Estaba devastado, más bien, sorprendido.
NamJoon era un escritor, uno de los mejores del momento. Sus libros parecían obras de arte, bellamente esculpidos por las manos más puras.
En todos los años que llevaba de carrera, había escrito más de 30 libros, todos de diversos temas. Siempre había sido fácil narrar y detallar sus pensamientos en el papel, y sin embargo esta vez le estaba costando demasiado.
¡Pero es que no podía creerlo!
Solamente necesitaba escribir una parte relacionada con el sexo, de manera metafórica y poética, que sonara como un acto totalmente glorioso. Pero no podía, solo le salían frases vulgares y directas.
¿Cómo se le podía dificultar tanto, si entre sus amigos, era el más pervertido? ¡Si es que ya había escrito escenas así antes!
Jaló sus cabellos con desesperación y mordió sus labios, pensando y pensando en frases que sonaran hermosas.
"El vaivén que se había creado producía sonidos que acallaban cualquier otro. Las manos de los amantes danzaban de forma grácil, explorando la perfección misma; en ocasiones, deteniéndose debido a los espasmos que sentían.
A oídos de ambos, la habitación estaba sumida en una suave melodía parecida al canto de los ángeles, pues sentían que allí estaban completos"
Negó con su cabeza y arrugo el papel debido al enojo.
¡No!
Aquello sonaba espantoso. Pero en las últimas horas todo había salido de esa manera.
Talló sus ojos mientras un sonoro suspiro escapaba de sus labios. Agarro el teléfono, que se encontraba a un lado, y marcó al primer número de la agenda.
-Cariño, voy para allá- dijo rápido, colgando inmediatamente y poniéndose de pie. Tal vez y solo tal vez, Jin le ayudaría con su problema.
Después de todo, los 30 libros que había escrito estaban inspirados en él.