Sumisa de cinco dragones

By Saraygildiaz

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Cuando eres una supermodelo engreída, prepotente y te crees superior a todo lo que te rodea. Pero decides sub... More

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By Saraygildiaz

Negando vio cómo su hermana estaba en un lujoso bar tomándose una copa junto a tres tipos como los Dragón, al vaciarla no pudo hacer más que caer de medio lado sobre los brazos de uno que respiraba en su cuello y la cargaba entre sus brazos

- No, por favor.

La soltó dejándola caer, lo vio apagar el teléfono y dejarlo caer en la cama mientras caminaba hacia una enorme pala llena de clavos sin punta. Con la otra mano cargo unas bolas grandes.

- ¿Sabes lo que es esto?

Ella estaba totalmente asustada.

- Tranquila, tranquila, no te estoy haciendo nada malo, ni te he hecho ¿verdad?

Ella no dijo nada, los ojos de Hiro se volvían grises, estaba calmado, intentando relajarla.

- Ya está, vamos.

Él tiro unas bolas chinas al suelo junto a la pala y la cargo en brazos.

- Vamos a bañarte hermosa.

Antes de levantarla ella rompió a llorar.

- ¿Qué os he hecho yo para merecer todo esto que me estáis haciendo?

Ninguno dijo nada, Hiro la subió a su dormitorio y la intento bañar pero ella se zafo.

- Dejarme en paz.

Todos salieron dejándola en el baño dentro de la bañera llena de agua y cerrando la puerta, se echó a llorar en silencio, hasta que soltó unos sollozos ahogados en lágrimas que no la dejaban respirar. El agua estaba enfriándose demasiado, pero no podía moverse, la puerta se abrió de golpe mientras Hideo se lanzaba a sacarla y echársela en los brazos tapándola con una toalla que le dio Hikaru.

- Ya está, tranquila.

La abrazo tan fuerte y cariñosamente que la reconfortó mucho, tanto que se quedó dormida en sus brazos, pero de la nada escuchó un ruido sonó tan fuerte que la hizo despertarse asustada y abrazarse a Hideo.

- Dejarme salir de aquí, quiero volver a mi vida.

Gruñendo con fuerza él negó.

- No podemos dejarte ir, podemos darte más libertad por la casa si quieres.

Enma negó.

- No, te lo ruego, déjame marchar.

Dai cogió otra toalla y le secó el pelo y la levantó de manos de Hideo y Eiji la cogió llevándola a la cama.

- Ve acostumbrándote, te dejare la puerta abierta, tienes ropa ahí, arréglate y baja a cenar, te has saltado la comida, no queremos que tu cuerpo pierda ningún gramo.

Enma miró la puerta cerrarse y se secó el resto de lágrimas que caían, sus tripas rugían ansiosas, miro la tela y pinturas con una nota encima:

Ponte guapa para nosotros.

Media hora más tarde estaba rodeada por cinco miradas fijas en ella, mientras bajaba las escaleras y para su sorpresa ellos también se habían arreglado con pantalones de pinza y camisas o polos, sus dos manos fueron cogidas, una por Hideo, otra por Hikaru y de nuevo por Hiro y Dai hasta que Eiji cogió las dos juntas y las besó.

- Vamos a cenar.

Demasiadas preguntas seguidas por órdenes que tuvo que contestar la mantenían ansiosa, no sabía si deseaba algo que en el fondo de su cuerpo se estaba formando y haciéndola encenderse como las llamas de un fuego lleno de hambre. No toco nada, ellos le daban todo mientras mantenía los dedos de las manos juntos bajo la mesa, retorciéndolos, solo miraba y probaba comida que en su vida había visto, no quería decirles que no, pero su boca ansiaba soltar la palabra y su cuerpo ansiaba que la castigaran, tirar todo al suelo y tirarse en la mesa, subirse la falda y rogar que hay mismo la follaran, suspiró como pudo, pero cinco dragones adictos a su olor sabían que su excitación estaba escalando a más y más altura por momentos, estaban esperando que pidiera algo, pero ellos estaban para reventar, bajo las mesas sus pollas pulsaban un poco de crema brillante y trasparente, estaban preparados.

- ¿Qué te pasa?

Eiji cogió su barbilla para ponerla ante sus ojos.

- Tienes las pupilas dilatadas, la piel tibia y los labios sonrosados más que de costumbre.

Enma se mordió el labio ansiosa.

- No lo sé.

Eiji fue a besarla, pero ella aparto su rostro haciéndolo apretar los dientes sobre su mejilla furioso mientras la besaba levemente.

- ¿Esa es tu respuesta para todo?, te recuerdo que con una llamada podemos ir a por tu hermana.

No contesto, solo se mordió el labio.

- Yo creo que estas excitada, pero ¿Porque?

Enma trago mientras él mordisqueaba su cuello, fue a evitarlo, pero Hideo cogió sus muñecas y la echo sobre su cuerpo dejando a Eiji más acceso hacia abajo, le desnudo los pechos y los beso y toco con mimo haciéndola gimotear y temblar hasta casi alcanzar el clímax.

- No sé porque me siento así.

- Yo te lo diré.

Hideo le torció el rostro hacia él y se la acercó hasta quedar pegados, azul y gris, agua y niebla.

- Te gusta lo que te hacemos y tu cuerpo te pide más.

Él abrió la boca cerca de la suya soltando un claro A, mientras Eiji beso su cuello haciéndola cerrar los ojos, cuando los abrió un rojo fuego en los ojos de Hideo la miraban, hasta que se terminó de inclinar besándola, su fantasía se cumplió, Hideo tiró todo al suelo, rompió su vestido y la arrojó en la mesa boca abajo. Levantó sus caderas hasta su boca y ella chillo de placer mientras él comenzaba a devorarla con verdadera y ruidosa ansia haciéndola correrse. Eiji la cogió por los codos y la arrastro fuera hasta su asiento donde él estaba con su verga esperándola, la beso y la dejo hacer, experimentar e intentar complacerlo.

- Trágatelo todo Enma.

Su pedido fue un suspiro que la ayudo a querer complacerlo mientras seguía ayudándolo con sus manos y sus labios a liberarse, finalmente lo hizo e incluso salpico un poco su rostro, se quedó lamiéndolo hasta que Hideo la arrastro a un inmenso salón seguido de sus hermanos, se tumbó en el sofá y la ayudo a montarse sobre él, mientras Dai pulsaba detrás, jugaron con ella, la mordieron por todo el cuerpo, la besaron y cuando acabaron Hiro la sacó y la tumbó sobre Hikaru ayudándola a clavarse y él se colocó en su entrada, así una y otra vez hasta que acabo en la alfombra tirada como una muñeca sucia y usada. Pero no le importaba, estaba a gusto, un temblor la recorrió pero sobre la inmensa alfombra crepitaba un fuego que los calentaba durante el acto y ahora con una manta echada encima la llevo al más placentero sueño que nunca hubiese tenido. Bastantes horas más tarde Enma abrió como pudo los ojos, estaba boca abajo en un gran salón y empezó a recordar.

- Dormilona.

A su espalda cinco hombres de hierro en los ojos la miraban.

- Dios mío, no me puedo levantar.

Hideo soltó una ruidosa carcajada levantándose.

- Vamos, te encanta que te levante.

Él cogió sus nalgas y la subió hasta su boca lamiéndole todos los muslos y las nalgas hasta abrirlas a lametones haciéndola suspirar.

- ¿A que sí?

Le dio la vuelta y se subió sobre ella hasta quedarse mirando a sus ojos.

- Esto no está bien.

Hideo le abrió las piernas y la enroscó a su alrededor.

- ¿El qué?

Enma suspiro varias veces.

- Yo, cinco hombres, estar aquí encerrada, esclava.

- ¿Esclava?, yo creo que los esclavos somos nosotros del placer de tus deseos, anoche no hubo sumisión, ¿Verdad?

Ella negó y él descendió a su boca dejándola respirando entrecortadamente, metió las manos entre los dos y un suave roce en su vagina la hizo temblar y jadear.

- Hoy estas más sensible.

Tiró de su cremallera sacándose una punta brillante y la puso sobre ella, se dejó caer de espaldas con ella encima, con el rostro apoyado en su pecho. La beso en la cabeza y la miro a los ojos cuando alzo el rostro.

- Follame Enma.

Ella sin más se alzó y se lo metió dentro sin discutir, una sensibilidad absoluta la tomó haciéndola sentir increíble.

- Un poco más cariño, éntratela más princesa.

Él apretó sus hombros ayudándola a terminar de entrar.

- Esto no está bien, joder.

Cogiendo su rostro él la hizo mirarla haciéndola detenerse con las yemas de sus dedos apoyadas en los muslos fuertes y tonificados de él.

- Esta todo lo bien que quieras preciosa.

Con fuertes estocadas la recostó en sus manos casi contra el suelo y le comió los pechos con ansía, mordió su hombro haciéndola llegar de la excitación del mordisco, lamió la sangre prominente y con sus dedos trazó el resto de mordiscos y marcas de sus hermanos y suyos que rodeaban su hermosa figura.

- Hermosa.

Volvió a besarla con ansia y la dejo en el suelo donde siguió besándola sin dejar de moverse dentro de su cuerpo.

- Termino y vuelvo a estar duro, ¿Que nos estás haciendo?

Hideo salió de Enma, alcanzó una toalla limpiándola y la dejó tapada con una sábana, en un revoltijo de pelos por todo el suelo.

De la nada apareció Dai cargando un inmenso vaso que la hicieron sentir sedienta al verlo y un plato con fruta.

- Te has saltado el desayuno Enma, pero tienes hambre ahora.

Lo puso en la mesa y la alcanzó poniéndola sobre la fría superficie.

- Sé que somos muy exigentes.

Él le dio de beber con sus manos, acostumbrada se dejó alimentar mientras lo veía coger pequeños trozos de fruta con sus grandes manos, alrededor del salón sus cuatro hermanos los observaban tranquilamente, cogió una fresa y recorrió su cuerpo con ella hasta llegar a su vagina, la introdujo un poco haciéndola jadear ante el frío, mirándola a los ojos se la llevo a la boca.

- Que rica.

Dai se arrojó a su boca dándole a probar su sabor de sus labios.

- Lo estas llevando muy bien.

La puerta sonó levemente y se abrió haciendo a Dai taparla, un japonés hablo con Eiji.

- Señor, tiene una llamada.

Lo vio salir muy serio seguido de Hideo, hasta cerrar la puerta, mientras Dai la cogía con sus manos en sus caderas para ponerla entre Hikaru y Hiro.

- Estas lista para nosotros siempre.

Hiro bajo su mano hasta su vagina y Hikaru la echó para atrás comiendo sus pechos, Enma cerró los ojos por el placer que le estaban dando hasta que Hikaru la tumbó sobre él con Hiro detrás presionando en su interior como locos, haciéndola rogar por mas hasta que calló sobre el pecho de Hikaru, pero Dai tenía una sábana enseguida sobre ella y la sacó de allí.

- Vamos a bañarte.

Dai paso por un despacho donde había una riña en japonés, entre Hideo y Eiji, se callaron al verlos. Dai le lleno la bañera mientras la dejaba en el asiento de los pies de su dormitorio, no tardo en volver y desnudarla a besos, un inmenso jacuzzi le saludaba, la entró con ella cogida y se la sentó encima.

- Esto no está bien.

- ¿Y que está bien?, ¿El bien te arropa, te besa y te hace el amor por las noches?

La miraba a los ojos fijamente.

- Enma, se feliz y no mires a quien, si te gusta y estas bien, ¿Porque apartarnos de tu lado?, somos cinco, sí, pero te amamos más que un solo tipo. Nos tienes a todos nosotros para darte, mantenerte y conservarte.

Ella negó.

- No está bien.

Él cogió una mano y la puso con la suya.

- Ningún hombre te hará nunca lo que nosotros te hacemos.

Él la beso en el cuello y la espalda hasta dejarla excitada, alcanzo su vagina y la acarició hasta dejarla aún más excitada.

- Agárrate arriba.

La empujó dejándola casi a cuatro patas con los brazos fuera de la bañera y se metió en ella, beso su espalda y la cogió por un hombro echándola para atrás y quedando más cerca de él.

- Dale la vuelta.

Eiji se desnudó entrando al jacuzzi, mientras Dai salía de ella, le daba la vuelta, la penetraba lentamente y le facilitaba el acceso a su hermano, le hicieron el amor repetidas veces mientras la bañaban y a fin Dai la tumbo en la cama besándole una mejilla.

- Descansa princesa.

Antes de que pudiera levantarse le cogió una muñeca.

- Dai.

- Dime Enma.

Él se sentó junto a ella y Eiji se quedó vistiendo cerca.

- ¿Porqué no me dejáis marchar?

- Te dije que no quería volver a oírte hablar del tema.

Eiji se acercó a ella cogiéndola por el pelo y besándola.

- No insistas, tu vida está ahora aquí con nosotros, si sales fuera cosas malas te podrían pasar y nosotros no estaríamos para protegerte.

- Dejarme marchar, esto ya está bien, no puedo estar para siempre aquí. Me voy a volver loca.

Enma sintió su barbilla temblar.

- Estarás por siempre, nunca te iras y si vas a alguna parte será con nosotros.

Sus ojos empezaron a llorar.

- ¿Porqué me hacéis esto?, llevo días encerrada como un animal, solo me usáis para joderme y alimentarme.

- Eso no es así.

Dai levantó su barbilla con una mano.

- Cuando estemos bien juntos saldremos, viajaremos ya lo verás.

Enma negó sintiendo sus manos temblar de nervios entre sollozos.

- Nunca estará bien esto.

- No está bien porque tú no quieres.

- ¡Dejarme ir ahora mismo!

Dai torció su rostro mirando a Eiji y finalmente sus piernas.

- Cógela por las rodillas.

- No por favor, esperar.

Ni caso le hicieron a todos sus ruegos, Hideo, Hikaru y Hiro se asomaron a ver qué pasaba y vieron a sus hermanos Eiji y Dai cargar con Enma chillando e insultando hacia la habitación y los siguieron.

- Dejarme ya joder.

A Dai se le resbaló Enma y calló suavemente al suelo de nalgas, pero cuando la fue a coger ella le pegó un puñetazo en la nariz y pateo a Eiji como una loca.

- ¡Serás!, ven aquí.

Unos guantazos y pataletas más enfurecieron a Dai.

- Para ahora mismo.

Ella se quedó quieta ante la voz fuerte de él y ella se quedó paralizada viéndolo sangrar por la nariz y cogerla.

- Me las vas a pagar.

- No por favor.

- Haberlo pensado antes de volverte histérica, ahora las vas a pagar.

- Eso es lo único que os interesa, hacerme sufrir, sois unos malditos animales.

Dai paro en seco y la bajo cogiéndola por las caderas.

- Con que animales ¿Eh?

Él le pasó la mano por la cintura y termino de arrastrarla hasta el cuarto.

- Dejarme por favor.

- Te vas a enterar de lo que es ser un animal.

Eiji le paso cuerdas y la ató mientras forcejeaba.

- Sujétala Hikaru, no puedo cerrar los nudos, para joder, para Enma.

Los dos como pudieron la ataron mientras conseguían hacerla parar de moverse.

- No me hagáis nada por favor.

Mandándola callar con un siseo la miro a los ojos.

- Ya estas.

- Ahora a la mesa.

Dai por favor perdóname.

- Cuando termine te perdonare.

Eiji acerco un algodón a Dai que no paraba de sangrar y se sacó la camiseta enseñando sus bíceps, sus prietos abdominales y limpiándose el sudor de la frente.

- Venga no me mires así, me tienes sudando como un cerdo y sé que lo estas disfrutando, un antifaz.

Que bien se unían cuando trabajaban en equipo pensaba Enma. Media hora después estaba completamente húmeda e indefensa ante cinco musculosos gigantes de hierro.

- Te mantendría así para los restos de la vida, mírate. Ah! que no puedes, estas para comerte.

Dai reía en bajó.

- Nos vamos a dar un festín y cuando te vengas yo entrare en ti, si adivinas que labios te están tocando.

- Po...

No pudo articular más, los labios de Hikaru estaban castigando su pecho izquierdo.

- ¿Quién es?

Enma solo pudo abrir la boca para chillar de placer y menear la cabeza al sentir como estiraban su pezón entre besos y mordiscos.

- ¿Qué amo te está comiendo?

Dai le susurro en su oído contrario mientras sujetaba su cuello.

- Dilo.

- Hikaru.

Lo dijo como podía estremeciéndose.

- Dilo como es debido.

Hikaru mordió y los dedos de Dai castigaron su otro pecho.

- El amo Hikaru.

El soltó su agarre sobre su pezón y los labios de Hiro ocuparon su pecho con mimo.

- ¿Y ahora?

- No puedo más.

Poco a poco entro Dai en ella y comenzó a empujarse.

- En esta postura, estas tan expuesta.

Dai subió desde su monte una caricia hasta su cuello.

- Podría hacer contigo lo que quisiera.

Él empujo más y más mientras sus pechos eran maravillosamente comidos.

- Vente conmigo Enma, por favor.

Con ese simple pedido que él le pidió una inmensa ola de placer la llenó haciendo nacer un orgasmo en su interior que la dejo casi sin aliento, dejaron sus pechos y Dai se subió como un acróbata sin tocarla pero aun dentro de ella, a quitarle la venda.

- Ha sido maravilloso mi vida, gracias.

La besó hasta que no pudo más y la dejó caer para atrás, pero una carrera de besos desde su cuello a sus pechos la volvieron a dejar deseosa, cuando volvió a mirarlo él saco su inmensa lengua y lamio un pecho como si fuera un helado.

- Estas excitada, de nuevo.

Dai la fue soltando, la puso de rodillas ante Hikaru en la cama y alargo la mano hasta un bote que Hideo tendía con líquido fresco, le dio un masaje con friegas por los brazos y la espalda.

- Es para que no te duelan los músculos dentro de un rato, no te queremos dolorida. Como me estas poniendo viéndote ahí agachada.

A todos les sorprendió cuando la vieron sacársela a Hikaru y empezar a comérsela.

- Waoo nena, estas sacando...una pequeña diablilla de dentro tuya.

Hikaru no aguantó más y la echo en la cama metiéndosela de un golpe y follándosela como un animal sin parar, se corrió varias veces marcando besos por su piel hasta dejarla dormida. Cuatro horas más tarde estaba todo en silencio y de la nada risas y voces llenaron la casa, ella abrió los ojos, Hikaru estaba en la cama con ella.

- Tenemos visita, no saldremos, pero veras gente nueva. Eiji te trajo algo para la cena, ¿Te portaras bien?, por favor, nuestros amigos son como nosotros y si les dices algo de que estas aquí obligada o cualquier cosa, no les importara, a sin que vamos a bañarte y arreglarte ¿entendido?

Él la levantó y la llevo a un baño que había en la habitación, se metió a duchar con ella totalmente duro, le dio varias veces con la polla en el cuerpo sin querer hasta que la puso contra las baldosas y a besos le hizo el amor como un loco.

- Te necesito, no puedo estar cerca tuyo sin poseerte, te quiero aunque no te lo diga al igual que mis hermanos.

Tantas palabras hermosas le hicieron en segundos estar apretándosela y viniéndose juntos.

Media hora después entraba en un salón al más estilo japonés con la mesa baja y los hombres de rodillas al suelo pero seis tatuados llamaron su atención, tatuados no tatuadísimos, casi no podía ver su piel y en trajes casi iguales, en el lado izquierdo de su cara llevaban el mismo tatuaje del rostro de una mujer, solo le miraron una vez y volvieron a lo suyo.

- Hola cariño

Eiji la miró muy serio con advertencia mientras se levantaba hacia ella, mando a Hikuaru marcharse a su sitio y le señalo varios tipos que había sentados.

- Estos son nuestros amigos rusos Alek, Sergey, Vova, Mijail, Yura y Alexey a y ahí viene la mujer de ellos.

Una mujer de cabello negro al igual que sus ojos con sobre peso la saludo simpáticamente.

- Nerea.

La mujer la apretó entre sus brazos.

- Enma.

Ella la vio marchar y miró los tatuajes de todos en sus gargantad, era ella. Uno le señalo sus rodillas y ella se sentó sobre él, todos tenían en su mano izquierda el nombre de ella en mayúsculas en los dedos NEREA.

- Es su mujer.

Hideo le hablo por detrás.

- ¿De los seis?

Enma se quedó boquiabierta.

- ¡Eh!, que también es mi esposa.

Otro igual que los demás repleto de tatuajes entro subiéndose la bragueta y se fue a la pareja que se estaba besando arrebatándole el beso y dándole uno también hasta dejarla sin aliento.

- Él es Dima.

Más parejas de una sola mujer llegaron.

- Estos son los hermanos Asad y su mujer Sonia.

Enma saludo a la mujer de ojos verdes y pelo rojo como el fuego rodeada de cinco árabes de piel oscura y cuerpos estaban repletos de músculos, salvo uno que era más blanco, los cinco no la miraron ni un segundo, mantenían la mirada fija en la preciosa pelirroja de piel pálida.

- Esos son los Jaw con su mujer Sandy.

Enma miro a la rubia de ojos lilas preciosos rodeada de seis tipos aún más fuertes que los anteriores, de ojos raros rasgados como los de un caimán, pero solo pudo verlos de refilón mientras besaba a la mujer de ellos pues tampoco la miraron ni una sola vez.

- Malik por favor, ¡he dicho que vale! Maldita sea deja de golpear mi trasero.

Enma se quedó mirando las puertas del salón por las que pudo escuchar varios golpes y un quejido femenino, fue a ver, pero Eiji cogió su muñeca negando. Varios minutos después tras escuchar a la mujer gimotear con los labios seguramente tapados esta apareció con las mejillas teñidas de rojo.

- Enma te presento a nuestra última invitada Carla junto a sus maridos Malik, Leo y Roar.

Los tres no la miraron tampoco, pero dijeron un encantados entre dientes.

- Vosotros, yo os conozco, erais boxeadores.

Los tres asintieron, pero no la miraron, Enma no dijo nada mientras dos de ellos cogían a la mujer por las muñecas llevándosela hasta la mesa, él último que quedo de cabello negro y largo apretó la mano de Eiji sonriente. Nada más acabar las presentaciones todos hablaron en Japonés, ninguna mujer los entendía y parecía darles igual ya que estaban muy entretenidas con varios de sus respectivos maridos. No tardaron mucho en marcharse, todos tenían que volver a sus respectivos países.

- Vamos.

Hideo la alzó nada más acabar con Dai y la llevaron al dormitorio de Dai mientras veía como los helicópteros en los que las parejas debían de haber llegado se marchaban rápidamente seguidos de varios más.

- Tenéis más seguridad vosotros y vuestros amigos que un presidente.

Él solo carraspeo unos quince minutos más tarde detrás de ella la había dejado perderse en sus pensamientos.

- ¿Qué opinas?

Enma se encogió de hombros.

- No lo sé, parecían felices.

- Y lo son, mucho.

- No entiendo como una mujer puede hacer felices a tantos hombres.

- Porque no necesitan más, ellas son todo lo que quieren.

Dai acariciaba su espalda, Hideo se levantó y comenzó a tirar de su corbata. Pero no pudo hacer más que tirar de ella tratando de esconderla detrás de él.

- Vaya, vaya, llevo años detrás de cambiantes como vosotros, cuando tenéis una debilidad es el momento justo de atacar, que pena no haber llegado antes, habría conseguido a varias más de vuestras putas.

Hideo gruño al igual que Dai, comenzaron a transformarse mientras escuchaban a Enma chillar al verlos llevándose las manos a los labios.

- Vaya, no sabe que sois unos monstruos asquerosos, señorita Enma haga el favor de acompañarme, de varios pasos hacia aquí, prometo no darle unos balazos si accede.

Varios láseres apuntaron el dormitorio.

- ¡No!, no te la llevaras.

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