El sol entraba por mi ventana dándome directamente en mi cara, abrí lentamente mis ojos y mire mi reloj eran las 9:00 a.m. gire para ver a Mario, pero él ya no estaba, me levante rapido de la cama para ir a ver en la casa si todavía sigue. En cuanto entro a la cocina y lo veo siento tanta tranquilidad.
― Buenos Días dormilona ― Dijo entre risas
― Bueno días ― Sonreí
― ¿Tienes hambre?― Pregunto mientras cocinaba
― No sabia que cocinabas ― Me dirigí hacia él
― Ahora lo sabes ― Me miro de reojo
― ¿ Que más no se de ti? ― Pregunte curiosa
― Que me gustas ― Dijo pegándome a él
― Eso ya lo sabia ― Lo mire fijamente mientras ambos acercamos nuestros labios para besarnos.
En ese momento tocaron la puerta pero Mario no me quería soltarme así que me trate de separar de él, pero fue imposible, sus dientes pasaron rosando mi labio inferior y este empezó a sangrar.
― Lo siento no fue mi intención ― Lo dijo agarrando su nuca
― Voy abrir ― Me dirigí a la puerta mientras limpiaba mi labio inferior. ― ¿Qué haces aquí?― Me sobre saltee y deje caer el papel con sangre al piso.
― Vivo aqui ― Rio mientras entraba
― Hola Sebas ― Ambos se saludaron pero yo no podia dejar de sentirme incomoda, levante el papel del piso y lo tire, iba a sentarme en el comedor cuando sebastian dice
― Vete a cambiar- ― Lo dijo sujeto mi muñeca para que no me sentara
― Estoy cómoda de esta forma ― Respondí un poco confundida
― NO TE ESTOY PREGUNTADO ― Se levanto de la silla muy enojado
― Obedece a tu hermano ― Me miro Mario desde la cocina
― ¡¡Ándale!! ― Dijo señalando a las escaleras me dirige a ellas y las subí, estaba confundida por la actitud que había tomado, sentía un nudo en la garganta.
Entre a mi habitación y comencé a llorar mientras buscaba algo en mi armario, así que solo tome unos jeans y un suéter holgado. Cepille mi cabello y coloque un poco de maquillaje en mi cara para ocultar el hecho de que llore.