Por culpa de un instante (Com...

By BiancaMond

4.2M 361K 179K

Un malentendido lleva a Brenda a enemistarse con el chico más popular del curso. Pero Lucas no es tan malo co... More

Sinopsis
1. Pulga
2. Lucas Urriaga
3. Un infierno para ti
4. El que ejecuta el bajo
5. Trato hecho
6. Durazno
7. El Bar Polzoni
8. Por fin un amigo
9. La melodía del amor
10. Esta no es una cita
11. Hubiese preferido alacranes
12. Nada es lo que parece
13. ¿Quién pierde este juego?
14. Memorias de una dulce venganza
15. Sólo resta confesar
16. Por culpa de un instante
17. Esta tampoco es una cita
18. Una aterradora verdad
19. El amor es ciego
20. Veintiuno de julio
21. Mi lugar favorito
22. Ni el héroe ni el villano
23. No podemos
24. Debo sacarla de mi cabeza
25. Sabía que esto pasaría
26. Cálmate, Pulga
27. Yo... ¿De novia?
28. Estaba jugando conmigo
29. Puedo ser un perfecto idiota
30. A veces, la verdad duele
31. Un dúo inesperado
32. Un "te quiero" en sueños
33. No puedo perder
34. No me importa perderme si es con él
35. Me hubiese quedado en la cabaña
36. Una oportunidad
37. Se acabó la farsa
38. Ya acéptalo, Brenda
39. Tu novio falso
40. Los latidos de tu corazón
41. El lugar que se ha ganado
42. No es el momento
44. Una llamada "de rutina"
45. ¡Ya sólo vete!
46. Son los celos...
47. ¿Esto es un maldito juego para ti?
48. Deberías saberlo
49. ¿Dejà vú?
50. Vegvisir
51. La confianza es la base de una relación
52. Lo que le prometí
53. Dejé que me lastimaran
54. Lo arruiné
55. La pareja perfecta
Epílogo
Novedades y agradecimientos
Ese último momento

43. Esta sí es una cita

66.4K 5.9K 3.3K
By BiancaMond


Stacy está tirada en su cama, hablándome de su ballet desde hace un buen rato. Mientras yo me arreglo para la cita.

Me he puesto una ropa cómoda y unos tenis, como me aconsejó Lucas. No sé qué clase de salida tiene planeada para nosotros, porque se mostró muy reservado al respecto, y eso hace que esté incluso más emocionada.

Me estoy arreglando el cabello delante del espejo, en un intento por hacerme una trenza, pero ninguna me gusta demasiado, así que las deshago y lo vuelvo a intentar reiteradas veces.

Consulto mi reloj. Ya hacen diez minutos desde que Lucas me escribió un mensaje diciendo que pasaría por mí enseguida, por lo que debe estar por llegar.

—¿Podrías ayudarme con esto? —le consulto a mi hermana, empezando a perder la paciencia, porque ya se está enredando mi cabello y no consigo hacerme el bendito arreglo.

Ella se acerca, observándome con una mirada curiosa. Se ubica detrás de mí y comienza a peinar mis mechones con cuidado.

—La quiero un poco suelta, pero no lo suficiente. Para que se note que me peiné —le explico, haciéndola reír—. ¿Crees que deba colocarle un moño, o ya sería demasiado?

Ella ignora mi pregunta, reemplazándola por otra.

—¿Estás segura de que vas a salir con una amiga? —insinúa, con una sonrisa—. Yo creo que Tadeo y tú se darán otra oportunidad.

—Ya te dije que sólo somos amigos —evito su mirada, que busca la mía a través del reflejo.

—¿Entonces vas a salir con otro chico? —se le ocurre, de repente—. ¡No me digas que la razón por la que terminaron fue porque lo estabas engañando!

Oh, no. Lo que me temía. ¡Y pensar que todo empezó para acallar los rumores y ahora, por culpa mía, mi amigo se arriesga a ser víctima de otros nuevos!

—No, Stacy. ¿Cómo puedes pensar eso? —le reprocho.

—Bueno, es que nunca te he visto tan nerviosa por una salida... Se nota que es importante para ti.

Sí, lo es. Y, a decir verdad, mi novio ya está empezando a retrasarse.

Busco evitar el interrogatorio de Stacy, para no seguir con el tema.

—¿Cómo van las cosas entre Bruno y tú?

Desde mi punto de vista, no la veo del todo emocionada. Ya no muestra esa sonrisita embobada cada vez que se escriben.

Ella se encoge de hombros.

—Sabes cómo es él... —contesta, un poco desanimada—. Quiere llevar las cosas demasiado rápido y le cuesta entender que aún no estoy lista para olvidar lo que me hizo.

Volteo y la aprieto en un cálido abrazo.

—¿Aún lo quieres? —le consulto, porque creo que eso es lo principal.

—Sí, pero me cuesta volver a confiar en él.

—Lo entiendo —me aparto un poco y me fijo en sus claros ojos vidriosos—. Y, si él te quiere, también tendrá que entenderte y esperar el tiempo que sea necesario.

Me muestra una sonrisa y asiente.

—Dice que me va a esperar. Pero la otra noche intentó besarme, no se lo permití y creo que se molestó un poco.

Ese Bruno nunca va a cambiar.

—Está bien, sólo tómate tu tiempo —le aconsejo.

Me alegra que ella le esté demostrando que no tendrá todo tan sencillo como lo tuvo las primeras veces.

Le escribo un mensaje a Lucas, quien debía estar aquí desde hace al menos quince minutos. Sin embargo, ni siquiera me lee. Me recuesto a ojear un libro y se me pasa el tiempo, hasta que me doy cuenta de que ya hace casi media hora desde que me avisó que estaría aquí en breve. Le escribo un mensaje nuevo, pero no quiero parecer una novia insistente y cargosa. Probablemente su padre lo retuvo un momento.

Me meto a la habitación de mamá y me recuesto a su lado, para entretenerme con la serie que está viendo.

—¿Van a pasar a buscarte? —me pregunta, un momento después.

—Sí... —consulto mi reloj y comienzo a impacientarme.

Aún no ha leído mis mensajes.

Estoy empezando a concebir la idea de que me ha dejado plantada. Cuando mi celular comienza a vibrar y, al revisar, descubro que se trata de él, avisándome que me espera abajo.

Me despido de mamá y me dirijo hasta su camioneta, que está estacionada afuera. Abro la puerta y no puedo evitar lanzarle una mirada de reproche, mientras me acomodo a su lado.

—Lo lamento, se me hizo tarde —se disculpa.

Se ve tan apuesto que difícilmente me pueda sentir molesta.

—¿Tuviste algún problema en tu casa?

—No —pone en marcha el motor y comienza a mover el vehículo. Pero no se digna en darme explicación alguna.

¿En serio? ¿Luego de hacerme esperar casi una hora?

Procuro mantener la serenidad, a pesar de que esa es una de las cosas que más me cuesta en el mundo. Y hago un nuevo intento por obtener una respuesta coherente.

—Entonces, ¿qué ocurrió? ¿Te quedaste dormido?

Él parece algo nervioso ahora, no me mira a la cara.

—No, tampoco fue eso —evade mi primera pregunta, sin disimular. Sujeta el volante con una mano y baja la otra hasta enredarla entre mis dedos—. ¿Tienes hambre?

Estoy a punto de contestarle que sí, que me muero de hambre, cuando la música que estaba sonando termina y el nombre de la lista de reproducción se hace presente en la pantalla de su radio, como dándome la respuesta a lo que está ocurriendo y que él, evidentemente, se empeña en ocultar.

"Sam".

Suelto su mano de inmediato y frunzo el ceño.

Decir que quiero matarlo, es ser condescendiente.

—¿Qué se supone que es eso? —pregunto, señalando ahora la pantalla.

—Es una lista de músicas que creó mi mejor amiga —contesta, haciendo énfasis en la palabra "amiga" y buscando restarle importancia al asunto e ignorar el hecho de que, al lado de su nombre figura un corazón.

—¿Y tenías que ponerla justo ahora que estás conmigo?

—No la puse yo... —vuelve a tomar mi mano, antes de manifestar lo siguiente—. La puso ella, hace un momento.

Y es así como ese enojo que siempre busca invadirme, empieza a rogar por salir de nuevo.

—A ver, déjame entender... ¿Lo que me quieres decir es que llegaste una hora tarde a nuestra cita porque estabas con Samantha?

—No fue una hora, fueron cuarenta y cinco minutos —se defiende, haciéndome enfadar más—. Y no estaba con Sam. Ella llegó cuando estaba saliendo, por eso tuve que llevarla a casa de Lucía.

—¿Y por qué me lo ocultaste? —ya no sirve intentar mantener la calma—. No me hubiera enterado de no ser por la radio.

—No quería que empecemos mal la cita.

—Pues ahora empezamos peor. Si me hubieras dicho la verdad desde el comienzo, no estaría molesta.

Se detiene en un semáforo y se gira hacia mí.

—Estarías igual, porque lo que te molesta no es que haya llegado tarde, o la lista de reproducción —aunque yo le he alzado la voz antes, él continúa intentando mantenerse sereno en sus palabras—. Lo que te molesta es Sam. Ni siquiera haces un esfuerzo por llevarte mejor con ella.

A pesar de la rabia que siento, no dejo de aferrar sus dedos entre los míos.

—¡Ah, claro! Ahora la culpa es mía. No tiene nada que ver con el hecho de que tu "mejor amiga" se muera por ti —dejo salir, totalmente enojada ya.

Entonces es Lucas quien suelta mi mano y la lleva de nuevo al volante, continuando la marcha. Los dos nos mantenemos en silencio durante un largo rato. Llevo la vista a la ventana y no la despego de allí, hasta que nos detenemos en el estacionamiento de una construcción bastante grande e iluminada.

Él suelta un breve suspiro y abre la guantera que está delante de mi asiento. Observo de reojo lo que está haciendo, simulando que sigo mirando el exterior a través del vidrio. Entonces, veo que saca algo y lo deja sobre mi regazo. Ahora sí giro mi rostro y me fijo en lo que me ha obsequiado. Me quedo con la boca abierta al notar lo que es:

Un peluche de oso panda igual al que él había ganado en la feria y que, para no dármelo, se lo entregó a una niña.

—Lucas... —intento expresar, pero me supera la ternura, por lo que abrazo el peluche y me recuesto por el hombro de él.

Me rodea con el brazo y apoya su cabeza contra la mía.

—Lamento no haberte avisado que me iba a demorar —le da un beso a mi frente.

Asiento y levanto una mano, atrayendo su rostro hasta juntar sus labios con los míos.

—Bueno, olvidémoslo. Pero no lo vuelvas a hacer.

No voy a permitir que Samantha arruine nuestra noche.

Nos besamos unas veces más, hasta que los dos estamos sonriendo de nuevo. Levanto mi regalo y lo examino embelesada.

—No puedo creer que hayas ido a la feria a conseguirme uno igual —expreso, sintiendo entre mis dedos la suavidad de la tela.

—¿Qué? ¡Claro que no! Lo que hice fue buscar a esa niña y robarle su peluche.

Comienzo a reír, mientras él apaga el motor y se baja por su lado. Hago lo mismo y caminamos de la mano hasta la entrada del lugar. Me asombro bastante al ver que estamos en un centro de juegos. De todo tipo, de video, de mesa, incluso billar y otros más.

Miro a Lucas con una sonrisa en los labios y él me la devuelve.

—Me trajiste a un lugar en el que podemos competir en todos los juegos que queramos —expreso, emocionada—. ¡Eres el mejor novio del mundo!

Mi broma le causa gracia, pero pareciera estar pensando exactamente lo mismo.

—Entonces, ¿con cuál empezamos? —me pregunta, expectante.

—Con los bolos —respondo con seguridad—. Son mis favoritos.

Él se aproxima a darme un cálido beso y se aparta de nuevo. Me entrega un pase de juegos, que evidentemente adquirió incluso antes de venir.

—Ve a acomodarte, mientras yo ordeno una hamburguesa con cheddar para mi novia y otra cosa para mí —me hace un guiño y se aleja hacia la cantina.

Parece haber pensado en todo. Incluso recordó cuál es mi comida favorita.

Me ubico en uno de los pasillos que está libre y anoto nuestros nombres en el pequeño marcador que figura en la pantalla.

Lucas se acerca un momento después, con nuestra comida.

—¿Cuál será la apuesta, entonces? —me pregunta, al instante en que arrima unas papas fritas a mi boca.

Pienso mientras me lleno el estómago, que ya estaba haciendo ruidos.

—Si yo gano... —propone él, cuando estamos terminando de comer y yo no he expresado mis términos—. Le diré a Bruno que somos novios.

Le lanzo una mirada de regaño.

—Pero si gano yo, me responderás una duda que tengo desde hace tiempo.

—Trato hecho —se pone de pie, confiando en sus habilidades, como siempre. Tanto que ni siquiera se preocupa por saber cuál es esa duda.

Te voy a hacer morder el polvo, Lucas Urriaga.

Tomo una bocha y hago mi primer tiro, derribando más de la mitad de los pinos. Me giro hacia él con una mirada de superioridad.

—Recién estamos empezando, Pulga —se burla—. No cantes victoria tan pronto.

Efectivamente, al cabo de unos tiros más, el marcador está totalmente a su favor y yo comienzo a sentir la desesperación.

No puedo dejarle ganar, porque si lo hago, Bruno se enterará de lo que siento por Lucas y se burlará de mí hasta el último día de mi vida.

Empiezo a perder la calma y sentir la competencia empujar todo mi ser hacia la victoria. Sin embargo, entre más busco concentrarme, más me cuesta hacerlo. Y Lucas, quien está mucho más relajado que yo, consigue hacer tiros casi perfectos.

Olvidé que se le dan bien los deportes.

Mi ceño lleva fruncido demasiado tiempo. Entre más se aleja su puntaje del mío, más me inquieto. Tanto que, en una oportunidad, arrojo la bola con tanta fuerza que se desvía al pasillo de al lado y el grupo de amigos que está jugando allí, me mira como si estuviera loca.

—Vamos, Pulga. Relájate —Lucas se ubica a mi espalda y masajea mis hombros por un instante, hasta que lo retraigo con un movimiento. Se asombra un poco debido a mi actitud y protesta—. No puedes ser tan competitiva.

—No voy a dejar que Bruno se entere de lo que siento por ti y arruine mi reputación de por vida —contesto, analizando el camino para lanzar un nuevo tiro.

—¿Tu reputación se va a arruinar por ser mi novia? —pregunta, un tanto ofendido.

—Sabes a qué me refiero. Bruno no va a dejar pasar el hecho de que siempre dije que te odiaba...

—Yo también lo dije —insiste—. En ese caso, se burlará de los dos.

Volteo y lo miro, fastidiada porque mi tiro ha fallado de nuevo.

—Tú eres su amigo, Lucas. A mí, sin embargo, me detesta. Estoy segura de que no me dejará en paz cuando se entere. Y aún no estoy preparada para eso.

Él me muestra una sonrisa comprensiva y me estrecha entre sus brazos.

—Está bien, en ese caso, cambiemos la apuesta.

Niego. Echarme atrás será incluso peor que perder.

—Sólo continuemos —defino.

Todavía me quedan varios tiros para revertir el marcador y, asombrosamente, consigo hacerlo de a poco. No porque yo haya mejorado mis movimientos, sino porque él ha empeorado los suyos. Y no me doy cuenta hasta que el juego termina y empiezo a dar saltitos de entusiasmo, al ver que he ganado.

—Eres un perdedor —me burlo, desbordada por la emoción.

Lucas me sonríe con más alegría de la que hubiera mostrado, incluso de haber salido victorioso. Me mira con tanta satisfacción que enseguida entiendo que sí, me dejó ganar.

Rodeo su torso entre mis brazos y nos quedamos así, en medio del pasillo, hasta que una voz infantil nos recuerda que no estamos solos.

—Disculpen, ¿podemos usar el juego?

Tres niños nos están mirando, con una graciosa expresión en sus rostros.

—Claro —los dos nos alejamos entre risas, sin soltarnos la mano.

Nos sentamos en un banco y Lucas se gira hacia mí.

—Está bien, ahora dime cuál es la duda que tengo que responder por haber perdido.

—Bueno, siempre te mostraste evasivo al respecto y quiero saber... ¿Cómo perdiste tu celular?

Sus ojos se agrandan levemente y desvía su mirada de inmediato.

—¿De verdad quieres saberlo?

Asiento. Entre más parece querer evitarlo, más quiero saber.

—Perdiste, así que tienes que decírmelo.

Medita un momento y al rato suelta un suspiro.

—Lo arrojé de la terraza una noche, porque estaba muy enojado...

—¿De verdad? —pregunto asombrada. No me imagino qué clase de situación tuvo que haber atravesado para hacer algo como eso. Me acerco un poco más y tomo sus manos entre las mías—. ¿Y por qué te pusiste así?

Sonríe levemente, pero más como una manera de ocultar la vergüenza que lo invade.

—Cuando creí que te habías puesto de novia... No lo pude soportar —ni siquiera me ve a los ojos ahora que me lo confiesa—. Pasé una noche un poco dura luego de ver ese beso que le diste a Tadeo.

Debería sentir compasión por esto. Lo sé. Pero en vez de ello, me echo a reír de inmediato.

Levanta una ceja.

—¿Se puede saber qué es tan gracioso?

—Nada —respondo—. Lamento que hayas visto eso. Pero me pone feliz saber que llevas un tiempo loquito por mí. Gloria también me contó que fuiste tú quien me regaló el vestido para la obra.

—Bueno, ahora lo sabes —contesta con timidez, atrayéndome en un abrazo.


Nos dedicamos a jugar la competencia de baile en la máquina. Esta vez, sin mayor apuesta que un helado. Al terminar, Lucas me compra uno de durazno porque ahora sí me llevé una justa victoria.

—Gloria está muy contenta de que estemos juntos —le comento, mientras jugamos al Jenga—. Me dijo que quiere tener una salida con nosotros.

—Ya le dije que no lo aceptaré —contesta él.

—¿Por qué no?

Se concentra en mover la pieza, porque es su turno y, una vez que logra colocarla con cuidado en la cima de la torre, se dirige de nuevo a mí.

—Porque me va a avergonzar.

—Vamos, Lucas. No seas así —lo regaño—. Sólo será una cena.

Se encoje de hombros y me indica que haga mi próximo movimiento.

—Puede salir a cenar con cada uno por separado —se excusa, mientras yo saco la pieza con cuidado.

¿Por qué tenemos que hacer todo por separado?

—O, tal vez, podemos ser una pareja normal y salir a cenar con tu... —me detengo ahí, porque no encuentro el término exacto para describirla. No es su madre, aunque se comporte como una; ni su madrastra, porque no está con su padre. Así que no sé cómo definirla y Lucas se cansa de esperar.

—Iré a traer algo de tomar. No hagas trampa.

Se aleja hacia la cantina y yo me cruzo de brazos. Tendré que ir yo sola a cenar con Gloria uno de estos días.

Ya es suficiente con tener que apartarnos cuando estamos con gente que no sabe de nuestro noviazgo. Pensé que al menos podríamos ser una pareja normal delante de Tadeo y Gloria.

—¡Mi amor! ¡Ven a ver esto!

Escucho a un costado y, por un segundo, creo que Lucas me está llamando. Hasta que me fijo en que se trata de otra pareja. Y, ahora que lo pienso, él y yo nunca nos hemos tratado de esa manera. Su máxima expresión de cariño es llamarme "Pulga" y yo soy peor, ya que sólo le digo por su nombre. Me pregunto por qué nos comportamos así. ¿Será que aún nos cuesta demostrarnos del todo nuestros sentimientos?

Se acerca con dos jugos y coloca uno delante de mí.

—Gracias... —hago el intento de decirle "mi amor", pero me quedo con la palabra en la boca.

Él abre el envase y se bebe su contenido.

—¿Ya hiciste tu movimiento? —pregunta al terminar.

Asiento.

—Ahora te toca a ti.

Lo observo mientras mueve la pieza, preguntándome por qué no fui capaz de decírselo.

—Ya es tu turno, Brenda.

"Brenda"

No le contesto, me limito a hacer mi jugada en silencio. Él me mira y parece advertir que estoy pensativa.

—Si vas a ponerte así por lo de Gloria, podríamos apostarlo —su propuesta me hace llevar la vista a sus ojos—. Si ganas, iremos a cenar con ella juntos. Y, si gano yo, iremos por separado.

Me encojo de hombros.

—No quiero forzarte a llevarme contigo o a llamarme de otra manera si no quieres.

—No es que no quiera llevarte conmigo —se excusa—. Además, ¿a qué te refieres con la manera en que te llamo? No entiendo.

—Olvídalo, Lucas —pronuncio su nombre con frialdad, para ver si eso hace que se dé cuenta. Pero él sólo expresa incertidumbre en su mirada.

De un brusco movimiento, termino echando al suelo la torre de madera y lo veo reír.

—Bueno, aunque lo hubiéramos apostado, ya habrías perdido —se jacta.

Consulto mi reloj y me doy cuenta de que ya es tarde. No quiero que mamá se preocupe.

—Deberíamos volver.

Él asiente y caminamos hasta el estacionamiento. Me menciona algunas cosas por el camino, pero no le hago mucho caso. No puedo dejar de pensar en que debería volver a intentar decírselo.

Nos bajamos delante de casa y nos detenemos en el pórtico. Lo percibo un poco decaído.

—No te gustó la cita... —afirma, entrelazando mi mano libre, porque con la otra sostengo mi peluche.

—¿Bromeas? ¡Me encantó! —le aseguro.

Sonríe levemente, pero no parece convencido.

—Entonces, ¿por qué estás así? Te ves pensativa desde hace rato.

Me recuesto contra su pecho. Evidentemente, lo hice preocuparse.

—No pasa nada, Lucas.

Él sube una mano y la aloja en mi mejilla, eleva mi rostro hasta mirar mis ojos.

—¿Estás segura? Si te ocurre algo, puedes decírmelo, mi amor.

Al escucharlo, me quedo helada por un segundo, y me derrito al siguiente. Me lo dijo con total naturalidad, y mientras tanto, yo me hacía ideas tontas.

Niego y me aferro más, apretando el peluche con fuerza contra su pecho.

—Te quiero —expreso, sintiendo que se me llenan los ojos de lágrimas de alegría.

—Yo también, mi Pulga.

Continue Reading

You'll Also Like

102K 17.3K 30
Aisha deberá investigar cómo deshacer el vínculo que la une a un desconocido antes de que se enamore de él. ...
143K 17.4K 38
la Soltera Samanun Anuntrakul mejor conocida como Sam, es una diseñadora de moda reconocida de todo Bangkok, una casanova incorregible con un ego po...
3.1K 105 30
esto será una historia se tratará de Missa y ships con Missa
9.9K 1.9K 33
Aurora y Theo se entrelazarán en una relación algo disfuncional, pero que para ambos será lo suficientemente buena como para intentarlo, sin importar...