talking with flowers ☆ kookmin

By theparkjimin

50.1K 6.6K 2.7K

❝Hablemos de cuando Jimin, sin dinero ni hogar, roba unas flores y Jungkook, el lindo universitario con futur... More

[ 1 ]
[ 2 ]
[ 3 ]

[ 4 ]

12.2K 1.7K 1.2K
By theparkjimin

Se siente idiota, demasiado idiota. Se juró a sí mismo que no necesitaba nada de eso, que podía arreglárselas el mismo, pero allí estaba a pesar de todo. Se encontraba parado detrás de un árbol mirando hacia todos lados con las manos metidas en los pantalones andrajosos que siempre usaba, esperando algún tipo de señal que le dijera que podía acercarse a la cafetería de la invitación que le habían hecho el día anterior.

Jimin se odiaba a sí mismo, a decir verdad, y a su estomago también.

Después de dárselas de chico duro mientras mandaba a la mierda al castaño que le había ofrecido un café pasó el resto del día imaginando toda la comida que hubiese podido degustar y fue por ello que ahora estaba allí. Escondido como una vil rata a la espera de que un trozo de queso cayese en su plato. 

Demasiado patético.

Sería apenas una vez y una vez no le hacía daño a nadie, ¿cierto? Eso no significaba que se estaba traicionando a  sí mismo, sino que estaba usando el cerebro al aceptar alimento gratis. Solo con esa idea metida en su cabeza es capaz de convencerse a sí mismo para empezar a dar pasos hacia la cafetería, aunque cuando está cerca vuelve a esconderse, esta vez agachado en la parte de la pared antes del vitral.

¿Y sí la invitación había caducado por su mala conducta? Tenía que admitir que había sido bastante irrespetuoso al hablarle al chico, pero es que estaba cabreado. No le gustaba que las personas en general se burlaran de el y por eso reaccionaba igual que un gato arisco que se sentía acorralado. Quizá ahora el castaño se reiría en su cara por haber malinterpretado lo que dijo. Tal vez todo se trataba de una cruel broma de la que ahora formaría parte porque no era capaz de pensar en otra cosa que no fuese comida.

¿No era mejor volver antes de que fuese demasiado tarde?

— ¿Jimin? ¿Qué haces allí?

Pega un salto y cae sobre su trasero sin piedad alguna. No puede evitar que un puchero se forme en sus labios cuando el susto ya ha pasado y lo primero en que se fija es la mano que le estaban estirando en ese minuto para poder levantarse.

Y tras esa mano estaba el mismo chico sonriente del día anterior.

— Me alegra que vinieras. Perdón por el retraso, me quede dormido.

Jimin corre la mirada y se levanta por sí mismo. ¿Qué tanta mala suerte debía tener que siempre ese chico lo encontraba en situaciones en las que perdía la dignidad que parecía ya no tener? De verdad que el dueño y amo de la mala suerte.

— Estaba pasando por aquí solamente —miente ignorando el hecho de que literalmente estaba escondido en cuclillas frente a la cafetería—, no te estaba buscando. 

Pero el castaño sigue sonriendo, como si nada de eso le pareciese un chiste en absoluto. Jimin hace una mueca. Ese chico era demasiado raro desde que le conoció. En el fondo esperaba que tan solo no se tratase de un traficante de personas, porque no le quedaba otra cosa que sus órganos internos para vender el día de mañana en caso de alguna emergencia.

— No importa —contesta el chico—, ¿te invito un café?

Esa era la última oportunidad que tuvo para negarse, pero en ese momento alguien abrió la puerta de la cafetería y el olor a pan recién hecho entro por su nariz deshaciéndose a su paso de todo pensamiento racional. Muere de hambre. El día anterior no consiguió nada para la cena y eso le tenía bastante desanimado.

— Supongo —contesta haciéndose el desinteresado—... No tengo nada más que hacer...

Ahí el castaño se da vuelta y toma la puerta para sostenerla.

— Perfecto. Entremos, Jimin.

No era algo que le pasaba muy a menudo porque intentaba no concurrir a recintos así, pero en ese momento se sentía demasiado fuera de lugar, sobre todo una vez que entró en la cafetería con paredes rosas pulcras y tomó asiento en una de las mesas para dos bajo la mirada atenta de los camareros del lugar. Todo estaba perfectamente ordenado y limpio, muy contrario a lo que era Jimin con su cabello enmarañado y ropa vieja.

Ya, entendía que la ropa andrajosa no era bien vista, pero no era necesario que le mirasen como si fuera a robar el lugar o provocar un escándalo. 

Frunce el ceño. Lo que tenía que hacer por algo de comida.

— ¿Qué deseas? —Pregunta el castaño estirando la carta con su mano derecha.

Jimin no toma el pedazo de plástico. Quizá no era lo mejor para la ocasión admitir que apenas sabía leer algunas frases porque nunca le llevaron a la escuela de manera apropiada en el orfanato en el que se crió. Así que se hace el tonto, era una buena técnica para desviar la atención.

— Cualquier cosa —contesta y desea que aquello sea suficiente.

Espera que el chico diga algo, pero simplemente recibe otra de esas sonrisas que le viene regalando desde que se conocieron en la florería. Le parecía extraño que alguien le mirase de esa manera sin poner una mueca de asco durante todo ese tiempo y se preguntaba a sí mismo si las mejillas no le dolerían después de sonreír tanto.

— Pediré cafés y pasteles —avisa el chico y luego llama al camarero. 

Jimin mira por la ventana para evitar las muecas del chico que los atiende una vez que este último se acerca a la mesa. Sabe lo que hacen y sabe que si no viniera acompañado nunca lo habrían dejado entrar al lugar, pero no había mucho que pudiera hacer al respecto. Tan solo comería y se iría de allí lo antes posible para dejar de toparse con ese tipo de personas que parecían creer que el vivía de esa forma por amor al arte.

— ¿Estás bien, Jimin?

La voz de Jungkook le hacía sentir raro.

— Sí —responde aunque sin dejar de mirar el ventanal—. Espero que traigan la comida rápido.

— ¿Te haz estado alimentando bien?

Podría decir la verdad, pero revelar mucha in formación no era su estilo, sobre todo si era alguien a quien no conocía en absoluto.

— Sí —miente—. Solo he venido por lo mucho que insististe ayer.

— Me alegró que lo hicieras. Perdón si te moleste ayer, Jimin.

Si le hacían un análisis a Jungkook arrojaría de inmediato que parecía un actor de películas con aquella chaqueta de mezclilla, camisa negra, sus ojos brillantes y sonrisa resplandeciente. A Jimin no le costaba imaginarse lo que todos se sentirían al verlo una vez que se topan con él y era muy distinto a la realidad que debía enfrentar cada día. Mientras la gente en la calle pasaba por su lado fingiendo que no existía, a Jungkook se volteaban a observarlo, o más bien a admirarlo, por su belleza y la luz que parecía emerger de su cuerpo.

Eso si que nunca le había sucedido, a menos que quisiesen tratarle mal.

— Creo que debe parecerte raro que te haya invitado a desayunar, ¿no? Quizá debería presentarme mejor. Soy Jeon Jungkook, estudio en la Universidad que esta a una cuadra de aquí y siempre vengo a esta cafetería —obviamente termina esa introducción con una sonrisa y Jimin hace una mueca—. ¿Qué me dices de ti?

El más bajo niega con su cabeza.

— Soy Jimin.

Sinceramente era una buena broma aquella escena. El chico lindo, con modales y dinero invitando a comer al vagabundo que encontró en la esquina de su mansión. No solo él mismo podía darse cuenta de ello, sino también la demás personas de la cafetería que se volteaban cada ciertos segundos a verlos como si fueran dos monos de circo sueltos en la ciudad. Estaba cabreado, por eso tenía el ceño fruncido y se mordía la parte interior de la mejilla.

— ¿Puedo preguntarte algo? —La voz de Jungkook interrumpe sus pensamientos y Jimin asiente — Entiendo si no quieres contestar, pero he tenido la curiosidad desde que nos encontramos... ¿Por qué robas flores?

Jimin suelta una risita. De todo lo que podía preguntar aquello era lo más irrelevante.

— Porque no tengo dinero para comprarlas —contesta—, ¿no es por eso que las personas roban en general? Para estar en la universidad no eres muy listo.  

En el fondo no quiere contestar de manera tan cruda, pero los murmullos que se estaban generando alrededor de ambos ya le estaban molestando mucho. ¿Es que acaso la gente no podía simplemente preocuparse de sus propios asuntos y dejar a los demás en paz? No creía que era mucho pedir.

Jungkook ladea su cabeza y en eso el mesero llega con la orden de ambos.

— Aquí tiene señor —dice el chico dejando los cafés de ambos sobre la mesa y luego los pasteles—, disfruten.

Es solo un segundo, pero Jimin levanta su mirada y se encuentra con la del mesero quien al verlo hace una mueca de asco antes de girarse e irse de allí. ¿Cuántas veces le habían hecho lo mismo? Más de las que podía recordar en ese minuto, pero aún así no se podía acostumbrar a las malas intenciones de las personas.

Era ridículo. No sabía que estaba haciendo allí. 

— Sabes, yo mejor...

Pero en ese momento Jungkook se levanta sin previo aviso y se dirige a la caja. Jimin no sabe que hacer. ¿Era ese el momento para tomar las cosas y salir corriendo? No, claro que no. No podía hacerle eso cuando el chico le había invitado el desayuno. Claro que podía comportarse como un idiota de vez en cuando, pero no siempre. 

No sabe cuanto tarda el castaño, pero ve que habla con varias personas y parece ser una conversación bastante acalorada. No podía dejar de pensar en que la situación se había vuelto extraña y más de alguien se había dado cuenta porque los susurros cada vez se volvían más ruidosos. ¿Habría algún problema con la cuenta, se equivocaron con la orden? Jimin quería preguntar, pero a la vez le daba mucha vergüenza llamar al chico en voz alta en medio de ese lugar.

Pero fue Jungkook quien le llamo primero.

— ¿Puedes venir, Jimin?

Traga saliva. ¿Qué estaba pasando? No entendía y sentía unas ganas inmensas de salir corriendo, pero aún así se levanto de la silla y se dirigió hacia el castaño a paso lento. Cuando llega se da cuenta que hay una chica que lleva gafas parada tras la caja registradora y a un costado estaba el mesero que les había atendido anteriormente con la cabeza mirando al piso. Jimin alza una ceja. Definitivamente no entendía nada.

— Este chico tiene algo que decirte —informa Jungkook—, sobre lo que hizo cuando fue a dejarnos nuestra orden.

Solo allí juntó los hilos. No podía creerlo.

El mesero hace una reverencia en 90 grados, de esas que solo hacen las personas cuando se quieren disculpar.

  — Lo siento muchísimo señor por haber hecho esa mueca cuando fui a dejarles la orden. Fue muy inapropiado de mi parte y jamás volveré a hacer una cosa así. 

Jimin mira al mesero y luego mira a Jungkook quien de tener una sonrisa de oreja a oreja estampada en el rostro desde que llegaron ahora estaba totalmente serio. ¿También se había dado cuenta de lo que el chico había hecho y había venido a hablar solo por eso?

No sabía que decir, ni como actuar.

— Eh, bueno —contesta no muy convencido de saber que hacer mientras movía las manos—... Da igual...

— De verdad lo sentimos —dice la chica de lentes que tiene una gafeta que indica que es la supervisora del lugar—. Por favor, la cuenta corre por la casa. Pidan lo que quieran.   

Pero esta vez Jungkook toma la palabra.

— No se preocupe, prefiero que nos vayamos. Mi amigo estará más cómodo así.

Y cuando Jungkook mira a Jimin la sonrisa vuelve a su rostro como si nunca hubiera desaparecido.

Traga saliva. Era un chico raro.

Es así como toman las cosas mientras la supervisora se sigue disculpando y salen del lugar en silencio para ir a sentarse a una de las bancas que estaban ubicadas en el parque cercano. Jimin no podía dejar de pensar en lo que sucedió anteriormente. ¿Cuándo había sido la última vez que una persona se había visto obligado a disculparse con él de esa manera? Cree que perdió ese beneficio una vez que dejó atrás su niñez y cumplió los 18. Ahora a nadie le importaba como le trataba o si eso le hacía sentir mal, haciéndole pensar después de todo este tiempo en que se había convertido en un objeto inanimado sin alma alguna que los demás pudiesen respetar.

— De verdad lo siento —dice Jungkook dando un sorbo al café que tenía en su mano interrumpiendo el silencio que se había hecho entre ambos—. Lo que hizo ese chico fue una mierda.

Jimin niega con la cabeza.

— No es tu culpa... Me pasa a menudo.

Entonces recuerda los pasteles que están en bolsa y su boca se hace agua. No quería pedirlos y parecer un hambriento, aunque exactamente eso era.

— Ten —le dice Jungkook estirando la bolsa, de seguro su cara lo delató—. Son todos tuyos.

— ¿Tu no vas a comer? —Interroga de inmediato, pero el chico niega con la cabeza.

— Con el café estoy bien, no te preocupes.

Ésta era la parte en que debía insistir en que comiera al menos uno de los pasteles, pero debíamos ser realistas, no estaba en posición para fingir que tenía buenos modales. Por eso Jimin comenzó a comer delicia tras delicia muriendo en cada mordida como si las puertas del cielo se hubiesen abierto ante él. Los tres pasteles que habían comprado desaparecieron en cosa de minutos y no fue hasta que termino que se digno a hablar.

— Gracias —dice y aún tiene la boca ocupada con el último pastel.

Jungkook sonríe.

— ¿Quieres que desayunemos juntos? —Pregunta y Jimin alza una ceja— Podemos quedar en esta banca todos los días, me gusta beber café acompañado.

Podía haber dicho que sí de inmediato porque esos pasteles estaban maravillosos, pero a Jimin después de todo no le gustaba aprovecharse de la amabilidad de los demás. Era suficiente con todo lo que el chico ya había hecho.

— No es necesario que seas tan bueno conmigo —susurra y se levanta—. De verdad muchas gracias... Por lo de la cafetería también. Ya no hagas más cosas por mí, basta con esto. Será mejor si me voy y no me vuelves a ver. 

Quiere irse, pero es detenido por la mano de Jungkook sosteniendo su brazo.

— Yo quiero hacerlo, Jimin. Por favor acepta... Me gustaría conocerte más, si me dejas. 

¿Qué era lo que podía tener de interesante una persona como él? Sinceramente no era como Jungkook porque Jimin solo podía contar las desgracias que le ocurrían diariamente y nada más. El chico era universitario, el apenas podía leer. El chico desayunaba todos lo días, el lo hacía si tenía suerte. Eran de dos mundos totalmente distintos. ¿Qué deseaba conocer si no había nada más allí?

Pero quizá el hecho de que era la primera persona en la vida que le dice eso que la final responde:

— Está bien... Pero quiero más pasteles de esos.

Así comienza la amistad entre el príncipe y el mendigo.

 

            




( 🌷 )     

Continue Reading

You'll Also Like

194K 16.6K 35
|𝐀𝐑𝐓𝐈𝐒𝐓𝐒 𝐋𝐎𝐕𝐄| «El amor es el arte de crear por la sensación misma, sin esperar nada a cambio,más allá del placer mismo del acto creativo...
166K 23K 21
Viajar al Amazonas a pesar de su disgusto le abrió los ojos para darse cuenta que al final... Todavía no era verdaderamente libre. . . . No. 1 en #t...
473K 9.7K 7
𝙃𝙤𝙪𝙨𝙚 𝙊𝙛 𝘽𝙡𝙖𝙘𝙠 || 𝐒𝐚𝐠𝐚 𝐇𝐚𝐫𝐫𝐲 𝐏𝐨𝐭𝐭𝐞𝐫 "Ser una Black digna de su apellido" Madelyn siempre tuvo esos pensamientos al saber q...
199K 11.2K 18
El maldito NTR pocas veces hace justicia por los protagonistas que tienen ver a sus seres queridos siendo poseidos por otras personas, pero ¿Qué suce...