Síndrome pica.
Ahora era el turno de la morena.
Sus zapatillas con tacón resonaban por todo el lugar, mantenía la mirada baja. Todavía no podía creer que todo esto estaba sucediendo.
Llegó a la habitación.
Miro la puerta con una rotunda tristeza, mordió su labio inferior y soltó un suspiro antes de empujar la puerta.
– ¿Toddy? – Pregunto curioso el de cabellos turquesas. –
– A-Ah... Hola Bon – Saludo la orbes azules con su mano. –
Observó el bozal que traía el chico, hizo una mueca. Los únicos que tenían bozal eran el y Springtrap.
– ¿Qué quieres, Toddy? – Le pregunto intentando no sonar tan cortante. –
– Te traje comida y también vine a preguntarte algunas cosas – Le sonrió levemente dejando a un lado la bandeja de la comida y se sentó en la camilla a un lado del chico. –
– No quiero comer, odio la comida que hacen ustedes.
– Pero... No puedes comer otra cosa, tienes que intentar comer comida de verdad y no pura basura.
– ¡Pero es que incluso el vidrio sabe mejor que sus asquerosas comidas, ¡Puaj! – Se quejó. –
– Inténtalo, tal vez sea una buena manera para que cambies de opinión y puedas mejorar.
– ¿Mejorar? ¿Mejorar de que, Toddy?
– ¡Para que te cures de tu síndrome!
– ¿Por que? – Soltó de repente el joven, cerrando sus ojos con fuerza. La morena lo observó confundida. – ¿Por que Meg, Chica y tú creen que estamos enfermos?
– Y-Yo... Por que... Por que lo están y nosotras estamos intentando curarlos.
– ¿Cuántas veces tenemos que decirles que NO estamos enfermos?
– Entonces... ¿Si no están enfermos por que actúan así, eh?
– Por qué solo estamos mostrando lo que verdaderamente somos, simplemente es eso.
Al pronunciar aquellas palabras una sonrisa ladina se iba dibujando en sus labios.
Ante su acción, la morena abrió sus ojos como platos, asustada se levantó y se dirigió a la puerta.
– Lamento las molestias...
Salió con rapidez dejando solo al chico.