—Taylor ¿estás bien? — preguntó el señor Mason con aspecto preocupado.
—Sí, no fue nada. Le dije que puedo con estas cosas — Aseguré con una sonrisa tranquilizadora.
— ¿Segura? — Insistió, por lo que asentí. Se giró hacia Dylan y palmeo su hombro —. Gracias por ayudarla muchacho, puede que sea fuerte, pero sigue siendo una señorita. Hiciste bien — le dijo dándole una palmadita en el hombro y mirándolo con una sonrisa orgullosa. Dylan solo asintió, entonces el señor Mason les dijo a todos que siguieran con sus cosas y regresó a la recepción.
Dylan y yo volvimos a mirarnos.
—Gracias por la ayuda, pero ya lo tenía –dije.
Una sonrisa estuvo a punto de aparecer en su rostro, pero volvió su mirada seria inmediatamente.
—Sí claro... como digas, Gnomo — Respondió sarcásticamente y me dio la espalda para irse.
No entiendo porque me llama "Gnomo", pero tampoco es algo que me interese pensar mucho. Tomé de nuevo la cuerda de saltar y me acerqué a donde estaba Emily. Ella ya había retomado sus ejercicios.
—Tienes un buen gancho izquierdo — Murmuro ella con voz agitada, sin dejar de saltar.
—Gracias — le contesté mientras empezaba a saltar a su lado.
Mientras saltaba vi a Dylan levantando unas pesas. Cuando llegué, todo el mundo me dijo que era una especie de demonio o algo así, pero yo no pienso eso, creo que es una personal difícil nada más... y sí, con un carácter no muy agradable, pero no es tan malo como todos lo hacen ver, quiero decir, no es un mal tipo después de todo. No es un Mike, que va por ahí jodiendo con la gente.
Después de entrenar, Emily y yo fuimos al vestidor de chicas a cambiarnos. Sustituí mi ropa de deporte sudada por unos jeans negros ajustados, una blusa beige holgada y mis botines negros. Era una chica a la que le gustaba verse bien, pero tampoco me iba a los extremos y usaba tacones hasta para ir al súper. Me consideraba con un estilo cómodo, pero femenino.
—Te veo mañana Tay — dijo Emily mientras me ponía las botas.
—Nos vemos — contesté con aire distraído.
Para cuando salí del gimnasio, ya se habían ido varios chicos. Me despedí del señor Mason como siempre, ajusté mi chaqueta y me colgué mi mochila al hombro antes de empezar a caminar. Me encanta caminar, siempre me ha parecido relajante, es el momento donde me dejo llevar por mis pensamientos.
Estaba tan perdida en mi misma que no di cuenta cuando choqué con la espalda de alguien. Caí sobre mi trasero en la calle, cuando él susodicho se dio la vuelta me encontré con la cara de Dylan y una expresión de molestia combinada con sorpresa en ella. Nuestros ojos se encontraron y extendió la mano en mi dirección, la tome y él me levanto sin esfuerzo alguno.
—Que torpe eres — Murmuró con voz monótona. Ciertamente no parecía una de sus habituales burlas.
—Y tú que amable eres —contesté con pesadez.
—Como si fuera mi culpa... ¿Que no miras por dónde caminas? — Preguntó mientras se cruzaba de brazos.
— Eso que importa — contesté. Sabía que era mi culpa, pero no estaba dispuesta a admitirlo y menos a él.
—Como sea. Sigue tu camino pequeño Gnomo — Concluyó la conversación haciendo un ademan con la mano.
Estaba a punto de contestarle cuando alguien se apareció frente a nosotros repentinamente: Mike.
—Ya veo por qué no aceptase salir conmigo, muñeca; ya tenías a Collins contigo — Dijo él alternando la vista entre los dos.
— Lárgate — Exclamé.
Mike sonrió arrogante.
— Me gustan las chicas que se creen rudas — Declaró. Observó a Dylan — Cuando te la hayas terminado de tirar, dímelo, quiero ser el siguiente en salir con esta muñeca — Dijo mientras me guiñaba el ojo.
Estaba impactada por la vehemencia, la falta de respeto y la sin vergüenza con la que había dicho esas palabras. Es que no tenía palabras para explicar lo ofendida que estaba.
—Tú no dijiste eso, pedazo de mierda, ¿Oh sí? — Dylan preguntó a Mike con el ceño fruncido.
—¿Eres imbécil o qué? — le cuestioné a Mike. Mi voz sonaba llena de desprecio e ira contenida.
—Te crees muy ruda, pero a final de cuentas, todas las chicas son lo mismo — Aseguró Mike con una sonrisa presumida.
—Lárgate antes de que sea tarde — le advirtió Dylan.
—No te metas Collins, lárgate a llorar por tu estúpido hermanito, esto es entre la muñeca y yo — Gruñó irritado.
Mis puños se cerraron del enojo, ¿Cómo podía ser tan cruel y tan cerdo?
—Acabas de cerrar el trato — Aseguré todavía más furiosa mientras lo apuntaba con un dedo.
Dylan lo tomó de las solapas de su chaqueta y lo arrastró hasta un callejón que estaba cerca, lejos de las miradas curiosas. Mike trató de zafarse, pero fue inútil. Dylan lo arrojó contra la pared y yo me acerqué a Mike antes que él.
—Eres un verdadero asco — Gruñí.
—¿Qué haces? déjame cerrarle la boca al imbécil ahora mismo. No estorbes — Me dijo Dylan mientras me tomaba del brazo para que lo mirara.
—No
—¿No? ¿Estas mal de la cabeza?
—Es mío, si alguien le partirá la cara seré yo — Le dije sosteniéndole la mirada.
Mike trató de levantarse, pero Dylan lo hizo caer cuando lo empujo del hombro. Volvió a mirarme, después miró a Mike, me miró de nuevo y finalmente se encogió de hombros.
—Está bien — Cedió. Observo a Mike y sonrió con desprecio —. Parece que el Gnomo puede contigo, tienes suerte de que no sea yo.
Le sonreí a Mike, me quite la chaqueta y se la lancé a Dylan junto con mi mochila. Este atrapó mis cosas sin problemas y las sostuvo en sus manos.
No me gusta golpear a nadie, es horrible, pero Mike lo pidió a gritos desde que se acercó a mí hace unas horas en el gimnasio. Mike se levantó, pero antes de que pudiera hacer algo, lleve mi puño con fuerza a su cara.
—Dios mío...nunca me había topado con un tipo tan asqueroso — Exclame enojada.
Mike gruñó de dolor y se encogió. Lo había golpeado en la nariz, y como ésta ya estaba bastante golpeada por lo ocurrido más temprano, me imagino que debió haberle dolido el doble. Estuve brevemente sorprendida cuando sentí que tiraron de mi camiseta, pero reaccione con rapidez y lo pateé donde pude para que me soltara.
—Oh no, por favor no me toques. Me das asco — Murmuré —. El punto es: si te vuelves a acercar a mí, realmente me pondré agresiva. No necesito que nadie me defienda y créeme que no supones un problema para mí.
— No te ofendas, pero golpeas como niña —Intervino Dylan con una pequeña sonrisa, era la primera vez que lo veía sonreír de verdad.
—Quizás por que soy una niña, genio — Respondí.
Era una situación muy bizarra en la que nos encontrábamos, pero ahí estábamos: sonriendo como si fuera lo más normal del mundo y nosotros fuéramos amigos.
Mike estaba tratando de ponerse de pie. Dylan lo jalo del cabello, haciendo que este levantara la mirada y se puso en cuclillas a su lado.
—No me gustaría estar en tu lugar, una chica... bueno, un gnomo, mejor dicho, lo que es aún más humillante, te rompió la cara. Me das lástima.
—Suéltame idiota. Esa perra y tú me las pagarán — Escupió Mike con la voz entrecortada.
Dylan hizo caso omiso de sus palabras y levantó del brazo a Mike.
—Bien, ahora te disculparas con el gnomo y conmigo por haber sido un jodido idiota. Puedes mandarnos un ramo de flores y una caja de chocolates en forma de corazón... eso si piensas que tus disculpas no son suficientes. Le gustan las rosas, por cierto — Le dijo Dylan divertido.
No pude evitar soltar una risita.
—Jodete — contestó Mike.
—Respuesta equivocada — Dijo Dylan y después golpeó a Mike en el estómago. Se puso de pie y se alejó de él, quien trataba de recuperar el aire que había perdido con el golpe —. Creo que con eso tiene —Declaró. Volvió a mirar a Mike y se cruzó de brazos — No te metas conmigo idiota... y definitivamente no te metas con ella, tiene un buen gancho izquierdo, pero eso tú lo sabes mejor que nadie — Lo tomó por las solapas de su chaqueta y lo puso de pie —. Ahora serás un buen chico y le pedirás disculpas a la dama.
—Jodanse — soltó Mike con voz entrecortada.
Dylan puso los ojos en blanco.
— Te dije que le pidieras disculpas, no lo repetiré —Gruñó impaciente.
Mike me miró
— Lo siento — Exclamó en un murmullo apenas audible.
—Lo siento, pero no escuche — Dije cruzando los brazos y levantando una ceja.
—Dije que lo siento — Murmuró mas alto.
—¿Satisfecha? — Me preguntó Dylan.
—No — contesté, haciendo que él frunciera el ceño. Me acerqué a Mike —. Discúlpate con Dylan.
—No le hice nada — Se quejó Mike limpiando la sangre de su nariz con el dorso de su mano.
—También fuiste un cerdo con él. No lo repetiré otra vez —Advertí.
—Lo siento — le dijo en un susurro a Dylan.
—No te escuchó — Dije severamente mientras apretaba levemente su lastimada nariz-
—Dije que lo siento — Gruñó en medio de su dolor.
Sonrei y me alejé de él.
—Ahora estoy satisfecha — Le informé a Dylan.
—Bien. Vámonos, este lugar me da asco — dijo él soltando a Mike.
Se inclinó hacia el piso, donde había dejado nuestras cosas y me dio mi mochila.
—A mi igual — concordé. Me giré en dirección a Mike, quien estaba tratando de ponerse de pie —. Adiós muñeco — le grité en burla y le di la espalda.
Dylan soltó una pequeña risita y salimos del callejón. Unas señoras de edad mayor que iban caminando por la calle, nos miraron con mala cara. De seguro pensaron que Dylan y yo éramos un par de adolescentes con hormonas alborotadas que habían estado haciendo cosas pervertidas en ese oscuro callejón... quien sabe. Caminamos en silencio por la calle.
—Toma —dijo unos minutos después, devolviéndome mi chaqueta.
—Gracias — Contesté desconcertada, pues no me había dado cuenta de que no la traía encima —. Mike es una persona horrible.
—Es un idiota y su ego no le permite tenerme miedo. Cree que puede ir por la vida soltando su mierda al mundo como si nada — contestó —. Si sabes que acabas de dejar como una niña llorona al segundo más fuerte del gimnasio ¿No?
—¿Quien es el primero? — pregunté con una ceja levantada.
—Yo por supuesto.
Solté una risa y negué con la cabeza. Luego recordé algo importante.
—Oye, tenemos que hacer ese trabajo de la escuela...
—No me salgas con esa mierda otra vez, Gnomo — Respondió interrumpiéndome.
—A mí tampoco me gusta, pero no voy a reprobar sólo por que a ti se te da la jodida gana no hacer nada... no me hagas golpearte.
—Como si pudieras conmigo... ¡bien! ¿cuándo haremos esa cosa?
—Mañana, después de clase. En mi casa.
—¿Quieres quitarme mis tardes ahora? eso es una mierda.
—¿Sabes? Para ser alguien que proyecta una imagen terrorífica, estas demostrando ser un gran bebé llorón.
—Ni siquiera sé por qué escucho lo que dices — Se quejó negando con la cabeza.
Esto me estaba fastidiando, dejé de caminar y lo miré a los ojos.
—Escucha, no puedes ir por ahí haciendo lo que se te dé la gana. No me interesa quien seas ni lo que te haya pasado, eso no te da derecho de tratar como mierda a la gente.
Cuando dejé de hablar le di la espalda y comencé a caminar en dirección a casa. ¿Quién se cree que es?
Cuando entré a casa me encontré con mi padre en la cocina.
—¿De dónde vienes? — preguntó mientras se servía un vaso de jugó y sacaba otro del gabinete, sirvió jugó en el otro vaso también.
—Del gimnasio — contesté mientras tomaba el vaso de jugo que me ofrecía.
—Bien. Voy a estar en el despacho — dijo y salió de la cocina. Era raro cuando no estaba enojado.
Bebí el jugo y después lavé mi vaso. No vi a mi hermana Abby o a mi tía, así que supongo que ya se habían acostado o que estaban en el cuarto de Abby viendo la película de la Bella y la Bestia por centésima vez. Me sentía más agotada de lo normal. Salí de la cocina y fui al despacho para darle las buenas noches a mi padre. Cuando entre lo vi sentado en su escritorio, tenía una foto en sus manos y su expresión era triste. Me acerqué a él y puse mi mano en su hombro, él cubrió con su mano la mía.
—Papá ¿Estas bien?
—La extraño, Taylor. Cuando te veo siento que la tengo enfrente, eres su vivo retrato.
Sentí que mis ojos se ponían húmedos con el recuerdo de mi madre. La foto era de la última navidad que pasamos en con mi ella. Abby era apenas un bebé y papá y mamá estaban muy sonrientes. Abby estaba en los brazos de mamá y yo en el regazo de papá.
— La extraño —Admití.
Mi papá me abrazó y frotó mi espalda.
—Sé que no he sido el mejor padre Taylor, pero no sé cómo hacerlo sin ella. A veces pienso que llegaré a casa y que la encontraré en la cocina tratando de preparar la cena — dijo él abrazándome más fuerte.
—Cocinaba horrible — recordé con una risa nostálgica.
—Las quiero mucho Taylor, a tu hermana y a ti. Te pareces tanto a ella, aunque el carácter lo sacaste de mí.
Me quedé con mi padre durante un rato más y luego fui directo a mi habitación. Esa noche caí en un sueño profundo.
(...)
Al siguiente día, me levanté y me puse unos shorts azules, una camiseta con tirantes blanca y mis converse del mismo color; me hice una coleta y me puse un moño blanco. Cuando llegue a la escuela me encontré con Emily y Ryan en la entrada.
—¿Que cuentas Jenner? — Me preguntó Ryan mientras pasaba un brazo alrededor de mis hombros y besaba mi mejilla.
—Creí que no era tu tipo — Le dije en broma.
—Tal vez haga una excepción contigo, nena —Contestó siguiéndome el juego y luego me soltó.
— Tú, amiga mía, eres la chica más genial de este aburrido pueblo — Me dijo Emily mientras nos dirigíamos al salón —. Todavía no puedo creer que hayas golpeado a Mike, ayer en el gimnasio.
— No fue nada importante — Contesté. Decidí no contar nada sobre la paliza que le dimos ayer Dylan y yo a Mike. Era un tema del que cual no estaba interesada en hablar.
Pasaron las primeras clases, y entonces llegó esa en la que comparto asiento con Dylan. Fui a mi lugar y a los cinco minutos llegó él y se sentó a mi lado. Ninguno de los dos habló durante la clase, ni siquiera para hablar del jodido trabajo. Estaba comenzando a pensar que me las arreglaría yo sola para hacerlo. Como si fuera la gran cosa hacer un ensayo, eso sí, no pensaba darle crédito a Dylan.
(...)
Eran las cinco de la tarde, Mi tía Margaret acababa de salir con Abby a sus clases de ballet. El timbre sonó y yo corrí a abrir, de seguro se le había olvidado algo a Abby, pero entonces, me sorprendí al ver a Dylan del otro lado de la puerta.
—¿Quéhaces aquí? —Cuestione atónita.
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HOLA!
espero que este capítulo te haya gustado.
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Hasta la próxima.
-Laura Sánchez.