Los Besos Robados de Bridget...

By darlis_steff

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Durante mucho tiempo Bridget y Keith han andado uno alrededor del otro, dando vueltas alrededor de un círculo... More

Los Besos Robados de Bridget
Prólogo
Capítulo Uno
Capítulo Dos
Capítulo Tres
Capítulo cuatro
Capítulo Cinco
Capítulo Seis
Capítulo siete
Capítulo Ocho
Capitulo Diez
Capítulo once
Capítulo Doce
Capítulo Trece
Capítulo Catorce (Penúltimo capítulo)
Capítulo Quince (Final)
Epílogo
Agradecimientos
Publicación, disponible en librerías

Capítulo Nueve

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By darlis_steff


CAPÍTULO NUEVE

Keith

10 de mayo, 2011

Algo debe estar mal en mí, no es posible que no sea capaz de conseguir una erección decente cuando una chica sexy está deslizando su boca por mi cuerpo, es como si todas mis sensaciones estuvieran dormidas y la sangre no corriera por mis venas.

Estoy fuertemente tratando de concentrarme en el hecho de que sus labios están bajando por todo mi torso, sé hacia dónde se dirigen.

—Mierda —digo, realmente molesto por lo que sea que está sucediendo conmigo.

—¿Dijiste algo cariño? —pregunta la pelirroja rozando con sus labios mi poco erecto miembro.

—Lo siento cariño, pero creo que esto no está funcionando —le informo, lo más amable que puedo, saliendo de debajo de su cuerpo; la pelirroja no parece muy feliz con mi decisión y me mira con molestia.

—¿Cómo que no está funcionando?

Me coloco mi bóxer, al igual que mi pantalón, y la observo, está en su gloriosa desnudez, sus pezones color coral están fruncidos, tiene senos falsos pero son bonitos, cada curva está en su lugar y tiene unos bonitos ojos avellanas, incluso coquetear con ella se sintió agradable.

—Cariño, me refiero a que mi pene claramente no está entusiasmado, simplemente no está funcionando.

—Quizás sí...

—Lo siento, pero no va a funcionar —digo, pasando mi camisa sobre mi cuerpo—. Lamento dejarte así.

—Serás cabrón —la escucho murmurar mientras salgo de su apartamento.

Mierda. ¿Qué se supone que sucede conmigo? Nunca me había sucedido algo como esto, bueno, excepto esa vez en la que Bridget me encontró con la niñera de Katherine y tardé un par de meses en recuperarme.

Es gracioso como la sola idea de vincular el nombre de Bridget con la palabra sexo hace que una dolorosa erección se alce con rapidez, mientras que una ardiente mujer desnuda lamiendo mi cuerpo no despertó nada. Lindo.



Una vez en mi apartamento, vistiendo solo unos bóxers, hago lo mejor que siempre puedo hacer cuando algo me abruma, hablar con el abuelo Luca. El hombre más cortante y sincero que pueda haber, una de las razones por las que paso más tiempo en Bolton.

—Muchacho, ¿Me estás diciendo que el soldado no se levantó? — cuestiona con incredulidad la voz del abuelo al otro lado de la línea.

—Sólo un poco, estaba sentado —bromeo, porque ante este problema lo mejor será verle el lado divertido para no alarmarme y asustarme.

—Bueno, hijo, eso es grave. Eres un grandísimo puto y no estás en edad de consumir viagra aun.

—Como la mierda que no, solo debe ser el excesivo trabajo que he tenido durante todos estos días.

—O quizás tu soldado ya decidió que solo hay un lugar en donde se meterá de manera firme.

Permanezco en silencio ante esa posibilidad, es algo gracioso el hecho de que pida consejos siempre a un viejo de setenta y cinco años que en su vida ha dormido con una sola mujer: La abuela Kim, pero el abuelo me entiende, él sabe decir las cosas correctas que nadie más me diría para no herir mis sentimientos; él es sincero aun cuando sus verdades no puedan gustarme.

—¿No crees que es el momento de dejarte ir con esa joven?

—No lo sé Fumador de Hierba, suena como algo complicado.

—No veo lo complicado hijo, llevas años reprimiéndote. Odio decirte esto, pero has estado actuando como un maricón durante todos estos años.

—Sólo es cansancio abuelo.

—Claro, síguele diciendo eso a tu pene, tal vez él sí te crea.

No puedo evitar reír, el abuelo suele poner en juego los nervios de papá debido a su manera de expresarse, creo que Dan tiene el carácter de este hombre.

—Colgaré Fumador de Hierba, gracias por escucharme.

—Siempre que quieras, ya sabes que eres mi puto de la familia.

—Qué bonito abuelo, qué bonito.

—Algún día no podrás reprimirte hijo, ten en cuenta eso.

—Lo sé, temo por ese día —digo en un suspiro—. Dile a la abuela que la amo y que pasaré a visitarlos el mes que viene.

—Por supuesto se lo diré, ella está jodiendo acerca de yo acaparándote.

—Te amo abuelo.

—La misma mierda para ti Keith.

No puedo evitar reír al colgar el teléfono, esa es la manera del abuelo de decir que me ama.

***

12 de mayo, 2011

Garrett puede considerarse un gran amigo, lo ha sido desde mis días de primer año en la universidad, mi carrera y la suya no tenían nada que ver, pero sin darnos cuenta en una gran fiesta hierbera nos hicimos amigos, además es el único que nunca especuló sobre cuán hermosa es mi hermana, eso hizo como que lo quisiera.

Es por ello que cuando quiero soltar mi mierda, además de tener al abuelo Luca, tengo a Garrett. Soy un hombre amigable que puede conocer a un montón de gente, pero Garrett es lo seguro.

Doy un trago a mi cerveza mientras la música alta retumba en mi sistema, me encantan los clubs, pero hoy no se siente como el día adecuado para estar en uno, sin embargo aquí estoy.

Garrett solo me observa con incredulidad tras escuchar como desde hace quizá tres semanas mi "soldado", como lo llama el abuelo Luca, no se pone firme.

—Di algo hombre —pido mientras hago señas para que me den otra cerveza.

—Es que no sé qué decir, esas son cosas que se supone no te pasan a ti —me dice, chasqueando sus dedos—. ¿En serio no se levantó el muchachote?

—No juego con cosas como esas —digo, frunciendo el ceño y aceptando mi nueva cerveza—. Esta es la cosa, no se levantó con las últimas tres chicas con las que intenté follar, pero se levanta con emoción cuando miro, pienso o sueño de manera inapropiada con la mejor amiga de mi hermana.

—¡Vaya! —exclama riendo—. Eso está bastante fuerte Keith.

—Lo es, estoy tan frustrado.

Seguimos conversando mientras veo las miradas que algunas mujeres nos dirigen, en otra situación elegiría una, pero ahora con el problema de mi soldado no quiero correr el riesgo de lastimar a alguna chica ante el rechazo y falta de entusiasmo.

Son minutos después cuando un movimiento en la pista de baile capta mi atención. Yo debo ser alguna especie de acosador no reconocido, no es posible que sea capaz de reconocer a Bridget a esta distancia y con tan poca cantidad de luz, pero lo hago.

Es imposible no saber que esa cabellera oscura pertenece a ella, que esas curvas sujetas y afianzadas en un vestido de tirantes, corto, ajustado y de color negro es el suyo.

Inmediatamente siento esa familiar calidez en mi pecho, así como el hormigueo en las palmas de mis manos que están deseosas de tocarla.

Frunzo el ceño cuando veo que está bailando con algún tipo que decidió pegarse a su parte trasera y frotarse contra ella, Bridget parece molesta, ubica las manos en su cintura y parece estar diciéndole algo al tipo que intenta tomarla, pero ella lo empuja, niega con su cabeza y camina hacia la barra que le queda más cerca.

La veo ingerir alguna bebida de color azul, mientras una chica morena le dice algo, haciéndola reír. Está rodeada por tres chicas, no reconozco a ninguna, pero reconozco la sonrisa incómoda y perdida que está en sus labios.

—Es caliente —escucho decir a Garrett mientras sigue mi mirada.

—Es la mejor amiga de mi hermana —digo, quitando mi mirada de ella, no necesito babear por alguien que no estoy dispuesto a tomar.

—Entonces tú, amigo, estás jodido.

—Lo he estado durante mucho tiempo.



Son las doce de la noche, he perdido el rastro de Bridget y la cerveza ya me ha achispado lo suficiente.

Alguna rubia insistente está intentando colar sus manos bajo mi camisa aun cuando la he retirado más de tres ocasiones. Estoy familiarizado con el licor en mi sistema, sé que no estoy ebrio, pero estoy un tanto desorientado.

—Tienes más manos que los tentáculos que tiene un pulpo, cariño —le digo a la juguetona rubia que no acepta mi negativa, por este tipo de chicas es por el que los hombres creen que pueden ir por lo fácil, me incluyo.

—Vamos, nene, prometo que no te arrepentirás —dice en lo que parece un ronroneo que, para ser sincero, me parece ridículo, no sé quién demonio les dijo a las mujeres fáciles que a nosotros los hombres nos gustan los ronroneos, lo último que deseamos es pensar que estamos teniendo sexo con un puto gato.

—No se me va a levantar.

—¿Cómo?

—Lo que escuchaste gatita, así que no toques lo que no puedes despertar.

Las manos de la rubia palmean mi trasero cuando me pongo de pie y le doy una mirada de recelo, si hay algo que odio es sentirme como un objeto sexual, soy mujeriego pero me gusta tratar a mis conquistas con respeto y como hermosas creaciones del universo que me gusta mimar, no las veo ni trato como objetos, es por ello que odio cuando una chica solo ve en mí un pedazo de carne, puedo dar un buen polvo, pero también puedo dar buenos mimos y conversaciones después del acto, no soy el típico conquistador.

—Ten cuidado esta noche cariño —le pido a la rubia, Garrett se fue hace un tiempo con alguna linda mujer de la que se "enamoró", él se enamora de todas las mujeres que llaman su atención.

Mientras camino a la salida me parece estar menos desorientado, palpo mis bolsillos traseros y sonrío cuando efectivamente las llaves de mi auto están ahí.

Me jode el hecho de que estacioné el auto alejado del club, además todo está tan solo de camino a mi auto. Silbo mientras trato de llegar lo más rápido posible, no me gusta el silencio que envuelve la calle, puede significar peligro.

—Eh, demonios... dije... no... —balbucea una voz tan conocida que inmediatamente me pongo alerta.

—Bridget, ya nos vamos.

—Yo...no, me... quedo.

Sigo el sonido de la voz y pronto me encuentro con la misma morena de la discoteca tirando del brazo de una inestable Bridget. Miro la escena con sorpresa, porque de todas las escenas que he presenciado de Bridget, desde su primera menstruación a cuando tuvo viruela, esta faceta de "borracha" nunca la había conocido, hasta hoy.

Dos mujeres restantes están más alejadas mirando con impaciencia a Bridget, pero sus miradas se transforman en unas de hambre cuando me visualizan, inmediatamente sacan pecho y trasero. El típico movimiento de algunas mujeres cuando ven a alguien que podría interesarles, es un tanto incómodo porque estoy enfocado en Bridget.

—¿Brid? —pregunto con suavidad cuando estoy lo suficiente cerca, ante el sonido de mi voz ella endereza la espalda y sin darme cuenta estoy sonriendo cuando ella busca de manera frenética el sonido de mi voz.

—¿Keith? —pregunta, entrecerrando sus ojos hacia mí mientras muerde ese carnoso y bonito labio inferior, sí, el soldado está saludando allá abajo.

—Sí cariño, soy yo —digo, terminándome de acercar, la morena jadea mientras me evalúa, midiéndome—. ¿Te encuentras bien?

—No... no, quiero... irme —dice, haciendo puchero y parpadeando continuamente, sus ojos verdes están vidriosos, me pregunto cuántos vasos de esa bebida azul se tomaría.

—Bridget es hora de irnos, ahora —exige la morena, teniendo apoyo de las otras dos mujeres que solo me ven.

—Pueden retirarse señoritas, me haré cargo.

—No la dejaremos con un extraño —acusa una de las dos mujeres restantes. Quizás son buenas amigas.

—No soy un extraño, la conozco desde que ella tenía nueve años. Ahora, pueden irse y dejarme hacerme cargo.

Parecen un poco renuentes a irse, pero sé que no es por Bridget, es por mí, quieren jugar al juego de quien logra llevarme a su cama, esta noche no estoy tomando ofertas.

Finalmente las acompañantes de Bridget suben a un auto y me dejan con el desastre ardiente que me sonríe. Esas sí que son unas amigas de mierda, nada les asegura que yo conozca a Bridget realmente, pero aun así la dejaron conmigo. Me alegra haberla encontrado, con esas amigas yo no me confiaría.

—Gracias... Keith, ahora volveré adentro, un chico está esperando por mí y...

—Y nos vamos —la corto, tomando su brazo lo más suave que puedo mientras la obligo a caminar hacia mi auto.

—No, no, suéltame —exige, clavando sus tacones al suelo, haciendo que uno de ellos se parta, no puedo evitar reír—. Imbécil, estos eran nuevos.

Parece que la furia está haciendo que el alcohol salga de su sistema poco a poco. Llego hasta mi auto y ella sigue gritando y resistiéndose, cansado de su palma golpeando mi espalda, me giro, tomo su cintura y la pego contra la puerta del auto, haciendo que se sobresalte.

Deslizo mi nariz por su cuello y la escucho jadear, huele tan deliciosamente bien. Huele a mi Bridget.

—Escúchame bien Bridget, te llevaré a tu hogar, no dejaré que algún imbécil se aproveche de ti, mucho menos cuando te ves tan caliente como el infierno y tan hermosa que cortas la respiración —susurro, dando un pequeño beso en su garganta—. Ahora, serás una niña buena y me dejaras llevarte a tu hogar. ¿De acuerdo?

Grandes ojos verdes me miran con incredulidad y chispas brillantes mientras sus labios hacen un lindo puchero y ella resopla, apartándome a un lado mientras intenta abrir la puerta del auto.

Sonrío.

—Aún no he desactivado la alarma —digo, haciendo lo dicho, ella sube al auto y cruza sus brazos, está intentando ignorarme.

—¿Qué me asegura que no vas a aprovecharte tú de mí? —pregunta, cruzando sus brazos.

—Nada, nada te lo garantiza.

—Eres tan imbécil.

—Esa es sólo tu forma de demostrarme tu cariño.

No dice nada, mira lejos de mí, creo que está llamándome de muchas formas en medio de susurros. Ninguna de las formas en las que me llama resultan cariñosas.

—Veo que este será un viaje interesante.

Los cuarenta minutos de viaje son una tortura, ella sólo resopla y murmura cosas sobre cuán imbécil soy. Lo bueno es que ella no está tan ebria, no ha vomitado y su furia está sacando de su sistema cualquier rastro de licor.

Cuando estaciono en su residencia no puedo evitar sonreír, porque esta es Bridget, la chica que siempre por alguna alocada razón estará molesta conmigo.

—A todo esto, ¿Qué haces trayéndome a casa?

—¿Cómo que qué hago? —cuestiono, apagando el auto y guardando las llaves en mi bolsillo, porque esto va para rato.

—Sí, ¿No deberías estar tirándote a alguna puta del día?

—Técnicamente sería puta de la noche —digo, sabiendo que la voy a cabrear más.

—Serás hijo...

—Si sigues, ofenderás técnicamente a mi madre.

Ella grita y sale del auto azotando la puerta. Riendo, bajo del auto, activo la alarma y camino tras ella. Está caminando tan rápido que ya sé que no está ebria.

—Vamos Brid, no seas mala conmigo.

Ella me ignora y llega hasta su apartamento, saca la llave de su pequeño bolso y abre la puerta, entonces me enfrenta y la furia que veo en sus ojos es diferente a la que estoy acostumbrado a ver, sus ojos son todo brillo y algo que no reconozco.

—Estoy cansada, ¿Vale? —dice mientras me empuja, estoy perdido porque no sé ahora que he hecho mal—. Me tienes toda... así.

—No sé de qué me hablas cari...

—¡Como la mierda que lo sabes! —me grita—. Me tienes toda caliente y desesperada por ti, ni siquiera cuando intento sacarte de mi sistema y divertirme puedes quedarte fuera, tenías que aparecer incluso en el club cuando solo estaba tomándome un respiro de lo que causas en mí.

—Bridget...

—Bridget nada. Duele, ¿Vale? Todo me duele, todo palpita por ti, maldita sea estoy tan enojada de desear que me toques y me beses, te tiras a cualquier puta pero a mí me rechazas, me alejas. ¿Te doy asco?

—¡Jesús, por supuesto que no! —digo, anonado ante sus palabras y sintiendo el agudo dolor en mis partes bajas que me anuncia que una erección se está formando.

—Entonces, ¿Por qué no me tocas? ¿Por qué no me tomas?

Estoy sintiendo mis manos muy sudorosas cuando soy más consciente de la longitud de su vestido, de la manera en la que su pecho sube y baja, mierda, ahora me estoy dando cuenta que no está llevando sujetador. Trago en seco, el dolor es más agudo en la parte baja de mi anatomía, toda ella clamando por hundirse en esta mujer que me vuelve loco.

—Porque te respeto.

—Vaya mierda, no quiero ni necesito tu puto respeto —me grita, y lo pierdo.

Tan pronto como sus palabras salen yo pierdo cada una de las excusas que utilizo para alejarla de mí, de repente todo lo que puedo percibir es a Bridget.

Tomo con suma rapidez su cintura en mis manos y la pego a mi cuerpo de tal manera que mi erección choca con su cadera, haciéndola jadear mientras sus pupilas se dilatan.

—Estoy cansado de resistirme Bridget, sólo di lo que quieres y me dejaré ir, solo dilo.

Ella me ve con sorpresa mientras mi respiración es sumamente artificial, esperando lo que sea que ella vaya a decirme, esta vez es su decisión, no mía.

Sus manos lentamente comienzan a deslizarse en mis brazos, tenso la mandíbula, entonces ellas terminan en la parte baja de mi cabeza y sus labios tiemblan mientras sonríe.

—Te quiero por esta noche, no quiero que te contengas, quiero tenerte.

—Me quieres, me tienes —digo antes de presionar mis labios contra los suyos y hacerla caminar de espalda, adentrándonos a su apartamento.

Lo perdí, finalmente me estoy dejando ir. He dejado de luchar, este es el momento en el que pierdo la batalla y me dejo ganar por los deseos que he estado conteniendo durante tanto tiempo.

Ahora todo lo que puedo percibir y sentir es a Bridget, a nadie más que Bridget.



Yeihhh, llegamos a lo tan esperado jojojo y narrado por Keith.

El bello del abuelo Luca apareció por aquí.

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Espero y les guste.

Un beso.


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