lo que menos quiero es molestar con mis mierdas.
-¿Por qué piensas que le molestas a todo el mundo? A mi me interesa saber, por algo estoy aquí.
-¿Estás segura que no es por lástima? -La miré con tristeza y ella asintió. Después hizo algo que me sorprendió muchísimo. Tiró de mi brazo para pegarme a ella y me envolvió en un abrazo. Me sentía tan vulnerable que ni siquiera protesté y dejé que me abrazara. Sentí como se me volvían a humedecer los ojos y después de varios minutos en la misma posición, finalmente decidí hablar.
-A los dieciséis me enamoré de mi mejor amiga, estuve mucho tiempo ocultandole aquello y cuando se lo dije lo único que hizo fue reirse de mí. Desde ese momento mi vida se convirtió en un maldito caos. El acoso constante hacia mi por parte de los alumnos era horrible, y cada día crecía más y más. Tiempo después conocí a Paul y a Maia.
-¿Paul es el chico que estaba hace unos minutos aquí? -Preguntó y asentí.
-Ellos me aceptaron tal como era y jamás me hicieron algo malo. El tiempo pasaba y ellos se volvían casa vez más importantes para mí. Se habían convertido en mis mejores amigos, podía contar siempre con ellos sin nada a cambio y me sentía genial con ello. Hasta que un día todo cambió. Se filtraron unos audios falsos con una supuesta voz que era mía y que decía barbaridades de mis amigos. Claramente no había sido yo, pero decidieron no creerme. Ahora me lo encuentro otra vez a Paul y me dice que sabe que aquellos audios eran falsos y después de tanto tiempo me viene a pedir perdón. Tú no te das una idea de toda la mierda por la que pasé sola. -Dije llorando, intenté separarme de Alba pero me apretó más contra ella lo que causó que mi llanto aumente.
-Seguro piensas que soy una idiota ahora mismo. -Le dije en un susurro ahogado.
-Claro que no, Natalia. Pienso que eres una persona muy fuerte, y te admiro.
-¿De verdad? -Levanté mi vista y su mirada se clavó en la mía, causandome un escalofrío que recorrió por todo mi cuerpo, el cual decidí ignorar.
-De verdad. Ahora levántate y ven conmigo, te llevaré a mi casa y te haré algo de comer. Que estás sin comer desde hace horas y eso está muy mal.
Asentí y me levanté en silencio, me sentía bastante vulnerable frente a ella y me sentía rara.
Sea lo que sea, no era malo.
Me ahogo con los que decían que la persona era Mikel, el cual ni siquiera ha aparecido en el fic y Natalia no tiene ningún ex. Me jarto.
Comentar si les está gustando. Tengo muchísimas ideas en mente y no va a ser una historia corta, a eso lo tengo clarísimo como el agua.
Voy a intentar subir capítulos más seguidos, lo prometo.
Gracias por leerme, ¡nos vemos!