Era una luminosa tarde de enero
y yo melancólico caminaba por el huerto.
Habían muchos frondosos y bellos árboles
que daban lustrosos frutos
pero yo me dirigí a la higuera
de ramas tristes y gajos torcidos.
"¿Donde está Juana?"- le pregunté.
"¿A donde se ha ido la poetisa enamorada de la vida?"
Se lo he preguntado a todos...
a los caracoles, a los grillos, las chicharras y a las ranas.
Se lo he preguntado al viento, a la lluvia,
a la luna, al agua del arroyo.
Se lo he preguntado a los pájaros, a las mariposas,
al trigo, a los mirasoles...
Te he buscado en la noche y en cada fuego que he visto...
Te he buscado en todas partes...
¿Estaras recorriendo el mundo en compañia de un puñado
de atomos, conociendo todos los secretos y contemplando
bosques, mares y auroras boreales?
¡Oh Juana! ¿A donde has partido, niña eterna?.