Desire (Silence 2)

By Saku_Mayu

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¿Qué estarías dispuesta a ofrecer por amor? Durante diecisiete años, Alis había creído que el mundo era tan... More

Capitulo 1
Capitulo 2
Capitulo 3
Capitulo 4
Capitulo 5
Capitulo 7
Capitulo 8
Capitulo 9
Capitulo 10
Capitulo 11
Capitulo 12
Capitulo 13
Capitulo 14
Capitulo 15
Capitulo 16
Capitulo 17
Capitulo 18
Capitulo 19
Capitulo 20
Capitulo 21
Capitulo 22
Capitulo 23

Capitulo 6

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By Saku_Mayu

Suspiré una vez más. El ruido de la música llegaba a mis oídos como si realmente fuera yo quien tuviera la música a todo volumen a mi lado y no llegara a través de una sólida pared desde la habitación de mi hermana.

            Sarah había vuelto a discutir con su novio. Varias veces realmente y la última llamada había sido tan acalorada que estaba segura que habían terminado, pero en esta ocasión no hice la locura de salir a comprobar si se encontraba bien o si necesitaba un saco de boxeo donde descargar su frustración. Tenía mis propios problemas.

            Traté de ignorar la música, algo realmente difícil y me concentré en el reloj, moviéndolo entre los dedos, dándole vueltas como si esperase encontrar algo en él, algo diferente que no hubiera estado allí antes de entrar en Aize, pero después de varias horas haciendo lo mismo, sin tener nada mejor que hacer, estaba segura que el reloj seguía siendo un simple reloj de muñeca. Y uno barato. Pero aunque hubiera costado parte de uno de mis riñones no me hubiera importado.

            Después de salir de Aize y no encontrar la forma de volver a entrar, ni siquiera encontré el valor de ponerme a dar golpes para llamar y esperar que alguien me abriera la puerta, esperé un rato, apoyada en la pared, a una prudente distancia de unos metros a la derecha y no aparté la mirada en ningún momento de la puerta, esperando a que algún misterioso personaje —o un bicho, ya que a esas alturas me conformaba con cualquier cosa—, se detuviera frente a ella y extendiera la mano para abrir la puerta. Una vez ocurriera eso ya pensaría cómo actuar... pero por más que esperé no apareció nadie y terminé alejándome, deteniéndome en una relojería de camino a casa, decidiendo volver al día siguiente al local y probar mejor suerte. Al menos ya no era como si no pudiera pertenecer a ese mundo, sólo tenía que regresar allí y poco a poco... ¿poco a poco, qué? Di una vuelta más al reloj en la mano y lo dejé caer sobre el edredón, cansada.

            —No tiene arreglo.

            El relojero me lo había devuelto después de un rato de enredar con él, de abrirlo, cambiarle varias veces la pila, desmontarlo, ponerle alguna pieza de más y hasta de sacudirlo. Después había vuelto a ponerlo todo en su lugar, lo había cerrado y lo había dejado encima del mostrador, frente a mí.

            —¿Y eso? Hasta hace un momento funcionaba correctamente.

            Sí, hasta el momento que había entrado en Aize, aunque siendo más racional, la última vez que había mirado la hora había sido al salir de casa. Y en ese entonces sí funcionaba perfectamente.

            El relojero se había encogido de hombros.

            —No lo sé. Lo curioso es que no tiene ningún problema. Está todo perfectamente —volvió a encogerse de hombros—. Ha dejado de funcionar, sólo eso.

            Sólo eso... No, no era sólo eso. ¿Una casualidad? Ni yo me lo creía. Desde que había sabido que los cuentos de hadas eran reales y encima de una manera bastante deformada, había dejado de creer en las casualidades, al menos no en aquellas que involucraban ese lado extraño de mi existencia.

            —¿No quieres mirar uno nuevo? Puedes dejar éste aquí... lo echaré otro vistazo...

            No lo había dejado y tampoco me había comprado uno nuevo.

            —¿Quién te has creído que eres?

            La voz de Sarah en el pasillo me sacó de mis pensamientos, pero no me moví de la cama, echando un vistazo a la ventana y comprobando que estaba amaneciendo. Una noche más sin dormir, pero esta vez no había sido la única. Era evidente que mi hermana y su novio tampoco habían pegado mucho ojo, aunque lo de su novio tenía mis dudas que no fuera por las constantes llamadas de Sarah durante toda la noche y su buena disposición por no apagar el móvil.

            Con pereza alargué la mano y busqué mi teléfono en la mesilla, tocando primero el libro que comenzaba a creer que terminaría dejándolo sin leer y cogí el móvil, comprobando que faltaban quince minutos para las seis de la mañana.

            —¿Qué has dicho?

            La voz de Sarah venía ahora de su habitación, teniendo la delicadeza de bajar un poco la música. Estaba convencida de que una de esas noches aparecería la policía, avisada por alguno de los vecinos hartos de la dichosa musiquilla a esas horas, pero no estaba tan segura de ser yo la que me ofrecería a lidiar con eso.

            Suspiré y me levanté sin muchas ganas, poniendo los pies en el suelo. Antes de buscar algo de ropa para ir a ducharme, eché un último vistazo al reloj y me encaminé fuera de la habitación, agradeciendo que mi hermana siguiera dentro de su cuarto y me ahorrase verle la cara aquella mañana.

            —Hoy será diferente —murmuré abriendo el grifo mientras me quitaba el pijama con un pie.

            Estaba decidida a volver a Aize antes de ir a trabajar. El día anterior no había conseguido relajarme y había terminado llamando a Joh para decirle que me encontraba mal y que no podía ir, algo que el siempre comprensivo encargado había creído y me había recomendado que me tomara algo y descansara para que me recuperase pronto. Me había sentido tan culpable que al final no había podido dormir nada. O, al menos, había ayudado a que me pasara toda la noche en vela, aunque no había sido lo único que me había estado rondando por la cabeza.

            Me duché a toda prisa y picoteé un poco de unas magdalenas mientras hacía un poco de tiempo, escuchando la discusión de mi hermana sin preguntarme si era la misma de antes de ducharme o lo había vuelto a llamar, y decidí escabullirme de casa cuando Sarah salió de su habitación con un portazo y se encerró en el baño con otro. No tenía muchas ganas de soportarla ni de ser quien encontrara su cuerpo en la bañera si por casualidad había decidido que aquel chico era el hombre de su vida y optaba por el suicidio.

            Pero todo mi buen humor terminó en el momento que llegué a la concurrida calle del día anterior, sintiendo como mi felicidad se desinflaba de golpe. No había rastro de la puerta metálica con el garabato en rotulador con las letras Aize bajo el extraño símbolo.

            Con un brote de ansiedad recorrí de arriba abajo la calle, rozando con la yema de los dedos la pared, los cristales de los escaparates, las puertas de entrada de los pisos... pero el lugar donde yo había estado el día anterior no estaba. Incluso crucé de calle e hice lo mismo, desesperada, tal vez intentando creer que me había equivocado de acera.

            —No es verdad —musité, rehaciendo el mismo camino del día anterior, recordando por donde había llegado, las pisadas que había dado y me detuve frente a una pared que encajaba perfectamente con el tamaño, con las proporciones que recordaba de la puerta y apoyé las manos encima de los diversos graffitis que adornaban la pared en azules, rojos y negros—. No es verdad.

            Me eché hacia atrás, alarmada. No podía ser, era imposible. Daba igual que intentara analizarlo de una manera más racional. Ahí hacía tiempo que esa batalla la había perdido. Si el lugar llamado Aize no estaba, yo no tendría manera de localizarlo por mí misma. Y dudaba que fuera a encontrarlo, si realmente se encontraba aún en ese mundo, si realmente existía, en una de los buscadores de internet. Podía imaginarme escribiendo en el buscador "Aize, bar de seres fantásticos" o "Aize, local de encuentro de bichos raros" Bueno, siempre podía hacer la prueba, ya que de alguna manera parecía que mi existencia volvía a la amarga realidad de la normalidad.

            Una normalidad en la que no se encontraba Belial.

            —Así que eras tú.

            Toda la sangre de mi cuerpo dejó de fluir o, mejor dicho, sentí como se congelaba. Reconocía esa voz. Mi corazón comenzó a latir con tanta fuerza que creí que colapsaría en cualquier momento y más si no tenía el flujo sanguíneo necesario para tan siquiera seguir latiendo como para que lo hiciera a esa velocidad. Me giré bruscamente, tal vez con miedo a comprobar que tan sólo hubiera sido producto de mi imaginación.

            No lo era.

            Pese a que la gente seguía circulando por la acera, ahora la mayoría de las cabezas se giraban impactadas ante la figura del hombre que había inmóvil en la calle, mirándome únicamente a mí, pero ninguna de esas personas se acercó a él, manteniendo una distancia, tal vez sobrecogidos por el aura de peligro que emanaba de su cuerpo, de su fría mirada de hielo y crearon lo que se me antojó una situación de película a cámara lenta donde las personas quedaban relegadas a un segundo plano, distorsionadas por algún efecto óptico y sólo estábamos él y yo de protagonistas, sin que nadie se interpusiera entre los pocos metros que nos separaban, sin que nadie llegara a rozarnos.

            Esta vez sí era un demonio.

            —Vassago —susurré con una voz muy débil pero cargada de emoción.

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Ya lo dije en facebook pero por si alguien no lo ha leido, desde ahora, actualizaré Desire los días 6 y 20 de cada mes, excepto si esos días caen en lunes o jueves que entonces lo subiré al día siguiente ^^

Muchas gracias por leer, votos y comentarios, por la paciencia que tenéis y vuestro apoyo :)

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