Maldición Willburn © ✔️ (M #1)

By ZelaBrambille

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En las calles se cuenta una leyenda: Rowdy Willburn no sabe querer porque ya no tiene corazón, es una maldici... More

Maldición Willburn
Prefacio
🎲 TOMO I | La caída 🎲
Capítulo 01
Capítulo 02
Capítulo 03
Capítulo 04
Capítulo 05
Capítulo 06 (pt 1)
Capítulo 07
Capítulo 08 (pt1)
Capítulo 08 (pt2)
Capítulo 09
Capítulo 10 (pt1)
Capítulo 10 (pt2)
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14 (pt1)
Capítulo 14 (pt2)
Capítulo 15
Capítulo 16
Extra | Regina y Tyler
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Extra | Rowdy y Giselle
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
🎲 TOMO II | El ascenso 🎲
Capítulo 29
Capítulo 30
Extra | Kealsey y Omar
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48 (pt1)
Capítulo 48 (pt2)
Capítulo 49 (pt1)
Capítulo 49 (pt2)
Capítulo 50 final
Epílogo I
Epílogo II
| P L A Y L I S T |

Capítulo 06 (pt2)

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By ZelaBrambille


No soy consciente de mis actos hasta que me adentro a las calles del este, donde las pandillas se pelean y la delincuencia aumenta con el pasar de los días, no es bueno andar sola por estos rumbos, y menos a esta hora. La gente cuenta muchas cosas, los titulares de los periódicos a veces mencionan a la pandilla Blacked y a sus rivales, hay una guerra en el bajo Hartford, son como las peleas de gallos, a ver quién manda en más lugares. Durante mucho tiempo fui parte de eso, sé cómo funciona y sé que, aunque viva en el lado bonito y use ropa cara, en el fondo pertenezco a este sitio.

Reconozco algunos locales, algunos callejones. Era una niña, aun así, se aferraron a mi memoria esos momentos. Por más que intentan ocultar los rayones de las paredes, las pandillas salen en las noches a marcar sus terrenos. Por más que quiera olvidar, sigo recordando que una vez me escondí en este lado. Puedes pintar la pared cien veces, pero el desperfecto sigue en el fondo, no se puede borrar lo que eres, pues la tinta es tan fuerte que sigue buscando la superficie.

Es curioso que cualquiera saldría corriendo, pero no tengo miedo, así como no lo tuve alguna vez. Aquí el gobierno no entraría para buscarme y llevarme a otro sitio, aquí solo tienes que sobrevivir, no evitar golpes y maltratos, abusos.

Un grupo de personas se le queda mirando a mi auto cuando estaciono afuera del dichoso bar. El local es viejo y desgastado, hay motocicletas estacionadas en la parte frontal, también hay motociclistas y chicas usando faldas cortas. Las letras «n» y «e» del letrero —que está colgado en la parte de arriba— están apagadas, el resto brilla con una intermitente luz roja.

Negro.

Aseguro el automóvil y me dirijo a la entrada. No hay matones en la parte de afuera, así que no se me dificulta entrar. El interior está atiborrado de personas, estiro la cabeza para ver entre el gentío. Hay una barra en uno de los costados y muchas mesas y sillas ocupadas. También hay una pista de baile, veo cuerpos moviéndose al ritmo de una canción de reguetón.

Zigzagueo para llegar a la barra, a ver si logro encontrarlo, una voz me detiene.

—Llegaste, caperucita —dice alguien a mis espaldas—. Creí que te acobardarías.

Al darme la vuelta me topo con su sonrisa cínica, tiene los brazos cruzados encima de su pecho, y a sus espaldas hay muchos chicos, al menos cuatro, y todos están riendo. No puedo ver bien debido a la ambientación del bar, pero se ven igual de amenazantes. Por un momento me maldigo, ¿por qué tuve que venir a este sitio y sin decirle a nadie? Me tranquilizo un poco cuando ellos le dan palmadas en el hombro y se van.

—Vengo por mi dinero —digo, seca.

Su gesto no cambia, sigue mirándome con aires de superioridad, como si hubiera estado esperando mi llegada. Sus ojos claros abandonan los míos y van a mis tobillos para luego subir con extrema lentitud por mis piernas desnudas, se detiene un minuto en mis caderas y luego otro más en mi escote.

Su sonrisa desaparece y la expresión de su rostro me hace temblar por el hambre que refleja.

—Vas a tener que esperarme, solo serán unos minutos. —Me ofrece su mano, le doy un vistazo a su palma, ¿debería tomarla?—. O vienes conmigo o me esperas aquí, me da igual, solo decide con rapidez.

Lanzo un suspiro de resignación y tomo su mano. Creo que va a guiarme entre la multitud jalándome, sin embargo, me da un jalón suave y atrapa mi cintura, hace un movimiento y en menos de un segundo está detrás de mí, su pecho pegado a mi espalda y su aliento caliente y seductor golpeando mi oído. Mis poros se levantan y los vellos de mis brazos y nuca se erizan, tanto que duelen. Joder.

No me muevo hasta que él me obliga a caminar, quiero suspirar, pegarme más a él y apoyar mi cabeza en su hombro. Me contengo por el aturdimiento, porque su cercanía produce una clase de adrenalina que me está robando el aire, tengo que concentrarme para que mi respiración no me delate.

Caminamos entre los cuerpos, su mano caliente cubre mi ombligo y me aferra con fuerza. Nuestras piernas chocan y se mezclan durante la caminata, ni siquiera sé cómo es que estoy de pie. Mi corazón late tan rápido que apenas puedo sentirlo. Conforme avanzamos, nos adentramos más al bar, traspasamos un umbral que lleva a otra sala, y en esta no hay tanta gente.

Hay una mesa en el centro, un hombre corpulento está sentado en una de las dos únicas sillas, otro tipo enorme está parado detrás de él con los brazos cruzados. Hay humo, identifico el olor del alcohol y las drogas. Alrededor de la mesa hay personas, alcanzo a ver a Aldridge, el amigo de Willburn, en uno de los costados, junto a los tipos que vi en la parte de adelante.

Me lleva justo a donde están ellos.

—No te separes de ellas, ¿de acuerdo? —susurra. Le da una mordida al lóbulo de mi oreja, pero no puedo disfrutar el escalofrío que me produce porque me suelta de forma repentina—. Kealsey...

Se dirige hacia una de ellas, una morena alta y curvilínea, su melena azabache es toda una jungla y sus ojos felinos me hacen pensar en una pantera. Está usando shorts extremadamente cortos y medias de red, una blusa que deja al descubierto un hombro y su abdomen marcado.

Hay otras chicas a sus costados, pero estas se ven un poco más pequeñas, solo un poco. O tal vez es que ella es demasiado llamativa.

—Yo me encargo, Will —le dice asintiendo.

Solo entonces me percato de que le está pidiendo que me cuide, la sangre me hierve, ¿qué se cree?

Por encima de mi hombro veo cómo él se aleja y ocupa el lugar vacío de la mesa, me deja en medio de un círculo de chicas que me observan como si quisieran atravesarme. Entrecierro los ojos hacia la pelinegra, quien no ha dejado de estudiarme de arriba abajo.

—No necesito una niñera —digo entre dientes.

Vuelve a repasarme, pero termina relajando los hombros.

—Menos mal, la mayoría de las chicas de Will se comportan como niñatas. —Abro la boca para responder, me interrumpe levantando el dedo índice—. Ya van a empezar.

No me atrevo a llevarle la contraria, las otras chicas la siguen y sé que podría tirarme al piso si lo quisiera, no soy una suicida. Me doy la vuelta para ver de qué está hablando, han pasado demasiadas cosas en tan poco tiempo que apenas puedo entender.

Comprendo lo que ocurre después de unos minutos, están apostando y todos guardan silencio, como si el espectáculo fuera muy importante. Una chica menea las caderas y va y se sienta en los muslos de Willburn, quien ni se inmuta de la atractiva mujer que rodea su cuello, él sigue con la vista fija en su objetivo.

—Soy Kealsey, por cierto —susurra la pelinegra. La miro de reojo, señala a una chica muy parecida a ella, solo que es más pequeña—. Ella es Regina, y la que tiene cara de culo se llama Juliet.

La mencionada suelta un bufido de indignación y se va, las otras dos no dicen nada.

—Giselle.

—Lo sé, Omar y Will no dejan de hablar de la ladronzuela.

Se me escapa un risita, el sujeto de adelante voltea y me lanza una mirada amenazadora. Me quedo en silencio durante un buen rato, mientras tanto analizo la escena. Los dos están concentrados, abstraídos en el juego, así que supongo que lo que apuestan es algo gordo.

La chica en sus piernas empieza a besar el cuello de Willburn, a él parece no importarle.

—¿Y esa es su novia? —pregunto, confusa. Si es así, no puedo creer que me haya traído hasta aquí con la boca hundida en mi cuello, tampoco me sorprende, es un descarado de lo peor.

Las risas de las chicas interrumpen mi diatriba mental, me percato de que a ellas no las miran mal, a pesar de que han sido más ruidosas.

—No —responde Kealsey—. Will no tiene novias, muchas se pelean por sentarse en sus piernas, son como gatas en celo.

—Qué triste que discutan por un par de muslos —digo.

Las dos vuelven a reír.

—¿Has escuchado sobre la maldición? —pregunta Regina, quien se ve muy animada. Se inclina hacia Kealsey y hacia a mí, y habla en voz baja.

Niego con la cabeza.

—Él es la maldición, dicen que una vez le rompieron el corazón, y que por eso se encarga de romper los corazones de los que se atreven a enamorarse de él.

—Oh, basta, esas son tonterías, él es un hombre responsable que les advierte a todas que no está dispuesto a enamorarse y solo quiere follar, ¿por qué es su culpa romper esos corazones tontos? —Suena como una madre preocupada, algo que me hace sonreír.

—No son tonterías, es una leyenda urbana y parte de la cultura de nuestro barrio —repone Regina antes de echarse hacia atrás.

Nos quedamos en silencio durante lo que creo es una eternidad, no entiendo muy bien lo que sucede allá en frente, tampoco veo porque no estoy en la primera fila y hay gente más alta que yo delante de mí. El tiempo pasa y pasa y empiezo a desesperarme.

—¿Sabes cuánto tardará? —cuestiono.

—Creo que un poco más —responde Kealsey.

—Él me dijo que solo tardaría unos minutos y ya ha demorado demasiado.

—Deberías saber que la mitad de lo que dicen es mentira.

El amigo de Willburn, Omar, quien hasta ahora había ignorado nuestra conversación, le da una mirada a Kealsey.

Respiro hondo y me ruego calma, me quedo quieta esperando a que terminen. Muchos vitorean, estiro el cuello para ver que los dos se dan la mano y Willburn se lleva el dinero del centro, mueve con brusquedad a la chica que estaba en sus piernas y se levanta.

Los presentes se mueven para dejarlo pasar y lo felicitan, él ni se inmuta porque tiene la mirada puesta en mí. Viene hacia mí sin titubear, asiente hacia sus amigos sin dejar de mirarme, todo ese grupo se marcha, incluida Kealsey.

Saca de un morral dos billetes y me los da, yo los tomo de inmediato. Acto seguido, enreda sus dedos en las trabillas de mi falda y me da un jalón para que nuestras caderas choquen.

—Alguien como tú no debería venir a un lugar como este —dice en voz baja—. Eres una tentación.

Me resisto a la fuerza invisible que me empuja a pegarme más a él.

—¿Qué haces aquí, caperucita? —pregunta.

—Cuando quieres escapar no importa el refugio, lo que importa es que esté oscuro. —Me aproximo y deposito un beso cerca de su comisura, solo porque quiero oler su loción—. Gracias por el dinero.

Voy a echarme hacia atrás, pero él es más rápido, enrosca su brazo en mi cintura y me impide alejarme. Mis senos se pegan a su pecho y su nariz a la mía. La combinación de su aroma masculino, sus brazos a mi alrededor, su aliento acariciando mis labios es más de lo que puedo soportar. Solo entonces me percato de la roca que hay debajo de sus pantalones, sonrío con picardía, gesto que no pasa desapercibido, sus ojos bajan a mi boca.

Muevo las caderas un poco para tentarlo, muy despacio, pues tampoco quiero que los demás se enteren. Mi cuerpo despierta si es que estaba dormido.

Quiero decirle que está rodeado de oscuridad, que acabo de descubrir que es el escondite perfecto.

—No me provoques. —Gruñe—. Te advierto que si te metes al fuego te vas a quemar, y tengo muchas ganas de quemarte.

—Creí que no era tu tipo.

—No necesitas ser mi tipo para destrozarte, muñeca.

No se puede destrozar algo que ya está roto, no cuando ni siquiera hay pedazos, solo polvo.

Su nariz me acaricia, su cabeza baja, veo que tiene la intención de besarme. Soy más rápida, me muevo para esquivar su beso, así que sus labios tocan mi barbilla. No se ve molesto, se ve divertido.

Agarro sus brazos y hago que me suelte, antes de alejarme deposito un beso en su mejilla.

—Ya veremos quién se quema al final —susurro—. Yo no le temo a las maldiciones, cariño, ya estoy maldita.

Me muerdo el labio para no reír cuando él gime. Mientras me dirijo a la salida siento un montón de miradas puestas en mí. 


 * * *

Ya sabemos que el amigo de Rowdy se llama Omar, (aunque los que vieron el reparto en mi instagram ya sabían) y se vienen muchos personajes nuevos, les confieso que amo a Kealsey. Giselle es muy complicada, así que no se asusten jaja, les advierto. 

Los invito a que me sigan en instagram, twitter y en mi pagina de facebook, este año se viene recargado, así que dejaré adelantos y cosas así en mis redes, también  les comparto un poquito de mi vida. 

Nos vemos muy pronto :D






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