Elysium

By SofiDalesio

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¿Y si te dijera que toda tu vida es una mentira? Melody Hart cree haber tenido siempre una existencia normal... More

Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 28
Nota

Capítulo 27

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By SofiDalesio

Gabrielle se estremeció al ver que Melody extendía una mano solo para cerrarla en un espacio vacío a su lado. Ella soltó una pequeña protesta en sueños y balbuceó un nombre indistinguible. Gabe sintió su corazón encogerse al saber que nadie respondería nunca más, y que aún dormida ella seguía buscándolo. Porque los recuerdos estaban allí, escondidos en el fondo de su cabeza, solo que Melody no tenía acceso a estos. Había tenido pesadillas durante la noche, más de una vez sus lamentos habían despertado a Gabrielle. Melody se agitaba y lloraba y siempre gritaba que tenía que salvarlo, aferrándose con desesperación como si aquella vez pudiera lograrlo.

Desvió la mirada, no podía soportar verla en tal estado. Pero, en aquel frágil momento del sueño por la mañana, ella lucía tranquila como si los últimos meses de su vida nunca hubieran tenido lugar, como si esperara despertar y que todo fuera como siempre. Desde que había despertado que no le había quitado el ojo de encima, sintiendo la necesidad de proteger a esa chica como si temiera que se fuera a romper por si sola en cualquier segundo. Sentada en el viejo sillón en un rincón, teniendo las piernas arriba, ella no había dejado de vigilarla.

Podía escuchar a su hermano tomando una ducha, nunca antes había visto a Zach de tan buen humor a pesar de sus quejas matutinas del dolor por haber dormido en aquel mismo sillón. Chris estaba fuera como si temiera que aquella libertad fuera a escaparse de sus manos, Gabe no sabía si siquiera había regresado a la habitación y dormido durante la noche. Apenas había suficiente espacio para los cuatro allí, y ella no se había atrevido a explorar aquel lugar ajeno. Pertenecía a otros, y no podía violar aquella privacidad, no podía simplemente meter el dedo en la llaga. Su bolso mensajero con los archivos reposaba seguro a su lado, y ella había cogido la mochila de Melody y tomado el cuaderno de dibujos.

—Tengo entendido que a ella no le gusta que hagan eso —dijo Zach saliendo del baño y atrapándola espiando los dibujos.

Él lucía renovado luego de haber tomado aquella ducha, sus ojos tenían una esperanza que Gabe nunca antes había visto e incluso estaba sonriendo. Su hermano rara vez sonreía. Zach se secó el cabello con una toalla y la lanzó hacia atrás. Se aventuró en la habitación solo para recuperar sus zapatos y entonces se dirigió al armario. Lo abrió y examinó con curiosidad la poca ropa que había allí, un desorden de prendas dobladas y otras pocas colgadas, mezcladas de modo que él no supo si pertenecían todas a una misma persona o no.

—Alguien vive aquí, por más que parece que el lugar no ha sido utilizado en meses —dijo él.

—¡No toques nada! —dijo Gabe rápidamente y él la miró con curiosidad—. Por favor no lo hagas.

—Tomar un poco de ropa prestada no matará a nadie Gabe, no es como si tengamos algo ahora mismo.

—No debemos. No se siente correcto —dijo ella y le enseñó el cuaderno de dibujos—. Por favor Zach, debemos tener un poco de consideración.

Casi al instante su hermano palideció al ver lo que ella le mostraba. Allí estaba la misma habitación perfectamente dibujada, cada detalle presente y cuidadosamente trazado con el grafito, y el joven de los tatuajes estaba tranquilamente recostado sobre la cama, sonriente. Zach se alejó al instante del armario como si temiera haber hecho algo terrible al comprender a quién pertenecían esas prendas, o habían pertenecido. Él se acercó a Gabe y le arrebató el cuaderno de sus manos, cerrándolo en el acto.

—No deberías andar viendo esto.

—Él vivía aquí.

—Parece más como un lugar de paso que un lugar permanente —dijo Zach echando un vistazo alrededor—. No debía quedarse mucho en un mismo lugar, no si vivía corriendo para no ser atrapado. Pero si podía pasar una noche aquí entonces es lo suficientemente seguro para nosotros. Al menos eso explica algunas cosas.

—¿Cómo qué?

—Encontramos cosas escritas en el muro de afuera. Nada realmente importante. Letras de canciones, citas de libros, algunos versos y frases que seguramente salieron de algún lado —dijo Zach y golpeó la ventana para llamar la atención de Chris, con un gesto le indicó que entrara—. Hay un conejo dibujado en el espejo del baño, supongo que su novia también se pasó por aquí.

Gabe se estremeció al escuchar aquello.

—¿Qué sucede? —preguntó Chris deslizándose dentro de la habitación.

—Estamos en el departamento de Nathaniel Devang —dijo Zach y hubo un momento de absoluto silencio.

—Mierda. Esto no se siente nada bien —dijo Chris—. ¿Crees que deberíamos irnos?

—No tenemos a dónde, ni siquiera sabemos dónde estamos. No tenemos ningún plan. No creímos que llegaríamos tan lejos, nunca nadie lo había logrado.

—Ella nos trajo aquí, debe tener algo en mente.

—Melody tan solo nos trajo a donde se sentiría segura —dijo Gabrielle y ambos jóvenes clavaron su vista en ella—. No es su culpa si estamos en el departamento de un joven muerto.

—Bueno, es evidente que nadie se ha pasado por aquí en un largo tiempo.

—Ella quiere buscar a esta chica que salía con él, cree que es su deber avisarle que está muerto si no lo sabe.

—No. No dejen que lo haga —dijo Gabe y sacudió la cabeza—. No es necesario. Es mejor si no la busca.

—No veo el problema —dijo Chris.

Los tres callaron abruptamente al escuchar el pequeño bostezo y se fijaron en Melody. Ella parpadeó débilmente y luego se levantó. Lucía somnolienta, como si no pudiera quitarse del todo el sueño, y sus ojos miraban con cierta familiaridad lo que la rodeaba. Se puso de pie y se estiró, revelando una franja de piel a la altura de su estómago junto con una pálida cicatriz. Pareció descubrirla por primera vez en aquel momento, porque enseguida bajó la vista para mirarla y trazó su forma con la punta de sus dedos. Nada más que una cruda línea blanca, producto de algún profundo corte. Gabrielle se apresuró a recuperar el cuaderno y pasó las hojas hasta encontrar el dibujo que concordaba con aquello.

—¿Cómo demonios pueden estar despiertos tan temprano? —murmuró Melody.

—¿Cómo te sientes? —preguntó Chris.

—Cansada pero entera.

—¿Y sabes dónde estamos? —continuó él y ella miró a su alrededor.

—Creo que en alguna parte en los suburbios de Brooklyn. Tal vez en alguna pensión o algo por el estilo. Perfil bajo, una habitación no llama la atención. Supongo que era espacio suficiente.

Ella se quejó de dolor y volvió a sentarse en el borde de la cama. Sus labios seguían manchados con sangre, su cuello tenía marcas del estrangulamiento y había un buen moretón a un lado de su mejilla. Debajo de su ropa su cuerpo tan solo podía estar peor, había recibido demasiados golpes y por más que había protegido su rostro sus brazos habían cargado la peor parte. Bajó la cabeza y frotó sus sienes, luchando contra la confusión dentro de su cabeza. La migraña había desaparecido, la extraña sensación de aislamiento quedado atrás en Elysium. Ella se inclinó para coger sus botas y entonces se quedó helada al ver que la pierna del pantalón se había levantado para revelar otra cicatriz allí. Nunca había visto aquellas marcas, y sin embargo siempre habían estado presentes. El velo ya no estaba para hacerle ignorar la verdad.

—¿Qué sucede? —preguntó Chris.

—Nada. Es solo... —dijo ella mirando la cicatriz y sacudió su cabeza—. Nada.

Gabrielle mantuvo el cuaderno fuera de su vista. Los recuerdos estaban allí, ella tan solo no podía cogerlos. Melody se calzó y volvió a intentar ponerse de pie, esta vez logrando mantener el control. Miró el suelo y torció su cabeza en un gesto de confusión. Frunció ligeramente el ceño con seriedad y entonces se agachó para seguir la marca de la madera. Ninguno de ellos le había prestado atención a la gran mancha de humedad que había allí pero al levantar la cabeza y observar el entorno Melody descubrió que no había otra en ninguna otra parte.

—No pudo entrar por la ventana, estaba cerrada. Y no hay rastros de goteras —dijo ella—. Es demasiado grande para que haya sido el descuido de alguien al volcar algo.

—Es solo una marca —dijo Zach.

—No. Hay algo más. Lo siento —dijo Melody y cerró los ojos en concentración—. Hay algo que tengo que hacer, un lugar en el que tengo que estar.

—Primero deberías tratar tus heridas —dijo Gabe y Melody la miró.

—Increíble, juraría que la noche anterior querías arrancarme los ojos y ahora no suenas para nada de ese modo —dijo ella y entonces sonrió—. Te dije que los sacaría de allí.

—Creo haber visto un botiquín de primeros auxilios en el baño, tal vez hay algo allí que puedas utilizar —comentó Zach.

—Sí, eso suena bien —respondió Melody y Zach se perdió de regreso al baño.

—Entonces Brooklyn —dijo Chris tranquilamente apoyándose contra el muro—. Querías ir a New York. ¿No? Tienes un poder bastante genial, al parecer puedes ir a cualquier parte del mundo que desees.

—No creo que sea tan fácil —dijo Melody y sonrió con cansancio—. Y para serte sincera me deja bastante agotada. No me vendrían mal unas cuantas horas más de sueño pero es momento de comenzar el día.

—¿Te das cuenta que todo ese tiempo fuiste tú? —preguntó Chris y sonrió—. Todo lo que hiciste fue por tu absoluta cuenta. En realidad no había nadie dentro de tu cabeza. Eres increíble.

—Pero él está muerto.

—No por tu culpa.

—Escuchaste a la mujer. Podría haberlo salvado y no pude.

—No es por tu culpa —repitió Gabrielle y Melody la miró sorprendida—. No tienes que pensar en ello.

—Tengo que decirle a la chica. Ella debe estar aquí en alguna parte.

—No tienes por qué hacerlo. Él lleva meses muerto, desde principio del verano, seguro que ella ya lo dedujo por su cuenta —dijo Gabrielle.

—De todos modos tengo que hacerlo. Es lo mínimo que debo hacer si yo tuve algo que ver en aquello. Y tal vez ella sepa algo sobre mí.

—No sabes dónde está, no es necesario que la busques.

—¿Crees que está aquí en New York? —preguntó Chris y ella asintió.

—Si no estaba en Elysium, entonces debe estar aquí.

—Te ayudaremos a encontrarla —dijo Chris sonriendo y ella le devolvió la sonrisa—. Realmente deberías ir afuera. El aire se siente diferente aquí, te encantará. Somos libres y ellos no tienen modo de saber dónde estamos. Y hay unos lindos dibujos hechos en el muro que quizás podrían gustarte.

Gabrielle casi sofocó un grito. Melody no debía ver aquellos dibujos, del mismo modo que no debía salir tras aquella chica. ¿Pero cómo detenerla sin llamar la atención? ¿Cómo salvarla de algo que tan solo la destrozaría? Y ella lucía tan dispuesta a salir por la ventana y ver aquellos dibujos. Fue un completo alivio que la voz de Zach interrumpiera desde el baño y la detuviera.

—Hay un dibujo aquí también. Uno de esos conejitos de niña en el espejo. ¿Quién dibujaría eso en un espejo?

Chris rió ante el comentario y Gabe sintió que la tensión disminuía pero entonces algo cambió en la mirada de Melody y ella se dirigió enseguida al baño. Gabe dejó todo de lado y se puso de pie, siguiéndola rápidamente al igual que Chris. El baño apenas era lo suficientemente grande para que entraran los cuatro apiñados. Zach protestó al ser empujado contra un rincón, aún sosteniendo el kit de primeros auxilios que había ido a buscar. Melody estaba de frente al espejo, observando el pequeño dibujo hecho en marcador negro. Lucía tan absorta, su mirada perdida en el vacío como cada vez que lograba vislumbrar algo de su pasado. Y todo por una pequeña conejita dibujada con una capucha y una flor.

—¿Qué se supone que es eso? —preguntó Chris.

—Es una de las cosas de Hello Kitty —dijo Gabrielle—. Creo que es su amiga aunque no recuerdo su nombre.

—My Melody. Ese es su nombre.

Todos intercambiaron una discreta mirada a espaldas de Melody al saber donde se encontraban. No parecía probable que algo allí estuviera por casualidad, aunque se tratara de un simple dibujo. Ella no perdió el tiempo y cogió el espejo con ambas manos para sacarlo del lugar. Casi al instante una servilleta cayó y Melody la recogió. No había nada escrito en ella, salvo el nombre impreso del café y la dirección del local. Ella volvió a colocar el espejo en su lugar y cogió el botiquín de las manos de Zach. No perdió mucho tiempo en limpiar sus cortes y arreglar su imagen, aplicar el maquillaje debido para que al menos ya no luciera tan mal por la paliza recibida.

La decisión era evidente en su mirada. Chris estaba dispuesto a seguirla y Zach no se quedaría atrás movido por la curiosidad al haber encontrado aquello en ese preciso lugar. Gabe no podía no ir. Tenía que hablar, sabía que debía hacerlo. Pero los chicos parecían tan distraídos hablando de sus propios asuntos, Chris ebrio por la libertad y Zach por la curiosidad que le provocaba el anterior dueño de aquel departamento, que parecían no notar la inquietud de Gabrielle. Por suerte Melody no notó que había estado hojeando su cuaderno de dibujos, y tampoco decidió abrirlo para ver su contenido. Ella simplemente lo guardó dentro de su mochila y colgó esta de su espalda.

—¿Crees que haya algo allí? —preguntó Chris.

—Es nuestro mejor punto de salida —dijo Melody—. No sé lo que haya allí, pero es lo único que tenemos, y realmente tengo este fuerte presentimiento que tengo que ir. Alguien dejó eso ahí para mí.

—Entonces iremos. Me sacaste del infierno, te seguiré a donde sea, tal como te prometí.

—No tienen que venir si no quieren. Sinceramente no sé qué haré de mi vida ahora.

—No tenías ninguna obligación de sacarnos de allí también, es lo mínimo que podemos hacer —dijo Zach y se encogió de hombros—. Además, nunca antes hemos estado en New York. Nos vendría bien un pequeño paseo. Aunque, ve a saber dónde estamos.

—Creo que podría guiarnos hasta allí —dijo Melody—. Es decir, creo que conozco la ciudad.

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