Don't Tell Noona | vk

By debilitae

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❝No le digas a noona lo que haces con su novio, Jungkook.❞ Pareja principal: jjk•kth Pareja secundaria hetero... More

Prólogo
Uno
Dos
Tres
Cuatro
Cinco
X
Seis
Siete
Ocho
X
Nueve
Diez
Once
X
X
X
Doce
Trece
Catorce
Quince
Dieciséis
Diecisiete
Dieciocho
Diecinueve
Veinte
X
Veintiuno
Y
Veintidós
X
Veintitrés
Veinticuatro
X
X
X
X
X
X
Veinticinco
X
Veintisiete

Veintiséis

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By debilitae

Cuando Jungkook despertó eran casi las 11 de la mañana, y tardó varios minutos en comprender quién era y dónde estaba luego de varias horas de sueños extraños, mejor dicho pesadillas. Pero una vez que logró reaccionar, los recuerdos de la noche anterior acudieron a su mente como una estampida y por un momento hubiera deseado mantenerse en ese estado de desconocimiento total hasta el final de los días, porque pensar en todo lo que había pasado era demasiado para que pudiera soportarlo, más aún tan temprano, cuando apenas se despertaba. Aturdido, buscó su teléfono a tientas en la cama sin atreverse a abrir los ojos -porque el dolor de cabeza era fuerte y ya intuía lo mucho que le dolerían los ojos con la luz que se colaba por la ventana-, hasta que dio con este y se lo llevó cerca del rostro, resignándose a parpadear porque claramente no podría comprobar la hora si no abría los ojos. Fue entonces que vio los mensajes que Taehyung le había dejado cuando se quedó dormido, y diablos, no tardó ni dos segundos en ponerse de pie dispuesto a ducharse a la velocidad de la luz para llegar a Cypher cuanto antes.

Se demoró exactamente 15 minutos en buscar ropa, ducharse y lavarse los dientes, porque el reloj de la sala apenas marcaba 11:10 cuando llegó después de bajar las escaleras de a dos escalones, ya vestido y listo para salir corriendo hasta la tienda de música al encuentro de Taehyung. Como era de esperarse un viernes por la mañana, la casa estaba vacía: su padre y Jiyeon trabajaban y su madre acudía a talleres de todo tipo, ese mes asistía a uno de manualidades con porcelana fría, de modo que Jungkook no tuvo que dar explicaciones de ningún tipo a nadie cuando se calzó las zapatillas y salió precipitadamente de su casa, encaminándose hasta la parada del autobús que lo dejaría a pocos metros de la tienda de música. La lluvia había parado a la noche, pero semejante tormenta había dejado tras de sí un día nuboso y gris, calles húmedas y clima ventoso, por lo que el pelinegro había tenido que salir armado con una chaqueta. Y el camino se lo pasó entero sumido en sus pensamientos, rememorando todos los acontecimientos del día anterior, desde el momento en el que se encontró con Taehyung bajo la tormenta por la tarde, hasta esa misma madrugada que había pasado hablando por teléfono con el chico, buscando una solución a todo lo que estaba pasando. Lamentablemente no habían encontrado ninguna, un poco porque Jungkook se pasó gran parte de la conversación llorando por las cosas que su hermana le había dicho, y otro poco porque por más que pensaran en algo, Taehyung igualmente tenía que irse con su abuela a Geochang la semana siguiente, por lo que poco importaba si de alguna manera milagrosa lograban calmar las cosas con Jiyeon.

Por eso habían decidido que seguirían viéndose durante esa semana sin que les importara una mierda todo lo demás, al fin y al cabo sería su última semana juntos.

(En realidad Taehyung prácticamente le suplicó a Jungkook que dejara los lloros y los remordimientos para después de que se fuera y que no se alejara de él ahora, porque lo necesitaba aunque fuese por siete días, y Taehyung sonaba tan desesperado que el pelinegro realmente no podía negarse. Además, por más mierda que se sintiera, Jungkook sabía a la perfección que él necesitaba del mayor con la misma urgencia, y por ese mismo motivo en ese momento se encontraba en camino a Cypher para decirle que aceptaba esa propuesta de cagarse en los demás y aprovechar el poco tiempo que les quedaba).

Tan perdido iba pensando en todas esas cosas que por poco se pasa de largo con el autobús, pero afortunadamente se dio cuenta justo a tiempo y logró bajarse en la esquina en la que debía hacerlo. Con el corazón latiendo como si acabara de correr una maratón, aceleró el paso y llegó rápidamente hasta la puerta del local, sin saber por qué repentinamente se sentía tan nervioso. Se permitió unos segundos para calmarse quedándose fuera del negocio, buscando a Taehyung con la mirada, y no tardó en encontrar la cabellera rubia en la sección de música rock, aparentemente acomodando los nuevos álbumes en el estante mientras escuchaba la música que salía de los auriculares que llevaba puestos. Por primera vez parecía ser que Taehyung no notaría su presencia y no le enviaría ningún mensaje del tipo "deja de espiarme y entra", demasiado concentrado en el trabajo que hacía y en las melodías que inundaban sus oídos. Y al ver a Taehyung ahí, tan cerca, después de todo lo ocurrido, nada más logró acelerar aún más los latidos de su corazón, tanto así que temió que este se le saliera del cuerpo en cualquier momento. Realmente parecía que su atolondrado corazón quería escaparse de su pecho y correr hacia Taehyung, por lo que no tardó un segundo más y simplemente entró a la tienda, caminando con paso decidido hasta el rubio.

Era tan extraño que Taehyung no estuviera quitándose un auricular para decirle algo como <termino esto y estoy contigo, bebé>, justo como solía hacerlo debido a ese increíblemente desarrollado radar que lograba detectar cada vez que Jungkook entraba a Cypher por más sigiloso o silencioso que el pelinegro fuera, que Jungkook no supo qué hacer durante unos segundos, y se quedó parado detrás de él como un loco sin hacer nada. Y antes de que pudiera pensar en algo Taehyung se dio la vuelta repentinamente, y soltó un respingo al verlo, sobresaltándose más de la cuenta. Jungkook también se asustó por la reacción tan brusca del mayor, aunque no tuvo más tiempo para recomponerse porque de un segundo a otro tenía los brazos de Taehyung rodeando su cuello en un abrazo asfixiante. Taehyung lo abrazaba con fuerza, como si temiera que Jungkook se apartara en cualquier momento, y nada más lejos de la realidad; el pelinegro apenas reaccionó rodeó la cintura del mayor torpemente con los dos brazos, y lo estrechó con la misma fuerza. Se quedaron así durante un tiempo indefinido hasta que Taehyung se separó sólo lo necesario para poder mirarlo sin tener que soltarlo, y Jungkook se sorprendió por lo mal que lucía el chico, aunque suponía que él se veía igual de cansado y débil que el ojeroso y triste rubio que tenía en frente. Sus ojos se ven tan tristes, pensó Jungkook, y notarlo empeoró un 200% su ánimo.

-Estás aquí -afirmó Taehyung levemente sorprendido, como si necesitara decirlo en voz alta para terminar de creerlo-. Pensé que no vendrías.

-Debes ser muy tonto, entonces, hyung -dijo él, ganándose un resoplido del mayor-. Me acabo de levantar, de verdad.

-Está bien, yo sólo... -el rubio dudó, y Jungkook se sorprendió porque Taehyung nunca dudaba al hablar-. Quería verte, gracias por venir.

-Yo también quería verte -admitió, suspirando-. Sobre lo de anoche, yo-

-No, olvídalo -interrumpió Taehyung, negando con la cabeza-. Lo pensé mejor y entiendo que no quieras seguir con esto.

-Per-

-Con que hayas venido hoy me alcanza -prosiguió el mayor, subiendo una mano hasta la mejilla de Jungkook-. ¿Quieres ir a comer algo?

-Como quieras tú, hyung -respondió, decidiendo que no le diría ya mismo lo que tenía que decir, y guardó silencio.

Taehyung se dirigió hasta la caja y recuperó el abrigo negro, quedando todo ataviado de ese color al momento de salir por la puerta principal de la tienda dispuesto a ir a comer a otra parte con el pelinegro. Iban los dos sumidos en un silencio doloroso, sobretodo porque tuvieron que dar toda una vuelta innecesaria para no pasar frente a la pastelería y así evitar encontrarse con Jiyeon. Al cabo de unos minutos se encontraban en camino al primer restaurante que pudieran encontrar, y al estar lejos de las tiendas Taehyung buscó la mano de Jungkook, entrelazando los dedos de ambos, cosa que Jungkook simplemente no pudo rechazar porque seguía con ese gusto amargo en la boca, ese sabor a despedida que se palpaba en el aire desde que habían cruzado sus miradas asustadas minutos atrás. Después de caminar varias calles sin muchas ganas, acabaron comprando kimbap y pasteles de arroz en un puesto callejero, y como Jungkook en realidad ni siquiera tenía hambre luego de tanto drama, no se preocupó mucho por el almuerzo exiguo porque en ese momento nada más quería sentarse en cualquier parte y conversar con el mayor tranquilamente.

Cuando finalmente llegaron al parque más cercano se encaminaron hacia una banca y allí se sentaron, acomodando la poca comida entre los dos como si el asiento fuese también una mesa improvisada. Ambos comenzaron a comer manteniendo el silencio, silencio que Jungkook aprovechó para organizar bien sus ideas en su mente antes de atreverse a abrir la boca y decir algo. Quería decir las cosas con claridad, ir directo al punto y no profundizar demasiado en el tema porque sabía que hablar de eso con Taehyung terminaría en llanto, y ya había llorado demasiado en las últimas horas.

-Oye, hyung -llamó finalmente cuando estuvo listo, y Taehyung lo miró para indicarle que lo estaba escuchando-. Yo no quiero dejar de hablar contigo.

-¿Huh? -balbuceó Taehyung con la boca llena de arroz y algas-. ¿A qué viene eso?

-Que digo que sí a lo que me pediste anoche -respondió, asintiendo con la cabeza para darle énfasis a sus palabras-. Quiero estar contigo hasta que te vayas a Geochang.

-¿Hablas en serio? -preguntó un incrédulo Taehyung luego de tragar-. ¿Estás seguro?

-Bueno, el daño ya está hecho, ¿verdad? -preguntó él con una sonrisa triste en los labios-. Jiyeon noona me odia igual, no creo que sea mucha diferencia para ella si pasamos una semana más juntos... pero sí lo sería para mí.

-¿Lo sería?

-Sí, me arrepentiría para siempre -dijo, y lo creía en cada fibra del cuerpo.

Y Taehyung no necesitó de las palabras para responder, sino que lo tomó de la nuca y unió sus labios en un beso tan necesitado, tan explosivo, tan glorioso, tan ansiado pero también expresivo, y con ese beso urgente Taehyung parecía querer demostrarle lo mucho que lo alegraba su decisión. La boca de Taehyung sabía a arroz y algas, pero también sabía a casa porque para Jungkook no existía un mejor sabor. Esa dulzura tan particular que tenía el rubio en los labios, ese modo de mover la lengua lentamente, y el infaltable tirón que hacía siempre al jalarle el labio inferior con los dientes, todo en los besos de Taehyung se sentía demasiado correcto para Jungkook. Tan correcto que por poco y no recordaba que era incorrecto, aunque la noción de que estaba haciendo algo muy malo seguía estando como una señal de alarma en un rincón de su mente. No, ya no, pensó. Ya no importa, ya no hay límites. Jiyeon ya sabía, los había visto; Taehyung ya se iba, les quedaba una semana... y a Jungkook nada le importaba, sólo estar con Taehyung todo el tiempo que pudiera. Aprovecharía hasta el último segundo sabiendo que una vez que el mayor llegara a Geochang no podría volver a besarlo, abrazarlo o acariciarlo tal vez nunca más porque, ¿cómo sabía si Taehyung iba a volver a Busan algún día? Y si volvía, ¿cómo podría volver a estar con él después de todos los problemas que su relación causó? ¿Cómo podría si eso significaría perder ya no sólo a Jiyeon, sino a toda su familia? No, pensar en eso le causaba dolor de cabeza, lo mejor era concentrarse en disfrutar de esa semana restante y luego olvidarse para siempre de Taehyung.

Como si el tiempo se burlase de ellos, la semana se pasó volando, más rápido que ninguna otra. Jungkook se las ingenió a lo largo de esos días para engañar a sus padres y hacerles creer que estaba pasando tiempo con Jimin, Hoseok, Namjoon o incluso Seokjin, cuando en realidad se pasó prácticamente toda la semana en casa de Taehyung. El chico ya había dejado de trabajar en Cypher para centrarse en cuidar bien de cerca a la anciana hasta que tuviera que irse, y por supuesto que Jungkook lo estaba ayudando porque quería pasar tiempo con él a pesar de que la mujer ya no lo reconocía y en algunos momentos no se sentía cómoda con su presencia. En esos casos Jungkook terminaba quedándose en el cuarto de Taehyung y aprovechaba para acomodar o limpiar las cosas del mayor, tarea de la que Taehyung ya no se ocupaba de tan ocupado que estaba con la mujer, y cuando ya no podía hacer eso simplemente escuchaba las canciones de Taehyung o miraba todas las fotos que el chico guardaba en la computadora o el celular. El martes había descubierto una carpeta oculta titulada Kookie en la que, obviamente, había nada más fotos suyas o de los dos juntos (las pocas que se tomaban cada vez que Jungkook obligaba a Taehyung, y al encontrarla Jungkook se sintió tan emocionado como si hubiera encontrado una nueva pirámide en Egipto. Desde ese día cada vez que se quedaba solo en el cuarto del mayor se tomaba un millón de fotografías y se las pasaba en secreto a esa carpeta.

Mentirle a Jiyeon para verse ya no era necesario, la chica no le dirigía la palabra si no estaban frente a sus padres, y en realidad cuando era así apenas se la cruzaba en el corredor del piso de arriba cuando los dos salían al mismo tiempo de sus cuartos. Por supuesto, ella ni siquiera lo miraba por más de dos segundos, sino que se limitaba a volver a encerrarse o a pasar rápidamente a su lado y seguir con lo que sea que estaba haciendo. Ese era motivo de sobra para que Jungkook se sintiera realmente miserable cada vez que sucedía, de modo que sus encuentros con Taehyung eran de lo más tristes porque se pasaba gran parte del tiempo llorando mientras que el mayor trataba de consolarlo acariciándole la espalda y jugando con su cabello hasta que lograba calmarlo. Cuando no lloraba por su hermana, de todos modos terminaba llorando como magdalena por Taehyung, porque la abuela cada día estaba peor, Taehyung cada día lucía más cansado y triste, y toda la situación era jodidamente deprimente. Aunque Taehyung se esforzaba por levantarle el ánimo haciéndole bromas, haciéndole cosquillas, y hasta llegó a aceptar el estúpido juego de imitar coreografías de chicas con tal de hacerlo sentir mejor, a Jungkook le bastaba con verle los ojos vacíos para saber que Taehyung estaba sufriendo tanto como él, y eso lo hacía sentir peor porque el chico seguía con esa coraza de chico frío y fuerte de siempre nada más para no preocuparlo a él. Y Jungkook ni siquiera trató de ignorar lo mucho que le aceleraba el corazón el hecho de que Taehyung estuviera tratando de ser fuerte por los dos porque en ese punto ya no podía ni siquiera luchar contra sus sentimientos por el mayor. Estaba trágicamente enamorado de Kim Taehyung.

Finalmente llegó el sábado, lo cual significaba que Taehyung y la abuela se iban a Geochang. Jungkook pasó la noche en casa del mayor (para sus padres estaba en casa de Hoseok) y lo ayudó a empacar las pocas cosas que le faltaban: la computadora y un poco de ropa tanto del chico como de la anciana. Todo lo demás lo había ido mandando en el transcurso de la semana para evitarse complicaciones, de modo que el sábado por la mañana Taehyung pudiera ir ligero llevando nada más dos bolsos con ropa en el viaje de cuatro horas. Seokjin se había ofrecido muy amablemente a llevarlo hasta la terminal de buses Choryang-dong para que no tuviera que pagar un taxi y para luego traer de regreso a Jungkook, así que a eso de las ocho de la mañana Jungkook y Taehyung se levantaron temprano para desayunar algo antes de salir, y en menos de una hora ya se encontraban junto con la abuela sentados en la entrada de la casa esperando a que el castaño llegase. Puntual, Jin llegó a las nueve en punto listo para llevarlos y no tardaron mucho en llegar a la terminal. El autobús hacia Geochang salía a las 9:30, por lo que aún tenían unos diez minutos cuando ya estaban allí con todo a bordo, esperando a que el vehículo iniciara el viaje. La abuela ya había subido y se había acomodado para dormir en el trayecto, y Jin, intuitivo, le dijo a Jungkook que lo esperaba en alguna cafetería para dejarlos a solas esos últimos diez minutos, gesto con el que el pelinegro se sintió inmensamente agradecido. Y apenas estuvieron solos, Taehyung literalmente se lanzó sobre Jungkook para besarlo.

-No quiero que te vayas -se atrevió a decir Jungkook cuando se separaron, jadeando por aire.

-No quiero irme -admitió Taehyung-, pero tengo que hacerlo.

Jungkook suspiró en lugar de responder porque sabía que Taehyung estaba haciendo lo mejor para la abuela. Y lo mejor para todos, porque luego del caos que habían desatado y del daño que le habían hecho a Jiyeon, que se hubiera quedado nada más habría complicado las cosas. Pero tener la separación ahí, palpable en el aire, hacía que Jungkook apenas pudiera respirar sin pensar en lo mucho que iba a echar de menos a ese chico rubio y moreno. De sólo imaginar que ya no podría verlo para molestarlo con su aegyo, o abrazarlo y besarlo, o hacer cosas tan ordinarias como mirar una temporada de Show Me The Money a pesar de que los dos se sabían todos los capítulos de memoria (que igualmente cuando lo hacía con Taehyung no era ordinario, nada era ordinario si Kim Taehyung lo estaba haciendo), sentía un horrible nudo en la garganta. Y antes de que pudiera siquiera darse cuenta, estaba derramando lágrimas como el bebé llorón que era. Taehyung lo notó antes que él porque de un momento a otro tenía los pulgares del mayor limpiándole las lágrimas de las mejillas, y ahí fue cuando notó que estaba llorando.

-No llores -le dijo Taehyung con ese tono de voz tan tranquilo de siempre-, te ves feo llorando, y no tienes que hacerlo. No me estoy muriendo, sólo me estoy mudando.

-¿Q-qué? -balbuceó, tratando de detener las lágrimas-. Pero, Tae-

-No me hagas eso, Kookie -pidió el mayor, sin dejarlo terminar de hablar-. No me alejes de ti. Por favor, no me alejes de ti.

-¿Qué quieres decir? -preguntó, auténticamente confundido porque era un acuerdo tácito que terminarían tan pronto Taehyung pusiera un pie en ese autobús-. No... no podemos...

-A la mierda con eso, Jungkook -gruñó el rubio, separándose de él bruscamente-. Joder, no, no quiero que me olvides, maldita sea. Entiendo que te sientas mal por lo que pasó con tu hermana pero ya no puedes arreglarlo, ¿vas a torturarte por ello el resto de tu vida, Jungkook?

-Y-yo... no... no sé.

-Algún día ella lo entenderá, lo sabes tan bien como yo -continuó Taehyung, levantando poco a poco el tono de voz-. No puede estar enojada contigo para siempre, ¡es tu hermana, por la mierda! ¡Te quiere tanto como tú a ella, tiene que entenderte!

-P-pero lo que hicim-

-Lo que hicimos, lo que hicimos, estoy harto de esa mierda -interrumpió el mayor, y estaba visiblemente alterado, moviéndose frenético-. ¿Sabes qué es lo que hicimos, Jungkook? Maldita sea, mátame porque voy a decir la mierda más asquerosamente cursi del mundo, pero lo que tú y yo hicimos fue enamorarnos -bramó, y llevó el índice al pecho de Jungkook, clavándolo sobre su corazón-. Esta cosa, tu jodido corazón, te dice la misma mierda que el mío ahora. No puedes decirme que no tengo razón porque así como hablas tanta porquería de que ves cosas en mis ojos, yo veo cosas en los tuyos, Jungkook.

-¿Y q-qué ves, hyung? -preguntó, tragando saliva.

-Que me amas -respondió Taehyung sin titubear-, y que quieres esto igual que yo. Quieres que esto siga a pesar de todo -continuó, manteniendo la mano en el pecho del menor, y Jungkook podía jurar que los ojos negros le centelleaban-. A la mierda la moral, Jungkook. Te necesito, maldición, te quiero conmigo y me importa una mierda lo que piensen los demás de eso porque estoy jodidamente enamorado de ti.

Jungkook dudó. O no, realmente no dudaba porque Taehyung le estaba escupiendo mil y una verdades a la cara y bien sabía que el chico tenía toda la razón, pero no era tan fácil como desear estar juntos y ya. Los problemas seguirían existiendo, y Taehyung estaría a 170 km de distancia, y Jiyeon ya lo odiaba incluso si las cosas terminaban ahí y... Por la mierda, ojalá las cosas no fueran así. Se mordió el labio, bajando la vista, y Taehyung se apartó con un resoplido de frustración, totalmente exasperado ante el silencio del pelinegro. Conociéndolo como lo conocía, Jungkook sabía que el mayor estaba perdiendo la paciencia, y que el reloj enorme de la terminal marcara 9:27 no hacía mucho por ayudarlos. Taehyung necesitaba una respuesta para poder irse, pero Jungkook no se sentía capaz de responder ni siquiera algo tan simple como ¿cuál es tu nombre? en ese momento de lo abrumado que estaba. ¿Cómo en la Tierra, entonces, iba a responderle a eso tan repentinamente? Aunque la respuesta estaba clara en su mente... que lo partiera un maldito rayo ahí mismo si llegaba a decirle a Taehyung que estaba equivocado, porque el rubio acababa de leerlo como un libro abierto y no había errado ni una sola palabra de toda esa ruda confesión de amor. Pero Jiyeon...

-Piénsalo, ¿de acuerdo? -pronunció Taehyung, suspirando derrotado-. Prométeme que lo pensarás.

El mayor posó una mano en su barbilla y lo obligó a levantar la vista, y en cuanto lo hizo recibió un beso tan dulce como amargo en los labios, porque era un beso de despedida. Entonces Taehyung simplemente lo soltó, se dio la vuelta después de dedicarle una última mirada indescifrable y caminó hasta el autobús sin voltearse a mirar atrás ni una sola vez.

A la mierda.

-¡Taehyung, espera! -gritó Jungkook, corriendo hasta el autobús en el momento en el que el mayor ponía un pie dentro-. ¡Espera!

Taehyung se dio la vuelta y lo miró, y a pesar de la expresión indiferente que tenía en el rostro, Jungkook estaba totalmente seguro de que los ojos le brillaban esperanzados. Si lo que Jungkook sintió en ese momento como burbujas en el estómago y calor en el pecho no era amor, no sabía qué rayos era el amor entonces. El mayor bajó el escalón que había subido, quedando parado frente a él, y lo miró inquisitivo, como si no terminara de creerse que Jungkook realmente iba a responderle tan rápido.

-Tienes razón -le dijo, asintiendo frenéticamente con la cabeza-. A la mierda con todo, tienes razón, yo también quiero esto. Contigo quiero todo, Taehyung.

Con esas simples palabras logró que Taehyung esbozara la más grande las sonrisas que recordaba haberle visto, y por supuesto, no pudo resistirse a sellar el acuerdo con un beso después de verlo sonreír de esa manera. El mayor ya había rodeado su cuello con las manos, y Jungkook no tardó en llevar las manos a la cintura ajena, maravillándose con la forma en la que sus manos y la delgada cintura del rubio encajaban a la perfección como dos piezas de un rompecabezas. Jungkook se permitió cerrar los ojos para disfrutar de ese beso que ya no sabía a despedida, sino que a una promesa, y no fue hasta que sonó el silbato que anunciaba que el autobús tenía que partir que se separaron, ambos jadeando pero sonriéndose como dos tontos enamorados.

-Volveré por ti -dijo Taehyung sin soltarle el cuello-, lo prometo.

-Te esperaré.

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