No pasó demasiado tiempo entre que llegamos y que la boda comenzó. Luego de terminar de hablar con Karid, llevé a Apaya a la casa que nos indicó, y en frente estacioné a Epona; y en ella, las pertenencias de ambos.
Pensé en salir de la aldea junto con Apaya para mostrarle algunos lugares, pero la boda comenzaría dentro de poco, y mejor fuimos a donde se estaba formando un pequeño grupo de personas, frente a la fuente de la Diosa.
Todos los miembros de la empresa de Karud, incluidos los que fui a buscar de entre las tribus de Hyrule, estaban ya reunidos frente a la fuente de la diosa Hylia. Apaya y yo, también estábamos mezclados en esa pequeña multitud; pero permanecíamos juntos para que ella no se perdiera.
—¿Ya está por comenzar?— pregunté al Goron, Kadunia.
—Pues no sé. Nadie me avisó, fue muy repentino. Aunque como no veo a Karid, seguro que ya comienza.
—Pues ya veremos.
—¡Esto será emocionante! Ya te digo yo, Link, que no imaginé que la novia sería una Gerudo.— me dijo Apaya emocionada.
—Lo sé. Se ve que físicamente es superior a Karid en varios aspectos.— dije yo sencillamente, sin entender realmente lo que quiso decir Apaya.
—Am... sí, creo que es algo que resalta a simple vista.
De pronto, la pareja salió de una de las casas; de la que yo intuía era de Karid. Ambos iban vestidos de blanco para la ocasión, con Kaenne usando un enorme velo blanco que le cubría su pelirrojo cabello y su ropa, que aun mantenía el estilo Gerudo, iba con adornos dorados. En cambio Karid, que también iba de blanco, llevaba puesto un pantalón negro bastante formal, una corbata de moño, un chaleco con solapa y cuello muy elegante, mientras que dejaba el pecho al aire; yo en ese momento no sabía si tendría que vestirme así cuando me casase con Apaya.
Luego de salir, todos les dimos un fuerte aplauso, y después de que se colocaran frente a estatua de la Diosa Hylia, el viejo sacerdote Zora, Kaporen, se colocó frente a los novios y comenzó a hablar.
—Ejem, ejem... Atención por favor. La ceremonia puede dar comienzo.— pronunció él, estando recto y con las manos en su espada.
—Ya va a comenzar...— le susurré a Apaya.
Todos guardamos silencio y prestamos atención, a todo ello, Apaya se veía muy expectante. Luego Kaporen continúa:
—Ejem... Hoy nos encontramos aquí reunidos para unir en matrimonio a Karid y Kaenne. Karid... Ante los ojos de la Diosa Hylia... en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza... ¿Aceptas a Kaenne como esposa y prometes amarla y respetarla todos los días de tu vida?
—Sí, quiero.— contestó orgulloso, Karid.
—Perfecto. Kaenne... Ante los ojos de la Diosa Hylia... en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza... ¿Aceptas a Karid como esposo? ¿Y prometes que, si la Diosa los bendice con algún vástago, su nombre se ajustará a la norma de "Construcciones Karud"?
—Un momento... Este sacerdote es un poco raro, ¿no?— le dijo Kaenne a Karid.
—¿Por qué lo dices?
Aquello me tomó por sorpresa. Básicamente le estaba diciendo que cualquier hijo que tuvieran, su nombre deberá comenzar por "Ka". Claro, esto no lo sabía Apaya, y cuando voltee a verla pude notar que estaba bastante confundida.
—¡Excusas!— exclamó Karud a lo alto ante la actitud de Kaenne.— Si tú no estás dispuesta a comprometerte, yo estaré más que encantado de hacerlo.
—¡¿En serio?!— dijo Karad al lado de él.
—¡Claro, es un hombre de lo más «kapáz»!— dijo el Orni, Kadali, bromeando.
—¡Todo un «kampeón»!— exclamó el pequeño Goron, Kadagoro.
—¡Vamos, «kásate» con él!— dijo el Goron mayor, Kadunia.
—¡Así se habla, «kamaradas»!- volvió Karid, con energía.
—¿Después me explicarías porque tanto "Ka", Link...?— me dijo Apaya en voz baja, a lo que yo le asiento con la cabeza mientras río entre dientes.
—Hum...— Kaenne se pone un tanto pensativa, pero luego se coloca una mano en su cintura y responde.— En fin. Sí... quiero.
—Perfecto.— volvió el sacerdote.— ¡Ejem! Querida Diosa, te ruego que recibas en tu seno a esta nueva pareja.
De pronto, la campana de la fuente comenzó a sonar, varios arrojaban pétalos de rosas, otros aplaudían y celebraban a lo alto la unión de la pareja. Por nuestra parte, Apaya y yo también aplaudíamos; aunque podía decir que ella se veía más contenta que yo, incluso daba saltitos.
—¡Ya está, Link! ¡Están unidos en santo matrimonio!
—Les deseo toda la felicidad del mundo en su nueva vida como marido y mujer.— continuó Kaporen, dando cierre a la ceremonia.
...
Era ya de noche desde hacía un buen rato y todos, excepto el viejo Zora, estábamos alrededor una fogata frente a la casa de Karid; ahí nos resguardábamos del frio. Y como era natural, varios iniciaron alguna conversación a partir del tema de Karid.
De todos ahí, solo había dos parejas, y yo formaba parte de una de ellas. Lo cual era, para mí, muy reconfortante.
Apaya y yo estábamos cubiertos por una pequeña manta, a la vez que ella estaba muy pegada a mí, tanto que estábamos compartiendo calor mientras miraba a la fogata, y yo tenía mi mano sobre su hombro.
—Entonces... tú, muchacho.— me dijo Karud.— Karid me ha contado que ayudaste en la construcción de la aldea.
—Así es.— contesté sencillamente.
—Pero... ¿Fuiste contratado? ¿Tu nombre empieza por "Ka"?
—Este...
—No, Karud. Este muchacho no fue contratado por la compañía.— dijo rápidamente Karid junto a su esposa.
—¿Entonces?
—Más bien, él actuó como mi proveedor de madera para la construcción.
—Y podría decirse que también como reclutador.— bromeó Kadali agitando un poco sus plumas.
Varios de ahí ríen, incluído yo.
—¿Por qué "reclutador"?— preguntó Apaya.
—Este chico fue capaz de buscar y encontrar al personal adecuado para los estándares de la compañía.— dijo Karid.
—Casi todos los que trabajamos aquí, fuimos reclutados por él.— dijo Kadunia.
—No sabía eso...— dijo Apaya asombrada y viéndome.
—Por cierto, ¿Cuál dijiste que era tu nombre...?— volvió Karud.
—Link.
—Hum... lastima. Habrías sido un buen añadido a la compañía. Igual, hiciste un buen trabajo.
—Gracias.— dije humildemente.
—Pero no eres un reclutador, ¿o sí?— preguntó el pequeño Kadagoro.
—No, no lo soy.
—¿Y a que te dedicas entonces? Hasta donde sé, eres un viajero
Cuando Karid me preguntó eso, yo me puse un tanto pensativo, ya que en realidad no sabía cuál era la respuesta real. ¿Debía contestar lo que fui o lo que soy ahora? o más bien, ¿hay alguna diferencia entre lo que fui y quien soy ahora?
—Se podría decir que soy un... soldado.— contesté un tanto indeciso.
Varios ahí me miraron de forma extrañada, como si no entendieran a lo que me refería.
—¿"Soldado"? ¿En serio? Te habría creído más si me hubieras dicho algo como "aventurero" o "guerrero"— dijo Karid en tono de broma.
Apaya me mira, se veía una tanto preocupada.
—Entonces, ¿de verdad eres un soldado? ¿A qué reino o tribu sirves? ¿O vienes de más allá de Hyrule?— preguntó Kaenne muy interesada.
—No, no. Soy de Hyrule... sirvo al reino de Hyrule.
Ellos me vieron aun más extrañados, casi ladeando sus cabezas. Era como si estuvieran tratando con un loco.
—Amigo... ¿estás bien o acaso eres alguna clase de fanático?— preguntó Karud levantando una ceja.
—No. ¡De verdad que soy un soldado de Hyrule!
—Ajá... de un reino que cayó hace más de cien años...— dijo de nuevo Karud.
—Bien... entiendo que tal vez no me expliqué correctamente.— dije haciendo un pequeño ademán con ambas manos.
—Entonces explícate, muchacho.
—Está bien... Aunque quizá sea demasiada información que procesar... Soy un soldado del reino de Hyrule, caí en batalla durante en cataclismo y fui salvado y preservado por los Sheikahs. Hace algunos meses que desperté y me fue dada la tarea de detener a las cuatro bestias divinas y destruir el aura maligna del castillo, Ganon, el cataclismo.
—¡Espera! ¿Estás diciendo que el Hyliano que detuvo a Vah Naboris, fuiste tú?— preguntó Kaenne.
—Pues... Cómo decirlo...
—Ahora que lo dices, en mi tribu también se habla sobre un Hyliano, descendiente de un campeón, que ayudó a Teba a detener a Vah Medoh.— dijo Kadali, pensativo.
—Pues yo no sé nada sobre quien calmó a Vah Rudania, aunque escuché algo sobre el pequeño Yunobo.— dijo Kadunia.
—Bien... No soy el descendiente de un campeón. Soy un campeón. Y sí, yo detuve a las cuatro bestias divinas.— dije un tanto molesto.
—Por lo que dicen ellos, puedo admitir que puedes ser un guerrero muy impresionante; pero auto-proclamarte "Campeón". No sé si de verdad entiendes lo que dices, muchacho.— volvió Karud.
—Pero si de verdad lo... soy.
—¿No te basta solo con el reconocimiento por derrotar a las cuatro bestias?— siguió Karud.
—¿Tienes alguna forma de probarlo?— dijo Kaenne, de forma neutral.
—Link... la tableta.— me susurró Apaya estando abrazada de mi brazo derecho.
Y entonces se me ocurrió mostrarles la tableta.
—Miren.— dije quitándomela de mi cinturón.— Este artefacto me fue dado cuando desperté, es de los Sheikah.— luego de decirlo la encendí para que pudieran apreciarla.
—Wow...— exclamaron varios al verla.
—¿Podría ser...?— dijo Kaenne aun sentada junto a Karid.
—Chico, admito que eso es muy impresionante y todo, pero muchos aquí realmente no sabemos que es ese artefacto... ¿no tendrías algo más?— dijo Kadunia.
—Pues... ¡Ya sé!— dije para luego desenvainar la Espada Maestra.— Esta es la legendaria espada que doblega la oscuridad, según la leyenda solo el héroe puede blandirla, la encontré en mi periplo, y pasé la prueba en el bosque.
Varios se le quedaron viendo por algunos segundos, estando muy pensativos en si creer en mis palabras. Solamente Karud habló esta vez.
—Aun si esa espada es la que dices que es, creo recordar que la leyenda hablaba de un héroe más allá de las generaciones... aun con todo... ¿Cómo podemos saber que de verdad eres de la época que dices...?— siguió Karud, esta vez casi convencido.
—Dice la verdad...— dijo de pronto el viejo Kaporen, desde la puerta de la casa de Karid, recién había salido.
Todas las miradas, de repente, viajan hacia el viejo Zora.
—Él es el héroe que cayó en batalla contra el mismísimo Cataclismo, Ganon... Si hay alguien tan longevo como para recordar a alguien, ese soy yo. Y si hay alguno que no confíe en mi palabra, que hable con el mismísimo rey Zora.
Nadie dijo nada ante el viejo Kaporen, sus palabras eran bastante más convincentes que las mías y que la de mis posesiones. He de admitir que en ese momento me sentí un poco más aliviado, pues Apaya no iba a poder ser capaz de hablar frente a varias personas; aun para defenderme.
Algo en lo que no me había puesto a pensar mucho, era en como se tomaría todo el reino la noticia de mi existencia, pues todo este tiempo solo me he juntado con gente que no tuvo problemas en reconocerme, como lo son los Sheikah y los Zora.
Igual, no se habló mucho después de la pequeña discusión y todos se dirigieron a sus casas al poco rato, incluyéndonos a Apaya y a mí.
...
Doy gracias a que en la versión de Latinoamérica, los Goron no dicen la palabra "Goro" a cada momento en sus diálogos. Esto es verdad, pueden revisarlo xD
Una disculpa si no hubo mucho ApayaXLink en este cap, pero les prometo que en el siguiente habrá de sobra ;)
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Hasta la próxima semana.
-GMI-