DOBLE NACIONALIDAD

By December_Girl01

50.2K 3.8K 1.2K

¿Qué harías si tu familia estuviera en bancarrota por culpa de los errores de tu hermano y tuvieras que busca... More

PRÓLOGO
CAPÍTULO 1
CAPÍTULO 2
CAPÍTULO 3
CAPÍTULO 4
CAPÍTULO 5
CAPÍTULO 6
CAPÍTULO 7
CAPÍTULO 8
CAPÍTULO 9
CAPÍTULO 10
CAPÍTULO 11
CAPÍTULO 12
CAPÍTULO 13
CAPÍTULO 14
CAPÍTULO 15
CAPÍTULO 16
CAPÍTULO 17
CAPÍTULO 18
CAPÍTULO 19
CAPÍTULO 20
CAPÍTULO 21
CAPÍTULO 22
CAPÍTULO 23
CAPÍTULO 24
CAPÍTULO 25
CAPÍTULO 26
CAPÍTULO 27
CAPÍTULO 28
CAPÍTULO 29
CAPÍTULO 30
CAPÍTULO 31
CAPÍTULO 32
CAPÍTULO 33
CAPÍTULO 34
CAPÍTULO 35
CAPÍTULO 36
CAPÍTULO 37
CAPÍTULO 38
CAPÍTULO 39
CAPÍTULO 40
CAPÍTULO 41
CAPÍTULO 42
CAPÍTULO 43
CAPÍTULO 44
CAPÍTULO 45
CAPÍTULO 46
CAPÍTULO 47
CAPÍTULO 48
CAPÍTULO 49
CAPÍTULO 50
CAPÍTULO 51
CAPÍTULO 52
CAPÍTULO 54
CAPÍTULO 55
CAPÍTULO 56
CAPÍTULO 57
CAPÍTULO 58
CAPÍTULO 59
CAPÍTULO 60
CAPÍTULO 61
CAPÍTULO 62
CAPÍTULO 63
CAPÍTULO 64
CAPÍTULO 65
CAPÍTULO 66
CAPÍTULO 67
CAPÍTULO 68
CAPÍTULO 69
CAPÍTULO 70
CAPÍTULO 71
CAPÍTULO 72
EPÍLOGO
Nota final
EXTRA (1)
EXTRA (2)
EXTRA (3)
¡¡NOTICIÓN DE LOS BUENOS!!

CAPÍTULO 53

405 29 4
By December_Girl01

Han pasado ya tres días desde que ingresaron a la hermana de Leonardo en el hospital y, pese a todos mis esfuerzos por convencerlo de que vaya a casa a descansar, no me hace caso.

—En serio deberías dormir un poco, tus padres y yo nos quedaremos aquí y ante cualquier novedad te avisaremos.—le repito por enésima vez.

—Si me voy no voy a ser capaz de dormir nada.—replica con voz cansada.—Da gracias que me has convencido para comer algo.

Se recuesta en la silla de la sala de espera y cierra los ojos, abatido. Tiene unas ojeras profundas y su cuerpo está constantemente en tensión.

Odio verlo así y me odio más por no contarle acerca del mensaje que recibí. Pero temo que si lo hago ahora pierda los nervios y no sepa controlar la situación. Es un momento muy delicado, sé cuanto quiere a su hermana pequeña.

No tengo ni la menor idea de cuánto tiempo llevamos esperando cuando sale el médico para informarnos de algún progreso.
Al unísono, los cinco presentes nos levantamos a la vez y lo miramos fijamente.

—¿Ha habido algún cambio, doctor?—pregunta su madre con voz esperanzada.

—Lo siento señora, pero por el momento no ha habido ningún avance. Estaremos muy pendientes de ella, de todos modos.—el doctor pasa la mirada por los presentes hasta que sus ojos se clavan en Tiago.—¿Fue usted el que tuvo contacto con ella por última vez?

—Si, doctor.—responde en voz baja.

—Lamento informarles de que su hija ingirió una cierta cantidad de cianuro que puede ser muy perjudicial para su salud, teniendo en cuenta su anterior diagnóstico.—Ante la noticia, su madre se derrumba y su marido tiene que sujetarla para que no caiga al suelo y con su hombro ahoga sus sollozos.

—¿Qué? ¿Cómo ha podido ser?—pregunta su padre completamente indignado.

—Es lo que aún estamos intentando averiguar, señor.—y con un leve asentimiento de cabeza, se marcha.

Mi cabeza empieza a darle vueltas a lo que ha dicho el médico "su hija ha ingerido cierta cantidad de cianuro...puede ser muy perjudicial..." y al escalofriante mensaje del otro día. Su advertencia fue clara: si sigo buscando estaré en el lugar de su hermana.
¿Será alguien capaz de envenenar a una niña inocente por el simple hecho que querer venganza?

—¡Que le diste a mi hija!—el hombre estalla de rabia y se acerca peligrosamente a Tiago.

—N-nada, señor. Lo prometo.—se defiende con los ojos muy abiertos.—Solamente ordenamos dos pizzas y yo también comí de ellas. No comió nada más, ¡se lo juro!

—¡Entonces explícame como es que está postrada en una cama de hospital con cianuro en el cuerpo!—levanta la voz más de la cuenta y los primeros pacientes empiezan a observarnos.

—Papá, ya basta. Tiago no ha hecho nada, ha cuidado a Amelia desde que era un bebé. Déjalo en paz.—interviene Leonardo agarrando a su padre por el brazo y guiándolo a una silla para serenarse.

Me acerco a Tiago y le aprieto el brazo para que sepa que estoy de su lado y él me devuelve el apretón y suelta un profundo suspiro de cansancio.

—Será mejor que me vaya a casa.—dice interrumpiendo el silencio.

***
—¿Y si la accidente de tu hermana no ha sido exactamente...un accidente?—suelto de golpe en el ascensor de la oficina.

Llevo todo el día desde que hemos salido del hospital con ese pensamiento en la cabeza y siento que si no lo comparto con alguien voy a explotar.
Tal como lo digo el cuerpo entero de Leonardo se gira abruptamente hacia mí y me mira completamente descolocado.

—¿Qué? ¿A que te refieres?—su humor ya era pésimo desde esta mañana, pero ahora parece que ha ido a peor. Genial, pues parece que no ha sido un buen momento.

—Que no creo que lo que le ha pasado a tu hermana sea tan inocente como parece.—me niego ha devolverle la mirada, así que la mantengo en las puertas cerradas del ascensor.

—¡¿Inocente?! ¡Mi hermana se muere en esa cama de hospital, nada de esto es inocente, Angelique!—sus gritos revotan en las cuatro paredes metálicas del ascensor y me encojo de hombros.

—¡¿Puedes hacer el favor dejar de gritar como un energúmeno?! ¡Estoy intentando decirte algo y no me dejas!—estallo ya cansada de sus berrinches.

—¡Pues dímero ya!—ignora mi advertencia de que deje de gritar.

Exasperada de su comportamiento hago lo primero que se me pasa por la cabeza. Aprieto el botón para parar el ascensor.

—A-Angelique...

—¡Que! ¡Eres tu el que no para de chillar y no es necesario montar un espectáculo delante de todos los empleados!—soy consciente que la que ahora está chillando soy yo, pero eso no tiene importancia.

—De acuerdo, entonces dime de una maldita vez que quieres.—intenta calmarse dando profundas respiraciones.

—Vale,—tomo aire y decido escupirlo de golpe.—el otro día, cuando fui a por unos cafés en el hospital, volví ha recibir uno de esos mensajes.—levanto la vista para comprobar que me está prestando atención y lo veo con los brazos cruzados y la vista fija en mi rostro.

No tengo el valor suficiente como para decirlo en voz alta, así que pienso que mostrándole el mensaje será mucho más rápido y efectivo.

El silencio invado el ascensor y veo como se le van abriendo más y más los ojos y tensando la mandíbula a medida que va leyendo el texto.

—No puede ser...—exclama con un susurro apenas audible.––¿de verdad crees que alguien puede haberle hecho una cosa así a una niña pequeña?—me lo pregunta con un deje de desesperación. Como si no se quisiera creer que es real.

—No quiero ser negativa, pero llevamos siendo acosados por varios meses ya y los mensajes son cada vez más preocupantes,—intento explicarme lo mejor que puedo.—esa puede ser una posibilidad.

Asiente muy lentamente y se recuesta sin miramientos en la pared de metal. Su respiración se va haciendo más trabajosa y con manos torpes se intenta desabrochar la corbata. Inmediatamente sé lo que sucede, está teniendo otro ataque.

—Leonardo, eh.—me pongo de rodillas delante suyo y con las dos manos le cojo de la cara para que me mira a los ojos.—Calma, ¿si? Mírame y respira con regularidad.

El cuerpo le tiemble terriblemente y sus dedos torpes intentan cogerme de los brazos, pero el sudor hace que se le resbalen

A-Ange...mio caro...—balbucea palabras e intenta hablar pero se lo impido.

—Shh, no digas nada y céntrate en tu respiración.—sus ojos van de un lado a otro y su respiración se acelera todavía más. No parece haberme escuchado.

Mis manos hacen más presión en su rostro y unto mi frente contra la suya, sin perder en ningún momento el contacto visual.

—Leo, estoy aquí, estoy contigo.—susurro cerca de su oído para no alterarle.—Sé que es difícil pero tienes centrarte. Mira e imita mis gestos ¿si?––me aseguro de que me está escuchando y empieza a inspirar y exhalar con lentitud.—Eso es, una vez más.—sin despegar la vista de sus ojos, de reojo veo su pecho subir y bajar al ritmo que le marco.

El tiempo pasa y nosotros nos quedamos abrazados en un rincón del ascensor. Yo con un brazo alrededor de sus hombros apretándolo con fuerzas contra mí y con la otra mano acariciándole en forma de círculos el pelo. Y él aferrándose a mi cintura con mucha fuerza y con la cabeza enterrada en mi hombro, respirando profundamente.

—Creo que ya sería hora de presentarse al trabajo, ¿no crees?—rompo el silencio intentando animarlo un poco.

Noto como su pecho convulsiona y oigo su pequeña risa amortiguada por mi pelo.

—Estoy muy cómodo en esta posición.—ronronea apretándome más contra él.

Suelto una carcajada y le sigo acariciando el pelo.

—¿Dónde está el hombre obsesionado con la puntualidad?—bromeo para pincharlo.

—Desde que te conocí he roto más reglas que en toda mi vida. Así que por una más no me importa.—se encoge de hombros, despreocupado.

—Por mucho que me guste estar así, tarde o temprano tendremos que salir de esta caja y enfrentarnos al aterrador mundo laboral.—me aparto lentamente de él y me pongo de pie. Leonardo me imita.—Así que, mejor hacerlo ahora que nos quedan fuerzas.

Le sonrío con ternura y el me devuelve una sonrisa dulce.

—Pero primero arréglate la corbata, no vaya a ser que pierdas tu imagen de magnate impoluto.—me mira divertido mientras le arreglo la arrugada corbata y me acerca a sus labios para besarme.

—Ahora sí.—y sin decir más salimos del ascensor.

***
Durante lo que queda de día de trabajo hasta la comida no hay ni rastro de Leonardo y podemos cotillear relajadamente.

—Por lo visto las cosas están yendo de maravilla entre vosotros.—insinúa Alex dándome ligeros codazos.

Si él supiera...

—No sé de donde habrás sacado eso.—me hago la tonta haciendo ver que reviso unos papeles.

—¡Oh, vamos! Todo el mundo os ha visto salir esta mañana del ascensor con una sonrisa de felicidad en vuestras caras.—interviene Elena dejando café para los dos.—A nosotros no nos engañas, cariño.—me guiña un ojo y hace girar su silla de modo que quedamos los tres en un círculo.

Y así pasamos la siguiente hora. Entre papeles y cotilleos les cuento como van las cosas con Leonardo, obviando los detalles, claro está. La verdad es que me sienta bien contárselo a alguien más, a parte de Violetta. Me hace sentir más liberada de toda la presión que estoy lidiando.

***
—Creo que deberíamos ir a hablar con tu hermano y con Marc sobre lo que está pasando con mi hermana.—pego un salto en la silla al oír la voz de Leonardo detrás de mí.

—¿Y este repentino cambio?—pregunto aún con el susto en el cuerpo y una mano en el corazón.

El aludido se ríe por mi reacción y le pego un manotazo en el brazo que le hace poner una mueca de dolor patéticamente fingida.

—Si te refieres a mi cambio de opinión respecto a Marc, sigue soñando querida.—ruedo los ojos y se apoya en una esquina de la mesa con los brazos cruzados.—Pero creo que deberíamos contárselo, puede que nos sirvan de ayuda.—explica encogiéndose de hombros.

—¿Puede?—repito incrédula.—Leonardo, en lo que llevan aquí ya hemos descubierto unas cuantas cosas. Aunque te niegues a aceptarlo.—replico defendiéndoles. Levanta las manos en son de paz y a regañadientes de muerde la lengua.—¿Cuál es tu plan?

—¿Mi plan?

—No sé. Has sido tú el que ha dicho que necesitamos su ayuda.—me recuesto en el respaldo de la silla a la espera de una contestación, pero lo único que me llega es el sonido de un fuerte suspiro.

—Al final me voy a arrepentir y todo.

—Solo dilo de una vez.—exclamo exasperada.

—Ay mujer, ni que te hubieras tragado un limón.—se ríe de su propio chiste y le pongo cara de fastidio.—Vale, vale. Sugiero que vayamos a verlos ahora mismo y les contemos la situación.—contesta seguro.

—Espera, creo que he oído mal.—me rasco la oreja y me acerco a él para escuchar mejor.—¿Acaso has dicho que nos tenemos que ir ahora?—se pasa las manos por la cara y asiente son sequedad.—Vaya, ¿tienes fiebre o algo?—pregunto impresionada.

—La vamos a tener como sigas cuestionándome de esta manera.—me advierte ceñudo y yo levanto las manos y niego con la cabeza, divertida.

***
Al salir de la oficina llamé a André para informarle de que queríamos hablar con ellos y ahora nos están esperando en su habitación del hotel.

—¿Listo?—estamos estacionados en el aparcamiento delante del hotel y puedo notar los nervios de Leonardo desde diez quilómetros.

—Claro, ¿por qué no iba ha estarlo?—dice haciendo movimientos raros con la mano para esconder su nerviosismo.

Le echo una mirada de incredulidad y le aprieto la mano dándole ánimos.
Bajamos del coche y se apresura a ponerse a mi lado para volver a cogerme fuertemente de la mano.

—Todo estará bien.—le digo bajito infundiéndole fueras.

Conforme nos vamos acercando a la habitación , la tensión aumenta y yo rezo para que todo vaya bien. Llamo a la puerta y rápidamente nos abre un atolondrado Marc, que pone cara de desagrado al ver a Leonardo. La cara de mi acompañante tampoco es mucho mejor.

—Que rapidez.—responde Marc dejándonos pasar.

—Lo mismo se puede decir de vosotros.—contraataco al ver toda la ropa esparcida por la cama. Supongo que debe ser la de Marc, ya que la otra está demasiado ordenada, al estilo de André.—¿Y mi hermano?—tal como lo digo la figura de este sale del baño con tan solo una toalla. Por lo visto no esperaba la visita tan pronto.

Mais qu'est-ce que la merde...?—«¿pero que mierdas...?» exclama asustado ante la atenta mirada de seis pares de ojos.—¿Qué hacéis aquí?—tengo que tragarme una fuerte carcajada ante su mirada.

—Puede que tengas la memoria de Dory, pero hace diez minutos he llamado para informar que veníamos.—no puedo evitar sonar entretenida por la escena que tengo delante.

André va tapado con tan solo una toalla y se nota claramente que acaba de salir de la ducha.

—¿Y no podías dejarme tomar una ducha con calma?—replica medio sarcástico medio serio.

—Y por lo que se ve ya te la has tomado con calma. Ahora te necesitamos con todas las neuronas conectadas, si es posible.—le saco la lengua y oigo como tanto Marc como Leonardo sueltan unas risas mal disimuladas.

Mi pobre hermano suelta un bufido de exasperación y, despotricando, se vuelve a encerrar en el baño para vestirse.

—¿Y bien? A que vienen las prisas.—dice André volviendo a la habitación ya vestido y bien arreglado.—¿Tiene que ver Marc y tú descubristeis el otro día?

—Veo que eso ya lo sabes.—miro a Marc con intención y el se encoje como si no fuera la gran cosa.

—¿Qué? Me estuvo bombardeando a preguntas, ¡y no me dejaba ver el partido!—se lamenta de forma dramática.

—¡Eso no es verdad! ¡Solo me llevé la comida!—exclama el aludido indignado.

—¿Y como se supone que voy a ver un partido de futbol sin pizza?—cuestiona cruzándose de brazos.

—Chicos, por muy entretenido que me esté resultando este intercambio tan apasionado, tenemos un asunto urgente que resolver.—los interrumpo con fastidio.

Cuando veo que todos me están prestando atención comienzo a explicar de nuevo todo o que ha pasado, desde que fui a casa de Leonardo, la llamada, el hospital, el mensaje y el diagnóstico del medico. Durante toda la narración solo se me escucha a mí y otros seis pares de ojos observándome con atención.

—Vaya tío, lo siento por lo de tu hermana.—se disculpa Marc palmeándole el hombro.

Por un momento veo a Leonardo tensarse y pienso que va a haber sangre, pero al segundo me relajo al ver que sonríe débilmente y le responde amablemente.

—Si el mensaje significa lo que nosotros creemos...—empieza André.

—Que tenemos razón.—lo interrumpo.

—...puede, y solo estoy diciendo que "puede", que alguna de las personas que visteis cuando fuisteis a averiguar sobre la llave estuviera compinchada con el responsable.—termina ignorando mi interrupción.

—Siempre hemos pensado que es una persona,—interviene Leonardo.—pero, ¿y si son más de una?—ante la mirada confundida de los tres se explica.—no hay nadie que tengamos en común que nos odie lo suficiente para querer hundirnos, así que eso me hace pensar que hay más de una persona involucrada.

—Esta es una muy buena teoría, tío.—reconoce Marc.—¿Alguna vez has pensado en hacerte abogado? Se te daría bien.

—¿Cómo era la chica que visteis?—dice levantándose abruptamente ignorando el anterior comentario.

—No era bajita, todo lo contrario, más bien alta y con una larga cabellera negra...—me esfuerzo por recordar algo más.—a sí, y unos grandes ojos avellana. No pude ver nada más, se fue muy rápido.

Sin venir a cuento empieza a soltar una sarta de palabrotas que nos dejan a mí a y al resto de personas enmudecidas.

—Angelique,—se gira hacia mí con determinación.—tú y André id de nuevo a ese instituto y averiguar que hay en esa sala.––se vuelve hacia Marc.—Y tú, acompáñame.

—¿Qué? ¿Por qué no puede ir André contigo? Soy yo el que fui con Angie.—protesta, pero una mirada amenazadora del hombre lo hace callar. Pero yo sigo sin entender nada.

—¿Qué tienes en la cabeza, Leonardo? ¿Y donde vais a ir tú y Marc?—mi confusión es evidente, al igual que el de mi hermano.

—Te lo explicaré más tarde, ahora id.—aún desconcertados nos ponemos en marcha y justo antes de salir por la puerta se vuelva hacia mí y cogiéndome la cara entre sus manos me besa profundamente.—Llámame cuando terminéis.

Y tras echarle una mirada de desafío a mi hermano, sale por la puerta hacia dios sabe dónde.

Algo en todo esto no me da buena espina.

///

Todo en marcha, pim pam. No sé que pensar de esta repentina curiosidad de jugar a "agentes de la CIA".

Vamos a tener que esperar para saber lo que descubren, pero ¿por qué Leonardo se ha puesto así de golpe y se ha empeñado en que lo acompañe SOLO Marc?

PD: ¡Espero que hayáis pasado un buen fin de semana y empecéis el lunes a tope, florecillas!🌺

(Intentaré seguir estando activa estas dos semanas, pero si no puedo es porque estoy de exámenes y me están consumiendo)😟

Continue Reading

You'll Also Like

425K 31.5K 24
Para Amber Rigss todo en la vida era control, mientras que para Dax era tratar de vivir al maximo, pero como en un instante todo cambio para ambos.
335K 21.7K 88
No te enamores de un hombre casado. Incluso aunque parezca un Adonis. No te embaraces de un mafioso. No estarás tan segura cuando intenten destruirlo...
3.9K 217 7
Esta historia se centrará en Aether y sus encuentros con distintos personajes del juego que darán lugar a situaciones que muchos habremos pensado y q...
77.1K 15.2K 47
No es una historia segura que vaya a mantener o vaya a escribir completa. Tengo alguna idea en mente que no sé cómo acabará. Quería disculparme de an...