Por culpa de un instante (Com...

By BiancaMond

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Un malentendido lleva a Brenda a enemistarse con el chico más popular del curso. Pero Lucas no es tan malo co... More

Sinopsis
1. Pulga
2. Lucas Urriaga
3. Un infierno para ti
4. El que ejecuta el bajo
5. Trato hecho
6. Durazno
7. El Bar Polzoni
8. Por fin un amigo
9. La melodía del amor
10. Esta no es una cita
11. Hubiese preferido alacranes
12. Nada es lo que parece
13. ¿Quién pierde este juego?
14. Memorias de una dulce venganza
15. Sólo resta confesar
16. Por culpa de un instante
17. Esta tampoco es una cita
18. Una aterradora verdad
19. El amor es ciego
20. Veintiuno de julio
21. Mi lugar favorito
22. Ni el héroe ni el villano
23. No podemos
24. Debo sacarla de mi cabeza
25. Sabía que esto pasaría
26. Cálmate, Pulga
27. Yo... ¿De novia?
28. Estaba jugando conmigo
29. Puedo ser un perfecto idiota
30. A veces, la verdad duele
31. Un dúo inesperado
32. Un "te quiero" en sueños
33. No puedo perder
34. No me importa perderme si es con él
35. Me hubiese quedado en la cabaña
36. Una oportunidad
37. Se acabó la farsa
38. Ya acéptalo, Brenda
39. Tu novio falso
40. Los latidos de tu corazón
41. El lugar que se ha ganado
42. No es el momento
43. Esta sí es una cita
44. Una llamada "de rutina"
45. ¡Ya sólo vete!
46. Son los celos...
47. ¿Esto es un maldito juego para ti?
48. Deberías saberlo
49. ¿Dejà vú?
50. Vegvisir
52. Lo que le prometí
53. Dejé que me lastimaran
54. Lo arruiné
55. La pareja perfecta
Epílogo
Novedades y agradecimientos
Ese último momento

51. La confianza es la base de una relación

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By BiancaMond

El curso se encuentra en completo silencio. Cada alumno está enfocado en su hoja, ansioso por culminar este último examen. Sólo el sonido del exterior rompe medianamente la calma, y los pasos del profesor, quien recorre el lugar acechando a cualquiera que intente mirar al costado.

Números, Brenda. Piensa sólo en números.

Me concentro en mis ejercicios y los voy resolviendo de a poco. Al menos mientras puedo, durante los pocos segundos en los que no me invaden los recuerdos de la noche anterior. Sus manos aferrando mi piel, su dulzura envolviendo mis sentidos y sus besos cubriendo cada área de mi cuerpo. Un temblor me recorre la nuca de solo pensarlo. Procuro distraer mis pensamientos para evitar que el calor me invada en pleno salón.

Levanto un poco la mirada y lo observo. Tres asientos más adelante. Su remera se marca sutilmente sobre su espalda. Sus firmes brazos, sobresaliendo a los costados, con los codos apoyados en el pupitre. Se lleva el dorso del lápiz a la boca y lo muerde despacio, pensativo. Agacho de nuevo la cabeza.

Cálculos y ejercicios matemáticos. Es todo en lo que debo pensar ahora.

Me sacudo la cabeza, borro lo último que escribí y vuelvo a empezar, porque ya no recuerdo en qué paso me había quedado. De nuevo logro avanzar hasta casi la mitad del ejercicio, cuando la voz del profesor me da un sobresalto.

—¡Urriaga y Burgos! Si los escucho conversando de nuevo, les suspenderé el examen.

Me fijo en ellos. Samantha le lanza ahora una mirada suplicante al profesor.

—Sólo le estaba pidiendo un bolígrafo —se excusa Lucas, absurdamente. Nadie se va a creer eso—. Fue culpa mía.

—Hablo en serio —insiste el hombre—. Si no quieren tener que venir a rendir en las vacaciones, más les vale resolver los ejercicios cada uno por su cuenta.

Los dos asienten y agachan la cabeza sobre la hoja.

Sabía que era una mala idea que se sentaran juntos, pero Samantha insistió, porque Lucas se lo prometió la tarde anterior.

Apenas el profesor voltea de nuevo, ella comienza a hacerle señas para que le diga una respuesta. Él lleva de nuevo la vista hacia ella y le contesta en voz muy baja.

¡Maldita! Lo van a suspender por su culpa.

Tomo mi borrador y lo arrojo con todas mis fuerzas sobre la cabeza de Samantha. El impacto la obliga a soltar un pequeño grito y llevarse la mano a la zona lastimada. El profesor pierde la calma y se acerca a ella.

—¡Burgos, ya es suficiente!

—Pero, profesor. ¡Alguien me hizo daño!

—No quiero oír más excusas —la regaña, impulsándola a ponerse de pie—. Va a terminar su examen en mi escritorio, donde yo la pueda ver.

Sonrío victoriosa y consigo por fin dedicarme completamente a la prueba.

Encuentro a Stacy a la salida, con la mochila al hombro y recostada contra la pared. Una coleta adorna su cabello, que cae en preciosas ondulaciones claras.

—¿Rendiste bien? —le pregunto, con una sonrisa. Sé que le cuesta mucho la materia de historia, en la cual consistía su última prueba.

—¡Sí! ¡Al fin son vacaciones! —Se alegra y rodea mi brazo con cariño—. Tenemos que ir a festejarlo.

Asiento y la aprieto contra mí. Comenzamos a caminar hacia la salida, cuando Lucas y su amigo llegan a nuestro encuentro.

—¡Me fue como al mismísimo demonio! —se queja Bruno, mientras pasa un brazo por la cintura de Stacy y la atrae hacia él. Lo miro mal porque la ha apartado de mí.

Lucas se ubica a mi lado y camina a mi ritmo.

—¿Qué tal te fue? —baja su mano y toma la mía con cierto disimulo, pues seguimos bastante cerca de la entrada al colegio.

—Bien... ¿Y a ti?

—También —me muestra una sonrisa juguetona y se acerca a mi oído—. Aunque no puedo sacarte de mi cabeza desde anoche.

—Ni yo a ti —confieso, sintiendo que me queman las mejillas.

Los cuatro caminamos por la vereda en dirección a los vehículos. Nos detenemos delante de los de ellos.

—Ahora empezará una fiesta en casa de Julio, por el inicio de las vacaciones —comenta Bruno—. ¿Quieren ir?

—Es muy temprano para ir a una fiesta —resalta mi hermana—. Ni siquiera es medio día.

—Nunca es un mal momento para una fiesta —él se encoje de hombros.

—Vayan ustedes, Stacy y yo tenemos cosas que hablar —respondo. Me acerco a Lucas y le planto un beso en la boca. Él se sorprende de que lo haya hecho en un lugar público. Pero a decir verdad, ya no tengo intenciones de seguir ocultando lo nuestro, aunque aparentemente nadie nos haya visto.

—¿Nos veremos esta noche? —me consulta, colocando sus manos sobre mi cintura y acercándose a mi rostro lo suficiente como para dejarme muerta de ganas de volver a besarlo.

—No hagas planes —le guiño un ojo y eso le saca una sonrisa.

Los dos se suben a sus vehículos y se van. Stacy y yo comenzamos a caminar en dirección al lugar de comida rápida que está cerca del colegio.

—Entonces, ¿cómo van las cosas entre ustedes? —le pregunto, cuando nos ubicamos en una mesa apartada del resto, con una enorme copa llena de helado y dos cucharas.

—Pensé que me hablarías de Lucas... —parece bastante incómoda de que yo haya tocado el tema de Bruno.

—Lucas y yo no podríamos estar mejor —lo resumo, para dejarla satisfecha—. Ahora cuéntame tú.

Hace una mueca de decepción, toma una cuchara y la carga con un trozo de crema, la lleva hasta su boca pero se detiene antes de meterla, pensativa.

—Bueno... Igual que siempre —levanta los hombros y se toma el helado.

—¿Y eso qué se supone que significa?

—Significa que no estamos mal, ni bien. Simplemente... estamos.

La miro como si se hubiera vuelto loca.

—Lo que quiero decir es que Bruno piensa que estamos bien —se explica, al percibir mi expresión.

Pruebo el helado, esperando que avance en su explicación, pero ella no lo hace. Parece sentirse a gusto con lo poco que ha expresado.

—No creo que Bruno piense que ustedes dos están bien —comento. Si ella no va a guiar la conversación, lo haré yo.

—¿Por qué lo dices?

Le cuento con lujo de detalles todo lo que ocurrió en casa de Lucía. La reacción de Bruno cuando se le insinuó deliberadamente y lo que ella le dijo con respecto a que Stacy no los considera una pareja de novios.

Se queda con la boca abierta durante unos minutos y su mirada se entristece.

—Brenda, no sé qué hacer —confiesa, sujetándose la cabeza entre las manos—. Estoy muy confundida.

—Stacy, entiendo que hayas necesitado tiempo para decidirlo, pero creo que es momento de que lo hagas —dejo a un lado la cuchara y tomo sus manos entre las mías—. Tú dices que no es tu novio, pero siempre están juntos. Y claramente él se está esforzando... Si ya no lo quieres, deberías decírselo.

Sus ojos se llenan de lágrimas, sin dejar de observarme fijamente.

—Si Lucas te engañara, ¿qué harías? —pregunta de repente.

Me quedo helada. No me esperaba esa pregunta y no había contemplado la posibilidad de que eso ocurra, así que no tengo idea de qué podría responder.

Si Lucas me engañara...

Recuerdo lo molesta que me puse el otro día en el bar, cuando esa chica se colgó de su cuello y acercó sus labios a los suyos. Recuerdo haber querido golpearlo hasta, mínimamente, dejarlo inconsciente. Sin embargo, aún en esa situación, lo que más me molestó fue la humillación que me hizo sentir, pero en ningún momento dudé de su fidelidad. Y sé que antes de ser su novia tenía muchas dudas con respecto a sus intenciones, pero luego me demostró ser un novio maravilloso.

De pronto, la imagen de Samantha llega a mi cabeza y una incomodidad parece instalarse en mi pecho. Cuando pienso en profundidad en cada vez que los veo juntos. Cuando se hablan en voz baja y se miran de cerca. Cuando recuerdo esa extraña relación que tienen y que no logro comprender... Me siento insegura otra vez.

—Si Lucas me engañara —contesto a la pregunta de mi hermana—. No creo que pueda disculparlo jamás.

Stacy asiente, levemente, como si mi respuesta se reflejara en ella misma. Una lágrima termina por recorrer su mejilla y la seco con mis dedos.

—Es eso —expresa, llena de dolor—. No es que ya no quiera a Bruno, es que nunca lo voy a poder perdonar.

Siento tristeza al verla así. Sin embargo, termino por descubrir que mi tristeza no se debe solamente al sufrimiento de Stacy, sino... De Bruno también.

Porque sé que no es el mismo idiota que se hizo pasar por Lucas a comienzo de año. Es idiota, sí. Pero un idiota sincero, ahora.

—Creo que él te quiere de verdad —no dejo de ver sus ojos, completamente rojos.

Ella agacha la mirada y el movimiento hace que sus mejillas se empapen.

—No lo sé —niega, resignada—. No estoy segura de ello.

Le muestro una sonrisa tranquilizadora y aprieto con más fuerza sus manos.

—Entonces, dile lo que sientes. Deja de ocultárselo, porque esta situación no está haciendo más que humillarlo —asiente despacio, perdida en mis palabras—. Sé que Bruno te ha hecho mucho daño. Pero ahora, quien está lastimándolo eres tú. Aunque no lo hagas adrede.

Su expresión me muestra arrepentimiento, pero luego de analizar durante un segundo, sus labios se curvan sutilmente a los costados.

—¿Quién hubiera dicho que estarías preocupada por él?

Suelto una risa avergonzada.

—Tengo que admitir que ha llegado a caerme bien —confieso en voz alta, por primera vez.

Ella se anima un poco más al escucharme, aunque por supuesto que eso no cambia cómo se siente con respecto a él.

—Tienes razón, no puedo seguir haciéndole esto —acepta—. Pero me ha invitado a acompañarlo en la fiesta de colación y ya le he dicho que sí... Por lo que terminaré con él luego.

Asiento, compartiendo su tristeza. A mí también me duele pensar en su inminente separación. Ya me estaba acostumbrando a que estemos todos juntos. Sin embargo, no hay nada que se pueda hacer.

La confianza es la base de una relación.

Me dirijo a casa de Lucas. Ya ha entrado el sol desde hace rato. Me escribió hace como cuarenta y cinco minutos para avisar que la fiesta terminó, porque como todos empezaron a tomar desde temprano, la mayoría ya estaba deshecho para esa hora.

Evité responderle, porque quiero darle una sorpresa. Y sé que no irá a ningún lado, puesto que me avisó que se daría una ducha antes de ir a buscarme.

Me bajo del taxi y bordeo su casa, con la intención de escalar la pared adoquinada que da a su balcón. Desde abajo, se ve apagada la luz de su habitación.

¿Habrá salido ya para mi casa?

Me llama la atención la iluminación proveniente de la sala, por lo que me acerco por un lado y observo, para detenerlo en caso que esté de salida. Y es allí cuando todo se me viene abajo.

Lucas está ahí, tal y como pensaba. Pero no está solo. Tiene a Samantha enredada entre sus brazos, le acaricia el cabello con una mano, como si nunca quisiera separarse de ella. Están tan cerca, tan juntos, que se me hiela la sangre. El alma se me cae al suelo al momento en que me invaden las preguntas.

¿Qué hacen juntos y por qué me ocultó que está con ella?

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