Mörder [ COMPLETA ]

By RipleyWylde

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《Cuando tu vida se reduce a matar o morir, ¿qué elegirías?》 FECHA ORIGINAL DE PUBLICACIÓN AÑO 2013 More

Sinopsis
Advertencia
Introducción
Primera parte: prisionera
Capítulo N° 1
Capítulo Nº 2
Capítulo Nº 3 (Parte 1)
Capítulo N° 3 (Parte 2)
Capítulo N° 4
Capítulo N° 5
Capítulo N° 6
Capítulo Nº 7 |Parte 1
Capítulo N° 7 | parte 2
Capítulo N° 8
Capítulo N° 9
Capítulo N° 10
Capítulo N° 11
Capítulo N° 12
Capítulo N° 13
Capítulo N° 14
Capítulo N° 15
Capítulo N° 15 | parte 2
Capítulo N° 16
Capítulo N° 17
Capítulo N° 18
Capítulo N° 18 | parte 3
Capítulo N° 19
Capítulo N° 20
Capítulo N° 21
Capítulo N° 22
Capítulo N° 22 | parte 2
Capítulo N° 23
Capítulo N° 24
Capítulo N° 25
Capítulo N° 26
Capítulo N° 27
Capítulo N° 28
Segunda parte: Libertad
Capítulo N° 29
Capítulo N° 30
Capítulo N° 30 | parte 2
Capítulo N° 31
Capítulo N° 32
Capítulo N° 33
Capítulo N° 34
Capítulo N° 34 | parte 2
Capítulo N° 35
Capítulo N° 36
Capítulo N° 37
Capítulo N° 38
Capítulo N° 39
Capítulo N° 40
Capítulo N° 41
Capítulo N° 42
Capítulo N° 43
Capítulo N° 44
Capítulo N° 45
Capítulo N° 46
Capítulo N° 47
Capítulo N° 48
Capítulo N° 49
Capítulo N° 50
Capítulo N° 51
Capítulo N° 52
Capítulo N° 53
Capítulo N° 54
Capítulo N° 55
Capítulo N° 56
Capítulo N° 56 | parte 2
Capítulo N° 57
Capítulo N° 58
Capítulo N° 58 | parte 2
Capítulo N° 59
Capítulo N° 59 | parte 2
Capítulo N° 60
Capítulo N° 61
Capítulo N° 62
Capítulo N° 63
Capítulo N° 64
Epílogo
Nota de autora
EXTRA: El trato | parte 1
EXTRA: El trato | parte 2
EXTRA: El trato | parte 3
EXTRA: El trato | parte 4
EXTRA: El trato | parte 5
EXTRA: El trato | parte 6
EXTRA: El trato | parte final
EXTRA: Rata | parte 1
EXTRA: Rata | parte 2
EXTRA: Rata | parte 3
EXTRA: Rata | parte 4
EXTRA: Rata | parte 5
EXTRA: Rata | parte 6
EXTRA: Rata | Final

Capítulo N° 18 | parte 2

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By RipleyWylde

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Julio la había visto fijo y directo a los ojos, y Erica sintió un horrible escalofrío recorrerle la espina dorsal. No giró para verlo, no quiso saber si él continuaba mirándola.

Al bajar las escaleras se percató de que estaba mareada, tuvo que agarrarse de una persona que pasó a su lado para no caer al suelo, a quien le pidió disculpas antes de seguir su camino. Pensó que quizá la mezcla de daiquiri, vino y marihuana había hecho efecto en ella, por ese motivo buscó donde sentarse unos minutos para pensar bien lo que iba a hacer, necesitaba pensar todo muy bien y en detalle, porque se sentía realmente torpe y sus pensamientos eran un poco confusos.

Pese al peligro que implicaba lo que estaba por hacer, decidió escribirle a Chris, a quien había eliminado de contactos por la misión pero aún conservaba su número en una llamada antigua. Solo le envió un par de signos interrogativos.

Chris respondió más rápido de lo que esperaba.

Número desconocido: No deberías escribirme

Erica: Creo q estoy muy drogada

Número desconocido: Qué consumiste? Borrá el chat luego de esto

Erica: Me obligaron a fumar, pero creo q tenía algo raro, no me siento bien...

Número desconocido: Dónde estás? Voy para ahí

Erica: No, voy a incorporarme a algún grupo, no deben vernos juntos

Erica: Borro el chat, no respondas

Borró el chat al instante y se quedó observando el teléfono ahí en su mano, miró la foto de Lucas ahí en el chat que quedó arriba de todo, era una tierna foto de él con su gato. Sonrió al verla y guardó el teléfono para poder buscar algún grupo con el cual quedarse. Veía raro y no lograba percibir las distancias correctamente, y mientras más tiempo pasaba allí sentada, más se relajaban sus músculos. Sintió fuertes deseos de vomitar, pese a no haber bebido tanto. Ella siempre había tenido mucha resistencia al beber, estaba muy segura de que no era por el alcohol.

Luego de un rato las náuseas desaparecieron, pero sus movimientos se volvieron más lentos y por un instante se entretuvo mirando sus uñas largas y la forma en que sobresalían las piedras de strass. Le pareció muy curioso.

Decidió ponerse de pie y caminó torpemente hacia una barra que estaba cerca. Pensó que quizá verse así, drogada y ebria, le ayudaría a disimular mejor. Se acomodó entonces en un pequeño rincón de la barra junto a un grupo de chicos que estaban comprando. Quiso hablarles pero, a su vez, abrir la boca le daba demasiada pereza y estaba demasiado concentrada en ver el tatuaje que tenía uno de ellos en su nuca, porque parecía una araña trepando su cabeza.

Se tambaleó un poco y debió aferrarse mejor a la barra para no caer. Ya no le parecía una buena idea beber, pero tener un vaso en su mano sí podría servirle. Por ello continuó esperando su turno y miró la forma en que los bartender servían los tragos.

Pensó escribirle a su hermana, pero si en verdad Akihiko la tendría vigilada no podía permitir que ella se acercara y ponerla en peligro, por eso decidió mejor no beber, y comenzó a caminar para alejarse de allí, concentrada en ver sus pies para no tropezar, con una sonrisa en el rostro que no podía borrar ni disimular.

Ella había consumido varias veces marihuana, y siempre le daba sueño o risa, pero nunca se había sentido de esa forma, tan torpe, con las sensaciones tan intensas en su piel.

Vio a un grupo de chicas que se reían y bromeaban, bebían tragos y bailaban entre ellas. Erica decidió acercarse con cuidado y tocó el brazo de una de ellas, quien giró para verla.

—Disculpen... ¿Me puedo quedar con ustedes un rato? —preguntó—. No encuentro a mi grupo...

—¿Estás bien? ¿Necesitás algo? ¿Querés que te acompañemos al baño? —preguntaron todas rápidamente.

—Vení, sentate un rato —dijo una chica bajita de cabello rubio.

La tomó con suavidad de la mano y la ayudó a sentarse en un pequeño espacio que había en un sillón al lado. Erica quiso concentrarse en ver al grupo de chicas que la llenaban de preguntas, eran amables y se veían preocupadas por ella.

—Sí... —dijo Erica al responder una de las tantas preguntas.

—¿Sí qué? ¿Querés que te acompañemos al baño?

—Sí me drogaron —dijo con una sonrisa extraña—. Perdón, estoy algo confundida...

—¡Qué hijos de yuta! —chilló una de ellas—. Quedate con nosotras, hasta que encuentres a tu grupo. ¿Sí? No te vamos a dejar sola.

—Gracias, en serio —dijo Erica con una sonrisa.

Una de ellas, la bajita de cabello rubio, se agachó ahí frente a ella y le hizo compañía mientras sus amigas conversaban. Acercó una de sus manos al rostro de Erica y con suavidad limpió un poco de su labial corrido.

—Estás muy hermosa y sexy —dijo con seriedad—, seguro no pudieron con tanto y tuvieron que drogarte, hijos de yuta.

—Algo así —se rió—, perdón, es todo muy raro. Me siento bien, se siente bien.

Luego de un rato Erica quiso ponerse de pie, sentía que mientras más pasaba el tiempo peor eran los síntomas, se sentía muy bien, feliz, relajada, pero también los sonidos se escuchaban mejor y las sensaciones en su piel eran muy fuertes. Era todo una extraña mezcla que la mantenía distraída, torpe y concentrada en ver o sentir lo que pasaba a su alrededor, sin embargo sus observaciones eran de cosas inútiles, como sus manos, sus botas, el perfume de las chicas o la música que sonaba.

Se quedó con ellas por un buen rato y decidió bailar un poco, tal vez de esa manera podría sentirse mejor. Quizá había cumplido con su misión, había observado y oído lo que pasaba alrededor de Julio, pero aún así estaba segura de que a Gretchen no le gustaría nada saber que estuvo tan torpe allí.

Las chicas pensaban ir al baño, así que Erica fue con ellas. Podía caminar mejor porque se había acostumbrado un poco a ese mareo, hablaba con una de ellas y se sorprendió a sí misma al notar que incluso drogada podía seguir mintiendo. Había dicho acabar de separarse hacía poco y querer buscar algo de diversión luego de una relación tóxica.

En el baño se mojó un poco la nuca y se miró en el espejo, sus pupilas estaban contraídas y tenía el maquillaje algo corrido. Con cuidado lo corrigió, con la guía y ayuda de una de ellas.

—Ani —dijo una de ellas al apoyar su mano en la cintura de Erica—, ¿te sentís mejor?

—Sí, un poco —respondió, aunque no era del todo cierto—, tal vez vaya en busca de mi grupo...

—Te acompañamos, ¿está bien?

Erica no puso objeciones, las siguió por detrás de la mano de una de ellas, que no se veía para nada interesada en soltarla o dejarla sola.

En la pista de baile tomó su celular para poder escribirle a su hermana, aún seguía algo torpe y confundida, pero a la vez esas sensaciones le gustaban. Le dijo a Celeste exactamente donde creía que estaba, porque en realidad no estaba muy segura y ante la duda envió una selfie con las chicas.

Con un suspiro guardó el teléfono y se dedicó a bailar junto a ellas en medio de risas, pese a los miedos o problemas, e incluso a la misión o a ese japonés que probablemente la estaba observando, Erica se divirtió junto a ese grupo de chicas tan amables y divertidas. Sintió, incluso, como si estuviese con sus amigas de toda la vida.

Sintió una mano posarse en su cintura y apenas si volteó la mirada hacia allí, se encontró con el rostro de Chris, que la miraba con seriedad, pero ella respondió con una amplia sonrisa. Quiso decirle su nombre, pero no recordaba cuál era su nombre falso y no podía llamarlo «Chris».

—Dejala —dijo una de las chicas y le corrió la mano con agresividad—, está con nosotras.

Sin embargo Erica se colgó al cuello de Chris con una sonrisa.

—¡Bombón! —le dijo, solo porque no recordaba su nombre falso—. ¡Volviste por míííí!

—¿Lo conocés? —preguntó una de las chicas, la más alta de ellas.

—Sí, es bueno, me trató bien —respondió Erica con una risita—. No fue él, tranquilas...

—¿Estás bien? —le preguntó Chris con seriedad mientras le palmeaba la espalda con cariño—. ¿Querés ir afuera y tomar aire fresco?

—Ani —dijo la rubia bajita—, quedate con nosotras, va a ser mejor.

—Erica, la puta que te parió, en qué mierda te metiste —susurró Chris en su oído—. Escribile a tu hermana, no te van a dejar ir conmigo sino.

—Ya le escribí...

Se mantuvo ahí colgada del cuello de él, olía muy bien, su aroma le pareció exquisito.

Debido a que las chicas eran muy insistentes con no dejarla ir con él, Erica lo soltó y abrazó a una de ellas. Chris debió irse, le dijo al oído que la esperaría afuera mientras ella esperaba a Celeste.

—Ani, no podés irte con cualquier chico en tu estado —la regañó la más alta de ellas.

—Aw, pero era muy lindo —dijo ella con una risita.

Eran muy amables, y por ello debía sacárselas de encima o no podría seguir con la misión, y no deseaba tampoco ponerlas en riesgo a ellas.

Celeste llegó unos minutos después de la mano de Martín, al ver el estado de Erica se abrió paso rápidamente y la tomó del rostro.

—¡Suzette! —dijo Erica con una amplia sonrisa—. ¡Acá estás! —Luego miró a las chicas—. Es mi hermana.

—¿Y él? —preguntó una de ellas al señalar a Martín.

—¡Mi cuñado! —dijo, pero no llegó a ver el rostro de Martín volviéndose rojo por oírla.

Se despidió de cada una de ellas con un abrazo y les agradeció la ayuda, para luego poder irse tomada del brazo de su hermana.

En el camino, Martín extendió su brazo con caballerosidad, y Erica supo que quería hablarle.

—¿Te drogaste o te drogaron? —preguntó mientras caminaban hacia otro lado.

—Un poco de ambas —dijo ella y se rió—, me interrogaron, no dije nada. Solo soy una chica algo tonta que está desesperada por coger luego de una separación.

—Perfecto —dijo él—, y drogada se ve más real.

—¡Es que se siente muy bien! —dijo y miró atentamente el cabello ahora negro de él.

Estiró su mano para tocarlo y eso lo tomó por sorpresa, pero Celeste le corrió la mano rápidamente con algo de molestia.

La llevaron hacia el fondo, ya que afuera había un bonito patio con poca iluminación donde se encontraban los fumadores y aquellos que querían tener relaciones sexuales.

Martín ayudó a Erica a sentarse en el suelo, aunque les costó encontrar un lugar apto, casi todas las paredes estaban ocupadas por parejas.

—¿Qué viste? —preguntó Martín.

—Solo debo decirle a Gretchen —dijo ella con seriedad—, pero te lo voy a decir solo por si me matan.

—No digas eso —la regañó Celeste.

Con su dedo índice le pidió a Martín que se acercara un poco más, él se agachó frente a ella, quien a su oído susurró:

—Estaba Piero, gente enmascarada con una lágrima roja —dijo rápidamente—, y hablaban de un ataque a Gretchen.

—De acuerdo, si todo sale bien se lo podés decir vos misma —agregó él y se alejó un poco—. No quiero presionarte, pero tenés que conseguirte algún tipo para disimular. Lo sospechoso en vos es que estás muy sexy y estás sola, ¿entendés?

Erica asintió y ellos regresaron a la pista para continuar con el trabajo. Sin embargo acordaron que se irían por separado, debido a que Piero sí conocía a Martín, por lo tanto él y Celeste se irían antes del lugar.

Gretchen les había ordenado ir en grupo, pero no dijo nada respecto a si debían volver juntos.

Buscó con la mirada a Chris, porque había dicho que estaría por ahí afuera, y Erica estaba segura de que se encontraría fumando. Sus ojos le jugaban varias bromas porque no enfocaban correctamente y se distraían con facilidad. Por ello clavó sus uñas en sus muslos para que el dolor la llevara un instante a la realidad y no a las ilusiones y fantasías donde estaba.

Llegó a verlo apoyado en una pared, tenía una de sus manos sobre el cinturón de su pantalón y fumaba con tranquilidad mientras observaba el cielo. Ella entonces se puso de pie para acercarse, trató de que no se notara que iba directo hacia él, fingió estar buscando a alguien por allí y luego, ya frente a él, le pidió un cigarrillo como si fuera una simple desconocida.

Él sonrió por la ironía, a sabiendas de que Erica no fumaba e incluso le reclamaba por fumar tanto. Le extendió uno de sus cigarrillos y le ofreció fuego.

Erica se apoyó a su lado y fumó, comenzó a toser pero intentó disimularlo, eso lo hizo reír por lo bajo.

—¿Qué pasó? —preguntó él en un susurro con su cigarro en la boca—. Ya revisé todo por acá, no hay micrófonos ni cámaras en este punto exacto. Podemos hablar bien siempre y cuando no haya nadie cerca.

—Un japonés me hizo subir al VIP, me interrogó y me hizo fumar —explicó ella y comenzó a reírse, aunque no sabía bien por qué—. Perdón... No dije nada.

—¿Hace cuánto fue?

—Media hora, quizás una hora, no lo sé.

—¿Era marihuana o era opio? —inquirió con seriedad y fumó de su cigarrillo.

—Olía a marihuana...

Chris se quedó pensativo por un rato mientras miraba alrededor, trataba de asegurarse de que todo estuviese en orden. Alrededor de ellos habían tanto personas fumando, como gente drogándose y parejas teniendo relaciones sexuales.

—Debe ser marihuana mezclada con opio —dijo él luego de un largo silencio—, me dejaba un poco estúpido, muy relajado. Era un flash.

Erica dirigió su mirada hacia él, con curiosidad y sorpresa.

—¿Lo probaste...?

—Probé casi todo —dijo sin darle mucha importancia—, cualquier cosa que imagines yo lo probé. Así que estoy casi seguro de que es eso, y encima que estuviste tomando eso lo empeoró.

—¿Gretchen me matará?

—No lo creo. Cumpliste bien con tu trabajo —dijo y la miró de soslayo, arrojó al suelo la colilla del cigarro—. Además nos autorizó a drogarnos y beber.

Se alejaron un poco cuando vieron salir allí al exterior a un grupo de personas muy sospechosas, y aunque para el resto eran un simple grupo de amistad, para ellos era obvio que eran asesinos. Por eso Erica fingió hablar por teléfono mientras que Chris colocaba otro cigarrillo en su boca.

—¿Qué tenés que hacer ahora? —susurró él.

—Conseguirme un garche —respondió, como si no le imporara—, pero en mi estado no sé si voy a poder...

El grupo de asesinos allí no los había mirado en ningún momento, se reían y conversaban entre ellos mientras fumaban, Chris y Erica los miraron disimuladamente, para que no fuera muy notorio.

—Debemos separarnos sin llamar la atención —dijo Erica.

Él asintió, muy de acuerdo con separarse, pero cuando Erica hizo un par de pasos para regresar al interior del boliche, una nueva persona se sumó al grupo de asesinos, y a esa persona sí la conocía.

Dio la vuelta instantáneamente con su rostro lleno de pánico y eso fue muy notorio para Chris, quien la miró con curiosidad al verla regresar.

—Es una barrendera, ella me conoce —dijo con pánico—, es quien siempre me abre la puerta, conoce mi cara. Me conoce, la re puta madre...

Estaba entrando en pánico y comenzó a respirar muy fuerte, estaba hiperventilando.

—Tranquilizate, estás histérica.

—Me conoce. No puedo salir, si me ve...

Chris la tironeó del brazo y la besó de forma un poco agresiva, pero luego la abrazó con fuerza mientras miraba hacia allí donde estaban los asesinos y la barrendera al besarle el cuello a Erica de forma insinuante.

—Vamos donde están las parejas —susurró en su oído—, todos ignoran esa zona. Vamos ahí.

—Pensé que odiabas disimular con besos... —se rió ella.

—Cerrá el culo y vamos para ahí.

La tomó de la mano y fue guiándola hacia donde se encontraban las parejas teniendo relaciones sexuales, el único lugar donde nadie miraba con atención. Les costó encontrar un espacio y allí Chris se sentó en el suelo e hizo que Erica se sentara a horcajadas sobre él.

—Buscan algo con la mirada —dijo ella al mirar de reojo hacia atrás.

Chris volvió a tomarla del rostro para besarla nuevamente, aunque un poco más profundo que antes mientras apretaba sus dedos en la espalda de ella. Con sus manos recorrió la espalda de Erica hasta llegar a sus glúteos, los cuales apretó.

—Te estás pasando —se quejó ella en un susurro.

—No es como si quisiera tocarte  —se quejó él con un chasquido de lengua—, pero no me queda otra opción. Tiene que verse real.

—Pudo haber sido real si no me hubieses besado, iba a buscarme a algún otro —gruñó y con sus manos le acarició el pecho, para luego comenzar a besarle el cuello.

—No hagas eso...

—¿Siguen ahí? —susurró contra la piel de Chris.

—Sí.

Chris estaba mirando demasiado hacia allí con su rostro serio, por ese motivo Erica lo tomó del rostro y lo instó a mirarla, lo besó de forma suave para que dejara de verse sospechoso, y con sus manos recorrió el pecho de Chris por dentro de su camisa negra, era fuerte y no recordaba que tuviera el cuerpo tan tonificado pese a ser delgado. Eso fue un gran y grata sorpresa.

—Hablame de tu misión personal —dijo Chris en un susurro contra la piel de ella en el cuello—, ¿qué debías hacer?

—No puedo hablar de eso.

—Estoy fingiendo con vos, decime qué debías hacer.

Erica se detuvo un segundo, apoyó su cabeza en el hombro de él, quien la envolvió en sus brazos.

—Observar, oír y tomar fotos de Julio —dijo en un susurro—, gracias a que me interrogó ese tipo pude ver y oír lo suficiente.

Chris no respondió nada, dirigió su mirada hacia ella y la miró allí apoyada en su pecho y hombro.

—Quiero el cincuenta por ciento de tu ganancia.

Erica se irguió y lo miró fijo a los ojos café, con su ceño fruncido.

—No arriesgué mi vida para que me saques la mitad de mi paga —se quejó.

—Estoy arriesgando mi vida al fingir ser tu conquista, quiero el cincuenta por ciento.

—El treinta puedo ofrecerte —acercó su rostro al de él—, no más. Yo hice todo el trabajo, vos solo te sentás ahí fingiendo tocarme.

—Puedo levantarme y dejarte sola acá —dijo Chris con su rostro serio—. Y que simplemente te maten sin mí.

—O puedo matarte yo —dijo ella y apretó el cuello de él en sus manos.

Sin embargo Chris solo sonrió ante su amenaza.

—Erica, eso no me intimida —susurró con una sonrisa torcida—, eso me excita.

Aunque quiso evitarlo, Erica terminó por reírse, porque aún seguía un poco drogada, y volvió a besarlo mientras se movía sobre él de una forma rítmica y sensual, como si en verdad estuviesen teniendo sexo.

—Que sea treinta y cinco —le dijo con su frente pegada a la de él.

—Cuarenta y cinco.

—Cuarenta, y es lo último que ofrezco —dijo en un susurro y besó su cuello.

—Está bien, pero dejá de hacer eso.

Se mantuvieron un rato allí fingiendo, en medio de besos, de lenguas que se rozaban y manos que acariciaban el cuerpo del otro. Las sensaciones eran muy fuertes para Erica debido al opio, sentía todo con mayor intensidad, por ello intentaba pensar en otra cosa para no dejarse llevar por la droga y las sensaciones.

El aroma de Chris le parecía exquisito, aunque no estaba segura de por qué. Se distrajo con ese delicioso aroma que emanaba, y se preguntó qué clase de colonia estaría utilizando.

—¿Estás bien? —le susurró él al oído por verla tan distendida.

—Olés rico —dijo en un susurro que lo hizo reír.

—Estás muy drogada —dijo con su risa, lo que rasgaba sus ojos—, no tengo perfume.

Chris miró por sobre el hombro de Erica para ver si los asesinos seguían ahí. Conversaban e intercambiaban sus vasos para compartirse la bebida entre sí, y esa chica, la barrendera, aún estaba allí.

—No bien se vayan nos vamos —dijo y la miró, aunque fue inevitable para él mirar su amplio escote que mostraba gran parte de sus senos redondos y firmes, luego volvió a mirarla a los ojos—. Te respeto mucho, espero sea la última vez que deba fingir algo así con vos.

Comenzó a besar el cuello de Erica y cada tanto abría los ojos para ver si seguían allí, mientras apretaba con sus dedos con anillos la espalda de ella. Su perfume era de aroma dulce, pero pese a llevar perfume su piel también olía muy bien, solo que a diferencia de ella decidió guardarse el comentario.

Abrió un ojo para ver a los asesinos, se estaban alejando junto a la barrendera. Entonces se alejó solo un poco para poder ver a Erica a los ojos, aún se la veía un poco perdida y sonriente. Le dio una palmadita en el rostro para luego dedicarle una sonrisa.

—Se fueron, esperemos un poco y vámonos.

—No podemos irnos juntos —susurró ella—, sería raro.

—No si vamos a un telo, eso es más común y normal —dijo con una sonrisa torcida al ver el gesto en el rostro de ella—. Si nos bañamos y salimos con el cabello mojado, prácticamente no va a haber dudas.

—Si Aaron se entera no me va a creer que no hicimos nada...

—Tu noviecito puede sobarme bien la pija —escupió con asco—, me da más miedo la reacción del Loco que la de ese pelotudo.

Diciendo eso Erica se hizo a un lado y Chris se puso de pie extendiéndole la mano para poder ayudarla a levantarse. Caminaron uno junto al otro, pero Erica lo tomó de la mano y entrelazó sus dedos con los de él para poder disimular mejor.

El calor del boliche los recibió junto a la música a gran volumen, fueron abriéndose paso entre la gente, pero Chris decidió que era mejor pasar su brazo por la cintura de ella y apoyar delicadamente, pero de forma posesiva, su mano en una nalga de Erica. Era más creíble de esa forma.

Caminaron cerca de las paredes evitando a las personas, y Erica no pudo evitar mirar de soslayo hacia el piso superior. Julio ya no estaba ahí, tampoco el japonés. Suspiró con alivio al sentirse liberada, al menos hasta que al llegar a la salida vio a Akihiko cerca de la puerta. No parecía estar esperando a nadie y fumaba pese a las prohibiciones de no hacerlo, mientras conversaba con una chica.

—¿Es tu japonés? —susurró Chris al oído de ella y la aferró más hacia sí.

Erica solo asintió. Apretó sus dedos con largas uñas en la cintura de Chris y se esforzó en sonreír ampliamente al caminar hacia allí, esperaba que él no la viera. Parecía coquetear con esa chica en vez de interrogarla.

Chris tomó rápidamente su teléfono y comenzó a buscar hoteles cerca de allí, había uno no muy lejos, como a unas cuatro cuadras. Ese punto les serviría para prepararse en caso de tener que armar una ofensiva, o solo para poder descansar un poco.

Cuando pasaron junto a Akihiko, pese a que no dirigió en ningún momento su mirada hacia Erica, la retuvo de la muñeca con fuerza. Con la suficiente fuerza para hacerle doler.

—¡¿Qué te pasa?! —chilló ella.

—¡¿Qué hacés?! —le gritó Chris.

—Tú y yo no terminamos —dijo Akihiko.

—¡Estás loco! ¡¿Qué te pasa?! —chilló Erica.

Chris la puso tras él y miró fijo a ese hombre a los ojos, serio. Akihiko parecía ignorarlo, pues no lo consideraba una amenaza.

—Aunque tu baile estuvo interesante, sigo considerándote muy curiosa —dijo Akihiko viendo a Erica tras Chris, lo miraba por encima del hombro—. Va a ser mejor que no te olvides de mí.

—¿Sos el ex o qué? —escupió Chris y miró a Erica tras él—. ¿Esta clase de psicópatas te gustan? Mirá que yo no soy así.

—¡Aki!

La voz de Julio heló la sangre de Erica por un instante, no quiso girar para verlo, no como Chris sí hizo.

—No seas maleducado con los clientes  —dijo, luego habló en japonés y ni Erica ni Chris pudieron entenderle.

Akihiko miró de soslayo a ambos chicos y torció sus labios con asco, pero terminó por agachar su cabeza con respeto hacia Julio y respondió en la misma lengua.

Julio miró a Erica directo a los ojos, su mirada era igual de fría e impasible que la de Gretchen, pero mucho más intimidante. Era como ver a Jonathan directo a los ojos.

Se dio la vuelta y caminó tranquilamente hacia otra parte, sin embargo, antes de seguirlo Akihiko miró a Erica con seriedad, con una mirada que era casi como una promesa a futuro.

Los habían dejado ir, y eso era algo muy extraño.

Salieron del boliche y cada tanto Chris miraba por sobre su hombro para ver si no los estaban siguiendo. No hablaron durante la caminata, pero por las dudas continuaron tomados de la mano hasta llegar a ese hotel. Erica no tardó en mirar hacia atrás, no había nadie, ni autos, ni personas siguiéndolos, y eso era incluso más extraño todavía.

Pidieron un turno de dos horas, no hablaron hasta entrar en una de las habitaciones, y solo por si alguien estaba observando por allí, se besaron varias veces durante el camino.

Al ingresar en la habitación, lo primero que hizo Chris fue subir el volumen de la música, lo suficiente alto para tapar cualquier sonido. Comenzó a revisar todo el lugar en busca de micrófonos o cámaras, mientras que Erica se sentó en la cama para quitarse las botas y menear un poco sus pies, pues le dolía un poco.

—Está limpio —dijo Chris y se asomó solo apenas para ver por la ventana. Desde allí podía verse la entrada del lugar.

—¿Por qué nos dejaron ir? —preguntó Erica, más para sí misma que para él.

—No lo sé, pero creo que puede llegar a ser una de dos opciones —dijo y tomó su paquete de cigarrillos para poder encender uno—. O pese a las sospechas del tipo ese Julio no te vio como una amenaza, o él tiene algo entre manos.

—Llamá a Gretchen, mantenela al tanto —agregó Erica con seriedad y se recostó en la cama, algo agotada—. Me preocupa haber dejado a Cele...

—¿Vos pensás que yo soy bueno? —inquirió Chris de repente, con seriedad—. En las misiones digo.

Erica lo miró algo confundida, no lograba comprender el cambio de tema.

—Obvio, Chris.

—Llevo casi dos años en Mörder —explicó y dejó ir el humo de su cigarrillo por la nariz—, Martín lleva seis, creeme que si tu hermana está junto a él, va a estar bien.

—¿Y por qué Julio no lo conoce lo suficiente si lleva tantos años ahí?

—No te olvides que Martín es un obligado en realidad, y los Moms no nos prestan atención a los obligados. No valemos la pena para ellos —explicó y la miró fijo—. Vos sos la única obligada que es diferente.

—¿Diferente en qué sentido?

—Todos somos testigos de asesinatos —dijo—, vos sos la única que está porque casi mata a una novata, por eso a vos Gretchen te presta tanta atención.

—¿Y Martín? —preguntó con curiosidad—. Lo ascendieron, y me dijo Cele que pronto lo van a pasar a los profesionales.

—Es un testigo también —Fumó un poco de su cigarrillo y miró por la ventana—, pero tuvo un buen maestro en su primer año en Mörder, o algo así tengo entendido. Por eso es tan bueno.

Miró a Erica recostada en la cama, estaba boca abajo con su cabeza apoyada en sus brazos.

—Andá a bañarte, luego me baño yo.

Ella se levantó con algo de pereza para poder dirigirse hacia allí, todo el lugar era hermoso y con luces fucsias de neón. Se desvistió mientras conversaba con Chris, quien le hablaba desde la habitación. Hablaban de la misión, de Mörder y de Gretchen, incluso del Loco.

Erica salió unos minutos después con su cabello mojado y vestida nuevamente con ese vestido de amplio escote.

—Quiero que me respondas dos cosas antes de que entres a bañarte y me ignores desde ahí —dijo, con su mirada dura fija en Chris, quien estaba sentado en la cama—. Salvo por Cele y Martín, el resto intentamos seducir a alguien para disimular, excepto vos. ¿Por qué?

—Porque no serviría de nada, no soy el tipo de chicos que suelen mirar las mujeres —respondió con una risita—, ¿sabés cuántas veces fui rechazado en boliches en mi vida? Soy un negro de mierda*, un villero. Esas conchetas no me darían ni un vaso de agua aunque estuviera muriendo de sed.

—Pero si sos muy lindo —se quejó ella.

—Ese es el cariño que me tenés por ser amigos —dijo con su rostro serio y se tocó la nariz aguileña—, esta nariz no dice lo mismo.

Erica no respondió nada, porque para ella seguía siendo atractivo igual.

—Vos también sos bastante concheta, seguro creciste en un barrio bonito, en un chalet con tejas y los guachines jugando tranquilamente en la calle —La miró con seriedad y, debido a sus nervios, volvió a colocar un cigarrillo en su boca—. Yo no. Estoy acostumbrado al rechazo y a estar solo.

—Dijiste una vez que eras de un barrio peligroso... —dijo casi en un susurro, porque no se animaba a decirlo más alto.

—Soy un villero. Un negro cabeza**, uno de esos que seguro mirabas con asco antes de llegar a Mörder. ¿No?

—Estás equivocado —se quejó ella con fastidio.

—¿Lo estoy? Sos bailarina de ballet.

—Y también competidora de carreras ilegales de moto con antecedentes penales.

—Una cheta que quiso hacerse la mala —se rió con ánimo—. Te quiero, Erica, pero no me rompas las pelotas.

Se puso de pie para poder ir a bañarse, pero Erica lo tomó del brazo.

—¡¿Por qué me ignoraste durante un mes?! —inquirió entre dientes—. Explicame eso, porque quisieron violarme y no fuiste ni siquiera capaz de ir a verme. ¡Me dejaron hecha mierda y con un hombro dislocado y fisurado!

Chris la tomó con rudeza del rostro y acercó el suyo.

—Porque mi vida fue una mierda toda mi existencia, y no vas a venir vos a empeorarlo cuando por fin estoy mejor.

—¡¿Y yo qué tengo que ver con eso?! ¡No te hice nada! —chilló, con sus ojos que comenzaban a llenarse de lágrimas—. ¿Me odiás acaso...?

Chris la miró en silencio a los ojos grises que se encontraban cristalizados por lágrimas. Ya no estaba cubierta por maquillaje, su rostro estaba limpio.

—No, no te odio.

—¿Te gusto entonces?

—No, sinceramente no.

—¡¿Entonces cuál es tu problema?! —gritó—. ¡Si tenés problemas con Aaron no te la agarres conmigo!

—Si querés arruinar tu vida estando con ese desquiciado, hacelo. Cogételo las veces que quieras, casate y tené veinte guachines si querés —dijo con seriedad—, pero no me hagas compartir espacios con él porque sabés que no lo soporto. Y te juro, Erica, que incluso me fumaria un porro y me tomaría un vino sobre su cadáver, ¡y ese sería el puto mejor día de mi vida!

Erica le lanzó una cachetada al rostro con fuerza, con sus lágrimas que recorrían sus mejillas. Chris no dijo nada más, solo sonrió de costado y fue a la ducha.

Ella se recostó en la cama de costado, sentía mucha angustia en su garganta y, aunque se esforzó por no hacerlo, comenzó a llorar allí, sintiéndose más sola que nunca. Lo consideraba su amigo, pero estaba segura de que por unos cuantos billetes él sería capaz de venderla. Que podría traicionarla en cualquier momento, y eso le dolía más que nada en el mundo.

La primera imagen que tuvo Chris al salir de la ducha fue de Erica llorando, la vio recostada en la cama, y aunque también se podía ver perfectamente su prominente culo con una delicada tanga desde allí, solo le preocupó ver la forma en que su cuerpo se movía por el llanto que intentaba ocultar.

Con un suspiro y aún con su torso húmedo se acercó a ella, se agachó junto a la cama en silencio y con suavidad apoyó su mano en la cabeza de Erica.

—Eri...

—Sé que me matarías si eso te conviene, si alguien te paga lo suficiente o para salvarte a vos mismo —sollozó, sin mostrar el rostro—, pero sos el único amigo que tengo en Mörder y a pesar de todo te extraño mucho...

—Sos una estúpida —dijo en un susurro—, sin una pizca de instinto de supervivencia y una ingenua tremenda que confía en cualquiera, pero no podría matarte ni aunque me pagaran. No pude dejarte en el teatro, menos voy a poder matarte yo, no seas boluda.

Erica no dijo nada, se dio la vuelta para darle la espalda y le corrió la mano con asco.

—Y sí fui a verte cuando me enteré, al día siguiente me acerqué a vos y me esquivaste —explicó con suavidad—. Cuando pasó yo no estaba, estaba en una misión. Me enteré al otro día y lo primero que hice fue buscarte.

Aún con su explicación, Erica se quedó en silencio. Ya no lloraba, pero tampoco dijo nada, ni un suspiro, ni una palabra, nada salía de sus labios.

—¿Te pensás que no te extrañé durante todo ese tiempo? —dijo Chris con un chasquido de lengua—. Dormimos juntos por meses, me acostumbré a tu presencia y eso no está bien.

—¿Por qué no está bien?

—¡Porque no puedo darme el lujo de ser débil! —gritó—. Mi vieja murió hundida en el paco, a mi viejo lo mató la policía cuando volvía de trabajar, lo vieron corriendo y creyeron que acababa de robar —dijo con mucho dolor—, lo único que tenía en el mundo era mi hermano mayor, mi medio hermano en realidad, él me sacó de la villa y me llevó a una casa bonita, me hizo estudiar. Hizo que un ignorante estúpido como yo terminara el secundario y fuera a la universidad. Y ese hijo de puta lo mató.

Se mordió el labio para poder concentrarse, para no verse vulnerable.

—No puedo darme el lujo de ser débil, ¡no puedo, Erica! Tengo que hacerme más fuerte, tengo que aprender más, tengo que vivir el tiempo suficiente para poder ser capaz de matar a ese hijo de puta que mató a mi hermano —Se detuvo un instante para poder tranquilizarse—. Por eso no quería hacer amigos, por eso estuve solo todo este tiempo, porque yo me conozco y sé que cuando quiero a alguien lo doy todo. Y no puedo darme el lujo de darlo todo, no ahora.

Erica giró nuevamente para verlo a los ojos marrones que se veían tristes. Chris allí, con su torso desnudo y las gotitas de agua que brillaban en él, con su gesto sombrío y acongojado parecía, en ese momento, la representación exacta de la soledad y la melancolía humana. Todo en él era tristeza, sin necesidad de lágrimas o de voces quebradas, solo con su mirada y expresión lograba transmitir todo su pesar.

Erica se apoyó sobre sus manos para poder sentarse, se acomodó de tal forma que pudiera quedar exactamente frente a él.

—Si me lo hubieras explicado antes no me habría sentido tan miserable —dijo ella con un suspiro.

—Mi idea nunca fue hacerte sentir miserable, solo quería dejar de sentirme yo así.

Lo abrazó del cuello y, aunque en un principio dudó un poco, Chris respondió el abrazo.

—Soy aprendiz de Gretchen, de Aaron y de otra persona fuerte. Soy una barrendera y sé cómo deshacerme de cadáveres —susurró Erica aún aferrada a él—. No necesitás cuidarme, concentrate en tu misión, en tu venganza.

—Sí necesitás que te cuide, solo que no te das cuenta —suspiró y la aferró con más fuerza—. Y me da miedo un día de estos despertarme y descubrir que ya no estás porque no pude protegerte de él.

—¿De quién querés protegerme? —preguntó con suavidad y rompió el abrazo para poder verlo a los ojos.

—De la persona más peligrosa en todo Mörder, Erica.

Aunque ella quiso profundizar en el tema, Chris se alejó rápidamente para poder buscar sus cigarrillos y, también, colocarse nuevamente su camisa y todos sus anillos y collares.

Se quedó pensativa, porque todos en Mörder coincidían en una misma cosa, y era que la persona más peligrosa en todo Mörder, con la cual había que tener cuidado, a quien incluso Gretchen le hablaba con tacto, era el Loco. Nadie nunca se le acercaba, solía comer solo y la gente le habría el paso con miedo, porque nadie deseaba tener problemas con él. Nadie quería ser una de sus víctimas y acabar como Camilo, sin rostro y destripado.

«¡Te amo, Erica!» le había gritado él, y aunque ese recuerdo le producía asco y furia a la vez, también lograba confundir las intenciones del Loco en Mörder y con ella.

Se dejó caer nuevamente sobre la cama y, un poco después, Chris se acomodó junto a ella con su espalda apoyada en la pared.

—Aprovechá a descansar, todavía falta una hora —dijo él con un suspiro—. Al regresar a Naemniki vamos a volver a estar alejados, pero siempre que lo necesites vas a poder contar conmigo.

Aclaraciones importantes:

*«Negro de mierda» es un término despectivo y clasista utilizado para referirse a los pobres, a la gente que vive en villas miseria o, también, a los que escuchan cumbia villera. En este caso, Chris se refiere a sí mismo de esta forma por ser de una villa.

**Negro cabeza, exactamente igual que arriba. Es otra de las formas despectivas de decirlo.

Solo por si no saben lo que es una villa, son barrios de emergencia muy humildes, donde en algunos casos corre el narcotráfico y otras criminalidades, pero no siempre es así y no toda la gente que vive allí es así. Eso último es un dato de vital importancia.

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