— INTRO —
Narrador
—Por favor cuéntame la historia una vez más.
—Monse, ya es muy tarde y te pasaste la hora de dormir.
—Porfavoooor —Insistió a su padre.
Frederick apagó la lámpara, dio media vuelta para salir de la habitación pero se detuvo, Monse le estaba agarrando de la mano.
—Por favor prometo que será la última vez.
—Lo mismo me dijiste hace un par de días —respondió mientras se acercaba a Monse. —Espero y esta vez cumplas tu promesa.
Monse asentó con la cabeza.
—Esta bien pero no le digas a mamá, no le agrada mucho que hablemos sobre esta historia.
—Guardaré el secreto como un tesoro.
Frederick sonrió, se sentó a los pies de la cama y comenzó a narrar.
—Pasó hace muchos años, la gente se preguntaba si sería el fin.
》El caos, la masacre.
Millones de personas murieron a causa de los misiles, aquellas que quedaron no resistieron a la radiación tras la explosión, las personas que sobrevivieron lo hicieron ocultándose en búnkers.
Estuvieron en contacto por varias semanas hasta que comenzaron a ser atacados.
¿Humanos? ¿Moustros?
Habían treinta y dos búnkers en todo el mundo, en comunicación unos a otros.
Presidentes, celebridades, millonarios y el futuro del mundo "jóvenes seleccionados con buenos rasgos y conocimientos avanzados para repoblar la tierra"
Diez bunkers no resistieron a las explosiones, dos tuvieron fallos, quedando sin energía o sin recursos los primeros días y nueve fueron atacados.
Quedaron trece, los cuales ocho perdieron comunicación, posiblemente atacados.
La gente comenzó a asustarse, no sabían que eran las criaturas que atacaban los búnkers y tampoco sabían si serían las próximas.
Con el paso del tiempo, comenzó a faltar recursos, redujeron la cantidad de comida diaria al igual que el agua.
Comenzaron a crear nuevas reglas, cómo la prohibición de relaciones íntimas entre personas.
Y la pena por este era la muerte.
¿Por qué?
No había alimentos, no había espacio.
¿Cuál era el problema?
Un "hijo"
Una mujer embarazada era un cargo más, no podían darse el lujo de tener un hijo, sería un bebé que cuidar y una boca más que alimentar.
No pasó mucho cuando descubrieron a una pareja de tortolos en pleno acto escondidos en una de las habitaciones, tomaron a la pareja, fueron encarcelados para después ser ejecutados, pero llegado el momento ocurrió un motín.
Por una parte la mayoría de la gente apoyaba y justificaba la muerte de la pareja pero la otra abogaba para la salvación y el perdón de ambos.
Las palabras y amenazas se hicieron actos, comenzaron a matarse por enojo y después por supervivencia.
Otros escaparon pero nunca se supo de ellos.
El búnker prácticamente se auto destruyó.
La gente perdió la esperanza, pues parecía que la radiación no disminuía, solo quedaron cuatro búnkers, los días se hacían cada ves más cortos, perdieron la noción del tiempo, pasaron los años, y todos los recursos comenzaron a agotarse.
Pero en uno de los búnkers no perdieron la esperanza, decidieron preparar a un joven para que esté pueda salir al exterior y comprobar los niveles de radiación. Se llamaba "Stephan", era alto y apuesto, lo alistaron con equipos de radiación, él saldría afuera con un tiempo estimado de dos horas.
Salió pero todo seguía igual, no había señal de vida ni de vegetación.
Siguió buscando pues se negaba a aceptar que la tierra seguía infértil. Y así, después de mucha búsqueda decidió regresar. Ahi vió su esperanza, pues en el camino, entre todo el vacío encontró un brote creciendo en la tierra.
Regresó e informó la existencia de vida.
¿Podría ser momento de salir?
Talvez no, pero era necesario, si se quedaban iban a morir de hambre asi que decidieron salir.
Tardaron varios meses en planear la salida, y la revisión de sus zonas. Se comunicaron entre búnkers, pusieron una fecha de salida y un punto de encuentro
Cuándo el día llegó, fue uno de los más importantes, era como pisar otro planeta.
El cielo era de otro tono, el suelo tenía muchas grietas y había mucha niebla a lo largo del camino. Pese a todo, las personas se sentían libres...
Proseguía el encuentro, todos los sobrevivientes decidieron que fuera en "Tarth" el bunker más grande.
Unirse y planear una nueva vida entre todos.
Prepararon sus caravanas y empezaron a caminar, guiados por un mapa. Días e incluso meses de caminata.
Era difícil visualizar y seguir el camino, había mucha neblina.
Las tres caravanas tenían el mismo problema, lo que las retrasaba, especialmente por las noches.
Pasaron seis meses de caminata, pudieron observar que en el camino habían varias partes de la tierra donde crecían más brotes lo cual era bueno pues la tierra estaba recuperando su fertilidad.
Y con suerte llegó una de las caravanas, fueron revisados y desinfectados. Casi la mitad estaba enferma, había mucha gente que tenía bastante radiación interna y les negaron la entrada a Tarth.
Fue un momento desgarrador, las personas lloraban y gritaban deseando entrar pues habían caminado demasiado. Pero sin interés les cerraron las puertas.
No pasó muchos días y llegó la otra caravana, la mayoría entró ya que el camino que siguieron tenía menos radiación.
La última caravana no llegaba.
Pasaron días y cuando ya los daban por muertos, recibieron una llamada en la radio, eran ellos.
Hablaba "Stuart" el encargado del búnker restante, estaban a salvo y con más gente, pues habían encontrado un pueblo con más sobrevivientes.
Era un punto ciego, donde no llegó la radiación ni los misiles...
Aquellas personas fueron amables, ayudaron a la caravana cuando estaba apunto de perderse por la neblina, les dieron de comer y una cama para dormir, el lugar se llamaba "The Last"
Stuart intentó realizar una alianza entre Tarth y la gente del pueblo, pero fue muy complicado, las personas de Tarth estaban necios en realizarla.
Stuart hizo todo por convencerles y unir a ambos lugares, ya que tiene dos hijos gemelos, uno está con él pero el otro posiblemente se encontraba con ellos.
Pues cuando abordaron los aviones para dirigirse a los bunkers antes del apocalipsis, hubo una equivocación y quedaron separados.
Parecía envano, no querían la alianza pero fue cuestión de tiempo, les faltaba bastantes recursos, Tarth no contaba con ellos pero The Last si, ya que por ser un punto ciego de la radiación la tierra era fértil al igual que sus ganados.
Así que ambos se unieron.
Llevo tiempo, tuvieron muchos desacuerdos, se llevó a cabo reuniones donde pusieron normas y escogieron líderes de cada lugar para su cumplimiento.
Hablaron de todo lo ocurrido, de los ataques y de aquellas criaturas que habían, así que trabajaron juntos y construyeron dos murallas en cada lugar, ubicaron y marcaron un camino entre ambos.
Las cosas mejoraron y parecía que todo iría bien ya que poco a poco la radiación estaba disminuyendo.
Pero se olvidaban de algo.
Aquellos moustros o criaturas que habitaban en los bosques de radiación.
Tenían que estar preparados por si algún día los encontraban.
Y así... pasó 30 años y hasta ahora no se encontró ningún rastro de las criaturas, al parecer desaparecieron o quizás solo están ocultas en bosque.
—¿Y que pasó en esos 30 años? —Preguntó.
—Es muy tarde Monse talvez termine de contarte la historia otra noche.
Monse comenzó a bostezar por el sueño, se acomodó entre las sábanas mientras su padre la tapaba con las cobijas.
Se levantó de la cama acercándose a la puerta.
—Buenas noches hija.
—Buenas noche papá, gracias por contarme la historia una vez más.
Él salió del cuarto, pensativo y temeroso, entró en su dormitorio y se encontró con Ellie, su esposa, quien estaba mirando la calle por la ventana.
—¿Por qué tardaste tanto?¿Volviste a contarle la misma historia cierto?
—Claro que no, prometimos no hablar sobre el tema de nuevo —respondió acercándose
—¿Sabes? Siempre miras hacia arriba cuando mientes.
Sonrió y tomó de la mano a Fred.
—Tengo miedo, miedo de que vuelva a suceder, ellos siguen con la misma idea y no saben con qué se están metiendo.
—Tranquila, no te preocupes mi cielo, yo estaré aquí para ustedes siempre.
Hola !!
Quiero que sepan que si llegaron hasta aquí me hacen muy feliz!
Espero la estén pasando muy bien.
Y que la trama les sea de su agrado.