One-Shot's Solangelo y otras...

Av Daizelitha

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Este será un conjunto de one-shots sobre la pareja más shippeable y canon del universo universal (y quizas al... Mer

Secreto en la enfermería
Castigo del señor D
Regalo de Afrodita
HIMERO Y APOLO

Solace... eres un acosador.

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Av Daizelitha

Habían pasado dos meses después de la guerra contra Gea. Will se encontraba junto a su hermana Diane realizando el inventario de medicamentos en la enfermería.

–Sí, bueno necesitamos más cloruro de etilo y lidocaína, ¡listo! ya termine. Adiós. –anunció el rubio poniéndose de pie, y arrojando el papeleo en su escritorio. Salió de la enfermería dejando tras de sí a una Diane muy confundida.

Will se encaminó hacia la cabaña trece con un frasco de vitaminas en su mano. Después de la guerra había intentado retener a Nico Di Ángelo en la enfermería por más tiempo del necesario, alegando complicaciones inexistentes en la salud del hijo de Hades, pero su estrategia para estar cerca de Nico solo surtió efecto por una semana.

Entonces, hacia dos semanas llegó a él la más brillante idea ¡vitaminas! tomar una diaria es bueno, y la clave estaba en no darle el frasco a Nico para poder verlo diario.

Tocó la puerta de la lúgubre cabaña, anteriormente Will había sugerido a Nico unas farolas para iluminar el lugar esplendorosamente, pero solo se ganó una mirada mordaz del pelinegro.

Se sintió extrañado cuando notó que la puerta no se abría como usualmente lo hacía. Llamó un par de veces más sin obtener respuesta alguna. Levantó la cara al cielo para comprobar que la posición del sol, era buena hora. Usualmente ya estaba despierto a medio día.

Sintió un repentino escalofrió recorrerle el cuerpo, después sin pronostico alguno Will tuvo un estornudo ruidoso.

Decidió ir a buscar a Nico al comedor, últimamente le hacía caso y se alimentaba bien, así que quizás estaba desayunando. Mientras caminaba sintió el cuerpo dolorido, y la nariz le molestaba.

Se sintió un poco decepcionado cuando no lo encontró en el pabellón del comedor, ni en la arena, ni en el anfiteatro, ni en el muro de escalada, ni en el lago de canoas, ni en los baños, ni en la armería, ni en la cueva de Rachel, ni en los establos. Incluso intentó revisar en la casa grande, pero el señor D no le autorizó la entrada algo que ni siquiera Clarisse hizo cuando fue a inspeccionar que Nico no estuviera en su cabaña.

Observó con decepción que el italiano tampoco se encontraba en la playa. ¿Dónde se había metido? Volvió cabizbajo a la cabaña de Nico a probar suerte de nuevo, nadie le abrió.

Una idea aterradora cruzó la mente de Will ¿acaso se había ido del campamento? Estaba seguro de haberle mencionado que tenía los viajes sombra archirecontra prohibidísimos por el resto de su vida. Aunque claro, Nico nunca le hacía caso y en cuanto se recuperó ya andaba por allí apareciéndose entre las sombras. Se dejó caer en los escalones del porche mirando el frasco de vitaminas en su mano.

Su cuerpo se sacudió con un estornudo. Un ligero dolor de cabeza le molestaba un poco. Por un segundo pensó que quizás estaba enfer... ¡nada de eso! Los hijos de Apolo no tenían un sistema inmune tan débil.

Se puso de pie decidido, ante tal situación de vida o muerte... tendría que mirar por la única rendija en las cortinas que había en una de las ventanas de la cabaña, la cual un día casualmente él había descubierto. Nadie tenía porque enterarse y si por azares del destino Nico se encontraba medio desnudo, tendría que entender sus preocupaciones como hijo de Apolo por su bienestar y salud. Si eso era lo que haría.

–¿Solace? –sus pensamientos se vieron interrumpidos por una voz conocida, aunque de pronto le sonaba a una voz bastante nasal. Se giró para comprobar lo que sus instintos de hijo de Apolo ya le decían.

Nico estaba parado en el marco de la puerta, con la nariz enrojecida y los ojos un poco llorosos. El italiano se llevó un pañuelo a la nariz justo antes de estornudar.

–¡Estas enfermo! –afirmó más feliz de lo que debes estar cuando encuentras al Chico que te gusta convaleciente. Gracias a los dioses... o al resfriado Nico pareció no notarlo. –Necesitas un doctor –decretó –¡jeje y yo soy doctor! –expresó antes de entrar a la cabaña. –¡Tranquilo ya estoy aquí para cuidarte! –le informó

–¿Espera... que? –comenzó Nico, pero Will Solace ya estaba adentro de la cabaña, dando traspiés con las cosas regadas en el suelo.

Will se sintió casi especial cuando descubrió que Nico le había hecho caso. Estaba seguro que la bombilla enana que Nico se apresuró a encender después de que Will se golpeara el dedo del pie dos veces era un aditamento nuevo, claro no era para nada la enorme farola que Will había sugerido, pero aun así Nico había añadido luz a su cabaña.

Después de obligar a Nico a recostarse, Will se acercó una silla que Nico tenía en la esquina de su cabaña y comenzó a encargarse de bajar la fiebre del pelinegro con compresas de agua fría. Para bajar la fiebre más rápido se ofreció a darle un baño con agua tibia, pero el pelinegro decidió tomarlo por su cuenta.

El dolor de cabeza empeoró mientras esperaba que el pelinegro saliera del baño, así que decidió recostarse un momento. Inhaló una gran cantidad de aire y luego olisqueó la almohada de Nico con insistencia, pero se encontró con la novedad de que no era capaz de detectar el aroma de Di Ángelo en la cama, de hecho no olía nada.

Cuando escuchó la puerta del baño siendo abierta decidió rendirse. La puerta le recordó... que Nico había ignorado sus llamadas antes –¿Porque no me abriste antes? –investigó.

El hijo de Hades lo observó algo sorprendido, Will supuso que estaba pareciendo un confianzudo por adueñarse de la cama. Pensó en levantarse, pero si era sincero con el mismo tenía que admitir que las fuerzas habían abandonado su cuerpo.

–No escuche que llamaras –confesó el pelinegro sentándose en la silla que antes había estado usando el rubio. A la vista nublada de Will, Nico lucia mejor, quizás la fiebre se había ido por completo con el baño, parecía que el único problema que conservaba era la molesta secreción nasal, eso tranquilizo a Will, el hijo de Hades parecía ya estar saliendo de su resfriado.

–Lo hice varias veces ¡no has tomado tu vitamina del día de hoy! –se quejó Will jalando la manta de Nico y cobijándose con esta. La cabaña de Hades parecía carecer de calefacción, ya que el rubio no dejaba de tiritar de frio.

Nico puso los ojos en blanco –Exageras con tus vitaminas –dijo con desdén.

El hijo de Apolo negó con la cabeza, mientras se enrollaba completamente y de una manera extraña entre la manta, parecía más un gusano que una persona cobijada –En realidad tenía miedo –confesó Will, el italiano arqueó una ceja en señal de confusión –de que te hubieras ido donde no puedo seguirte... –aclaró Will con los parpados volviéndose más pesados cada vez –y las vitaminas si son importantes, estoy seguro que por eso no enfermaste tanto esta...

...

Will abrió los ojos poco a poco, aunque tenía la sensación de haber dormido por mucho tiempo se sentía aflojerado, eso era tan extraño. Se removió entre las mantas, con el fin de conciliar el sueño de nuevo, lo que consiguió fue que la toalla húmeda en su frente le callera a los ojos.

–¡Ay! –se quejó molesto.

Alguien chasqueó la lengua desaprobatoriamente –Vaya, que buen doctor me conseguí... –comentó la voz de Nico ¿divertido? Un segundo... ¿Nico? Will se quitó la toalla mojada de los ojos, sus ojos tardaron un momento en poder ver con la casi inexistente luz de la cabaña.

Apenas alzó un poco la cabeza de la almohada observando el lugar. Estaba en la cabaña del dios del inframundo. Miró de reojo a Nico, quien está sentado con la espada pegada a cabecera de la cama, en la que Will estaba acostado.

Permaneció atontado por un segundo hasta que vinieron a su mente los recuerdos, él estaba cuidando a Nico con su resfriado... rápidamente colocó una de sus manos en la frente de Nico, suspiró aliviado al notar que el pelinegro ya no tenía fiebre.

–Solace... –comenzó Nico un poco incómodo por el contacto –mi fiebre bajo hace un día y medio. Justo cuando decidiste quedarte inconsciente.

Will alejó su mano analizando las palabras del contrario. Entonces las mejillas le ardieron coloreándose de rojo. Era cierto, se había estado sintiendo mal... pero no creyó que terminaría tan enfermo.

Will se incorporó intentando ver por las ventanas, pero las gruesas cortinas oscuras no le dejaban saber si era de día o de noche –¿Día y medio? –preguntó incrédulo. ¿Había estado inconsciente por tanto tiempo?

Nico ahogó una risa. Un sonido que a Will en otras circunstancias le hubiese resultado más que adorable, pero Nico se estaba burlando de él.

El sonrojo se le subió hasta la orejas. Dudaba que Nico pudiera comprender lo humillante que era para él, un sanador hijo de Apolo caer ante la enfermedad mientras atendía a su paciente favorito. El doctor había terminado siendo el paciente. No, Nico no entendía cuan vergonzoso era.

Por si fuera poco el hijo de Hades no quitaba la sonrisa burlona de sus labios –¿Sabes que hablas dormido? –comentó Nico pronto.

–¿Mmmp? –Will frunció el entrecejo confundido –nop... –logró decir avergonzado. Nico soltó una risa tímida y desvió la mirada encontrando muy interesantes sus manos.

–Solace... eres un acosador –aseveró. Los ojos de Will se abrieron como platos. ¿No estaban hablando sobre su ineficiencia como doctor? En qué momento pasaron a...

–¡Acosador! ¿Qué? ¿Por qué? ¿De qué hablas...? –Will no pudo seguir porque Nico rápidamente tomó al rubio por la playera y unió sus labios. Apenas fue un roce, demasiado ruidoso para el gusto del pelinegro. Will observó con estupefacción las mejillas rojas del hijo de Hades.

El corazón de Will palpitó como si sufriera una grave taquicardia, antes de que Nico se alejara, el hijo de Apolo reaccionó, se acercó y estampó sus labios con los de Nico también. Sonrió ante el sonido, ambos semidioses se miraron completamente sonrojados.

Will sonrió sintiendo que se moría de felicidad, pero enseguida notó un dejo de duda en el rostro del hijo de Hades. Casi podía imaginarse como iba a ser echado de la cabaña y vetado de por vida, así que se armó de valor. –Ni pienses en huir, desde ahora yo soy tu único acosador personal autorizado. Órdenes del doctor.

El hijo de Hades se sonrojo aún más si eso era posible, pero asintió levemente. Will sonrió orgulloso. Se inclinó hacia Nico para darle un nuevo pico, hubiese deseado darle un mejor beso a Nico, pero después de despertar de una siesta de día y medio no estaba seguro de su aliento.

Nico pareció estar bien con los besos suaves, porque cuando el hijo de Apolo se separó fue el más bajo quien se acercó para buscar un nuevo roce en los labios, enseguida se separó abochornado. Will se apresuró a hacer lo suyo presionando esta vez él sus labios contra los fríos y lisos labios del pelinegro.

Nico sonrió, Will lo observó atontado por como lucían sus bellas facciones enmarcadas con una sonrisa. El hijo de Hades estaba feliz. El pecho del hijo de Apolo se hinchó de satisfacción, después volvió a atacar los labios que tanto le gustaban, el hijo de hades lo secundo enseguida.

La puerta de la cabaña se abrió interrumpiendo su extraña guerra de besos. –Nico ¡no sabes quién está desaparecido!... –Comenzó a hablar un Jasón alarmado –uh... –Jasón carraspeó avergonzado –em... esto... ustedes sigan con eso. Ejem...yo iré a avisar que Will ha aparecido. –dijo antes de cerrar la puerta. A Will le pareció ver que antes de marcharse levantaba los pulgares a Nico de manera aprobatoria.

–¿Creen que estoy desaparecido? –analizó Will

–Tengo la sensación de que hay que ir a hacer acto de presencia o me convertiré en un secuestrador o algo peor. –murmuró Nico poniéndose de pie y caminando hacia la puerta de la cabaña.

Will se encogió de hombros mientras se calzaba sus sandalias para alcanzar a Nico en la puerta de la cabaña –No te preocupes, más tarde te hare una receta que te autorice a secuestrarme –prometió mientras tomaba la mano del pelinegro, y entrelazaba sus dedos.

Nico se sonrojó ante el comentario –Estúpido –espetó avergonzado, pero no soltó el agarre del hijo de Apolo.

Sin mucho esfuerzo observaron al hijo de Júpiter entrando a la cabaña de Afrodita dando pequeños saltitos poco masculinos.

–¿Por qué va a avisar primero allá? –preguntó Will, en lo que a Nico le pareció exceso de inocencia por parte del rubio.

–Vamos a informar que sigues vivo –le recordó el pelinegro halándolo hacia la casa grande.


...

Bueno hola lectores, yo soy Daizelitha, la brillante, despampanante y fabulosa hija de Apolo.

Voy empezando a escribir Solangelo, antes había escrito solo sobre Nico pero nada que ver con el cannon xD; pero ya no pude resistirme más a los Solangelos que hay en mi cabeza. Espero les gusten y puedan tener un rato agradable leyéndolos. Lamento si  tengo errores ortográficos, la verdad casi no tengo tiempo para revisar, perdónenme. Soy escritora amateur. 

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