-Todos soñamos, ¿verdad?.
Pregunté a mi madre a los 6 años mientras me preparaba para dormir.
-¡Claró hermosa!todos tenemos esa hábilidad y no solo al dormir. me contestó.
-!A mí me encanta soñar! dije con una gran sonrisa.
-Aunque... En ocaciones hay sueños que te lastiman. prosiguió diciendo con una expreción un tanto sombría que, al ver mi cara de desconcierto cambió por la amable y dulce sonrisa que la caracteriza.
-Olvida eso pequeña, mamá habla aveces sin pensar.
Dijo al final, seguido de lo cual me dio un cálido beso en la frente, cubriéndome con las mantas y apagando la luz se marchó.
Aunque no entendí muy bién lo que quizó decir, aún lo recuerdo así como que aquella fué la primera noche que conocí las pesadillas.
Ahora a mis 23 años puedo comprender sus palabras, aunque si me hubieran dado a elegir me hubiera quedado con la duda.
Y en este momento, preferiría sólo dormir profundamente sin soñar, es lo que màs deseo,tal vez suene extraño pero pronto entenderan el porque.
Como una vida puede convertirse en pesadilla sin la necesidad de estar dormido.