Huracán ✔️

By paolacalderongt

103K 9.9K 1.5K

Emily Preston es una joven con muchos sueños; lucha para poder lograrlos día con día, para ello todas sus act... More

Prefacio
Piloto
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 52

Capítulo 49

1.2K 137 42
By paolacalderongt

Leo

Recuerdo que de niño siempre imaginaba y pensaba con el día que sería adulto y podría ser un policía como mi papá; atrapar a criminales, enviarlos a prisión, ser importante como él, y si hacía bien mi trabajo recibir medallas de reconocimiento.

Ahora, veía a mi alrededor y era increíble como el tiempo había sucedido y además, cambiado. Mi padre, mi madre y mi hermano ya no estaban. Y yo ni siquiera estaba con la mujer que creí que sería la indicada. No, no hablo de Emily, si no que de Berta porque en efecto fue la primera que logró que sintiera cierta emoción por pensar en qué perfume usaría.

El asunto era que nunca estuvo en mis planes encontrarme con Emily, no después de lo que sucedió con Berta, jamás estuvo en mis planes lo que vivimos; y jamás imaginé que nuevamente mis planes se caerían y ya no estaría con la mujer que creí nuevamente era la correcta, y todo, todo porque regresé muy tarde y su corazón ya era de otro.

Le acabo de decir te amo, a la quizás tercera mujer en mi vida que representa algo realmente importante y no puedo dejar de sentirme mal, por haber traicionado a aquellos sentimientos que me hicieron gritar de dolor dentro de un auto mientras conducía a toda velocidad.

Emily ya no estaba y para mí fue lo peor; no quisiera pensar que Mariza llega a mi vida como un premio de consolación en medio de tanto odio, mentiras y venganza. No quiero siquiera imaginar que estoy confundiendo un sentimiento de agradecimiento, pero al menos estoy seguro que lo que siento es algo que va más allá de la mente.

Mariza representa lo que Emily ha dejado de ser: claridad. Y duele, duele ver que ya no es la mujer de la que me enamoré, ya no queda dulzura en su mirada y en cambio hay cierto vacío que quedó luego de la muerte de Pájaro.

Hay tantas cosas atormentando mi mente, Lara desapareció y aunque dejó una carta corta y simple diciendo algo como: "Todo está bien, no se preocupen por mi" no puedo dejar de preocuparme.

Lara es la única familia que me queda de la inicial y que ya no esté causa cierta desesperación, pero ¡Wow! Siento que el mundo se ha detenido y una burbuja merodea en mi cerebro pretendiendo distraerme a temas que no deberían ser centrales en este momento.

—Será mejor que nos vayamos de una vez —dice Lizardo.

Su gesto es serio. No lo he visto sonreír hace buen tiempo, al igual que a los demás. Únicamente puedo excluir a Tony y a Maya, ya que son los únicos que parece encontraron algo lindo en medio de tantas desgracias.

—¿Cuál es la idea? —preguntó.

—No voy a sugerir que usemos la Pullman, ya que a pesar de la carta de Lara no podemos ser confiados...

—Lizardo, lo siento, pero desearía merodear un poco y buscarla.

—¿Hablas enserio?

—Tres días, debió dejar algún rastro. Si lo hizo ese tiempo alcanzará, de lo contrario quiere decir que no desea que la encontremos y tendremos que ir al lugar al que pretenden llevarnos.

—¿Piensas hacerlo solo?

—No es mi intención comprometer a nadie más, ya demasiada guerra. Se supone que venimos aquí para encontrar tranquilidad así que... ustedes pueden ir al lugar debido.

—Tengo muchas ganas de ver a mis hijos, a mi esposa y a mi madre, pero no tengo el valor aún de verla a los ojos y decirle que Eleazar no está, y más cuando le prometimos que nunca lloraría por alguno de nosotros. No me alcanza el valor para decirle que mi hermano no lo logró —bajó la mirada—. Así que cuenta con todos, estaremos aquí esperando y por mi parte ayudaré en lo que se pueda.

—Te agradezco, pero no es necesario.

—Sabes que respeto la carta de Lara, pero si quieres buscarla lo haremos. Este parece un lugar tranquilo y no creo que alguien haya venido por ella. De ser enemigos ya estaríamos todos muertos. Así que... ¡vamos!

—¿A dónde van? —preguntaba Emily acercándose.

No pretendía responder.

—Nos quedaremos tres días aquí...

—¡Perfecto! —exclamó con alivio—. Creí que dirían que nos iríamos, y estoy pensando en que no podemos dejar así de simple las cosas, yo no puedo. Necesito percatarme de que Lara esté bien.

—No hace falta, lo haré yo —dije, me molestaba su actitud.

Creo que su intención era buena, pero no me terminaba de gustar ver una faceta de decisión en ella. La última vez que la había visto, en la que aún éramos pareja era muy distinta a la Emily de ahora; no había duda de que Eleazar la había cambiado bastante.

—Mucho mejor, así seremos más.

Pareció no comprender lo que dije, o era demasiado terca.

—Perdón que los moleste, pero acabo de encontrar esto —dijo Mariza uniéndose a la conversación.

—¿Qué es? —preguntó Emily de inmediato.

Intentaba concentrarme en lo que Mariza respondía, pero no pude evitar concentrarme en ambas. Me era fácil recordar la primera vez que había visto a Emily en la oficina de Matt, en una fotografía, en ella se veía muy diferente a la de ahora. Mariza en cambio lucía tal cual la vi la primera vez; tierna.

—Leo —dijo en voz alta Mariza.

—¿Qué? —respondí un poco perdido.

—¿Estás de acuerdo?

—¡Claro! —no tenía ni la menor idea de qué hablaba.

Lizardo me veía con rostro de interés.

—¿Entonces? ¿Con quién? —preguntó.

—Perdón, ¿Con quién de qué o para qué?

—Para buscar a Lara —respondió con duda—. Leo estamos hablando de dividirnos en grupos para poder ir y buscar a Lara, encontré una bolsa tirada con cosas del bebé así que no debe estar lejos.

—¿Y lo de con quién para qué es?

—Parece que no estabas aquí —agregó Emily.

—Creo —respondí con cierto fastidió.

Una parte de mi no terminaba de aceptar a la nueva Em. Quizás me hubiera sido más fácil si notara que su cambio había sido a mi lado.

—Lizardo, Emily y yo hablamos de que dos de nosotros tendrá que salir de aquí y seguir las pistas. No creemos que sea buena idea ir todos por mucho que lo deseemos así que tú eliges, ¿Quién quieres que vaya contigo? —preguntó.

—Tú —respondí sin dudar.

Mariza se vio un poco incomoda, quizás no esperaba que dijera que con ella.

—Bien... —dudó—. Creo que saldrá bien.

—Creo que vas a necesitar esto —dijo Emily amablemente, dándole un cuchillo.

Era lo único que teníamos en ese momento, las armas habían quedado atrás.

La cara de Mariza me sacó una sonrisa, no tenía ni idea de por qué Emily se lo había dado.

—Antes que te vayas, ¿Podemos hablar? —pregunté.

Lizardo ya se había ido, y Emily pensaba dejarme a solas con Mariza.

—Sí —respondió con duda.

Me dio mucha pena alejarme de Mariza, pero sentía que necesitaba hablar con ella.

—Lamento no haberte elegido a ti —dije.

Una parte de mi aún temblaba, por muchos sentimientos que sintiera por Mariza e independiente de mi enojo con Em, no podía evitar borrar por completo lo que había vivido con ella.

—No te preocupes, era de esperarse —frunció el ceño.

—¿No te importa cierto?

Sí, lo admito. Aún esperaba que sintiera algo.

—Claro que sí, estás saliendo con la ex de mi esposo —sonrió.

—Algo raro ¿Cierto?

—Sí, mucho.

Para mí era difícil el vernos, vernos tan distantes cuando en el pasado hubiéramos derrochado un sinfín de emociones; pero no, en ese momento éramos simplemente como dos extraños hablando de lo que pudo pasar y no fue, o mejor dicho, hablando de lo que ya no era.

—Leo, creo que nunca dije lo siento y en verdad lo siento.

—¿Sientes qué?

—Lo que pasó, lo que te lastimé. Pero te prometo que nunca estuvo en mis planes que Eleazar estuviera en mi vida, y me siento mal porque te juzgué y en ese momento todo cambió yo enserio creía que me habías traicionado y ahora todo es diferente, tan diferente que es extraño.

—Creo que una parte de esta historia nunca se cerrará por completo por mucho que nuestros sentimientos cambien ¿Cierto?

—No lo creas, es así. Tú fuiste el primer huracán que arrasó en mi vida y eso nunca lo voy a poder olvidar. Sé que soy diferente y los zapatos finos y cosas de tacón terminaron. Pero... lo que soy ahora es una parte de ti y una de Eleazar. Antes de ti no sabía manejar bien —sonrió—. Y antes de Eleazar no sabía pelear muy bien, tomar el control de la situación o disparar. Aunque Neco me dio buenas clases de pelea.

—Has cambiado tanto Em.

Me era difícil no decirlo, cuando lo notaba en cada instante.

—No te sientas mal por esto, créeme que he sido muy feliz a pesar de todo —una lágrima recorrió su rostro, pero la limpió al instante—. Y Leo, no te lamentes o sientas mal por estar traicionando lo que pudiste haber sentido por mí, las cosas simplemente pasan y necesitas vivirlas. Yo también me lamenté cuando comencé a sentir cosas por Eleazar y sentía traicionar las que sentía por ti, pero ahora lamento más el tiempo que perdí en hacerlo.

Las palabras de Emily hubieran podido doler, pero ya no. Ya no surtían mayor efecto en mí, más que ciertos recuerdos que formaban lo que éramos ambos en ese instante. Dos adultos que se habían encontrado en cierto momento de la vida, pero de la cuál su historia ya estaba terminada.

—Trataré —sonreí, y la abracé con fuerza.

Por mucho enojo que tuviera, sabía que seguía siendo Emily.

Poner puntos finales en dónde tú cabeza no quisiera, pero tu corazón sí no resulta ser fácil por completo. A veces simplemente te concentras en lo que hubiera sucedido de las cosas ser distintas, pero más que amor es simplemente la ilusión de lo que fue y ya no es. Con Emily era justamente eso, la historia había sido mágica que soltarla y enfrentar la realidad no era fácil, pero Mariza estaba allí y yo necesitaba comenzar a escribir una historia con ella.

Subir a un auto y compartir lo que soy con ella. Únicamente que el mundo ahora parecía más perfecto a lo que lo fue con Emily.

—¿Lista? —pregunté.

Emily había ido con Rosa, y yo fui directo a buscar a Mariza.

—Sí, eso creo. No son muchas cosas —sonrió un poco molesta.

No pude evitar sonreír por un momento, era como si no se tratara de ir a buscar a Lara si no que de un viaje para conquistarla por que sí, deseaba conquistarla.

—Iré a hablar con Maya para lo del auto, y luego vuelvo por ti.

—Ok, me dará tiempo para pensar en la situación —respondió con duda.

—¿Situación?

—Nada, olvídalo.

Me fue divertido el notar que se ponía nerviosa.

Maya era una genio en muchas cosas, una de ellas: conseguir un auto. En menos de una hora tuvimos un auto para transportarnos en medio de uno de los países más fuertes del mundo.

—Guapo, disfruta tú luna de miel. Lara está bien, lo sé por su propia boca —susurró Maya antes de que Mariza subiera al auto.

Sus palabras me dejaron impresionado, pero sabía que si comentaba algo Mariza no iría conmigo, no me alejaría de Emily y entonces no podría descubrir en su totalidad la fuerza del te amo que había iniciado.

Manejé por media hora sin un rumbo exacto, Mariza permanecía callada.

—¿Y por dónde comenzamos? —preguntó en medio de un silencio que se rompió en ese momento.

—Por un café —respondí.

En mi mente estaba en un plan de conquista y no de búsqueda como la de ella.

—¿Cómo? ¿Hay alguna pista de café? —preguntó.

No pude evitar reír, Mariza era como una niña de cierta forma y me encantaba eso.

—Sí —respondí, intentaba ser serio—. Podemos ir a uno, a Lara le encanta el café así que quizás... esté en una cafetería —improvisé.

—¿Por qué iría a un café? —cuestionó.

—Quizás porque tenía sed.

En ese momento comencé a sentirme nervioso, sabía que ella no era tonta y que fuera inocente no determinaba que no se fuera a dar cuenta de mis palabrerías llenas de tonterías.

—¿Sabes qué? —preguntó con voz de molesta.

—¡¿Qué?!

«Va a decir que regresemos» pensé.

—Tienes razón, quizás estaba muy cansada y sedienta y entró a la cafetería —dijo, su timbre de voz cambió y en ese momento no estaba seguro de si lo decía enserio o no—. Pero hay un problema.

—¿Cuál?

—Si yo voy a una cafetería tendré muchas ganas de tomar algo, y...

—¿Y qué?

—No traigo nada de dinero, así que si tú lo traes quizás puedas invitarme —me vio fijamente.

—Sin dudarlo, traigo lo suficiente —sonreí.

Había sido muy astuta, aunque no sabía si lo había dicho para que yo la invitara o en realidad hablaba con sinceridad.

Mariza era un misterio encantador y fascinante.

Al llegar a la cafetería me topé con muchas sorpresas que no esperé, teníamos gustos completamente distintos a la hora de ordenar, pero iguales a la hora de comerlos ya que optó por robar parte de lo que había comprado.

—Lo siento, pero lo tuyo está más delicioso.

«Está mujer habla en doble sentido, o ya han pasado muchos días» pensaba.

—¿Qué cosa? —pregunté.

—Tú pastel. ¿Quieres comer este?

—¡Claro! —exhalé y jalé el pie a mi lado.

—Bien, no está aquí ¿En dónde crees que pueda estar ahora? —preguntó, parecía convencida de lo que preguntaba.

Sus ojos eran avellanados, y sus labios lo suficiente rosados para que deseara besarla.

—En tus labios —respondí.

No pude evitar sonrojarme, quizás era la primera vez que lo lograba.

—¿Hay un lugar que se llama así? —preguntó con cierta risa.

­—No, creo que no.

—Es claro que no es tú idea buscar a Lara, ¿Cuál se supone que es tú idea entonces?

—¿De qué hablas?

—¡Vamos Leo! Sí, hubo un solo hombre en vida, pero... era muy inteligente y me enseñó muchas cosas. Así que dime ¿Qué se supone que haces?

—Enamorarte —respondí con sinceridad.

—¿Enamorarme o enamorarnos?

—Ambos, Mariza sé que dije te amo, y lo es, lo siento. Pero ambos sabemos que han sucedido muchas cosas y no me gustaría pensar que una cosa llevó a la otra.

—El amor no se piensa Leonardo, se siente. Créeme que lo aprendí muy bien en el tiempo que estuve casada con Eleazar.

—También lo sé. No lo digo por mí, sino que por ti.

—Yo no te he dicho que te amo o algo parecido.

—¿Acaso no sientes nada por mí? —pregunté.

Mariza se quedó callada, no respondió.

—Vez, se que sí. Tus ojos son muy despiertos y sé que no mienten, justo eso es lo que no deseo que sientas o pienses que lo que puede haber entre nosotros sea solamente una ilusión por la situación.

—No es eso.

—¿Y entonces qué?

—Que es claro que Emily fue importante para ti, y lo siento, pero no soportaría estar en segundo plano nuevamente, está vez desearía ser la primera y la única en el corazón de alguien. Ya me quedó claro que el verdadero amor no se olvida y... me cuesta pensar que alguien como tu se pueda enamorar de mí.

—Lo que yo siento por ti, no sé en qué momento comenzó, pero estoy completamente seguro que es real. Te amo Mariza, y... es un amor distinto, un amor calmado que me trae a la realidad y me eleva a soñar al mismo tiempo.

—¿Y Emily? ¿Cómo fue ese amor?

—Similar, pero había cierta adrenalina.

—Lo necesario.

—No exactamente, porque es claro que mucha adrenalina también es dañina, por eso es que me siento raro. Porque contigo es un sentimiento intenso que me da calma y me acelera al mismo tiempo. No me hace sentir un hombre fuerte, me hace sentir como si volviera a la niñez y me recordara lo feliz que era.

—Dices cosas muy lindas, si tuvieras el timbre de voz más fino sonarás muy romántico —rió.

Era claro que mi voz era ronca, y quizás tenía razón.

Nuestras miradas se conectaron en ese instante, era como si el verdadero Leo saliera a Luz. Ese tipo que existía antes de las carreras, antes de los problemas, antes de las huidas, antes de las chicas y simplemente volviera a ser el simple Leo que soñaba con una familia normal.

—Mucho gusto, para mí es un placer conocerte —decía ella con una sonrisa y un timbre de voz tierno mientras extendía su mano.

—El gusto es mío —respondí.

No podía evitar verla y sentir como si todo lo vivido quedaba por completo atrás. Con Emily había soñado con una libertad, pero con Mariza la estaba prácticamente viviendo o al menos ella así me lo hacía sentir. Mariza no pensaba en armas, en dolor, muertes o peligro, Emily si lo hacía y allí veía la diferencia.

Layo siempre me dijo que parecía no terminaba de comprender el peligro que vivíamos, y quizás tenía razón; siempre la tuvo. Jamás vi la realidad porque mi sueño nunca estuvo allí, mi esperanza estaba en sentirme libre, sentir que la vida continuaba y no que podía terminar a la vuelta de la esquina. Corría para pensar en que todo pasaría, corría para sentir que dejaba los problemas atrás, corría para sentir adrenalina en vez de presión, pero con ella ya no necesitaba nada de eso; el tan solo verla me era suficiente para que me transmitiera todo eso que siempre busqué.

Ese fue le primer momento en el que noté a la perfección el porque traicionaba los sentimientos que sentí por Emily en algún momento, ella se había contaminado, mientras que Mariza seguía siendo un espíritu lejos de todo aquello a lo que yo siempre le hui, y que fui cobarde de no aceptarlo por más que Layo me lo decía.

Mi vida era un huracán, Emily fue el ojo, luego volvió el huracán. Y Mariza llegaba para arreglar lo que el huracán había dejado tirado; llevándome la calma. 

Continue Reading

You'll Also Like

889K 30K 37
"No sabia lo que quería hasta que me volví adicto a ti." ------------------------- ELLA se acaba de mudar a Los Angeles dejando en su antiguo lugar u...
327 121 23
Jeanne vive con su madre Joelle. Creció sabiendo que su padre murió antes de que ella naciera, pero nunca supo cómo. No sabe prácticamente nada de su...
469K 56.4K 32
❝James no tiene deseos de vivir, pero Zoe se cruza en su camino y le pide dos semanas para hacerlo cambiar de opinión.❞. **** Zoe Collins brilla...
260K 19.1K 95
»Te odie o te odio?« »Me quebraste« »Me lastimaste« »Pero ahora cambiaste«- pensó la chica del cabello naranja. OBRA REGISTRADA EN SAFE CREATIVE. Cód...