Elysium

By SofiDalesio

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¿Y si te dijera que toda tu vida es una mentira? Melody Hart cree haber tenido siempre una existencia normal... More

Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Nota

Capítulo 25

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By SofiDalesio

—Escúchame muy bien, necesito que lo hagas. En cualquier momento que creas que no eres lo suficientemente fuerte, que temas perder y estés pensando que no hay salida, tan solo recuerda lo fuerte que eres. Porque estos sujetos no son como los que tú conoces y estás acostumbrada, son mucho peor, y no se detendrán por nada. Porque para ellos no somos humanos, somos cosas, objetos que examinar y coleccionar si no nos exterminan. Pero prométeme que si no estoy a tu lado para recordártelo, no olvidarás lo fuerte que en realidad eres y no dejarás de luchar. Porque ellos están tan equivocados si creen que tú no vales nada.

Melody abrió los ojos con dificultad, sintiendo el duro suelo contra su cuerpo y el fuerte dolor de su cabeza por el golpe. ¿Cuánto tiempo había estado fuera de combate? Las luces eran tan intensas, y ella se encontraba justo donde debería luego de aquella caída. Miró el balcón, tantos pisos tan arriba, e intentó no pensar en que aquello debería haberla matado. ¿Acaso era inmortal o qué? Recordó sus propias palabras al comienzo de esa noche. Mientras la amenaza estuviera en ella, entonces era inexistente. No sabía exactamente lo que significaba, pero parecía ser bastante cierto. Aún así su cabeza dolía por el golpe contra el suelo, aunque no era nada en comparación con la muerte.

La mujer de traje blanco estaba justo delante de ella, manteniendo una distancia segura de unos cuantos metros pero mirándola duramente a los ojos. Tenía los brazos cruzados sobre el pecho y una seria expresión de disgusto. Y estaba rodeada por todo un escuadrón de hombres armados. Pero ninguno apuntaba a Melody, al contrario. Ella sintió su corazón temblar al ver a Chris, Zachary y Gabrielle también reunidos allí, todos igual de pálidos y quietos porque eran los blancos. Y Melody conocía aquella táctica, porque ya la había visto una vez. Un movimiento en falso, y otro pagaría en su lugar. Mientras Gabrielle tuviera puestos sus guantes era incapaz de utilizar su poder, y Chris no podría lidiar con tantas amenazas a la vez sin perder el control y poner en peligro a sus propios amigos. Del mismo modo, Zachary tampoco podía hacer nada, porque si desaparecía su hermana pagaría por ello y no podría alcanzarla a tiempo. O a Chris.

Y Melody estaba allí en el medio. Esperó ver odio en la mirada de Gabrielle, pero la otra joven la miraba con toda la lástima del mundo como si no la culpara de nada y al contrario creyera que ella era la única víctima. Estrés traumático, definitivamente. Despertar rodeada de hombres armados apuntándoles a sus amigos no era de lo mejor, pero no se sentía ni de cerca tan mal como se había sentido despertar en el hospital semanas atrás. ¿Cuánto tiempo había pasado desde entonces? ¿Dos meses? ¿Más? Melody se apoyó sobre sus manos y se puso en pie con dificultad, lo cual pareció aliviar enormemente a los otros jóvenes al comprobar que definitivamente no estaba muerta.

—Es por chicas como tú que las mujeres tenemos la mala fama de no ser inteligentes —dijo la mujer de traje blanco—. Niñas tontas que creen ser inteligentes. Ahora entiendo por qué no te ocupabas de la parte de los planes.

—¿Crees que no sé sobre lo que sucede aquí? ¿Crees que no sé sobre la mesa y todas las personas que han muerto torturadas sobre esta solo porque ustedes querían entendernos? Solo porque creas haber eliminado a un dios no significa que tú seas uno —dijo Melody—. Y seguirás sin obtener lo que quieres. No puedes matarme. Maldita sea, no puedes siquiera lavarme el cerebro de nuevo como ya has hecho, porque sus memorias están en mi cabeza y tú las quieres.

—Pequeña niña estúpida. ¿Y crees que eso te hace inmune? Créeme, si no fuera por eso, yo misma hubiera disfrutado de abrirte en la mesa.

—Pero no puedes, porque él está dentro de mi cabeza —dijo ella y la mujer de traje blanco rió.

—Entiéndelo de una vez, Nathaniel Devang está muerto. Murió porque tenía un trato contigo que tú no pudiste cumplir. Lo dejaste morir. Fue tu culpa lo que le sucedió. Yo lo quería con vida. Pero tú, tan inservible como eres, ni eso pudiste hacer bien. ¿O acaso todavía no lo entiendes? Él te manipuló para eso, se aseguró de tenerte como contacto conveniente, como debes saber no le era muy difícil obligar a la gente a hacer lo que deseara. Y lo que tienes es la secuela de una exposición tan cercana e intensa a su poder, nada más que el producto de una fuerte coacción mezclada con culpa de tu parte por no poder cumplir. Y porque caíste por un rostro bonito. ¿Pero quién te culpa? Después de todo, apuesto a que no le era nada difícil conseguir chicas, no si podía leer sus pensamientos para saber qué decir o cómo actuar.

Melody sintió aquellas palabras como un fuerte golpe en medio del pecho. Su voluntad tembló un instante. ¿Aquello era lo que había sucedido? ¿Por eso ella no podía dejar de sentirse tan mal y llorar? Tenía sentido, cada maldita pieza encajaba bien en su lugar, pero no era momento para auto-lamentarse. Porque aún si él estaba muerto, aún si su presencia dentro de su cabeza no era nada más que una secuela de su manipulación, él era quien había logrado que ella fuera contra el velo. Y, utilizada o no, le debía su salvación. Aún si ella no había podido salvarlo.

—¡Ustedes no me dejaron salvarlo! ¡Por su culpa no pude intentarlo de nuevo! —gritó Melody y cerró fuertemente sus manos—. Fue todo tu maldita culpa. Todo lo que ocurrió en primer lugar fue a causa de tu maldita culpa. Y te puedo asegurar algo, al final de esta noche yo habré ganado. Porque de un modo u otro, me asegurare que tú no obtengas lo que quieres.

—Lo dudo mucho.

—¿No lo he hecho ya? —preguntó Melody y rió tristemente—. Nathaniel Devang está muerto. Por mi culpa no tienes tu dorado trofeo en tus manos. Por eso te desquitaste tanto conmigo, por eso me odias tanto. Esto se trata de algo personal. ¿Qué sucedió? Y por favor, no me digas que sentías algo por él, era demasiado joven para una anciana como tú. ¿Es eso una arruga lo que hay en tu rostro?

Ella no supo de donde sacó la fuerza para la cruel burla. Maldita sea, su cuerpo dolía y se sentía débil. ¿Qué tan fuerte se había golpeado? Nada roto o grave al menos pero necesitaba un poco más de tiempo para recuperar el aliento. Principalmente, necesitaba hacer tiempo. Si mantenía la atención en ella entonces nada le sucedería a los demás. ¿Y qué era ella después de todo? Tenía que proteger la información que sabía sobre el joven, porque si no había podido salvarlo era lo mínimo que le debía entonces. Y cumpliría con aquello, fuera escapando de allí o llevándose aquellas palabras a la tumba esa misma noche.

La mujer del traje blanco extendió una mano y uno de sus hombres puso una porra en esta. Ella se acercó con pasó firme y calmado, pero su fría expresión ya no era tan inescrutable y un músculo en su mandíbula temblaba mostrando que Melody había tocado un punto sensible. Y rió sin poder evitarlo, porque no sabía qué de lo que había dicho la había golpeado de ese modo pero rió al imaginar lo más ridículo.

—Eres peor que una cucaracha. Porque no importa cuántas veces intente deshacerme de ti, cuántas veces te pise creyendo haberte dado, tu asquerosa presencia sigue existiendo en este mundo.

—Ya sabes lo que dicen, las malas hierbas son difíciles de eliminar. ¿Qué se siente saber que el trabajo de tu vida depende de mí porque está dentro de mi cabeza?

—Él fue tan malditamente estúpido al cogerte a ti. No debería haberme sorprendido que muriera por tu culpa, maldita idiota. ¿Tienes idea de lo que le has costado a esta empresa por eso? ¿Tienes idea de lo que le has costado al mundo?

—¿Y qué hubieras hecho de cogerlo? ¿Torturarlo y experimentar con él? ¿Mantenerlo encerrado como una pequeña mascota de tu agrado? El velo no hubiera tenido efecto alguno en él. ¡La muerte es mucho mejor al destino que le esperaba de ser atrapado! Y en todo caso es tu culpa todo esto. ¡Lo cazaste durante toda su vida! Tú misma lo dijiste, desde que era un niño. ¿Tienes idea de como debió de haberse sentido aquello? Sin familia, sin hogar, sin nada más que una amenaza sobre él por tu culpa. Hiciste sufrir a un pobre e inocente niño.

—¡No hables de hacer sufrir a un niño! —gritó la mujer fuertemente y entonces la golpeó con la porra.

Melody gritó de dolor y cayó al suelo impulsada por el golpe. No había imaginado que la mujer sería tan fuerte. Su cabeza daba vueltas, la porra la había alcanzado justo en su mejilla como si la mujer hubiera pretendido decapitarla con aquel golpe. Era un milagro que su mandíbula no se hubiera quebrado aunque aquello dejaría un lindo moretón para más tarde. Eso sin contar que la desorientación en aquel momento no era de lo más conveniente. Saboreó su propia sangre en su boca, aquello agregaba un labio cortado a la lista de lesiones. Escuchó el ruido de varios seguros al ser retirados de las armas cuando alguien quiso intervenir pero desistió al ser consciente de la mayor amenaza.

La mujer de traje blanco estuvo en un segundo delante de ella y Melody le escupió sin pensarlo, manchando su impecable traje. Supo en aquel momento que hacerle aquello a alguien con un fuerte trastorno obsesivo-compulsivo a juzgar por lo que había visto de su oficina no era una buena idea. La mujer la pateó fuertemente en el estómago para darla vuelta y entonces puso un puntiagudo tacón sobre su pecho. Antes que Melody pudiera hacer algo la punta de la porra estaba sobre su cuello, impidiendo su respiración.

—Maldita sea, si hubiera sabido antes que esto sería posible no hubiera dudado en llevarte al borde de la muerte —dijo la mujer y volvió a golpear su rostro—. Realmente no tienes idea de quién eres o recuerdas algo. ¿Verdad? Hicieron un perfecto trabajo contigo.

La mujer se inclinó más cerca, apoyándose sobre su rodilla tranquilamente como si Melody no temiera que la afilada punta de su tacón perforara su pecho hasta su corazón, y mirándola con una fría maldad. No había piedad alguna en sus ojos, y la cruel sonrisa en sus labios no presagiaba nada bueno.

—¿Quieres saber un secreto? No eres más que basura. De todas las cosas como tú que he conocido, eres por mucho la más lamentable. No tienes uso alguno, no eres nada más que una cobarde, y eres tan lamentable en eso. Me costaste años de investigación, millones de inversiones, y posiblemente la vida del sujeto más destacable que pudimos encontrar. Y no lo recuerdas, pero tal como te prometí antes de joder tu maldita memoria y asegurarme que nunca más recordaras, me aseguraré de hacer cada maldito día de tu vida más miserable que el anterior. Si yo no puedo matarte, entonces haré que tú lo hagas. Quizás de ese modo funcione.

—Vete al infierno —dijo Melody con dificultad.

Entonces ella la volvió a golpear una vez, dos veces. Una y otra vez repitió aquella acción, azotando su delgado cuerpo sin piedad alguna y demostrando todo su odio con sus furiosos golpes. Melody levantó los brazos y cubrió su rostro como pudo mientras gemía de dolor y se retorcía pero bajo el peso de la mujer y los continuos golpes le era imposible escapar. Escuchaba gritos en el fondo, sonidos que no podía identificar, y en medio de todo eso estaba la voz de la mujer insultándola una y otra vez mientras le recordaba su desprecio por lo que era. Pero allí había algo más que un odio hacia lo que era, había un odio realmente personal hacia ella.

Melody cerró fuertemente los ojos, luchando contra el interminable dolor. Otras imágenes aparecieron en su cabeza. Imágenes de niños riendo con crueldad y azotándola con palos mientras estaba tirada en la calle. Y había tenido tanto miedo, había sentido tanto dolor, había llorado y suplicado porque se detuvieran pero ellos tan solo continuaron con su cruel acto porque eran así; porque algunos niños eran simplemente crueles, y ella había sido una niña inocente incapaz de defenderse. Y ella había cerrado los ojos y cubierto su rostro con sus brazos del mismo modo mientras gemía de dolor y se retorcía en el suelo; y había deseado más que nada que aquello parara, estar a salvo lejos de allí. Entonces los golpes habían desaparecido repentinamente y ella había abierto los ojos para encontrarse en su pequeña habitación. A salvo. Su cuerpo seguía golpeado, y ella había temido al no comprender lo sucedido, pero en silencio había actuado como una niña responsable. Había callado al encontrarse sola en casa mientras tomaba un cálido baño y se reconfortaba como sus padres hubieran hecho de estar allí.

Y Melody sintió que los golpes se detenían y la presión sobre su pecho simplemente desaparecía. Alguien sofocó un grito en la lejanía y ella alejó los brazos de su rostro. Abrió los ojos solo para ver a la mujer varios metros lejos de ella con una helada expresión de alerta y realización en sus ojos. Melody se levantó en aquel momento, ignorando su magullado cuerpo, y comprendió todo lo que había estado sucediendo siempre. Chris le había dicho que prestara atención en los detalles, y ella había pasado por alto aquellos detalles que debieron haber delatado la verdad desde el primer instante. Todas las veces que había corrido y llegado a un lugar antes sin recordar hacer una parte del camino, las veces que simplemente había aparecido en algún lugar sin haber prestado atención a cómo había llegado allí, las noches de sonambulismo en donde había despertado en lugares donde simplemente no tenía modo de haber llegado. El voltaje la noche anterior debería haberla matado, las caídas también, la mujer de blanco debería haber seguido golpeándola. Pero la mujer no se había movido de donde estaba.

—Irónico. ¿Verdad? Tú misma acabas de provocar lo que tanto te esforzaste en que nadie causara —dijo Melody y torció una sonrisa—. El karma es realmente una perra. Por supuesto que era imposible de atrapar teniendo este poder.

—Intentas algo y ordenaré que los maten —dijo la mujer de blanco.

—Escúchame bien maldita anciana, esto es entre tú y yo —dijo ella avanzando hacia la mujer—. Mi nombre es Melody Hart, llevo más de catorce millones de dólares robados en lo que va del maldito año y soy la última persona en tierra que desearías haber cabreado en este mismo momento. Porque déjame decirte algo. Tengo secuela post-traumática. ¿Recuerdas? Y ahora mismo ando bastante inestable.

—¿Y se supone que aquello debe preocuparme? —preguntó la mujer recuperando su fría calma, la sonrisa de Melody tan solo se ensanchó.

—No, hay otra cosa por la que debes preocuparte. ¿Realmente creíste que Nathaniel Devang mantendría contacto con alguien que no considerara que fuera lo suficientemente inteligente? ¿Creíste que no tendría todas las posibilidades cubiertas? La única imbécil en esta sala eres tú, por haber creído que era una niña tonta, y por haber creído que no lograría salirme con la mía. ¿No has notado que falta algo?

—¿Cómo qué?

—Música —dijo Melody simplemente y miró su reloj—. Los días de perro se terminaron.

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