BIENVENIDOS A HOGWARTS
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El tren fue aminorando la marcha, y Annie estaba que se moría de nervios. Cuando el tren se detuvo completamente, Harry, Ron y ella bajaron al oscuro andén.
Una lámpara apareció por encima de sus cabezas y una voz gritando
—¡Primer año! ¡Los de primer año por aquí! ¿Todo bien ahí, Harry?
Siguieron a Hagrid por un estrecho sendero, resbalando en ocasiones
—En un segundo, tendréis la primera visión de Hogwarts —exclamó Hagrid por encima del hombro—, justo al doblar esta curva.
Se produjo un fuerte ¡Oooh! Annie no cabía en su asombro. El castillo era hermoso iluminado por las luces del interior. Estaba literalmente con la boca abierta. Siguieron caminando hasta llegar a la orilla del Lago Negro.
—¡No más de cuatro por bote! —gritó Hagrid, señalando a una flota de botecitos alineados en el agua, al lado de la orilla.
Annie seguía mirando hacia el castillo, y se hubiera quedado ahí de no ser por Harry que la tomó de la mano ayudándola a subir en un bote con Ron y una niña rubia.
—¿Todos han subido? —continuó Hagrid, que tenía un bote para él solo—. ¡Venga! ¡ADELANTE!
Y la pequeña flota de botes se movió al mismo tiempo, deslizándose por el lago, que era tan liso como el cristal. Annie estaba atenta a todos los detalles que pudiera memorizar para hacer un dibujo y enviárselo a sus padres.
—¡Bajen las cabezas! —exclamó Hagrid, mientras los primeros botes alcanzaban el peñasco.
Bajaron de los botes y Hagrid encontró el sapo de Neville que según escucho Annie, se llamaba Trevor. Subieron por unos escalones de piedra y se reunieron ante una gran puerta de roble.
—¿Estan todos aquí? Tú, ¿todavía tienes tu sapo? —Hagrid levantó un gigantesco puño y llamó tres veces a la puerta del castillo.
La puerta se abrió de inmediato. Una bruja alta, de cabello negro y túnica verde esmeralda, esperaba allí. ¡Era la profesora McGonagall!
—Los de primer año, profesora McGonagall —dijo Hagrid.
—Muchas gracias, Hagrid. Yo los llevaré desde aquí.
Abrió bien la puerta. El vestíbulo era enorme. Las paredes de piedra estaban iluminadas con resplandecientes antorchas como las de Gringotts, el techo era tan alto que no se veía y una magnífica escalera de mármol, frente a ellos, conducía a los pisos superiores.
Siguieron a la profesora McGonagall a través de un camino señalado en el suelo de piedra. Annie escucho voces en la habitación de al lado, que supuso era del resto del colegio. Se apretujaron unos con otros.
—Bienvenidos a Hogwarts —dijo la profesora McGonagall—. El banquete de comienzo de año se celebrará dentro de poco, pero antes de que ocupen sus lugares en el Gran Comedor deberán ser seleccionados para sus casas. La Selección es una ceremonia muy importante porque, mientras estén aquí, sus casas serán como su familia en Hogwarts. Tendrán clases con el resto de la casa que les toque, dormirán en los dormitorios de sus casas y pasarán el tiempo libre en la sala común de la casa.
»Las cuatro casas se llaman Gryffindor, Hufflepuff, Ravenclaw y Slytherin. Cada casa tiene su propia noble historia y cada una ha producido notables brujas y magos. Mientras estén en Hogwarts, sus triunfos conseguirán que las casas ganen puntos, mientras que cualquier infracción de las reglas hará que los pierdan. Al finalizar el año, la casa que obtenga más puntos será premiada con la copa de la casa, un gran honor. Espero que todos ustedes sean un orgullo para la casa que les toque.
»La Ceremonia de Selección tendrá lugar dentro de pocos minutos, frente al resto del colegio. Les sugiero que, mientras esperan, se arreglen lo mejor posible.
Los nervios de Annie aumentaron. Ella no sabía hacer magia. Quedaría en ridículo. ¿Y si no la escogían en ninguna casa? ¿Tendría que volver a casa? Perdida en sus pensamientos, no vio cuando un chico pálido y rubio se acercó y se paró delante de Harry.
—Así que Harry Potter ha venido a Hogwarts, ¿eres tú, no? —preguntó con una mirada de superioridad que a Annie no le gustó ni un poco. Harry asintió
—Mi nombre es Malfoy, Draco Malfoy —Ron soltó una pequeña risa. El platinado lo volteó a ver con una mueca de asco.
—¿Se te hace gracioso mi nombre, no? Túnicas de segunda mano y pelirrojo, debes ser un Weasley —dijo con desagrado. Se volteó hacia Harry—. Muy pronto te darás cuenta que algunas familias son mejores que otras, Potter, yo te puedo ayudar —y extendió su mano esperando a que Harry la tomara. Este en cambio lo miró con el ceño fruncido. Annie estaba un poco molesta.
—Creo que ya se quien es el equivocado, gracias —respondió con frialdad. Annie sonrió con burla hacia el platinado. Un tono rosa apareció en sus mejillas, tal vez de vergüenza. No llegó a responder ya que la profesora McGonagall llegó y le ordenó ir a su lugar.
—En marcha —dijo una voz aguda—. La Ceremonia de Selección va a comenzar. Formen una hilera y síganme.
Annie se colocó atrás de Harry, y colocó sus manos en sus hombros como si fuera un trenecito. Harry la volteó a ver sobre su hombro y le sonrió. Annie le devolvió la sonrisa.
Al entrar descubrieron un gran salón, con cuatro mesas, una para cada casa. Pero lo que Annie estaba esperando ver era el techo. Volteó hacia arriba y vio el cielo nocturno y las velas flotando. Sonrió aún más. Era más hermoso de lo que imaginó. Así que procedió a explicarle a Harry
—Es un hechizo para que parezca como el cielo de afuera —le susurró al oído.
Al llegar, Annie bajo la vista mientras la profesora McGonagall colocaba un taburete frente a ellos y aún sombrero viejo enfrente de ellos. Segundos después comenzó a cantar.
Al terminar, todos aplaudieron al sombrero quien hizo una reverencia y se quedó rígido en el taburete.
—¡Entonces sólo hay que probarse el sombrero! —susurró Ron a Harry y Annie—. Voy a matar a Fred.
Annie ahogó una risa.
La profesora McGonagall se adelantó con un rollo de pergamino.— Cuando yo los llame, deberán ponerse el sombrero y sentarse en el taburete para que los seleccionen —dijo—. ¡Abbott, Hannah!
Una niña de rostro rosado y trenzas rubias salió de la fila, se puso el sombrero, que la tapó hasta los ojos, y se sentó. Un momento de pausa.
—¡HUFFLEPUFF! —gritó el sombrero.
Así fueron pasando los alumnos hasta que tocó el turno de Hermione.
—Granger, Hermione. —Hermione casi corrió hasta el taburete y se puso el sombrero, muy nerviosa.
—¡GRYFFINDOR! —gritó el sombrero. Ron gruñó y Annie sonrió. Era la casa que ella quería.
Malfoy fue seleccionado un Slytherin.
—¡Potter, Harry! —Annie le dio un empujoncito y le deseo suerte. Murmullos crecían a su alrededor. Esperaron unos minutos, con Harry aferrándose al taburete.
—¡GRYFFINDOR! —La mesa rojo con dorado estalló en vítores mientras los gemelos Weasley gritaban 《¡Tenemos a Potter! ¡Tenemos a Potter!》. Annie estaba feliz por su amigo.
Pasaron dos personas más y fue el turno de Annie.
—¡Roberts, Annette! —con los nervios a flor de piel, camino hacia el taburete y se sentó, McGonagall le colocó el sombrero, y lo último que vio fue a Harry alzando sus pulgares.
—Bien bien, ¿qué tenemos aquí? —susurró el sombrero.
—¿Puedes leer mi mente? —preguntó Annie algo emocionada.
—Así es, así sabré que casa es la correcta para ti. Hmm veamos... eres una digna Hufflepuff, esa sería una opción ideal para ti, Slytherin no, eres demasiado buena. Mmm.. tienes mucho valor aunque no lo creas —seguía susurrando el sombrero.— De acuerdo, ya se en donde te pondré ¡GRYFFINDOR!
Annie bajo del taburete con una sonrisa. ¡Estaría con Harry y Hermione! Se encaminó a la mesa y Harry le hizo un espacio a su lado.
Afortunadamente a Ron también lo seleccionaron en Gryffindor, y se dejó caer al lado de Hermione, mientras era felicitado por sus hermanos.
Al terminar la selección, Albus Dumbledore se puso de pie y miró con expresión radiante a todos en el gran comedor.
—¡Bienvenidos! —dijo—. ¡Bienvenidos a un año nuevo en Hogwarts! Antes de comenzar nuestro banquete, quiero decir unas pocas palabras. Y aquí están, ¡Papanatas! ¡Llorones! ¡Baratijas! ¡Pellizco!... ¡Muchas gracias
Se volvió a sentar. Todos aplaudieron y vitorearon. Harry no sabía si reír o no. Annie si rió un poco.
—Está... un poquito loco, ¿no? —preguntó Harry con aire inseguro a Percy.
—¿Loco? —dijo Percy con frivolidad—. ¡Es un genio! ¡El mejor mago del mundo! Pero está un poco loco, sí. ¿Patatas, Harry?
Annie miró con la boca abierta todo lo que había en la mesa. Jamás había visto tanto comida junta. Como no sabía por donde empezar, tomó un poco de todo. Conoció a Sir Nicholas y su trágica historia de ser rechazado en la cacería de cabezas. Y aprendió lo que era estar casi decapitado.
Cuando Annie se sintio satisfecha, aparecieron los postres. A pesar de estar llena, tomó unas cuántas cucharadas de helado y rebandas de pastel y tarta. A este paso, la tendrían que rodar por todo Hogwarts. Escuchó a Harry quejarse a su lado.
—¿Estás bien? —le preguntó observándolo. El asintió, su mirada dirigida a la mesa alta. Annie que ya no podía más, dejó la cuchara en el plato, y en ese momento desapareció todo.
El profesor Dumbledore se levantó nuevamente de su asiento.
—Ejem... sólo unas pocas palabras más, ahora que todos hemos comido y bebido. Tengo unos pocos anuncios que hacer para el comienzo del año.
»Los de primer año deben tener en cuenta que los bosques del área del castillo están prohibidos para todos los alumnos. Y unos pocos de nuestros antiguos alumnos también deberán recordarlo.
—El señor Filch, el celador, me ha pedido que les recuerde que no deben hacer magia en los recreos ni en los pasillos.
»Las pruebas de quidditch tendrán lugar en la segunda semana del curso. Los que estén interesados en jugar para los equipos de sus casas, deben ponerse en contacto con la señora Hooch.
»Y por último, quiero decir que este año el pasillo del tercer piso, del lado derecho, está fuera de los límites permitidos para todos los que no deseen una muerte muy dolorosa.
Annie no sabía cómo tomarse esa advertencia, a pesar de que algunos rieron.
Después cantaron la canción del Colegio, algo rara pero a Annie le encantó. Los despidió y cada casa se fue guiado por su prefecto.
Se encontraron con Peeves, el Poltergeist y después de interminables escaleras, llegaron al final de un pasillo donde colgaba un retrato de una mujer muy gorda, con un vestido de seda rosa.
—¿Santo y seña? —preguntó.
—Caput draconis —dijo Percy, y el retrato se balanceó hacia delante y dejó ver un agujero redondo en la pared. Todos se amontonaron para pasar (Neville necesitó ayuda) y se encontraron en la sala común de Gryffindor; una habitación redonda y acogedora, llena de cómodos sillones.
Percy condujo a las niñas del lado izquierdo y a los niños del lado derecho. Annie se volteó y se despidió sacudiendo su mano en dirección a Harry y Ron, quienes le devolvieron el gesto. Subió por las escaleras hasta encontrar la puerta de su habitación ¡Genial! Compartía habitación con Hermione.
Entró y se encontró con dos camas con doseles, un escritorio para cada una, un ropero, una gran ventana y una puerta que dirigía al baño. Encontró a Maya y sus cosas en una de las camas, acaricio a su lechuza, tomó su pijama y se dirigió al baño. Al salir vio que Hermione ya estaba ahí y la saludó.
—¡Hola! —salto a su cama y comenzó a hacerse dos trenzas.
—¡Hola Annie! Estoy muy emocionada ¿ Y tú? —habló mientras buscaba algo en su baúl.
—Yo igual, ame el techo del gran comedor ¡Se veía hermoso!
—¿Sabías que es un hechizo...?
Annie asintió.— Leí la Historia de Hogwarts.
Hermione se emocionó.— ¿ De verdad? ¡Yo igual! —sonrió y fue directo al baño a cambiarse
Annie se metió debajo de sus cobijas, preparándose para dormir, se moría de sueño, mañana le escribiría a sus padres.
—Buenas noches Hermione —le dijo cuando esta salió del baño.
—Buenas noches Annie
Annie logró dormirse. No podía esperar al día de mañana. Esto estaba comenzando