Mamá murió un año después, a mis 19.
Yo me había quedado solo en casa; por suerte era nuestra, y mamá, junto con un poco de ayuda de los veranos que trabajé, terminó de pagar la hipoteca. Así que sólo me quedó pagar el servicio de electricidad, agua y gas, para tener lo básico. Tuve que dejar la universidad a sólo tres meses de haber empezado y buscarme un trabajo. Encontré uno en un supermercado donde no pagaban la mar de bien, pero me alcanzaba.
Mis días se volvieron más grises de lo que ya eran.
Pero Josh los alegraba cada tarde que llegaba con una rosa.
Un día de esos fue blanca.