Después de una semana pesada, en la cual los exámenes eran la principal preocupación entre los alumnos de Hogwarts, por fin llegaron las vacaciones de invierno. Mientras unos alumnos alistaban sus maletas, otros se encontraban en distintas partes del castillo en compañía de sus amistades.
Y el trío de oro no era la excepción. Estaban bien acompañados de Ginny, Luna y Neville en el gran comedor.
— ¡Por fin! — Exclamó Ron victorioso — les juro que en estas vacaciones me encerraré en mi habitación y me la pasaré durmiendo.
— Pues, dudo que eso sea posible Ronald — habló Ginny — una vez que lleguemos, tendremos que ayudar a mamá con los deberes.
— En esta ocasión no será así.
— ¿Quieres apostar?
Ron alzó una ceja — pierdes tu tiempo.
— Estoy segura de lo que digo. ¿Quieres apostar o no? — extendió su mano. El pelirrojo extendió la suya y ambos la estrecharon — más tarde discutiremos nuestros premios. Hey, Hermione.... ¿Hermione? ¡Reacciona!
La castaña, quien se encontraba con la mirada perdida, se sobresaltó con el grito de su amiga — lo siento, no pude dormir muy bien que digamos. ¿Qué pasa?
— ¿Qué tal si vienes con nosotros a pasar las fiestas navideñas?
— Si Herms — habló Harry — ¿O acaso piensas abandonarnos?
— No es eso, Harry — suspiró — Gracias por la invitación. Pero creo que me quedaré en el colegio.
— ¿Estás segura? — la castaña asintió — bien, no te insistiremos.
Al terminar de desayunar se dirigieron hacia los jardines del colegio, ya que necesitaban un lugar más privado en el cual platicar, y sobre todo, querían admirar el paisaje antes de irse. La felicidad no les duró mucho, ya que en ese lugar se encontraron con Crabbe, Goyle y Blaise.
— ¡Vaya! Miren que tenemos aquí — dijo Goyle.
— La sangre sucia y los traidores a la sangre — comentó Blaise y los tres al mismo tiempo, hicieron el ademán de taparse la nariz — ¡Apestan!
— ¡Vaya! Los achichincles de Malfoy. ¿Por qué no mejor se largan y nos dejan tranquilos? — habló Hermione mientras sonreía falsamente. Los tres chicos intercambiaron miradas.
— Cuida esa boca, Granger — habló entre dientes Crabbe.
— ¿Y si no lo hago, qué vas a hacer? — Dio un paso más adelante, retándolos — ¿Golpearme? Si es así, adelante. ¡Hazlo! — Goyle se encogió de hombros, levantó el brazo y antes de que pudiera hacer algo, sintió como alguien a su lado lo apretaba fuertemente.
Era Draco Malfoy.
— Ni se te ocurra ponerle un dedo encima — habló con un tono de voz ronco.
— P-pero Draco. ¿Qué mierda te pasa? — preguntó Goyle.
— No quiero que vuelvan a insultarla. Ni a ella ni a sus amigos, o si no tendrán que vérselas conmigo. ¿Entendieron? — los tres chicos asintieron — ¡Largo! — salieron corriendo.
El ambiente comenzaba a tornarse tenso. El rubio dio un vistazo rápido a quienes había defendido, se dio la vuelta y comenzó a caminar.
— ¡Malfoy! — exclamó Harry. Este se giró lentamente, mostrando un semblante más relajado — ¿Acaso es una especie de broma?
— No me gano nada con hacer algo así.
— Entonces... ¿Qué te llevó a tomar la decisión de defendernos? — preguntó Neville. Draco miró de reojo a Hermione, y esta al sentir la mirada del rubio, la desvió.
— No lo sé. Creo que he madurado lo suficiente como para darme cuenta que no me ganaba nada odiándolos a ustedes, quienes solo se defendían de mis comentarios hirientes — se encogió de hombros — yo... en verdad lo lamento.
Los seis lo miraron con asombro.
— Debo de estar soñando, pellízcame Luna, por favor.
— ¡Cállate, Ron! Deja que hable — dijo Hermione.
— Gracias — esbozó una pequeña sonrisa — espero que puedan perdonarme por todo el daño que les hice. En especial tú — miró a la castaña.
El ojiverde se acercó al ojigris, extendiéndole la mano — de mi parte todo está olvidado.
— Entonces... ¿Podemos ser amigos?
— Por algo te estoy extendiendo la mano. ¿No lo crees? — Draco rió nerviosamente y le aceptó la mano. Ambos estrecharon la mano y después se abrazaron como si fuesen amigos de toda la vida.
— No quisiera arruinar el momento chicos, pero nos tenemos que ir. Faltan poco para que salga el expreso de Hogwarts — comentó Luna.
— Los acompaño. Si es que no tienen algún inconveniente — dijo Draco.
— Tu solo camina — dijo Harry y los demás rieron.
Quienes los vieron pasar, pensaron de inmediato en que la situación era extraña. Habían vuelto al castillo por sus maletas. Al llegar a la estación, Draco y Hermione se despidieron de los chicos y esperaron a que el tren partiera.
— Bueno... solo quedamos tú y yo — comentó Draco -"Si supieras mis verdaderos sentimientos..."-
— Sí... — susurró ella — volvamos a Hogwarts.
El trayecto hacia el castillo fue de lo más silencioso e incómodo para ambos. Al llegar, ambos se dirigieron hacia los jardines para aprovechar lo que quedaba del día. Tomaron asiento y se recargaron en el tronco de un árbol, quedando ambos en una distancia prudente. Seguían sin decir algo, cosa que a Hermione le resultaba estresante.
— ¿Draco? — el rubio frunció el entrecejo.
— ¿Qué pasa?
— Si esto es una broma, creo que deberías parar.
— Creo que aún no estás muy convencida — sonrió tristemente — pero no te culpo. Si yo fuera tú, también me hubiera sentido así.
— Perdón, es que es algo difícil de asimilar. Es que, ¿Cómo es que de la noche a la mañana tu...? — no completó la oración al ver que el rubio agachaba la cabeza — lo siento.
— No te preocupes. Sé que suena ilógico. Y no fue "de la noche a la mañana", me di mi tiempo para meditar.
— Eso explica por qué no te vi durante dos semanas — susurró ella.
— ¿Dijiste algo?
— N-no, nada. ¿Por qué nos defendiste?
— Tal y como lo había dicho antes: No tenía caso odiarlos. No quiero llegar a cometer los mismos errores que mi padre. Quiero cambiar y ser un nuevo Draco Malfoy — la castaña lo miró no muy convencida — ¿Podrías darme una oportunidad? Te demostraré que he cambiado y que ya no soy el mismo imbécil testarudo que llegaste a conocer — ambos sonrieron.
— Está bien. Más te vale estar diciendo la verdad.
— Y cuéntame. ¿Por qué decidiste quedarte?
— Mis padres iban a irse de viaje, y la verdad no tenía ganas de ir. Incluso Ginny me invitó a pasar la navidad con su familia, pero no me sentía del todo animada. Harry sí aceptó la invitación.
— Oh, ya veo...
— ¿Y qué hay de ti?
— Hogwarts es el único lugar donde me siento más tranquilo. Si me iba a casa, lo más probable hubiera sido que no tuviera la privacidad que necesito.
— En ese caso creo que mejor me voy.
— ¡No! — exclamó él y la tomó del brazo — no es como si quisiera estar solo ahora mismo. Estoy disfrutando mucho de tu compañía.
— ¿Lo dices en serio? — Él asintió — bueno, en ese caso creo que me quedaré un rato más.
Y ese "pequeño rato" se convirtió en horas, las cuales ambos disfrutaron al máximo. Desde cómo les había ido en los exámenes, hasta el hablar sobre sus intereses y pasatiempos. Se estaba haciendo de noche.
— ¿Qué hora será?
— Ni idea. Vayamos a cenar.
— Eh... yo paso. No tengo mucho apetito.
— Draco Malfoy, ¿Acaso es una excusa porque te da pena que te vean conmigo?
— No es una excusa y por supuesto que no me da pena que me vean contigo. No tengo mucho apetito.
— Pues, si tu no quieres ir a cenar, entonces yo tampoco.
— Pero...
— He dicho — la castaña se cruzó de brazos. Draco suspiró.
— Está bien. Vamos — se incorporó y la ayudó a incorporarse.
Se dirigieron al gran comedor e ignoraron las miradas de los pocos alumnos que estaban cenando. Se sentaron en la mesa de Gryffindor, muy retirados de los demás, y cenaron. Al terminar, el ojigris se ofreció a acompañarla hasta la sala común de Gryffindor. Durante el trayecto ambos seguían conversando y riendo.
— Bueno, hemos llegado.
— Gracias por acompañarme.
— No hay de que agradecer.
— ¿Te parece su nos reunimos mañana?
— Me parece perfecto.
— Buenas noches.
— Buenas noches — se despidió Draco mientras se sostenía con nerviosismo el cuello. Se giró y se dirigió hacia su sala común. Se sentía feliz, se había quitado un peso de encima. Pero se sentía aún más feliz ya que cierta castaña se había quedado en el colegio al igual que él.