Te conozco x los zapatos ©®

By vcarlabianca

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| C O M P L E T A | ✔️ COMEDIA ROMÁNTICA [+18] «Un par de zapatos pueden cambiar tu vida, sino pregúntale a... More

Sinopsis
Prólogo
Capítulo 1. Todo lo que no me gusta
Capítulo 2. Ya lo odio
Capítulo 3. Mala leche
Capítulo 4. Mascara de hielo
Capítulo 5. Fantaseando
Capítulo 6. Mala jugada
Capítulo 7. ¡¿Qué?!
Capítulo 8. Reacciona
Capítulo 9. El mejor
Capítulo 10. Planes nocturnos
Capítulo 11. Esto no entraba en mi plan
Capítulo 12. Ojo x ojo
Capítulo 13. ¡Ahora sí, te mato!
Capítulo 14. Un pequeño error
Capítulo 15. Tensión extrema
Capítulo 16. Fatal
Capítulo 17. Imbécil
Capítulo 18/1. Confusión
Capítulo 18/2. Una noche
Capítulo 19. Lárgate
Capítulo 20. Días desiertas
Capítulo 21. Su otra cara
Capítulo 22. Un viernes gris
Capítulo 23. Iker Sinclair
Capítulo 24. Una tras otra.
Capítulo 25. Negación injustificada
Capítulo 26. El doctor
Capítulo 27. Cita llena de casualidades
Capítulo 28. Sin paquete
Capítulo 29. Romina/Milla Flow
Capítulo 30. Encerrada pero libre
Capítulo 31. Ella es igual a mi.
Capítulo 32. Confianza
Capítulo 33. Familia
Capítulo 34. Romeo y su Julieta
Capítulo 35. El idiota de Sinclair
Capítulo 36. Decisión final
Capítulo 37. El trato
Capítulo 38. Y ahora...¡Basta!
Capítulo 40. Sentencia final
Capítulo 41. Orgullo contra orgullo
Capítulo 42. Amor y otras mierdas...
Capítulo 43. Familia
Capítulo 44. Digo que...
Capítulo 45. Así era una vez
Capítulo 46. Soy nada sin ti
Capítulo 47. Nuestra Vida. Final
Epílogo

Capítulo 39. Ciclo cerrado

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By vcarlabianca

Me habían costado mil tormentas para cerrar ciclos que desde varios años me estaban matando por el interior, que me habían agotado por exterior y que me habían desfigurado el corazón. Había sido un estúpido. Había aceptado una condición que no me representaba.

Dicen por ahí que una vez que elegiste el camino correcto, las puertas se abren, pero primero procura ser tú quien cierra las otras entreabiertas, porque al final de todo, hasta la luz escoge una precisa ventana por cuál pueda mandar sus brillos más fuertes.

Nadie dice que esa puerta será la adecuada, tal vez será solo una felicidad pasajera o si tienes suerte será eterna. Pero una cosa queda en claro: Nunca sabrás qué se esconde detrás de esa puerta si no la abres, y al final de todo, precisamente ese sentimiento de inseguridad hace la vida interesante. Dolorosa pero interesante.

—¿Y ahora?— Escuché la voz de mi hermana que me estaba fijando, intuyendo tal vez mis impulsos.

Jodidamente, no sabía cómo proceder, si seguir hacia adelante o simplemente dejarlo todo y escoger el camino fácil, simplemente esperar a ver lo que iba a pasar. Si al inicio todo había sido simple y lógico, al final se volvió desastroso y confuso. Mi plan había fallado exactamente en esa parte que me había dado temor al inicio. La base de todo se estaba derrumbando y en ese momento era demasiado tarde para cambiar algo.

Jodidamente, ella debía haber llegado a mi oficina días antes. Malditamente, debía haber recogido sus cosas desde el inicio. Milla había sido el único punto del plan que podría ir de manera terrible y, aparte de que fue esto lo que exactamente ocurrió... No bastó, ella tuvo que interferir y exponerse, justo lo que no quería que pasara.

—¿Estás bien?— insistió preocupada una vez que se había adentrado y cerrado la puerta de mi oficina.

—Llama al abogado.— hablé con claridad mientras miraba por la ventana. La tormenta se estaba avecinando a pasos apresurados. —Llegó la hora.— añadí poco inexpresivo mientras me encontré con mis propios ojos sin vida reflejados en la ventana.

—Iker, ¿no crees que te estás precipitando?— cuestionó en voz baja, como sintiendo miedo en desafiar mi orden. —Entiendo lo duro que es todo esto para ti pero piensa en...— se detuvo al instante que me giré hacia ella.

—No hay un tiempo exacto para hacer las cosas.— dije—, igual a cómo no hay una manera adecuada para actuar.— perseguí.

—Como tú deseas.— se mantuvo en silencio durante unos momentos y luego de haberse mordido los labios de manera nerviosa añadió: —¿Qué pasará cuando todo esto acabará?

Fijé la mirada en ella.

Se encontraba de pies, abrazándose sola y con la mirada bajada. La sonrisa que fue obligada a mostrar en los últimos días se había esfumado y ahora había quedado precisamente lo que ella era: una mujer simple, con cien demonios en su interior y mil remordimientos en su cabeza.

—No estoy para perder más mi tiempo.

—¿Yo soy una pérdida de tiempo?— alzó su mirada dolorosa.

—Tus acciones me hicieron perder mucho tiempo que hubiera podido disfrutar de manera diferente.

—Iker...yo...— balbuceó estresada —No hay nada que pueda justificar mis acciones.

—No fueron acciones, fueron decisiones, que quede claro esto.— repliqué cortante—Tú más que nadie sabías lo mucho que intenté sacar a Antonetta de mi vida y me dejaste buscar como un completo imbécil pruebas que en realidad ni existían, y todo esto sabiendo que tú tenías el billete de mi salida.

—Te quise confesar la verdad en muchas ocasiones pero luego vi lo mucho que amabas a Raül y ...— la detuve pero insistió— Yo ni siquiera supe que tú estabas al tanto de que entre Emir y yo existía una historia.

—Esperé a que en algún momento me lo confesaran, pero evidentemente les pareció más inteligente esconderse de mí.

—¿Estás enojado con él también?

—Estoy enojado conmigo mismo.— alcé la voz. —Estoy enojado por no estar donde quiero estar y con quién quiero estar.

—Milla, lo va a entender.

—Tal vez lo hubiera entendido, pero en estas circunstancias dudo que por lo menos quiera escuchar algo que viene de mi boca.

—Si ella te ama, te escuchará aun si llegas tarde.— asintió con la cabeza—Las mujeres son la creación divina de Dios, su mejor obra, funcionamos a base de emociones y lógica, pero suele pasar que enamorarnos y ahí la obra de Dios llega a ser un simple juguete del demonio.

—Esa mujer no es ningún juguete ni de Dios y tampoco del demonio, esa mujer juega a su antojo hasta con el rey del infierno.— le aclaré.

Durante toda la vida me había matado la cabeza con diversas personas, situaciones y problemas pero nunca antes me había sentido tan jodido como en ese día. Era mi culpa. Lo que me costaba aceptar era que debía asumir las consecuencias. No me encantaba para nada la situación en la cual me encontraba, pero no había de otra. No había marcha atrás.

La puerta de mi despacho se abrió de golpe y el rostro de Carina junto a Pierre aparecieron. Sus pasos se dirigieron decididos hacia mi despacho en completo silencio. Mi hermana tomó asiento en el sofá y yo me dediqué a mirarlos sin entender muy bien el porqué de su visita.

—Renunció— soltó de repente mi asistente personal número uno, haciéndome fruncir el ceño al instante.

—¿Qué dices?— cuestioné.

—Dije que te puedes ir a la fregada— contestó tranquila con una ligera sonrisa de alivio—Has hecho de esta empresa un calvario. Cuando me ofreciste este puesto, supe que debía lidiar con un Iker diferente al que yo conocí en algún momento, pero nunca me avisaste que volverías a caer en el mismo error.

—Carina...— intenté hablar pero ella me detuvo.

—Ni te esfuerzas— soltó una risa irónica—. ¿Qué tal si dejas de llamarme Carina y usas mi verdadero nombre por primera vez en este lugar?

—Por favor, hazme culpable de todo el mal que ahora pasa por tu vida.— repliqué apoyándome con las manos en el escritorio.

—Le mandé un correo a Mila diciéndole toda la verdad— soltó. —Estoy harta de luchar por ti. Tengo claro que has escogido tu parte. Y yo la mía.

—Estás exagerando.— murmuré.

—¿Estoy exagerando?—asintió con la cabeza incrédula mientras que sus ojos se pusieron llorosos—¡Cuando hace años lloraste por culpa de esa perra, la que te ofreció su hombro fui yo, la que intentó ayudarte en alejarte de ella fui yo , la que durante su relación intentó abrirte los ojos fui yo, maldito descarado, tirano, caranalgas, hermano de Hitler!

—Definitivamente pasaste demasiado tiempo en la compañía de Milla.— sonreí negando con la cabeza.

—¡Oh! No te creas tan cercano, para ti es la señorita Flow— inclinó su cabeza mostrándome un ego que ni sabía que podría existir en un cuerpo tan minúsculo. —Sabes, Milla puede ser una desquiciada que se vista raro pero ella sabe escuchar, comprender y hablar. Tuvo razón cuando dijo...— se detuvo.

—¿Qué dijo?— la fijé atento con la mirada.

—Dijo que hay personas a quienes no hay que ofrecerles una segunda oportunidad porque no sabrá qué hacer con ella. — habló con claridad mirándome a los ojos—Y tuvo razón. Uno puede mover montañas, nadar en lo más profundo del mar, hasta quemarse...pero al final nada cambiará porque hay personas que simplemente saben ser maravillosas por fuera.

—Es raro escucharte decir esto teniendo en cuenta que una vez fui tu amigo.

—Una vez fui ciega y tú también, pero yo ya recuperé la vista. Es una verdadera lástima ver que tú sigues cegado.

—¡Carina!— alcé la voz.

—Mi jodido nombre es Maria, Maria tarado. María, la amiga que tuviste en la universidad. Carina, fue solo la faceta de una mujer que intentó ayudarte en aliviarte de la víbora de tu esposa. Eso fue el trato que hemos tenido, ¿no? Tú me ayudas a cambiar legalmente mi nombre para que ese imbécil deje de molestarme y yo intentaré posar en tu novia para que esa te dé el divorcio. Evidentemente, fui demasiada poca cosa para que tu padre se ponga de tu parte, así que... Me quedé solo con el nuevo nombre.

—¿Y tú?— deslicé la mirada de ella para mirar a Pierre.

—Nunca trabajaría por una mujer como Antonetta.— aclaró Pierre— A veces no importa si caminas por una calle oscura o sobre una pasarela de moda, si llevas contigo la dignidad, la elegancia y el orgullo, todos los caminos pueden ser como un desfile.

—No se vayan— los miré a los dos. — No me entregan esos papeles.

—Lo siento— caminó hacia mí Carina, dejándome el papel sobre el escritorio. —Fue un gusto renunciar pero fue una pena perder a un amigo.

Pierre, en su posición, también optó por entregarme el papel, aunque su mirada era triste. No fingió ni el mínimo remordimiento en hacerlo. Estaban decididos a cerrarme la puerta en la nariz.

—¡Ah!, Iker— pronunció mi nombre antes de salir mientras pasó sus dedos por su cabello largo—Realmente espero que seas feliz con ella. Antonetta al inicio pareció la mujer perfecta para ti pero con el tiempo resultó ser lo peor. Milla, en cambio...— sonrió— pareció la equivocada en el principio pero al final creo que fue lo mejor que hubieras podido conservar en tu vida. Qué irónica la vida... Te lo da todo pero te deja a ti soltarlo. Adiós.

—Esto sí, no me lo esperaba— dijo Valentina cuando por fin nos hemos quedado solos.

—Yo sí.

Sin más, me dirigí hacia la puerta con decisión. No podía aguantar más esa situación. Era todo o nada.

—Carina, en mi despacho, ¡ahora!

—Ya no trabajo para ti— replicó.

—Necesito que me entregues la anexa número dos— dije y ella frunció el ceño— Anexa número dos en una hora. Sobre. Mi. Escritorio.— insistí.

—¿De qué demonio estás hablando?— preguntó en voz alta, acercándose molesta.

—Debes entenderlo— hablé en voz normal, mirando hacia la cámara de vigilancia. —La anexa número dos.— insistí.

—No tengo ni puta idea.

—Tercer año. Reprobaste esa materia.—le indiqué.

—Yo no reprobé na...— se detuvo y abrió los ojos de golpe, quedándose muda.

—Asegúrate de estar presente en una hora— proseguí—Es fundamental.

No esperé ninguna respuesta suya. Por su reacción había entendido que mi mensaje llegó a sus neuronas y que tal vez durante unos minutos intentará procesar la información. No me había quedado de otra. Necesitaba un testigo.

Medio hora más tarde, estaba entre un estado de ansiedad, nervios e impaciencia que superaban mis límites de tolerancia.

—¿Y a donde nos vamos hoy?— cuestionó Antonella mientras checaba sus redes sociales. —Hace poco se abrió un restaurante de lujo y es obligatorio hacer acto de presencia.

—¿Hoy?— la miré atónito. —Imposible.

—¡Iker, por Dios, deja de trabajar tanto y vive un poco la vida!— exclamó mientras rodeó los ojos. —No importa lo que tengas pendiente, cancélalo. Quiero que...

—Estoy a punto de perder la empresa— solté y por primera vez obtuve una mirada suya.

—¿Cómo dices?— dejó su teléfono a un lado, prestándome atención.

—Mi padre necesita que yo venda mi parte a un accionista de Chicago.— le expliqué.

—Él no puede hacer esto, el mayor accionista eres tú. El solo aparece entre los papeles con el nombre— habló rápidamente. —No puede hacer nada sin tu consentimiento.

—Mi padre tiene un cinco por ciento de todo el capital, pero actualmente tiene muchos problemas con su propia empresa— le extendí el papel que confirmaba mis dichos. — Al parecer empezó a quebrarse. No tenía el efectivo necesario para pagar a sus empleados y las deudas lo dejaron prácticamente en una tremenda bancarrota.— hice una pausa. —Siendo su hijo, quiero o no, conforme a la ley, debo pagar todo lo que mi padre no pudo hacerlo.

—¿Qué?— gritó molesta. —Aquí se estipula una fortuna, prácticamente perderás todo lo que tienes. ¿Por qué no puede Valentina pagar el efectivo?

—Porque Valentina no tiene ninguna acción.— contesté. —Si yo, en mi caso, no tengo ni una acción, no debería pagar nada.

—¿Y por qué no haces una transferencia con todo lo que posees en la cuenta de otra persona?— se encogió de hombros.

—No tengo a quién, como bien sabes, mi mejor amigo no es una opción en este momento.

—¿Y yo? Puedes usar mi cuenta.

—No se trata solo del efectivo sino incluso de todo el porcentaje que yo tengo en esta empresa, de todas mis acciones y hasta de mis colecciones y mi nombre. — le expliqué—Tú eres mi esposa, por lo tanto, te lo quitarían a ti también.

—¿Y si no fuese tu esposa?

—Entonces estaría posible, pero no es nuestro caso y hay que pensar en otra cosa.

—Espérate, Iker— posó su mano sobre mi brazo—No hay que complicarnos la vida. Podemos divorciarnos y luego volver a casarnos.

—¡No!— me negué con vehemencia.

—Piénsalo un momento.

—Dije que no—volví a negarme.

—Podemos casarnos luego de nuevo— insistió—No puedes perder todo el dinero.

—Se trata de todo el trabajo que hice a lo largo de mi vida entera.—suspiré.

—Por eso mismo— sonrió—A ver, hoy dijiste que tienes una junta con el abogado para ver lo que se puede hacer, dile que traiga los papeles del divorcio también.

—¿No crees que te estás apurando?—pregunté.

—Para nada. Más rápido lo hacemos, más bien será.

—No sé...— susurré—Tenemos que firmar también el documento en cuál estipulo que todo lo que me permanece en este momento a mí te lo entrego a ti.— pasé mis dedos por el cabello, estresado. —Necesitamos un testigo, el abogado no cargará con este deber tan importante.

—Ahí está tu asistente personal. Ella puede ser nuestra testigo.— volvió a sonreír.

—¿Tú crees que Carina va a querer ayudarnos?— pregunté lleno de dudas.

—Dame unos minutos. Ella hará lo que yo digo.— me guiño en el ojo mientras la vi caminando hacia la puerta con la intención de convencer a mi asistente.

Evidentemente, lo que ella no sabía era que yo ya había planeado todo en detalle.

Como siempre se dice...nada es lo que aparenta. En realidad, la vida está demasiado llena de misericordia, mentiras, engaños, falsedad e inseguridades para que alguien realmente pueda seguir creyendo en que al final todo resultará siendo bien.

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