Olvidé donde estábamos

By lume88

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-ADAPTACIÓN- Gabriel se despierta para descubrir que tiene amnesia retrógrada y una vida perfecta. Aparentem... More

I
III
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VIII

II

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By lume88

-Buenos días, cariño.

Gabriel gime de inmediato cuando se pone de costado, las sábanas de algodón se deslizan sobre su pecho desnudo. Su cabeza palpita, y palpita tanto que le preocupa que cuando abra los ojos se sienta cegado por el dolor. Hace una mueca cuando finalmente abre sus parpados. Es brillante y soleado en la habitación, no entiende donde está. Debe tener resaca.

-Buenos días- la voz vuelve a decir y Gabriel mira por encima: hay un hombre de pie junto a su cama, con una elegante barba oscura y ojos bondadosos, sosteniendo un vaso de jugo verde. Liam, recuerda el nombre débilmente en su mente. Es Liam. Su prometido.

-Hola- dice Gabriel, su voz suena áspera y sus cuerdas vocales están apretadas. Se mueve para sentarse, gruñendo cuando sus costillas se contraen, su brazo izquierdo se tambalea un poco.

-¿Cómo te sentís?- pregunta Liam. Está vestido con una remera de lycra y un short de fútbol. Se sienta en el borde de la cama mientras Gabriel se sienta con la espalda contra la cabecera, sabiendo que debe verse horrible. Puede sentir la forma en que su rostro pone una mueca permanente y está desesperado por una ducha.

-Mierda- dice Gabriel sin rodeos. Algo parpadea en los ojos de Liam, casi sorprendido y Gabriel se siente un poco tonto. -Lo siento. La cabeza todavía me duele y mi mano también- dice apresuradamente, tratando de corregirse. Probablemente no maldice delante de Liam.

-¿Vos?... -comienza Liam, alejándose con ojos esperanzados. A Gabriel le toma un momento entender lo que Liam está insinuando y sacude la cabeza.

-No, no recuerdo- termina por Liam.

Liam asiente, con la cara triste. Le pasa a Gabriel el vaso en su mano.

-Tomá- dice. -Te he traído esto, es un batido de calabaza con col.

-Ew- murmura Gabriel instintivamente. Liam solo se ríe, rascándose la barba una vez que Gabriel toma el vaso con resistencia, sosteniéndolo con torpeza en su mano.

-Es bueno para vos, siempre lo tomamos por la mañana antes de ir al gimnasio- dice Liam.

Gabriel toma un sorbo, el vaso enfría sus labios. Es asqueroso, lleno de bultos y lo hace querer vomitar cuando se toma el sorbo y deja el vaso en la mesa, al lado de su teléfono.

-Es asqueroso- le dice a Liam, con los ojos llorosos.

-Pero te encanta- Liam se ve tan confundido, sus ojos saltan entre Gabriel y el vaso rechazado que descansa en la mesita. -Vos dijiste que era tu favorito

-Supongo que mis papilas gustativas se olvidaron de eso- Gabriel hace una mueca y luego vuelve a hacerla cuando se da cuenta de que va a tener que beber un poco más para poder tragar algunas de sus pastillas para el dolor. Se inclina y agarra la caja que el farmacéutico le dio el día anterior, e intenta sacarlos del paquete un poco incómodo, su mano izquierda aún se siente rara y entumecida. Finalmente, Liam toma el paquete por él y extrae dos pastillas dejándolas caer en la mano de Gabriel. Gabriel toma otro trago del batido para pasar las tabletas y luego empuja el vaso en la mesa, donde se quedará.

-¿Qué hora es?- Gabriel le pregunta a Liam, con la cabeza todavía un poco turbia, la garganta todavía un poco apretada.

-Son las siete y media- dice Liam. -Voy a ir al gimnasio y luego a laburar. Agus me envió un correo y me dijo que ella y Gastón vendrán alrededor de las nueve, ¿de acuerdo?

-¿Gastón?- Gabriel siente animarse, sentándose un poco más recto. -Genial, no puedo esperar para verlo, Gastón es mi mejor amigo- le dice a Liam y su prometido le da una mirada divertida.

-Lo sé- se ríe Liam, pareciendo desconcertado. -Lo sé, Gabriel.

-Cierto- se ríe Gabriel, la vergüenza calienta sus mejillas, por supuesto que Liam lo sabe. -¿Vos podrías decirme quienes son estas personas en mi teléfono?- dice extendiendo la mano con torpeza para agarrar el teléfono. Lo abre, ignorando la gran cantidad de mensajes que parece haber recibido durante la noche, y mira a través de los que leyó en el hospital. -¿Quién es Jaime?

-¿Jaime? Jaime Cortés. Es un famoso productor de cine. Los presenté hace algunos meses y congeniaron de inmediato.

-¿Y Fausto?-Pregunta Gabriel. Liam frunce el ceño.

-¿Fausto?- repite. Gabriel asiente. Liam sacude la cabeza. -No sé. Nunca he escuchado su nombre. Tengo que irme, podés preguntarle a Agus y Gastón cuando lleguen. A demás del batido y tus pastillas, te traje esto para que lo mires- Liam se agacha y levanta algunos libros de cuero negro y los coloca en el regazo de Gabriel. Abre uno de inmediato: son álbumes de fotos.

-Pensé que valía la pena intentarlo, ver si desencadenaban algún recuerdo, o algo así- dice Liam. Se levanta, saca el teléfono del bolsillo y mira la pantalla. -Mi auto llegó. Que tengas un buen día. Te veré esta noche.

Se inclina y deja caer un beso en la frente de Gabriel. Gabriel le da una pequeña sonrisa.

-Adiós- le dice, mirando a Liam bajar las escaleras y entrar a la sala. Su prometido, ese chico guapo que le trajo un batido a la cama y los álbumes de fotos con la esperanza de que refrescara la memoria, es su prometido. Gabriel casi se ríe un poco cuando escucha la puerta principal cerrarse. Apenas puede creer su suerte.

Examina el primer álbum de fotos; mira fijamente cada fotografía durante aproximadamente un minuto con la esperanza de que algo se active. Toma las fotos de él y Liam de vacaciones, con el torso desnudo y gafas de sol. Otra donde están vestidos elegantes, en lo que parece un evento importante. Otra donde están de pie frente a un árbol de navidad. Mira las fotos, las mira fijamente, se esfuerza por recordarlas, pero no hay nada. Estos recuerdos bien podrían haberle pertenecido a otra persona.

Gabriel suspira y cierra el álbum, ni siquiera molestándose con el otro. Debería levantarse, todavía está desesperado por darse una ducha.

Las tablas del suelo son frías y desconocidas debajo de las plantas de sus pies; y pasa su mano a lo largo de la barandilla mientras baja por las escaleras hacia la sala. Todavía no puede entender que esta sea su casa, que acá es donde vive. Cuando mira esas brillantes paredes blancas decoradas con arte moderno y de buen gusto que parece haber sido escogido por un asesor profesional, se esfuerza por imaginar una mancha de vino tinto  o una fiesta como las que solía tener. Acá ve cocteles elegantes, cenas preparadas por un chef.

De hecho, hay una mancha en la alfombra de la sala, se da cuenta de repente. Es pequeña, casi imperceptible. Gabriel cree que solo la vio porque estaba buscando algún tipo de falla. Es un pequeño lugar donde la alfombra tiene una mancha de color oxido. Está dispuesto a apostar que hay un recuerdo detrás de ella, uno que no tiene.

La ducha es una cascada y el champú es una marca cara de la que Gabriel ni siquiera ha oído hablar. Huele a frutas. El agua nunca se enfría como en la casa de su madre después de cinco minutos. Las toallas son de calidad y esponjosas cuando sale de la ducha. Le toma unos buenos dos minutos averiguar cómo abrir el grifo para que pueda lavarse los dientes. Sin embargo, reconoce su cepillo de inmediato, es el de las cerdas desgastadas, siempre ha sido duro con sus cepillos de dientes.

Hay un vestidor, un vestidor real, la habitación claramente dividida en dos partes con un enorme espejo que abarca la pared posterior. Todo está limpio, ordenado y organizado y Gabriel no puede evitar preguntarse quién lo mantiene así, porque ciertamente él nunca podría hacerlo. Siempre le ha gustado su ropa en toda la habitación, colgando sobre cualquier cosa para que pueda verla cuando se despierta.

Se viste con una remera y un pantalón que tomó del que espera que sea su lado. Una vez ya cambiando se sienta en el sofá de la sala, tratando de averiguar cómo encender el enorme televisor de pantalla plana. Se da por vencido y juega un poco más en su teléfono.

Gastón y Agus llegan cinco minutos después de las nueve, y Gabriel mira a los dos mientras entran por la puerta principal, acomodándose en el sofá como si hubieran está allí cientos de veces. Probablemente lo hayan hecho, se recuerda a sí mismo.

El cabello de Gastón es un poco más largo, y su ropa es diferente. Agus ya no tiene dieciséis años, su rostro es más delgado, su cabello rojizo ahora está perfectamente ondulado y descansando sobre sus hombros y cuando levanta una mano para apartar algunos mechones de sus ojos, ve que sus uñas están bastante cuidadas, en lugar de aquellas uñas negras masticadas con las que siempre la había visto. Gabriel siente que sus ojos se están saliendo de su cabeza y quizá está actuando como un estúpido pero... perdió tres años. No puede superar cuando puede cambiar una persona en tres años.

-Entonces- dice Gastón descansando un tobillo en su rodilla mirando a Gabriel vacilante sentarse delante de él. Gabriel se siente como un extraño. -Gracias por darnos un terrible susto

-Mi auto quería jugar con el otro, aparentemente- dice Gabriel y Gastón sonríe, y es tan fácil como eso. Tres años no parecen importar porque la sonrisa y el humor de Gastón no han cambiado

-No sé dónde está la parte divertida- le dice Agus, levantando las cejas con una sonrisa en sus labios. Ella tiene un iPad en su regazo y su teléfono en mano. -Hable con Mateo anoche, después de que vos lo hicieras, y acordamos cancelar todas tus sesiones en las próximas tres semanas. Todavía tenés que asistir a algunas cosas de promoción. Pero hasta que tu cara esté bien curada, Mateo me pidió que nada de sesiones.

-¿No pueden simplemente usar Photoshop? - Gastón pregunta.

-Podría ser, pero Mateo quiere que descanse. Está preocupado de que se sienta abrumado.

-Me alegro- murmura Gabriel- porque ya lo hago, es demasiado pensar en ir y hacer un laburo que me gusta, pero que nunca he hecho antes, bueno lo he hecho, pero no lo recuerdo.

Agus asiente con la cabeza y lo llena con un poco más de información, toma sus tarjetas de citas para el hospital y las registra en su agenda, y le pide que firme algunas cosas. Y luego ella se sienta en la cocina a hablar por teléfono en voz baja y Gabriel se va con Gastón. El abrazo que le da es probablemente un poco excesivo, hace que Gastón se sorprenda, pero golpea la espalda de Gabriel mientras ríe con una carcajada.

-Pará, ¿Qué hacés?- se ríe mientras Gabriel se aleja con una sonrisa tímida.

-Te extrañé- sonríe Gabriel. -Dentro de todo esto que es realmente extraño, es bueno verte, por fin.

-También te extrañé- dice Gastón suavemente. Golpea la parte de atrás de la cabeza de Gabriel.

Después de un largo tiempo Gastón y Agus lo dejan solo en el lujoso apartamento.

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Está conversando con Emilia, la persona que limpia el departamento cuando Liam llega a casa con un recipiente de algún restaurante elegante con un nombre extraño que Gabriel no reconoce.

-Hola, cariño- Liam besa su mejilla. Gabriel intenta no alejarse de eso, había hecho una nota mental esa mañana de que iba a dejar que Liam se acercara de a poco. -¿Tuviste un buen día?

Gabriel se encoge de hombros, mirando a Liam abrir el recipiente para llevar que ha colocado en el mostrador. Es sopa, verde como el jugo que Liam le trajo esta mañana, pero huele bien. Él le da una sonrisa a Emilia mientras ella asiente y se dirige hacia el baño, deslizando los auriculares en sus oídos. Parecía sorprendida cuando comenzó a conversar con ella y Gabriel espera que sea simplemente porque está mucho tiempo fuera de casa y no porque se haya convertido en el tipo de persona que apenas interactúa con su personal. Todavía es raro pensar que tiene personal.

-Estuvo bien- Gabriel se sienta, apoyando los codos en el mostrador. Liam toma dos tazones limpios y comienza a echar la sopa. -Un poco aburrido, después de que Agus y Gastón se fueron. ¿Cómo estuvo el tuyo?

-No muy ocupado, afortunadamente. ¿De verdad estuvo muy aburrido tu día? Es una pena, ¿tenés planes para más tarde?

Gabriel sacude la cabeza y deja que Liam le pase el tazón. Liam saca dos cucharas de un cajón oculto que Gabriel nunca habría encontrado y se sienta frente a él para comer. Liam le da una cariñosa sonrisa cuando se inclina hacia el molino de especias y muele pimienta en su plato.

-No hay planes- le dice Gabriel. -Creo que este chico... mi agente.

-Mateo- dice Liam. Gabriel asiente.

-Cierto, Mateo. Creo que dijo que él y su esposa podrían venir. No estoy seguro de cuándo. Algunas otras personas quieren que las vea, pero no sé quiénes son- se ríe en voz baja. -Aunque creo que necesito ver a alguien más, incluso si no los conozco. Me estoy quedando un poco enterrado en mi cabeza, volviéndome loco- murmura y se mete la sopa en la boca para callarse.

-¿Por qué no venís conmigo a la oficina esta tarde?- pregunta Liam.

-Sí, no sería mala idea- termina el ultimo bocado de sopa, aunque todavía hay mucho en los lados del plato, parece un desperdicio. Se baja del taburete. -¿Puedo tomar un poco de pan? Para limpiar esto.

-¿Pan?- Liam se ríe, y es una risita que Gabriel reconoce, la risa que hizo cuando estaba preguntaba por el café. -Gabriel, cariño. No comemos pan.

-¿No lo hacemos?- pregunta. Liam sacude la cabeza, pareciendo confundido pero un poco divertido.

-No, no es parte de nuestra dieta. El pan es malo para vos, por la grasa y el gluten.

-Oh- Gabriel trata de no dejar caer sus hombros. -Lavaré esto entonces- toma los tazones pero Liam niega con la cabeza bajando de su taburete, revisando su teléfono, como siempre.

-No, dejalos, Emilia los limpiará. El auto está esperando.

A regañadientes, Gabriel coloca los tazones y las cucharas sucias en el fregadero, pero cuando Liam se da la vuelta, los llena con un poco de agua y un poco de detergente para que sean más fáciles de limpiar cuando Emilia los encuentre. Se siente como una pequeña victoria y luego se siente un poco estúpido tratando de obtener victorias contra Liam, contra su prometido.

Liam aún está revisando su teléfono cuando Gabriel llega a su lado, pero levanta la vista cuando Gabriel se aclara la garganta, metiendo su propio teléfono en su bolsillo. Liam sonríe fácilmente.

-¿Listo?- pregunta Liam y Gabriel asiente, dirigiéndose a través de la puerta principal mientras Liam la mantiene abierta para él.

El viaje a la oficina de Liam es silencioso, excepto por el zumbido de la radio. Liam hace un par de llamadas. Gabriel no reconoce el noventa por ciento de los nombres que salen de su boca, y pasa el resto del viaje contestando correos en su teléfono. Gabriel mira de nuevo por la ventana, moviéndose un poco incómodo en su ropa. Siente que debería de hablar con Liam, que debería de conocer a este hombre que se supone que es su prometido. Gabriel golpea nerviosamente su rodilla, observando la forma que Liam mira atentamente la pantalla de su teléfono con la cejas fruncidas. Es guapo, a Gabriel le gusta su barba. Tiene ojos marrones y su pelo es bonito y está muy bien vestido... Gabriel puede ver como debe haberse enamorado de Liam.

-Entonces...- dice Gabriel de repente, aclarando su garganta un poco. -¿Cómo nos conocimos vos y yo? ¿Cómo terminamos juntos?- agrega cuando Liam inclina la cabeza hacia un lado con una pequeña sonrisa confundida.

-Fue en unos premios- dice Liam.

--Claro- asiente Gabriel, tratando desesperadamente recordar, pero no hay nada, ningún rayo de memoria- y... ¿me invitaste a salir? o ¿yo lo hice?

-Mateo nos presentó y terminamos sentados en la misma mesa. Me senté a tu lado y no pude dejar de hablarte toda la noche- Liam sonríe aún más, sus ojos se arrugan en las esquinas y parpadean con algo cálido y cariñoso, llenos de memoria. Gabriel desea poder compartirlo.

-Me diste tu número y le pedí a Agus que nos programara una cita y, bueno, así fue todo. Empezamos a salir, nos fuimos de vacaciones a Cuba después de dos meses. Casi no pasamos mucho tiempo en la playa- Liam le da a Gabriel un pequeño guiño y vuelve a mirar su teléfono. Gabriel siente su cara sonrojada cuando percibe la implicación de Liam.

-Llegamos- dice Liam, cerrando su teléfono, abre la puerta y sale del auto.

-Gracias- le dice Gabriel al conductor, buscando a tientas la manija de su propia puerta para salir, de repente le preocupa que Liam siga adelante y lo deje atrás, y que se pierda en esta calle desconocida de esta ciudad desconocida.

La calle es ruidosa y está llena de autos y Gabriel camina rápidamente sobre el pavimento tropezando con sus botas. Sigue a Liam a un edificio con puertas de vidrio, tratando de no mirar con asombro el elegante mostrador de recepción y el escáner de seguridad. El guardia los saluda y Gabriel considera que el ascensor en el que entran es más grande que el baño que había en su antigua casa.

-Este edificio es tan elegante- Gabriel se ríe nerviosamente. Liam le sonríe cálidamente

-Tengo que dar la impresión correcta- se encoge de hombros. -Tenemos una imagen que queremos proyectar.

Gabriel reconoce que si se supone que esa imagen es costosa y fuera de alcance, están haciendo un buen trabajo.

Una linda recepcionista los saluda cuando llegan al piso de la oficina de Liam y Liam le sonríe con encanto, guiando a Gabriel por algunos pasillos y asintiendo a varias personas que pasan. Algunos sonríen alegremente a Gabriel y él les devuelve la sonrisa por cortesía, deseando al menos saludarlos por su nombre.

-Vamos- dice Liam. Lleva a Gabriel a través de una pesada puerta, baja por un corto tramo de escaleras hasta una zona más fría del edificio. El sonido parece desaparecer inmediatamente cuando pasan por otra puerta que se cierra detrás de ellos y mirando a su alrededor, Gabriel entiende que están en un estudio de grabación. Hay dos tipos en las sillas de escritorio delante de una caja de resonancia, uno toca la guitarra mientras charlan vagamente. Los dos levantan la vista cuando Liam y Gabriel cierran la puerta.

-¿Está Renato por acá?- Liam pregunta. Uno de los chicos asiente.

-Sí, está haciendo algunas llamadas- dice. La puerta se abre y entra el chico del día anterior, el que tiene la piernas delgadas, Renato, el asistente de Liam, se recuerda Gabriel. Lleva una gorra y su cabello sobresale del agujero en la parte posterior. Renato está sonriendo a su teléfono, pero tan pronto levanta la vista y se da cuenta de la presencia de Gabriel en la habitación, su rostro cae al instante, se nubla directamente como lo había hecho en la sala de Liam el día anterior.

-Hablando del diablo- aplaude el hombre barbudo -Mirá, Gabriel vino.

-Hola-sonríe Gabriel, tratando de parecer lo más cálido y amable que pueda, las palabras de Liam de la noche anterior sonaron en sus oídos. Vos y Renato. Ustedes nunca hablan, no se soportan. Gabriel no puede imaginar por qué no le agrada a Renato.

-Hola- dice Renato con rigidez, mirando fijamente el rostro de Gabriel, los ojos de Renato caen en el moretón de su frente antes de girarse rápidamente para hablar con Liam. El estómago de Gabriel se hunde un poco, la inquietud se instala dentro de él. Realmente no le gusta la idea de que Renato lo odie, especialmente cuando no sabe por qué.

Renato y Liam se quedan a un lado, hablando en voz baja y seriamente con Renato tocando cosas en un iPad y Gabriel se sienta con los otros dos tipos.

-Lo siento, ¿Cuáles son sus nombre?- Gabriel pregunta.

-Julio- le dice el chico de la barba, estrechando la mano de Gabriel -y este es Nico. Somos compositores y productores. Estamos ayudando Liam a producir.

-Es genial- dice Gabriel. -No sé nada acerca de esta industria.

-Salías saber mucho- sonríe Julio.

-Probablemente volverás a ser un sabelotodo- dice Nico. Gabriel lucha con un pequeña sonrisa, todavía sintiéndose bastante sorprendido. -Es temporal ¿no? La amnesia.

-Con suerte- Gabriel traga. Su garganta se tensa cuando piensa en eso, sobre la vaga posibilidad de que no recupere sus recuerdos. -Tengo citas con neurólogos para tratar de desencadenar cosas. Podría volver muy rápido. Pero también podría... podría no volver.

Julio y Nico se quedan callados y Gabriel se siente tonto en este momento, solo estaba acá para un visita, no se supone que estuviera contagiando a todos con su estado de ánimo triste. Les ruega que pongan un poco de lo que han estado trabajando y luego Liam regresa para unirse a ellos y ahora todos están tan concentrados en la música que Gabriel decide aprovechar la oportunidad mientras puede.

-¿Podemos hablar?- murmura una voz baja en el oído de Renato. Renato salta, gira rápidamente la cabeza para mirarlo, sus ojos parpadean como loco. -¿Por favor?

-Claro- dice Renato bruscamente. Silenciosamente, sigue a Gabriel a través de la puerta, esperando pacientemente junto a las escaleras, mirando sus converse mientras Gabriel cierra firmemente la puerta detrás de ellos.

Gabriel se queda ahí por un momento, mirando a Renato mientras él lo mira, y luego intenta con otra sonrisa.

-Entonces... -dice. -Le dije a Liam anoche que fuiste al departamento y él dijo que nosotros... que no nos agradamos, ¿es cierto?

La cara de Renato está nublada otra vez, pareciendo incómodo.

-¿Liam dijo eso?- pregunta rotundamente. Gabriel asiente.

-Sí, al parecer le dije que no te soporto, y yo solo quería que... No es cierto ¿de acuerdo? No te conozco, ni te recuerdo, así que tal vez yo... quizá antes lo hacía pero ahora parecés amable conmigo, como un buen tipo y no te odio. Lo siento si pensaba que lo hacia.

Renato no dice nada, pero está mirando al suelo con los ojos bien abiertos y los labios apretados, con las manos metidas en los bolsillos de su pantalón.

-Tengo curiosidad- continua Gabriel con firmeza, apoyando su espalda contra la puerta del estudio. Su muñeca comenzó a doler y con su otra mano aprieta el hueso con la esperanza de aliviar las palpitaciones -¿por qué me odias? ¿Qué hice o dije?

-No te odio- dice Renato rápidamente. Él está mirando a Gabriel con algo como incredulidad en su rostro, con los ojos muy abiertos. Su frente está toda arrugada. Renato suspira -Supongo que nuestro plan funcionó. De verdad, Gabi, ¿realmente no recordás nada?

-¿Plan? No, lo siento. Liam me dio algunos álbumes de fotos esta mañana pero honestamente, no tengo idea de...

-Está bien- Renato lo frena. Da un paso hacia adelante y coloca sus manos en los bíceps de Gabriel, como si lo estuviera estabilizando. Como si lo estuviera preparando para lo que está a punto de decir. -Está bien, así está todo...- Renato toma una repentina y profunda respiración, cerrando los ojos por un momento, y luego mira fijamente la cara de Gabriel. -Te amo.

-¿Qué?- Gabriel dice bruscamente, sus propios ojos se ensancharon. -Yo... Mira, sé que no te recuerdo, pero Renato, estoy comprometido.

-Te amo- repite Renato, presionando con tono firme, ignorando la respuesta de Gabriel. -Y vos me amás, estamos teniendo una aventura.

Gabriel parpadea. Su mandíbula se siente floja, su boca se seca mientras toma las palabras de Renato.

-Yo- se las arregla para decir algo. -Esto es una broma, ¿no?

Renato sacude la cabeza.

-Definitivamente no es una broma- dice

-No. Lo es- Gabriel habla sobre él. De repente, su corazón late como un martillo en su pecho, con la mente dando vueltas. Sus manos tiemblan. -Estás tratando de hacerme una broma porque no puedo recordar nada, porque soy el que tiene amnesia.

Renato sacude la cabeza de nuevo. Sus manos todavía están en los brazos de Gabriel.

-No te estoy mintiendo, lo prometo- dice Renato. -Estamos enamorados. Hemos estado juntos desde el año pasado.

-Estoy comprometido- sisea Gabriel, y sin embargo el sonido hace eco alrededor de la escalera y Gabriel está tan agradecido que el estudio esté insonorizado. Retira los brazos del agarre de Renato y Renato retrocede un paso, con el rostro todavía tenso e ilegible. -Vos estás mintiendo, estoy comprometido, no estoy con vos, no te quiero. Yo... yo amo a Liam- sin embargo eso no es exactamente cierto.

-No amas a Liam- le dice Renato. -Ya no, vos me amas y yo te amo.

-Deja de decir eso- le ruega Gabriel. Su cabeza comenzó a doler de nuevo, necesita sus pastillas para el dolor pero están en el bolsillo de su abrigo, dentro del estudio.

-Gabi- Renato comienza, pero Gabriel niega con la cabeza.

-Me duele la cabeza- dice, frotándose los dedos contra las sienes. -Me duele la cabeza porque tuve un accidente y me golpeé con el parabrisas. Tengo amnesia, pero no he perdido la cabeza. Sé que intentás engañarme y no voy a caer en la trampa.

-¿Por qué intentaría engañarte?- pregunta Renato. Sus ojos se ven asustados, como el día anterior, cuando Gabriel se presentó.

-¡No lo sé! Tal vez por satisfacción enfermiza- responde Gabriel. Su cara se ha calentado, las mejillas están sonrojadas furiosamente. Que Renato incluso insinúe que le ha sido infiel a Liam, a su prometido, al hombre que ama... bueno, supuestamente ama. Pero están comprometidos, y eso tiene que significar algo y Gabriel nunca lo haría...

-¡Nunca le sería infiel a Liam!- Gabriel grita triunfante. -Estoy completamente en contra de eso.

-Lo sé. Es la razón por la que tus papás se separaron, porque tu papá engaño a tu mamá- y eso provoca un escalofrío en el vientre de Gabriel porque es algo muy personal, Renato no debería saberlo, casi no se lo ha contado a nadie. -Al principio fue muy difícil llegar a un acuerdo, todavía, pero estamos enamorados...

-No- lo interrumpe Gabriel. -No lo estamos, vos estás loco.

-Loco por vos- Renato se ríe, y el pecho de Gabriel no debería calentarse por eso...

La puerta se abre de repente contra la espalda de Gabriel y él tropieza prácticamente en los brazos de Renato. Se aleja rápidamente mirando a Liam y a los demás a través de la puerta.

-¿Todo bien? ¿Qué hacen ustedes dos acá?- pregunta Liam. Gabriel mira a Renato, su boca de repente temblando alrededor de palabras inseguras.

-Nosotros- mira de nuevo a Renato, cuya cara está cerrada y nublada de nuevo. -Sólo estábamos... resolviendo nuestras diferencias. Pensé que sería bueno comenzar bien las cosas ¿cierto?- dice enfáticamente a Renato y Renato asiente rápidamente.

-Sí, vamos a tratar de ser amigos- dice casi robótico. Liam les da ambos una sonrisa cálida.

-¡Eso es genial!- dice, los otros dos asiente y sonríen también, claramente de acuerdo. -Bien por ustedes. Vamos a salir a tomar algo, ¿vienen?

-Claro- Renato se encoge de hombros. Liam está sosteniendo el abrigo de Gabriel y se lo da. Gabriel se lo pone y busca en el bolsillo su paquete de pastillas. Intenta sacar dos del papel aluminio con su mano lastimada y después de un momento de verlo luchar, Liam finalmente toma el paquete y lo hace por él. Gabriel no puede dejar de notar, mientras traga las pastillas y empuja el paquete nuevamente dentro de su abrigo, como Renato mira hacia otro lado, con la nariz apretada como si tuviera dolor, con sus ojos oscuros.

-Renato, ¿podés pedir otro auto?- pregunta Liam mientras comienza a guiar a todos de vuelta por las escaleras, hacia la oficina. Gabriel los deja caminar por un momento, mientras charlan y sonríen y Renato también se queda atrás, sacando su teléfono del bolsillo. En el momento en que la puerta superior de la escalera se cierra, Gabriel se vuelve para mirar a Renato.

-No hemos terminado de discutir esto- dice y Renato resopla.

-Obviamente- se ríe. Gabriel exhala bruscamente por la nariz, sintiéndose tenso y enojado.

-No hemos terminado de hablar sobre tu maldito sueño de que estamos teniendo una aventura, ¿de acuerdo? Es una tontería.

Renato se ve aturdido con el teléfono en su mano mientras Gabriel sube las escaleras. Gabriel siente que su abrigo se agita ridículamente a sus costados a medida que avanza, y se siente como un villano en un dibujo animado, pero no le importa, está jodidamente molesto. Empuja la puerta, lejos de Renato y persigue a Liam y a los demás.

-Maldito loco- murmura para sí mismo mientras los alcanza. Porque tiene razón; Renato tiene que estar loco. No hay absolutamente ninguna manera de que esté diciendo la verdad.

Renato se une a ellos en el ascensor, de pie junto a Gabriel, y Gabriel puede sentir su cálido cuerpo casi tocando el suyo mientras Liam y los demás se ríen de algo. No es como si el corazón de Gabriel empezara a latir con fuerza.

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